viernes, abril 04, 2014

Jorge Hernández Fonseca sobre la nueva Ley de Inversiones 2014: Cuba: Una nueva etapa


Cuba: Una nueva etapa

Por Jorge Hernández Fonseca
Brasil
3 Abril de 2014

El pasado sábado 29/03/2014 la asamblea nacional del poder popular de Cuba aprobó la nueva ley inversionista, que instituye oficial y legalmente el capitalismo en la isla. La Cuba socialista de Fidel, Raúl Castro y su partido comunista ha quedado atrás desde el punto de vista ideológico. Aunque el régimen jure que continúa defendiendo “la sociedad socialista”, este hecho la sepulta y queda en los anales de la historia cubana, continental y mundial, como prueba del estrepitoso fracaso del socialismo cubano, que nunca consiguió dar la justicia social y la prosperidad que prometió.

Se podrían establecer consideraciones adicionales a lo antes expresado, pero el hecho real es que la nueva ley es el reconocimiento escrito e institucionalizado de la inoperancia del sistema por el cual Fidel y Raúl han fusilado más de 9 mil cubanos y sometidos a largos años de cárcel a cientos de miles de jóvenes, que lo único que querían era evitar la implantación de un régimen empobrecedor y represivo, como ahora la nueva ley lo reconoce implícitamente.

Así, la dictadura cubana cambia de rostro y pasa a ingresar en el deplorable “club” de las dictaduras bananeras caribeñas, capitalistas y explotadoras, añadiendo su nombre a los tristemente celebres Rafael Leónidas Trujillo, Anastasio Somoza, Françoise Duvalier, “Papá Doc” y su heredero, Joan Claude, incluyendo al anterior dictador cubano Fulgencio Batista, junto a los cuales los nombres de Fidel y Raúl Castro le dan cierto “folclore izquierdista”.

El razonamiento anterior dista mucho de ser una simple inferencia maliciosa de un analista proclive a criticar al castrismo. En Cuba se nos enseñó --todos los cubanos lo aprendimos en las escuelas en estos últimos 55 años-- que la dictadura en Cuba era necesaria –no para oprimir a nadie-- sino para que el capitalismo derrotado por la “revolución” no pudiera --de ninguna manera-- volver a ‘enseñorearse’ de la tierra cubana. Siendo ésta la justificación marxista “teórica” para la dictadura, una vez implantado el capitalismo por el propio partido, la razón indica que ya no sería necesaria esa dictadura, dando paso a un sistema más humano.

Lo anterior quiere decir que ahora está faltando alguna cosa en el esquema castrista: la eliminación de la opresión, cosa que suponemos –por ser dictadura-- no vendrá sin lucha.

Respecto a lo anterior sabemos por ejemplo que la izquierda brasileña ha irrumpido en la economía cubana con una inversión de 800 millones de dólares y que trata de convencer a los hermanos Castro de hacer una apertura política, asociada a la apertura económica que implica reimplantar el capitalismo en la isla. La inversión brasileña en el puerto cubano más cerca de la Florida depende para su éxito de una abertura por parte de los Estados Unidos, levantando las restricciones comerciales y económicas que mantiene sobre Cuba. Pero es sabido que algo así sólo sucederá cuando Cuba haga la apertura política, no importa que se declare ‘capitalista’.

En tal sentido, los dirigentes de la izquierda brasileña en el poder actualmente han insistido con los hermanos Castro para adoptar un régimen más parecido al brasileño que al cubano, que implique la apretura política para sanear las relaciones con EUA, con vistas a potenciar su inversión en el puerto de Mariel. No están claros los compromisos cubanos que hicieron posible el desembolso por parte de Brasil de los 800 millones de dólares, pero la aprobación oficial del capitalismo en Cuba pudiera ser uno de ellos, seguido quizá por cierta apertura política.

La fecha de la reimplantación del capitalismo en la isla coincide casi exactamente con la celebración en Brasil del 50 aniversario del golpe de estado que provocó el derrocamiento en 1964 del presidente João Goulart, de tendencia izquierdista, por un movimiento cívico militar, que dio lugar a una sucesión de gobiernos con presidentes militares, lo que actualmente se conoce como “la dictadura militar brasileña”. Es sintomático ver cómo después de 50 años, los mismos “luchadores” brasileños, financiados antes desde Cuba para implantar ‘la dictadura del proletariado’ en su país, ahora financian inversiones en la isla para que abrace el capitalismo.

