INICIATIVA DE LA ACCION CATOLICA CUBANA
INVITACION A TODOS LOS PINARENOS:
Misa a nuestro pinareno: Monsenor Jose Siro González Bacallao
Donde: Ermita de la Caridad
Direccion: 3609 South Miami Avenue,
Miami, Fl.33133
Fecha: Sabado:03/08/14, 12:00 a.m.
Los esperamos a todos: Sera un encuentro fraternal y espiritual que nos dejara huellas en nuestros corazones .
En el nombre del Senor: Victoria(Vicky)Fernandez, (305) 552-5984
Miembro de la Accion Catolica Cubana
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ARTÍCULO POR SU 50 ANIVERSARIO DE SACERDOCIO DE MONSEÑOR JOSÉ SIRO
Tomado de
http://www.vitral.org/vitral/vitral59/ecles.htm
BODAS DE ORO DE JOSÉ SIRO GONZÁLEZ BACALLAO
P. IVÁN BERGERON, P. M. E.
José Siro González Bacallao, primer sacerdote de Candelaria, celebrando su primera Misa en la Parroquia de ese pueblo, después de unas pocas
semanas de su inauguración el 7 de marzo de 1954.
“Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro”
(Eclesiástico, 6, 14).
Al ser invitado a dar un sencillo testimonio acerca de Monseñor José Siro, con ocasión de la celebración de su Boda de Oro sacerdotal, lo primero que me vino a la mente y al corazón fue esa hermosa calidad de la amistad que lo caracteriza tan bien; Monseñor José Siro es un amigo, amigo del Señor Jesús, amigo de sus hermanos sacerdotes, especialmente los miembros de su presbiterio, amigo de las hermanas religiosas de su diócesis, y amigos de sus fieles, especialmente de los más pequeños, humildes y necesitados. Y lo considero también como un gran amigo mío.
Yo quisiera tener el talento de un escritor para expresar correctamente la admiración que siento por mi gran “amigo”, Monseñor José Siro; sin embargo, por falta de más recursos, después de una breve reseña histórica, trataré de expresar lo que Mons. José Siro representa para mí, Todos conocemos bien a nuestro querido obispo diocesano, pero me parece que sería útil recordar algunos datos históricos, que saco del libro Pinar del Río, 300 años de compromiso apostólico, y que nos presentan, mejor de lo que pudiera expresar, un retrato biográfico pastoral de Mons. José Siro. :
Mons. José Siro nació en Candelaria el 9 de diciembre de 1930 de familia pobre, pero rica de fe. El papá Juan Francisco González y la mamá Justiniana Bacallao cuidaron mucho la formación humana y cristiana de José Siro y de su hermana Anisia.
José Siro frecuentó primero la escuela estatal de su pueblo. Ya muchachito le confiaba al franciscano P. Mario Cuende, Cura Párroco entonces de Candelaria, su deseo de imitarlo haciéndose también él fraile franciscano. Pero el Padre Mario...le dijo: Fraile no, tú no estás hecho para estar encerrado en un convento, sino para la parroquia.
José Siro González cuando seminarista (sentado en la segunda fila a la izquierda), durante el curso 1952-53 en el Seminario del Buen Pastor, un año antes de su consagración sacerdotal.
Aquel santo varón lo acompañó al Seminario de San Carlos cuando José Siro tenía apenas 12 años y era aquel su primer viaje a la capital..En el Seminario San Carlos José Siro cursó el primer año de estudios entre 1944 y 1945. Al año siguiente pasaba para el Nuevo Seminario del Buen Pastor creado por el Cardenal Arteaga. Allí cursó todos los años de la carrera sacerdotal.
Fue ordenado sacerdote el 28 de febrero de 1954 y celebró su primera Misa en Candelaria el 7 de marzo de ese mismo año en la fiesta de Santo Tomás de Aquino. Estuvo de secretario del Obispo Mons. Evelio Díaz y Coadjutor de la Catedral. Sucediendo al P. Lara, de 1954 a 1957 cuando era Párroco de la misma Mons. Cayetano Martínez.
En 1957 el Obispo Mons. Evelio Díaz lo envió a San Juan y Martínez a cubrir por unos días la ausencia del Párroco P. Ricardo Alfonso que se encontraba enfermo. Esos pocos días sin embargo, se convirtieron en 22 años de Cura Párroco allí, estando después a cargo de San Luis.
