Cuba. ¿Qué dicen del embargo y de la Carta de los 40 los vecinos de barrios deprimidos de La Habana?
En San Leopoldo y Coco Solo
En el barrio habanero de Coco Solo la vida es dura para la mayoría de sus habitantes. Los más jóvenes apenas tienen tiempo o voluntad para leerse la prensa oficial y menos todavía le prestan atención a la aburrida Mesa Redonda televisiva o el NTV que le sigue en la programación diaria. Las personas mayores leen algún que otro periódico y por tanto son quienes reciben la andanada de la propaganda gubernamental.
En esta zona tan deprimida, pocos le dan importancia a la Carta en la que más de 40 personalidades le solicitan al presidente norteamericano la flexibilización del embargo. Aquí viven hombres y mujeres que sufren en carne propia los rigores del "bloqueo", pero no precisamente del que piden suavizar los firmantes de la misiva.
"Hoy el inspector pasó cobrando su parte —cuenta la dueña de una pequeña cafetería cercana a la Avenida 51—. Este mes es el último que le pago, voy a cerrar el negocio, a entregar la licencia y a inventar otra cosa."
Cuestionada sobre qué piensa del "bloqueo" [embargo] estadounidense y de la carta pública pidiendo su atenuación, expone:
"Aquí el periódico dijo algo 'por arribita', pero en Radio Martí comentaron que hay mucho debate con lo de esa carta por alla afuera". Y añade: "Unos porque dicen que si los americanos dejan entrar el dinero eso va a servir para que los negocios de aquí prosperen, los otros que les dicen a los de la carta que dejen el 'mareo' y la 'bobería', que todo ese dinero se lo va a coger el Gobierno de aquí, y el pueblo no va a ver ni un quilo."
La señora pone un vaso de jugo de mango bien frío sobre el mostrador y comenta:
"Fíjate en lo que te digo; antes de mí ya cerraron como cuatro o cinco cafeterías en esta zona. No se puede prosperar y sostener un negocio con la carga de impuestos, más la falta de insumos y productos para elaborar y vender, más los inspectores que no te dejan vivir. Aquí todo está pensado para bloquearte y que no puedas levantar cabeza", concluye.
Poco a poco reaparecen en la capital los puestos que venden productos de origen industrial. Muchos de estos son traídos por las célebres "mulas", los pequeños importadores que llegan a la Isla desde países como Venezuela y Ecuador, o incluso desde la misma ciudad de Miami.
En días recientes una nueva regulación sobre la introducción de paquetes traídos del exterior a través de los aeropuertos nacionales preocupa a muchos. Otra vuelta de tuerca del régimen, que pide la relajación de lo que llama "bloqueo estadounidense", mientras impide a sus ciudadanos el derecho a importar productos al por mayor y comerciarlos.
"Los generales dueños de las tiendas recaudadoras de divisas quieren todo el negocio para ellos solos", comenta uno de estos jóvenes que viaja a Cuba cada cierto tiempo cargado de artículos. "Pero la mala calidad y los productos vencidos que venden a precio de oro en las TRD son una estafa contra la gente, que la soporta porque ellos tienen el poder de las armas y la maquinaria del terror en sus manos."
Una señora mayor que escucha la conversación añade: "Si los americanos relajan más el embargo, entonces mejor que se pongan en cuatro patas para que Raúl y estos cabrones les metan el dedo. Estos tipos del Gobierno son una camarilla de mafiosos, no un Gobierno con el que se pueda negociar nada".
En una esquina del barrio habanero de San Leopoldo hay varios hombres reunidos para tomar ron y comentar los sucesos del día. Preguntados por lo relacionado con la Carta de los 40 contestan que no tienen idea de qué va el asunto. Cuando se enteran, se miran incrédulos y sonríen:
"Se ve que los que firmaron esa carta están viviendo sabroso allá en la 'Yuma' y no tienen ni puta idea de cómo funciona esto aquí", afirma uno de ellos, y añade: "Para mí el bloqueo más jodido no es el de los americanos. Aquí el bloqueo de verdad lo tiene puesto el Gobierno que no deja vivir a nadie. Que no da ni dice dónde hay. Le tienen miedo a que la gente tenga dinero."
Uno del grupo le recuerda al que habla lo de la educación y la salud gratuitas.
El primero lo mira fijo, hace un gesto de negación con la mano y continúa: "La educación está 'en candela', con los maestros que cobran una miseria y los muchachos recibiendo mucha política y poco conocimiento. En cuanto a la salud, mira tú… Que se dejen de cuento con lo del bloqueo. Con lo que cobran por mandar los médicos para afuera, es para que los hospitales estuvieran como debe ser y no cayéndose".
Un recién llegado al grupo se da un trago de ron y pregunta de qué va el debate. Le explican. El hombre, de unos 30 años, expone: "Que yo sepa, los americanos no cerraron los cines 3D, o las tiendas de ropa particulares. Tampoco tienen ahogados a los choferes privados. Los americanos no son los que mandan a los inspectores o a la policía para que no te puedas mover. La cosa está dura para poner el plato de comida en la mesa. Si te pones a decirlo en voz alta, te acusan y te meten preso…y no son los americanos, es este Gobierno, que no sirve…"
De pronto hay un silencio general. Las voces se apagan. Dos motocicletas japonesas pasan lentamente con sus tripulantes, vestidos de civil, ocultos tras los cascos. Detrás de ellos aparece un auto patrullero de la PNR.
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