miércoles, agosto 13, 2014

TANIA QUINTERO: 13 de agosto de 1994: el peor cumpleaños de Fidel Castro

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

No estoy de acuerdo de que ese haya sido el peor cumpleaños de Fidel Castro Ruz. Estos últimos 8 años han sido los peores para él y en una magnitud creciente. El de 1994  era preocupante porque  existía la posibilidad de que ellos,  los Castro, perdieran el poder, pero en estos últimos  8 años han visto morir a contemporáneos y familiares   cercanos suyos  y agravarse ciertas enfermedades que padecen. Los Castro, Fidel y Raúl, a lo que más han temido ha sido a la muerte. No por gusto Fidel Castro se movía con un primer anillo de 12 ó 14 hombres, un segundo anillo con 30 y 40 hombres y un tercer anillo con muchos  más hombres,  además de  movilizar a policías y soldados  hasta el punto de que en las visitas a provincias ponían un policía o un soldado en cada cuadra por donde iba a pasear y en La Habana cuando habían líderes extranjeros que harían un recorrido con Fidel, BAJABAN  a las personas de los edificios y ponían un miembro del MININT en cada piso. y si había un enfermo que no podía bajar, un ¨combatiente¨del MININT estaba al lado de él para vigilarlo con la fachada de que lo iba a cuidar hasta que volvieran las personas que habían tenido que  bajar.

guapería barata de Fidel, pues sus huidas en el ataque al Cuartel Moncada, su veloz carrera huyendo del combate de Alegría de Pío, su no presencia en las escaramuzas y combates en la Sierra Maestra durante la llucha contra Batista así como su apacible y  bucólica estancia en el intrincado campamento de La Plata en la Sierra Maestra, etc., PERO AHORA LO HEMOS COMPROBADO UNA VEZ MÁS. Por cierto,  Raúl Castro también tiene un curriculum similar al de su hermano en eso de huir y no pelear en combates .... . Además de huir desde El Moncada hasta el pueblo de ¨San Luis¨ (Por cierto, Fidel dice que entre los planes  del ataque al Moncada estaba que si fracasaba se irían a combatir a las montañas, pero entonces: ¿Qué hacía Raúl Castro escondido en San Luis ? ). En  Alegria de Pío huyó freneticamente y solamente fue a abrir el II Frente Frank País en la Sierra Cristal después que Delio Gómez Ochoa fue y se aseguró que todo era paz y tranquilidad. En los combates participaban Belarmino Castilla ¨Anibal¨, Abelardo Colomé Ibarra ¨Furry¨, Cintra Frías  y otros, pero  ni Raúl Castro ni los hermanos Julio y Zenén Casas Regueiros iban a los combates. Pero la anécdota más jacarandos la narra el Comandante Huber Matos:

Húber Matos cuenta que Raúl Castro aterrorizado en el poblado de La Maya por la posible llegada de refuerzos del Ejército , le ordenó a su chofer  ¿ Maro? del jeep en que se movía que acelerara el jeep  y se fuera de ahí que podían capturarlos, dejando a sus hombres abandonados. 

En entrevista de Zoé Valdés  a Huber Matos ( http://ecodiario.eleconomista.es/blogs/zoe-en-el-metro/)
En cuanto al temor de Raúl, eso era conocido. Raúl tenía fama de cobarde entre todos sus oficiales.  Raúl nunca iba a un combate. Una vez cuando le dijeron que venía el Ejercito le dijo a su chofer (Maro): “Óye, vámonos de aquí, arriba, vámonos”.  Maro contaba que como a la hora de huir de la Maya, le dijo a Raúl: “¿Qué hacemos? Aquí no van a llegar los guardias”.
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13 de agosto de 1994: el peor cumpleaños de Fidel Castro

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Por aquellos días de agosto y septiembre de 1994, todo era inquietante y peligroso en La Habana. Sí, la gente tenía miedo, pero más miedo tenía el régimen de Fidel Castro
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Por  TANIA QUINTERO
-ESPECIAL DL

agosto  12 2014
Fidel Castro no pudo apagar las 68 velitas con la tranquilidad que hubiese deseado, el 13 de agosto de 1994. Su 54 cumpleaños, en 1980, tampoco debe haberlo festejado con mucha alegría, por los incidentes en la embajada de Perú y el éxodo masivo por el puerto del Mariel. Pero en 1980, él y la revolución todavía tenían respaldo popular.

Ese apoyo comenzaría drásticamente a disminuir cuando en 1989 los hermanos Castro enjuiciaron y fusilaron al general Arnaldo Ochoa y tres altos oficiales más. Sin embargo, no sería hasta el verano de 1994 cuando el descontento se apoderó de calles de la capital. El régimen llegó a poner en marcha un plan B, por si tenían que 'irse echando'.