En 1962, después de la expulsión de sacerdotes, a la que se añadió el éxodo espontáneo de muchos sacerdotes y religiosas de Cuba, quedando también Pinar del Río con pocos sacerdotes, el Obispo Mons. Evelio Díaz encargó a los padres José Siro y Claudio Ojea la atención de todas las parroquias de la Vicaría central y oriental de la Diócesis.
A San Juan y Martínez, donde le sustituía en las celebraciones el P. Jaime Manich, Rector de los Escolapios, el P. Siro volvía después de su largo vaivén de fin de semana. En 1964 terminó ese agobiante trajín que había durado dos años, y pudo dedicarse a la reparación del templo de San Juan y Martínez que concluyó en1965, gracias al apoyo y la generosidad del pueblo y una considerable contribución del propio Obispo.
En 1979 el entonces Obispo Mons. Jaime Ortega lo llamó a trabajar a su lado como Vicario de la Diócesis y Párroco de la Catedral, sucediendo al P. Cayetano, que había sido nombrado párroco de la hasta entonces Ermita de la Caridad. Allí estuvo hasta 1982 cuando el Papa Juan Pablo II lo eligió Obispo de la Diócesis. Fue ordenado como tal el 16 de mayo de 1982.
Pinareño nacido en Candelaria, Mons. José Siro ha sido y sigue siendo un Pastor solícito, encarnado y profético. Su sencillez de vida, con clara influencia de su formación franciscana, no ha cambiado en sus rasgos fundamentales desde su vida de muchacho en aquella Parroquia atendida por los hijos del pobrecito de Asís.
Pastor cercano ha compartido tanto las labores agrícolas como las angustias y esperanzas de su pueblo y de su diócesis eminentemente campesina. Su expresión clara y transparente facilita la comunicación y deja al desnudo, sin dobleces y protocolos, las relaciones humanas y los trabajos pastorales. Su cercanía a los que sufren y están solos lo colocan siempre del lado de la justicia y, aún, más, de la misericordia, aunque le duelan las consecuencias y le cuesten las incomprensiones.
Su acendrada devoción centrada en la Eucaristía y el Rosario, pero abierta tanto a la lectura espiritual de elevados autores como a los gestos populares de la religiosidad sencilla.
Ha sido un obispo que ha suscitado, para acompañar al celo pastoral y las limitaciones humanas, un sentido diocesano participativo y corresponsable. Los laicos han sentido, vivido y ejercido esa corresponsabilidad eclesial que se enmarca en la larga tradición de compromiso seglar de esta Diócesis.
Su constante preocupación por las vocaciones sacerdotales y religiosas, la fundación del Pre-Seminario P. Félix Varela, el acompañamiento a las vocaciones, su insistente plegaria en cada Eucaristía, han logrado que crezca lentamente el número de vocaciones y de sacerdotes diocesanos. Las vocaciones y el mismo Seminario Interdiocesano, ocupan, explícitamente y sin dudas, un lugar central en el santuario de su corazón de Pastor. Se han multiplicado bajo su gobierno pastoral las casas religiosas en la Diócesis”. (citas del libro: “Pinar del Río, 300 años de compromiso apostólico”, páginas 115 a 117).
Yo estoy laborando en esta querida diócesis de Pinar del Río desde el año 1976, primero en la Parroquia de Artemisa, después en la de Mariel y actualmente tengo el honor de atender la parroquia de Candelaria, el pueblo natal del Obispo José Siro. Y puedo decir que en buena parte, he podido proseguir mi labor sacerdotal y misionera en esta diócesis, gracias al apoyo y la amistad de Mons. José Siro, primero como compañero sacerdote y después como amigo pastor diocesano.
