En silencio tuvo que ser. Blanca Acosta Rabasa sobre una faceta poco conocida del opositor cubano René Gómez Manzano
En silencio tuvo que ser
Un activista en favor de los derechos humanos, abogado y periodista independiente, que continúa luchando por la democracia en Cuba
Por Blanca Acosta Rabasa
St. Louis, MO
17/11/2014
Tengo el gran honor de conocer a René Gómez Manzano. Lo conocí como un brillante traductor literario que llevó al español clásicos de la literatura rusa. Antes de sus traducciones solo había versiones francamente malas. René ponía en el empeño no solo la sensibilidad creadora de un buen traductor literario, que rescribe una obra. Sin traductores literarios no habría eso que conocemos como “literatura universal”[1] . Gómez Manzano ponía también el rigor que lo caracteriza. Ganó varios premios de traducción literaria.
Cuando nos sentábamos en el Hurón Azul era eso solo lo que conocía de él, un hombre bueno, amable y extraordinariamente riguroso. Un día pasó un tipo vendiendo las conocidas bolsitas de café con chícharos[2]. Todos los que estábamos allí íbamos a comprar gustosamente las bolsitas de marras.
“Eso es un acto ilegal, y si este individuo tiene un saco lleno de bolsitas es que se las robó“, nos dijo.
Nos echó un cubo de agua encima; si algo no tiene René es la capacidad de choteo e indisciplina que está en el genoma cubano.
También lo conocí como un abogado brillante que hubiera ganado mucho dinero en cualquier país.
Teníamos una amiga en común cuyo esposo la maltrataba consuetudinariamente. Nuestra amiga no quería pedir el divorcio porque el marido la había amenazado con matarla. René es un hombre de honor y era el que más mortificado se sentía por la situación.
Un día ya no pudo más; él no se dedicaba a divorcios, y además sabía cuan poco tenían en cuenta las autoridades el abuso doméstico. ¿Se me olvidó decir que el señor pertenecía a la nomenclatura?
“Yo te voy a representar en el divorcio”, le dijo.
Nuestra amiga no solo pudo divorciarse sino que obtuvo, raro en Cuba, una orden de restricción.
Cuando René visitaba mi casa, mis hijos aún adolescentes se sentaban espontáneamente a escuchar la conversación. Esa es otra virtud de Gómez Manzano, su agradable e interesante conversación. Muchas veces me lo imaginaba en las tertulias de Domingo del Monte; entre otras cosas porque tiene una entereza, caballerosidad y bonhomía decimonónica que se ha ido perdiendo. Es lo que se conoce como un caballero sin tacha.
Cuando supe de su encarcelamiento y leí el documento “la Patria es de todos” me quedé boquiabierta[3].
Nunca quiso ver a sus amigos, amenazados por la lucha que valientemente estaba desarrollando. Sí, criticó al gobierno en compañía de sus amistades, pero, como Payá, dentro de la legalidad.
Dadas su valentía e integridad, en silencio tuvo que ser.
[1]No existirían ni los clásicos ni la literatura contemporánea.
[2]Llámenme loca; el chícharo, en cantidades mesuradas, no 70 % y solo 30 % café, le da cuerpo al café. Es lo mismo que hace el café con achicoria que bien caro cuesta.
[3] René Gómez Manzano salió de la cárcel el 9 de febrero de 2007.
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