De “saladrigueos” y otras marañas. Frank Calzon sobre la Carta Abierta de los 40 al Presidente Barack Obama pidiendo más flexibilización para el Embargo a la tiranía de los Castro en Cuba
De “saladrigueos” y otras marañas
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Quien tiene acceso a los que toman las decisiones no circula cartas ni peticiones
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Por Frank Calzon
mayo 27, 2014
Washington, DC -Recientemente circuló una carta al Presidente Barack Obama, firmada por un grupo de personalidades y ex diplomáticos norteamericanos y por un puñado de hombres de negocios cubano-americanos, en la que piden al Presidente que ignore el Congreso y levante gran parte de lo que queda de las sanciones al régimen castrista.
La carta ha causado revuelo pero lo cierto es que a pesar de lo influyente que hayan sido en el pasado algunos de los firmantes, esta carta y otras campañas similares son prueba fehaciente de que los firmantes tienen poco acceso a los centros de poder de la administración. Cuando uno tiene acceso a los que toman las decisiones o tiene alguna posibilidad real de conseguir la aprobación de lo que propone, no circula cartas ni peticiones, ni gasta miles de dólares desplegando pancartas en el Metro de Washington, a no ser que el esfuerzo esté encaminado sobre todo a ganarse la confianza de Raúl Castro. Quizás es esa una de las formas de conseguir una visa para poder visitar la isla.
El resultado de la carta del Council of the Americas ha sido despertar una fuerte oposición a lo que proponen, oposición en la que coinciden gente importante de esta capital. Ni la carta del Consejo de las Américas, ni la campaña de pancartas de Cuba Now, ni el próximo viaje de la Cámara del Comercio a la Isla, han de tener un impacto substancial, a no ser que Raúl Castro tome las medidas de apertura política que se ha negado a considerar hasta ahora.
El dinero del controversial hombre de negocios Carlos Saladrigas tendrá en estas cosas el mismo resultado que su campaña para sacar al régimen de la lista del Departamento de Estado de gobiernos que apoyan al terrorismo internacional.
A veces en política lo que no se dice es tan importante como lo que se dice. En la carta están ausentes las referencias a la libertad, la represión política, las golpizas a mujeres indefensas, la alianza de la dinastía castrista con la criminal dictadura de Corea del Norte – no hay que remontarse al pasado lejano, hace unos meses bajo toneladas de azúcar los hermanos Castro trataron de enviar de contrabando a Corea del Norte dos aviones de guerra, cohetes mortíferos, sistemas de computadoras para cohetes y otras armas. En la carta tampoco se menciona la alianza militar entre La Habana y Moscú, acuerdo firmado por la parte cubana por el que parece ser el verdadero delfín, el Coronel Alejandro Castro Espin, hijo del Raúl Castro.
¿Por qué no firmó el acuerdo Miguel Díaz Canel, o el ministro de las fuerzas armadas, General Leopoldo Cintras Frías? Ese es tema para analizar en otra ocasión.
La sordidez de que haya cubanos que en vez de recabar solidaridad internacional para las víctimas del régimen, pretendan darle credibilidad a las supuestas reformas raulistas, no se le escapó a los que dentro de la isla luchan por el establecimiento de un estado de derecho y de respeto a la ciudadanía.
Antonio Rodiles, Manuel Cuesta Morúa, José Daniel Ferrer y Berta Soler respondieron inmediatamente. Todos coinciden en que la gran tragedia que vive el pueblo cubano se debe a una cuestión política: la falta de libertades, y no a que alguna que otra empresa extranjera pueda venderle maquinaria y equipos a lo que ellos llaman Cuba, pero que es en realidad la gerontocracia militar que desgobierna al país.
Los cubanos, los de afuera y los de la Cuba propia, sabemos que las barberías, los paladares, el relleno con gasolina de fosforeras, y las actividades comerciales a escala ínfima que permiten las “reformas económicas” raulistas no fueron las medidas que ayudaron a liberar del comunismo a los pueblos de Europa central.
Los que pedimos el cese de la represión no somos de línea dura, pedimos lo que pidieron para sus pueblos de la misma manera Vaclav Havel, Nelson Mandela, Lech Walesa y Aung San Suu Kyi.
Frank Calzón es Director Ejecutivo de Center for a Free Cuba
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