Por esos años, estando Mons. José Siro de Párroco de la Parroquia de San Juan y Martínez, a menudo, especialmente con ocasión de la novena preparatoria a la fiesta patronal de San Juan Bautista, él me invitaba a dar algunos cursos bíblicos o de otra índole a sus fieles. Yo respondía con mucho gusto a esas invitaciones de Mons. José Siro porque me daba la oportunidad de conocerle mejor a él, sus preocupaciones apostólicas, y de inculturarme mejor en el cultivo del tabaco, del arroz, frijoles y vianda al que Monseñor José Siro, en aquel tiempo, se dedicaba entre semana, dando una mano a Panchito Ravelo en cuya vega trabajaba. Me impresionaba bastante conversar así con un “sacerdote-obrero” y me daba mucho gusto hablar con una persona tan cercana a la gente sencilla y tan preocupada y atenta a sus problemas y necesidades. Después de la comida, Mons. José Siro encendía un buen tabaco de la vega y teníamos un rato de muy agradable conversación. Desde luego, Mons. José Siro estaba también siempre dispuesto a responder a nuestras invitaciones de predicar durante la novena de la Candelaria en este “su pueblo” y para cuyos fieles él seguía siendo “Pepito”.
Desde el año 1977, año de fundación del Ministerio de la Palabra, en la Diócesis de Pinar del Río, he seguido de asesor de este movimiento laical. Tengo la impresión que nuestro obispo diocesano Mons. José Siro lo tiene, por decirlo así, como “la niña de sus ojos”. Una prueba de esta apreciación es el hecho de que sea el primero y el único movimiento laical oficialmente reconocidos como tal en nuestra diócesis, con su encuentro anual de los ministros de la Palabra y el ritual del envío de los mismos. Tengo la impresión que si este movimiento laical se mantiene con el entusiasmo de siempre y con el mismo asesor, que a pesar de sus grandes limitaciones lo sigue animando, es gracias al apoyo constante de nuestro obispo diocesano.
Se dice, con un santo orgullo, que una de las cualidades de la Iglesia en Cuba y particularmente del clero es la unidad del pueblo creyente en torno a sus pastores. Naturalmente, además de ser un gran don de Dios, es ciertamente el resultado de una gran purificación de nuestro pueblo cristiano acrisolado en el fuego de las pruebas.
Pues bien, tal vez esa cualidad, tan característica de la feligresía y del clero de Pinar del Río, sea debida en gran parte a la caridad pastoral de nuestro obispo, Mons. José Siro.
Él es un pastor muy cercano a su pueblo y particularmente a cada uno de los sacerdotes de su presbiterio. En nuestro presbiterio pinareño nos sentimos como en familia, compartiendo en fraternidad con cada uno de nuestros compañeros sacerdotes y particularmente con nuestro obispo. Una señal de este calor fraternal en torno a nuestro pastor diocesano es la fiesta tradicional de Navidad donde nos encontramos reunidos todos los sacerdotes con las religiosas, en torno a nuestro obispo. Y cuando, en algún socio- drama típicamente navideño, hay que buscar alguien para representar el personaje de san José, e incluso del burro o del buey, nuestro obispo es el primero en ofrecerse, y lo hace con gran sentido teatral y humorístico, pero también como un medio de expresar la caridad y de pasar un mensaje evangélico.
El sábado 28 de febrero, Mons. José Siro celebrará sus Bodas de Oro sacerdotal y todos junto a él festejaremos esos 50 años de grandes bendiciones y gracias para él y para todos nosotros.
Mons. José Siro fue ordenado de sacerdote un 28 de febrero del año 1954. Por eso nos corresponde celebrar el quincuagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal en la misma fecha.
Un 29 de de junio del año 1952 yo también fui ordenado como sacerdote, en la Parroquia del Corpus Christi, en el pueblo de Chicoutimi, región del Saguenay, en la provincia de Québec, como miembro de la Sociedad de las Misiones Extranjeras. En la misa que se celebró el año ante pasado en Candelaria con ocasión de la celebración de mis Bodas de Oro sacerdotales, presidió Mons. José Siro, y en la homilía, quiso destacar la creatividad pastoral, la fidelidad al Señor y el espíritu misionero que me han caracterizado.
A mi vez, yo quisiera destacar lo que ha caracterizado la labor pastoral de nuestro obispo durante estos 50 años, tan llenos de momentos de alegría, de cruces y de muchísimos frutos apostólicos. Me parece que, entre sus muchísimos dones y cualidades, podríamos destacar su gran caridad pastoral, siempre envuelta en una gran sencillez y humildad y con un sabor humorístico típicamente cubano. Es así como nuestro obispo José Siro se nos presenta como un “sacramento viviente” de Jesucristo el Buen Pastor entre nosotros.
Que el Señor nos conserve entre nosotros a nuestro obispo José Siro por muchos años más.
Amén.
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