Alfredo M. Cepero: CON EL PRESIDENTE BARACK HUSSEIN OBAMA O CON LA LIBERTAD DE CUBA.
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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Empiezo por confesar que no he leído ni he escuchado las intervenciones ante la VII Cumbre Iberoamericana de Panamá de Raúl Castro o de Barack Obama. No estoy dispuesto a perder mi tiempo escuchando los rebuznos de un tirano analfabeto ni las diatribas de un mentiroso sin pudor ni vergüenza. Sabía lo que dirían en sus intentos por esconder sus verdaderos objetivos porque llevo unos cuantos años siguiendo las zigzagueantes trayectorias de estos dos miserables.
Admito, sin embargo que, aún para quienes esperamos las peores vilezas y las mayores cobardías de Barack Obama, su encuentro con el tirano de Cuba en Panamá constituyó un espectáculo traumático. El presidente de una democracia de 239 años sin la mancha de un solo golpe de estado estrechando la mano ensangrentada de un tirano que tomó el poder por la fuerza y lo mantiene por el terror desde hace 56 años. ¿Qué se estarán diciendo Jefferson y Martí en la gloria de los forjadores de patrias sobre este par de candidatos a ese infierno que tiene que estar reservado para los opresores y destructores de pueblos? Porque si Raúl es el tirano más longevo de América, Obama ha sido el presidente que más daño ha hecho a los Estados Unidos en los últimos cincuenta años.
Quiero, por otra parte, dejar bien claro que este no es un artículo sobre Obama o Castro porque ya mis lectores saben mi pensamiento sobre estos dos sujetos despreciables. En esta ocasión concentraré mi atención sobre los cubanos que, ya sea en forma abierta o solapada, por ignorancia o por maldad y en diferentes formas, hacen causa común con la política demagógica de Obama y la tiranía despiadada de los diablos de Birán.
En primer lugar están los cubanos que han optado por ser más militantes del Partido Demócrata que defensores de la libertad de Cuba y que, como centenares de miles de judíos, apoyan a Obama aún cuando éste actúe contra los intereses de sus respectivos pueblos. Estos cubanos son los mismos que lo han invitado a actos multitudinarios de sus organizaciones y le han abierto sus residencias particulares para recaudar fondos de campaña electoral de manera pública.
Entre los solapados se encuentran aquellos que donan fondos para esas campañas políticas demócratas pero prefieren el anonimato a los efectos de preservar opciones de desplazarse hacia cualquier otro bando que pueda resultar triunfador en el futuro. Son la gente despreciable de la cerca, de la maldad y de la relatividad moral. Hoy le llenan las arcas al aliado del tirano y mañana convocan una marcha en la Calle Ocho para apoyar a las Damas de Blanco. Mis lectores saben a quienes me refiero. Omito sus nombres para no darles la notoriedad que no merecen.
Entre quienes apoyan a Obama por ignorancia se encuentran esas huestes de cubanos que han llegado a territorio norteamericano en los últimos 25 años. Son los hijos infortunados de una revolución que borró todo rastro de un pasado que, aunque imperfecto, ofrecía al ciudadano oportunidades de superación sin dependencia del estado y por medio de su esfuerzo personal. Sobre la página blanca de esas mentes infantiles la tiranía derramó además todo su veneno contra Dios, patria y familia. ¡Ah y el odio acérrimo del tirano mayor a todo lo norteamericano!
Estos jóvenes no salen de Cuba en busca de una libertad que no conocen sino para satisfacer sus necesidades más básicas de alimentos, vestimentas y "pachanga". Se acogen a los beneficios de exiliados cubanos y a los 13 meses regresan a Cuba haciendo ostentación de sus recién encontradas "riquezas". Y lo peor es que, a pesar de ser víctimas de la tiranía, actúan como una quinta columna de los Castro en este exilio. Con su ignorancia de la democracia y el odio que les han sembrado al capitalismo han dividido profundamente lo poco que va quedando de la generación heroica que vino en los primeros 20 años, renunció a todo y salió de Cuba en busca de libertad para vivir, actuar y construir.
