El odio a los judíos regresa a Europa
Por ROSA TOWNSEND
08.05.14
COPENHAGUE -- “Hamas, Hamas, judíos a la cámara de gas”, “muerte a los judíos”. Son dos de las más crueles expresiones de un fenómeno que atenaza a Europa: el antisemitismo, ese monstruo de odio que muchos creíamos sepultado tras la Segunda Guerra Mundial pero que ha resucitado con una fuerza y virulencia inusitadas.
El conflicto de Gaza —que los palestinos están usando eficazmente como arma ideológica y propagandística en las calles europeas— ha desatado la última y más violenta oleada antisemita, pero la marea de odio ya venía subiendo en los últimos años, en paralelo al ascenso del islam en el Viejo Continente.
Antes de entrar en detalle sobre los gestos ofensivos (como el “saludo quenelle”), insultos (como “el Holocausto es pornografía histórica”) o ataques judeofóbicos (con cócteles molotov, acoso y amenazas) que están aflorando en las sociedades y en las protestas callejeras —y de los que esta reportera ha sido testigo en varias capitales europeas desde junio—, conviene recordar hechos que movieron la historia.
Hay dos momentos clave: el fin de la Segunda Guerra (1945) y el derrumbe del Muro de Berlín (1989-90). En los 45 años entre ambos, las comunidades judías vivieron mayoritariamente en paz, protegidas bajo el “nuevo orden moral” de una Europa decidida a erradicar todo tipo de intolerancia o racismo. A no volver a escribir su historia con sangre.
El dogma central de ese nuevo orden era eliminar los impulsos nacionalistas autóctonos, pero en cambio estaba bien visto celebrar los nacionalismos extranjeros, particularmente el palestino, para dar ejemplo de diversidad y multiculturalismo. Y poco a poco la exaltación del nacionalismo palestino fue convirtiéndose en la nueva versión de antisemitismo, a la que le ha dado alas la masiva inmigración musulmana de las últimas dos décadas. Por esas ironías de la historia, la ideología de la diversidad nacida a raíz del Holocausto iba a servir de vehículo antisemita.
En dicho proceso jugaron un papel crucial las élites académicas, artísticas y mediáticas, la llamada “intelligentsia” de izquierdas. En sus círculos se profesa hasta hoy un nada velado antisemitismo; no sólo era y es— “cool” hablar mal de Israel, es casi una obligación si uno no quiere ser marginado. Y por la misma razón hay que promover una versión idílica de la “causa” palestina.
Cuando se derrumbó el Muro de Berlín los lazos de solidaridad “izquierdas-palestinos-Islam” ya estaban establecidos, pero a partir de entonces se tranformaron progresivamente en una alianza estratégica. Al quedarse el comunismo huérfano de un proyecto político necesitaba nuevas “víctimas” por las que “luchar” para sustituir al proletariado y las encontró en los inmigrantes musulmanes en Europa, especialmente los palestinos. Y estos encontraron los padrinos perfectos.
Con ese trasfondo se produce el actual brote epidémico antisemita, que —en distinto grado— atraviesa el continente de norte a sur. Con la peculiaridad de que a los “padrinos” tradicionales se están sumando neonazis, partidos nacionalistas xenófobos de ultraderecha como Aurora Dorada de Grecia (73% de los cuales se confiesa antisemita); o el húngaro Jobbik, que ganó las elecciones europeas con un mensaje abiertamente antijudío (el “antisemitismo no es sólo nuestro derecho sino una obligación patriótica. Debemos prepararnos para la lucha armada contra los judíos”, rezaba un eslogan de campaña).
Aquí en Copenhague casi a diario hay en la plaza del ayuntamiento un “festival de odio” a los judíos disfrazado de manifestación “solidaria” con los palestinos. Y lo mismo sucede en las de Suecia, Reino Unido, Italia, Francia o Alemania. Es en estos dos últimos países donde la corriente antisemita avanza con más fuerza penetrando las capas de clase media, que es el aspecto más preocupante de esta deriva. Porque las protestas, los actos violentos o de acoso no serían posibles sin el odio subterráneo, la complicidad silente o la explícita.
Los gobiernos europeos tratan desesperadamente de ponerle freno, pero la realidad se impone.
Y la realidad es que ya no es tabú ser antisemita. En Francia, un 37% expresa abiertamente su sentimiento antijudío; en Alemania lo hace un 27%; en Italia un 20%; y en Polonia, el país donde millones de judíos fueron masacrados en Auschwitz, nada menos que un 45% se autodenomina antisemita. Grecia y Hungría rompen récords con más del 60%.
Francia es el hogar de medio millón de judíos, la mayor comunidad de Europa y donde más incidentes se han registrado: más de 300 desde enero, que incluyen explosivos contra sinagogas y negocios, palizas o esvásticas pintadas en las casas. El miedo está alentando un éxodo hacia Israel: 3,200 emigraron el año pasado y este se calculan de momento 5,000.
Pero las incitaciones al odio se manifiestan de muchas formas. Una de ellas la ha acuñado el comediante antijudío Dieudonné en su show “ la Bestia Inmunda”. Se trata de un saludo nazi a la inversa denominado “ la quenelle”, que se ha convertido en un fenómeno viral en Europa, usado en partidos de fútbol, bodas, fiestas … ¡e incluso en ejércitos y parlamentos! La quenelle es sólo parte de su letanía de insultos, como calificar el Holocausto de “pornografía histórica”. El problema es que su show en el Théâtre de la Main d’Or de París está repleto de público todos los fines de semana.
En Alemania ha aparecido en twitter el hashtag “#Hitlerwasright”. En Italia se prodiga la consiga “fuera los sionistas”. Y en España los actores Penélope Cruz y Javier Bardem y el director Pedro Almodóvar han lanzado un manifiesto acusando a Israel de “genocidio”. La lista de ofensas y provocaciones no cabría en estas páginas.
¿Cómo acabar con esta epidemia? Me remito a lo que el prestigioso historiador alemán Theodor Mommsen advirtió hace más de un siglo: “Se equivocan si creen que se puede lograr algo mediante la razón... Los antisemitas sólo prestan oídos a su odio y a su envidia, a sus instintos más ruines... El antisemitismo es una epidemia terrible, como la del cólera: no es posible explicarla ni curarla. Hay que esperar pacientemente hasta que su veneno se consuma y pierda su virulencia’’.
1 Comments:
Rosa Townsed es una periosista progre que odia l loa cunabos..pertemece al ala mas radical de los democtrata..rs hija de la secretaria de Mori..un vomunista com.las manos llenas de dangre y sys dod hrrmanos militaron en grupos terriristas..vivoen al varrer Tusset y al ser una zoma rica apuntaban a quien atentar..odia a los cubanos..uno los descubrio
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