domingo, mayo 17, 2015

Nicolás Águila: Raúl Castro y la cizaña


Raúl Castro y la cizaña

Por Nicolás Águila
14 de mayo 2015

Yo era un niño de ocho años, pero lo recuerdo perfectamente. Raúl Castro fue quien asumió el máximo protagonismo en la histeria anticlerical desatada a la altura de 1960. Bien que me acuerdo. Sería tal vez por un reparto de roles entre los dos hermanos, o porque al Uno no le interesara conducir él mismo la campaña antirreligiosa. Siempre ha habido algunos temas o asuntos desagradables que se los encomendaba al hermano menor.

El caso es que a Raúl Castro le tocaron los discursos más groseros y los ataques más furibundos contra la Iglesia católica, que él disfrutaba con sumo deleite pese a su torpe oratoria y los gallos que se le iban en falsetes de dudosa virilidad. Eso a pesar de que impostaba la voz para pasar por macho aguerrido. Los comentarios, que habían comenzado en enero del 59 al verle la cara lampiña y la coleta entonces inusual en un hombre (rabo de yegua le decían), se multiplicaron de forma exponencial cuando lo vieron soltando plumas en los discursos de agit-prop. Hasta los que no eran desafectos al régimen empezaron a decirle la ‘China’. O, más cariñosamente, ‘Lachi’.

Pero ese día en la Plaza –bien que me acuerdo– la plebe lo aplaudió a rabiar. Y el hermano segundón se sintió realizado y con ganas de pujar algunas gracias más contra la Iglesia y contra el mismísimo Dios todopoderoso. Las masas empezaron a corear un pareado que era como la consigna del momento: ”Raúl, cizaña, que los curas corten caña, y si no la quieren cortar, que se vayan para España”.

Pero eso no se crean que era algo espontáneo. Todo estaba programado al detalle por la ORI y el G-2. Después, para rematar, vino otro pareado por el estilo:

“Los curas, ladrones, que se quiten la sotana y se pongan pantalones”.

Ya terminado el discurso del Dos en sustitución del Nº 1, arrancó de ahí mismo una conga que llegó hasta la Rampa:

“Ábreme la puerta, qué puerta más dura.
Vamos a quitarle la sotana al cura”.

Conga. Chusmería. Mal gusto a lo ‘palante y palante’. Anticlericalismo. Persecución religiosa. En fin, se iniciaba en Cuba la implantación del ateísmo obligatorio. Qué país nos tocó.