Lo cuenta Juan Juan Almeida en Martí Noticias: "Ese 5 de agosto de 1994, cuando el sol no alcanzaba el cenit, recibí una breve llamada de un oficial de guardia, pidiéndome permanecer en casa. Cinco minutos después, apareció el entonces jefe de escoltas de mi padre, Raúl Romero Torreblanca, informándome que recogiera lo esencial, porque me pasarían a buscar. Tres horas más tarde, mi teléfono volvió a sonar y escuché: posición anterior, situación controlada".

En 1994 pertenecía a los servicios informativos del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), y tuve oportunidad de vivir en primera persona la resaca del Maleconazo. Aún no imaginaba que año después me convertiría en periodista independiente.

Guerra a la prensa

A través de Lissette Bustamante, periodista cubana exiliada en España que laboraba en ABC y excolega en el ICRT, en 1992 había comenzado a colaborar, gratuitamente, con ese diario español, entonces en la lista negra del régimen. Entre los reporteros de ABC a los cuales ayudé en La Habana estuvieron Santiago Córcoles y Alberto Sotillo. Los dos fueron enviados para darle seguimiento a las protestas del 5 de agosto: Córcoles tres semanas en agosto, Sotillo el mes de septiembre.

Al ser considerado ABC un 'medio enemigo', ninguno de los dos recibió acreditación en el Centro Internacional de Prensa, una dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ellos se arriesgaron a ser expulsados del país y yo a ser detenida por la Seguridad del Estado.

El 5 de agosto y posteriormente, cientos de hombres, negros y mulatos en su mayoría vecinos de la Habana Vieja y Centro Habana, fueron apresados.

Pese a la atmósfera de zozobra y temor que se respiraba por toda la ciudad, Córcoles y yo decidimos averiguar sobre los arrestados. Nos fuimos al bufete colectivo situado en 23 y J, Vedado, donde atendía al público un abogado con fama de arriesgado.

Fue ese letrado quien nos dijo que los detenidos por el Maleconazo se encontraban en las prisiones preventivas de Valle Grande y El Pitirre, en la periferia de la capital, y que pronto comenzarían los juicios.

Por 20 dólares, un familiar mío que tenía un viejo auto americano, me llevó a las afueras de El Pitirre, en el municipio San Miguel del Padrón. A una distancia prudencial, para no llamar la atención, dentro del carro esperé a que llegara el ómnibus con los abogados y éstos entraran al penal.

Inmediatamente nos fuimos en busca de un teléfono público y llamé a Córcoles, quien en el hotel Nacional esperaba mi aviso, para poder enviar a ABC el trabajo confirmando el inicio de los juicios contra los arrestados por el Maleconazo.

Igual de tensos fueron otros momentos de la cobertura periodística que tanto Córcoles como Sotillo hicieron durante siete semanas en La Habana. Tal vez lo más arriesgado fue cuando Córcoles quiso averiguar sobre los muertos que estarían ocurriendo, a consecuencia de la estampida de balseros que por esos días se estaba produciendo por las costas habaneras.

En tres ocasiones, fui con Córcoles a Cojímar. Allí, bajo un sol abrasador, pudimos constatar la locura que se había apoderado de muchos cubanos, que en cualquier cosa que flotara se tiraban al mar. Rumores callejeros decían que por el Malecón se habían visto cadáveres que las aguas habían acercado al litoral.

Nos fuimos a la funeraria de Luyanó y una empleada, nerviosa, nos dijo que quién nos había dicho que allí habían velado a balseros, que eso habría sido en la funeraria de San Miguel del Padrón, y nos sugirió que mejor fuéramos a la morgue, en 26 y Boyeros.

Luego de esperar más de una hora y soportar a empleados pasando y mirándonos extrañados, el director nos mandó a pasar a su oficina. En esa época, el director del Instituto de Medicina Legal era el médico forense Jorge González Pérez, quien se haría famoso al presidir el equipo de científicos y expertos cubanos que trabajaron en la búsqueda de los restos de Che Guevara en Bolivia.

Nos recibió con cara de perro. Amenazó al español con la expulsión del país y a mí con informar al ICRT, "pues ni él ni yo estábamos acreditados para cubrir los sucesos del 5 de agosto". Por suerte, Córcoles regresaba a Madrid al día siguiente. Cinco meses después, el entonces vicepresidente del ICRT, Danilo Sirio, me citó a su despacho y me 'haló las orejas'.

El miedo del régimen

Gracias a parientes, amigos y conocidos, pude contactar a personas que ofrecían valiosos testimonios, como el de un joven negro que desde el 5 de agosto permanecía oculto en el cuarto de un miserable solar por la calle Jesús Peregrino.

Había estado gritando contra Fidel y la dictadura y logró escapar, pero no estaba seguro si había sido fotografiado: el régimen revisaba con lupa todas las fotos y videos, en busca de 'revoltosos'.

Por aquellos días de agosto y septiembre de 1994, todo era inquietante y peligroso en La Habana. Sí, la gente tenía miedo, pero más miedo tenía el régimen encabezado por Fidel Castro.