No hay evidencias ni informaciones sobre las decisiones que los hermanos Castro tomarán respecto al problema anteriormente expuesto. Sin embargo, la situación venezolana pudiera dar una medida del camino que seguirá la isla respecto a los consejos brasileños, el comercio con EUA y la apertura política. Conociendo la influencia decisiva que tiene la opinión de los cubanos en Venezuela y el camino notoriamente represivo que ha tomado la dirección venezolana en la crisis con la oposición, se puede inferir que detrás de la represión de Nicolás Maduro contra su pueblo subyace el criterio castro-marxista de ‘nunca jamás’ entregar el poder a los sectores opositores, en franco rechazo a lógica de la alternancia democrática que debería animarlo.

Siendo así, por lo menos en vida de Fidel Castro, creemos que en Cuba no habrá tal apertura política. Esto evidentemente arrojará un manto de dudas respecto a la honestidad con que se promete respetar futuros socios. Lo anterior significa que las inversiones en el puerto de Mariel contarán con una acogida insignificante en la comunidad inversionista internacional y habrá que esperar a la muerte de Fidel (y probablemente a la desaparición física de Raúl) para que pueda conversarse con EUA sobre levantar las restricciones que harían viables negocios en el Mariel.

Por otro lado, la inconsecuencia castrista de aprobar el capitalismo de manera desigual en Cuba (lo que vale para los extranjeros, no vale para los cubanos de la isla) es un mal síntoma, que denota la intención de mantener la dictadura contra os cubanos del interior de Cuba. Eso traducido al leguaje político significa que no habrá por ahora apertura de ningún tipo, aunque esa sea la precondición para el éxito del puerto de Mariel. Brasil y los brasileños pueden irse despidiendo de sus planes, aunque a decir verdad, ya han vinculado el pago del préstamo en el Mariel al negocio de los médicos cubanos en Brasil, que no por casualidad suma exactos 800 millones --en 3 años-- del dinero que ganaría Cuba, y usaría para pagar la deuda brasileña.

Así las cosas, las inversiones que se hagan en el nuevo capitalismo castrista servirán para alargar la agonía del sufrido pueblo cubano. No se trata de un análisis puramente inversionista, incluso para los no cubanos, el dinero que en adelante se invierta en la isla, ahora con todas sus letras, servirá para el alargamiento del injusto drama cubano y para llenar los bolsillos de la más larga dictadura del continente, superando con creces a sus homólogos en la despreciable lista de dictadores bananeros caribeños a la cual se acaban de juntar sin ningún tipo de recato.

Este panorama inaugura una nueva fase de la lucha de la sociedad civil cubana por la democracia y las libertades públicas. Si hasta ahora la lucha era para superar el esquema marxista implantando contra la sociedad cubana, en esta nueva etapa, desaparecido el pretexto marxista, la lucha toma el cariz del combate a cualquier dictadura “bananera”. Ya no es la lucha contra el comunismo solamente, ahora es la lucha contra una dictadura que ya perdió su razón marxista de ser, lo que implica en nuevos métodos y nuevos enfoques por parte de la oposición.

No es posible, en esta situación cualitativamente diferente y nueva, actuar de “buena fe” e invertir dinero, por ejemplo, pensando ayudar así al sufrido pueblo cubano, porque de la misma forma que la opresión en la isla se ha tornado una burda opresión “bananera”, no es necesario ser genio para saber que todas las ganancias irán a manos de la familia dictatorial y nunca al sufrido pueblo de la isla. Adicionalmente --y para aquellos cubanos dignos que hasta ahora han creído en la línea de las conversaciones-- es hora de reanalizar sus decisiones. Negociaciones con Fidel o Raúl equivalen a la interlocución con los Somoza, Trujillo o Duvalier, porque detrás de la nueva fase, se nota la “pata peluda” de la eternización de la familia Castro en poder.


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