miércoles, febrero 18, 2015

Esteban Fernández: LOS PADRES DE LOS “PEDRO PAN”


LOS PADRES DE LOS “PEDRO PAN”


Por Esteban Fernández 
 February 17, 2015

Les hablé recientemente de la gran lucha desarrollada por parte de nuestro pueblo y por el exilio para evitarle la tragedia comunista a la Patria.

Sí, la contienda fue de enormes proporciones y de mayúsculos esfuerzos donde corrieron ríos de sangre y miles de años de prisión de patriotas cubanos y donde también las mujeres brindaron su cuota de abnegación y méritos.

Sin embargo, ese no fue el más grande de los sacrificios. El gigantesco fue el de los padres que considerando que perderían la Patria Potestad de sus hijos y al verlos en peligro inminente de ser adoctrinados y comunizados optaron por la entereza de enviarlos solos hacia los Estados Unidos.

Lo primero que hay que hacer es ser padres para ponernos mentalmente en esa situación y poder comprender ese gesto heroico. Fue algo así como “¡Si yo muero me muero pero que se salven mis hijos!”. Ese fue el más sublime de los gestos.

Unos a través de ese bellísimo proyecto llamado “Pedro Pan” y otros como yo “por la libre”  pero todos sin saber lo que nos esperaba en tierra libre pero extraña. Y muchos que eran tan pequeños que a duras penas ni entendían lo que estaba pasando a su alrededor, echando de menos -hasta por encima de Cuba- ¡a sus padres!

Unos, después de transcurridos varios años se encontraron de nuevo con sus seres queridos, otros no tuvimos  esa gran suerte. Hubo algunos que fueron a parar en diferentes Estados con familias buenas que se ocuparon de ellos, otros pasaron un verdadero calvario.

En mi caso particular fue el teniente del G2 de apellido Guevara quien le dio el verdadero impulso a mi padre cuando delante de sus esbirros le gritó: “¡Esteban, saca a tu hijo de Cuba porque te lo voy a fusilar en el medio del parque de Güines!”

Antes de dos horas ya estaba mi padre delante de mi exigiéndome: “Llama a Miami a tu amigo Milton Sorí y a las hermanas Moraima y Madeleine Lavastilla, hijas de mi amigo Waldemar, para que te envien la visa, yo me ocupo del pasaporte” En ese instante yo tenía 15 años.

Muy guapos fueron los patriotas que se alzaron en El Escambray, valientes los invasores de Girón y  los que realizaron ataques comandos, pero mucho más grande fue el estoicismo de esos padres que acto seguido de montarse sus hijos en los aviones derramaron lagunas de lágrimas a todo largo y ancho de la nación. Solamente con darles un pequeño vistazo a mis hijas y nietos me parece que yo nunca tendría la fuerza necesaria para separarme de ellos si existiera la menor posiblidad de no verlos más nunca.

Por lo tanto, cada vez que nos tropecemos con un adoctrinado por el régimen, o tan siquiera con alguien que nos cuente las vicisitudes  que allá pasó o las veces que cayó preso hasta por nimiedades, hay que darles muchas gracias a Dios y  a todos esos padres que salvaron a sus hijos de la más bestial tiranía que ha dado este continente. Un millón de aplausos para ellos.