Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Al ver el film Beatiful Mind y al leer este artículo recordé a mi amigo Alberto Fuentes, genio matemático cubano en la disciplina de Estadística y, en particular, en Reconocimiento de Patrones, quien hace unos años deambulaba por Marianao y que en sus momentos de lucidez y como trabajador de la Academia de Ciencias de Cuba en el ICIMAF, gracias a un condiscípulo mio también amigo de él, aportaba lo que muchos tardarían años o nunca en aportar Recuerdo también que la destacada matemática y profesora francesa Marie Duflo le consiguió a Alberto (¿1971 ó 1972?) una beca en Francia pero Marta Fuentes, la entonces jefa del Partido Comunista de Cuba en la Escuela de Matemática, quien había estudiado, junto a Elba, en la Alemania comunista fue la principal oponente a eso, la cual sugirió que esa beca se le diera a Elba. Marie Duflo se negó y dijo que tal parecía que ellas solamente habían traido de Alemania maletas llenas de ropa. Esa beca y otra para el relevante matemático cubano Miguel Jiménez Pozo, hoy en México, se perdieron.
En el artículo, de corte epistemológico, de Juan Manuel Rodriguez Penagos titulado Saber y certeza: sobre la invención matemática, se aborda la creación en la Matemáticas a partir del estudio de la creación en dos grandes matemáticos del siglo XIX: Henry Poincare y Georg Cantor; la creación en Poincare el autor Rodríguez Penagos la ubica relacionada con la neurosis, la elección y el saber, mientras que en el caso de Georg Cantor la ubica relacionada con la psicosis desde la certeza, el goce infinito y el dios matemático. También en ese artículo se comenta brevemente los casos de los relevantes matemáticos Janus Bolyai y Ramundo Lulio.
No quiero dejar de señalar que conozco a muchos matemáticos tan normales en su comportamiento como la mayoría de las personas que he conocido; luego, no hay que estar medio loco ni ser excéntrico para ser un buen matemático. Aclaro eso, porque es un ¨cliché¨ , y hasta para algunos profesores de Matemática, un disfraz aparentar cierta locura o excentricidad, para que estudiantes y otras personas lo consideren una persona sobresaliente en los conocimientos de Matemática. En la Matemática hay de todo como en¨la viña del Señor¨.
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Fallece el matemático John Nash en accidente de tráfico
El ganador del Nobel en 1994 iba junto a su esposa a la ciudad de Nueva Jersey
Por Julio Tovar
Madrid
Día 24/05/2015
Sigefredo Camarero
John Nash en una conferencia en Madrid
El ganador del Nobel y matemático John Forbes Nash Jr ha fallecido junto a su esposa en un accidente de tráfico en Nueva Jersey. Nash y Alicia Lopez-Harrison iban en un taxi que se estrelló en un guardarraíl al adelantar un vehículo, según citan fuentes policiales. La pareja, que iba sin cinturones de seguridad, perdió el control al pasar al carril izquierdo.
Según el Sargento Gregory Williams, de la policía de Nueva Jersey, la pareja salió despedida del coche. El conductor del taxi pudo sobrevivir y está ingresado en el Hospital Robert Wood Johnson de New Brunswick. El fallecido contaba con 86 años y su mujer con 82, los dos vivían en Princeton (Nueva Jersey).
Una mente en conflicto
Premio Nobel de Economía en 1994 por su «Teoría de los Juegos» y responsable de varios progresos fundamentales en la aplicación de herramientas matemáticas a otros ámbitos, Nash está considerado como uno de los grandes cerebros matemáticos de las últimas décadas. Su tesis doctoral, en 1951, incluyó ya buena parte de sus aportaciones, entre ellas el llamado «equilibrio de Nash».
Una de las cartas escritas por un profesor en apoyo de su entrada en el programa de doctorado en Princeton decía únicamente: «Este hombre es un genio», según recuerda hoy The New York Times. Pero más allá de ese genio matemático, Nash es conocido sobre todo por una vida marcada por las enfermedades mentales y que el director Ron Howard llevó a la gran pantalla en 2001 bajo el título de «Una mente maravillosa». La cinta, con Russell Crowe en el papel de Nash, fue uno de los grandes éxitos del año y se llevó cuatro Oscar, entre ellos el de mejor película.
Hijo de un ingeniero eléctrico y una maestra, Nash nació en 1928 en Bluefild, en Virgina Occidental (EE.UU.) y rápidamente se distinguió por su capacidad intelectual, obteniendo becas para estudiar en el Carnegie Institute of Technology de Pittsburgh y luego en Princeton.
Allí, publicó con sólo 21 años su conocida tesis, que disparó su fama entre la comunidad académica, y le llevó al prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) y a la compañía de tecnología militar RAND. En paralelo, las turbulencias comenzaban en su vida personal, con un breve romance del que nació un hijo en 1953 y, según una biografía, con varias relaciones homosexuales y un arresto por exposición indecente.
En 1957, Nash se casó con Alicia Lardé, una investigadora de origen salvadoreño, y al poco tiempo sus problemas mentales comenzaron a empeorar. Diagnosticado con esquizofrenia en 1959, el matemático pasó largas temporadas hospitalizado, fue tratado con terapia de descargas eléctricas, huyó por un tiempo a Europa y perdió años pululando por los pasillos de Princeton en medio de la paranoia y teorías de conspiración en su contra.
En 1963 se divorció de su mujer que, sin embargo, siempre se mantuvo a su lado y que 1970 se lo llevó a vivir a su casa, donde poco a poco comenzó a superar la enfermedad. Nash consiguió volver a dar clases y en 1994 recibió el Nobel de Economía por los descubrimientos que había hecho décadas antes.
Un año después, Sylvia Nasar publicó un perfil sobre el matemático en The New York Times, que luego amplió en el libro «A Beautiful Mind» en 1998 y que inspiraría la película. La cinta, que contó con el visto bueno de Nash, «tiene bastante que ver con la vida y con lo que ocurrido» al matemático, según dijo en una entrevista con Efe en 2007 su esposa, con la que volvió a casarse en 2001.
Sin embargo, la notoriedad de la película también alimentó las acusaciones contra Nash, que se vio obligado a negar en una entrevista ser antisemita y que atribuyó algunas de las «extrañas ideas» que tuvo durante su vida a la enfermedad. En los últimos años, el matrimonio dedicó buena parte de su tiempo a llamar la atención sobre las enfermedades mentales, de las que también fue víctima su hijo, John, que además siguió la carrera de su padre como matemático.
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