Considero importante respaldar con datos fidedignos, no con las estadísticas tendenciosas del sobre alimentado Sergio Bendixen, mis juicios sobre estos recién llegados que han cambiado la composición demográfica y electoral de los cubanos en los Estados Unidos. Hace 25 años el Partido Demócrata jamás habría logrado un apoyo sustancial del exilio cubano en el sur de la Florida. La traición de Kennedy en Bahía de Cochinos era una cuenta pendiente que los cubanos le pasábamos al Partido Demócrata en todas las elecciones. Hoy sigue siendo una herida profunda pero sólo para quienes fuimos actores o testigos de aquellos infortunados tiempos. Lamentablemente, cada día quedamos menos.
Pero vayamos a los datos prometidos. En las elecciones presidenciales de 2012 ocurrió lo inconcebible. Según una encuesta de un periódico tan conservador como The Wall Street Journal por lo menos el 50 por ciento de los electores cubanos del sur de la Florida votó por Barack Obama para presidente. Un aumento gigantesco de 15 puntos porcentuales por encima del 35 por ciento que apoyó a Obama durante las elecciones de 2008. Por primera vez en muchos años un candidato presidencial demócrata ganaba las elecciones en el Condado de Miami-Dade . Lo que no habría podido un Kennedy resucitado lo logró Barack Obama: el apoyo electoral de una proporción considerable de los cubano americanos y la casi adoración de la mayoría de los cubanos en la Isla.
La explicación es simple. El poder político tradicional de la comunidad cubana en el exilio ha sido erosionado por el voto de unos recién llegados forjados en la fragua de la dependencia del estado e incapaces de sacar provecho al bien de la libertad para superarse por sí mismos. El triunfo del fanatismo sobre los principios, de la dependencia sobre la independencia, de la obediencia ciega sobre la rebeldía emancipadora. Fórmula para crear esclavos y preservar demagogos y tiranos.
La reacción de los cubanos dentro de la Isla es totalmente comprensible y todavía más simple de analizar. Millones de seres humanos privados de todo tipo de libertades, de dignidad para ganarse el pan con su propio esfuerzo, de esperanzas de superación personal y sin otra alternativa que abandonar su patria para mejorar sus condiciones de vida se aferran a cualquier rayo de luz que ilumine la noche de la tiranía.
Por otra parte, esas encuestas fantasmagóricas que publica el Canal 23 sobre el apoyo multitudinario del cubano de a pie al acuerdo Obama-Castro no tienen la menor base científica. ¿Cuáles de quienes leen estas líneas se atreverían a criticar medidas de un gobierno que puede mañana mandarlos a la cárcel o por lo menos condenarlo al hambre? No son otra cosa que un cuento de caminos creado para ocultar las verdaderas intenciones de mercaderes que, con tal de medrar, no tienen el menor escrúpulo en colaborar con los opresores de nuestro pueblo. Esos mismos cubanos dentro de la Isla que dicen respaldar este acuerdo serían los primeros en arrastrar a los tiranos y a sus apandillados en el mismo instante en que cayera la tiranía. No sería la primera vez que esto pasara en la historia de Cuba.
Cierro con una apelación a mis compatriotas cubanos, tanto demócratas como republicanos, los que apoyan a Obama como quienes nos le oponemos: tengamos la honestidad y la vergüenza de no mezclar la lucha por la libertad de Cuba con nuestras militancias o preferencias políticas en los Estados Unidos. La patria es sagrada y nos necesita a todos. Su libertad no puede ser amenazada por la promoción de intereses personales o el apoyo a cualquier político o a cualquier partido. La política de Obama prolonga la vida de la tiranía. Llegó la hora de las definiciones: con Obama o con la libertad de Cuba.
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