Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Se habla de una vieja política de más de 50 años de EE.UU.
respecto a la tiranía Castrista que no ha dado resultado. Planteamiento
falso ya que la política respecto a la tiranía cubana ha cambiado ostensiblemente en este más de medio siglo; políticas que han dado resultados en cuanto, por ejemplo, que ningún otro país en Latinoamerica ha robado las propiedades norteamericanas como lo hizo dicha tiranía. Sin olvidar que el objetivo fundamental del Embargo de EE.UU. hacia la tiranía fue represaliar dicho robo y no el derrocamiento de dicha dictadura.
Por
otra parte, se habla de una nueva política de EE.UU. hacia Cuba que no
es nada nueva y que no ha dado un resultado positivo para el pueblo
cubano ni ningún ¨empoderamiento¨. Veamos:
HACE MÁS DE 20 AÑOS LA ORGANIZACIÓN CATÓLICA HOLANDESA PAX CHRISTI
RECONOCIÓ QUE ESTABAN EQUIVOCADOS CUANDO PENSARON QUE LAS INVERSIONES
EXTRANJERAS PODRÍAN ESTIMULAR UN RELAJAMIENTO DEL SISTEMA POLÍTICO Y
ECONÓMICO DE LA ISLA, Y QUE ESAS INVERSIONES BENEFICIAN A UN
GRUPO BIEN SELECTO, NO AL PUEBLO CUBANO, Y QUE SIRVEN PARA QUE EL
RÉGIMEN SIGA EN EL PODER SIN CAMBIO ALGUNO EN SU POLÍTICA INTERNA. EN EL
INFORME SE HACE ECO DE LA PREOCUPACIÓN DE LOS GRUPOS DISIDENTES ANTE EL
POSIBLE ¨INICIO DEL DESHIELO ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y CUBA¨. PAX
CHRISTI PLANTEA QUE SU POSICIÓN ES QUE NI EL AISLACIONISMO NI LA
COOPERACIÓN SIN CONDICIONES CONLLEVAN LA SOLUCIÓN PARA LA CRISIS CUBANA Y
PROPONEN LA PRESIÓN INTERNACIONAL PARA HACER UN DIÁLOGO EN Y CON CUBA.
EL INFORME PLANTEA QUE LA UNIÓN EUROPEA NO SÓLO TIENE LA POSIBILIDAD
SINO TAMBIÉN LA RESPONSABILIDAD DE EJERCER ESTA PRESIÓN.
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Tomado de
http://www.martinoticias.com/
Relaciones, inversiones y de los derechos ¿qué?
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Los que defienden las inversiones en Cuba deberían tener en cuenta que sus negocios siempre los suscribirán con el Gobierno.
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Por Pedro Corzo
julio 14, 2015
El pragmatismo en las relaciones internacionales, incluido los negocios, siempre ha existido. La diferencia es que en la actualidad muchos de los que promueven esa práctica, salvo contadas excepciones, encubren sus verdaderas intenciones de beneficio personal, cualquiera que estas sean, con declaraciones grandilocuentes en las que afirman que por medio de la cooperación se logrará que los Derechos Humanos se respeten mientras mejoran las condiciones de vida de los más desposeídos.
Por ejemplo, sin excluir las buenas intenciones que pudieran haber albergado los mandatarios estadounidenses, Richard Nixon al visitar la República Popular China (1972) y Jimmy Carter de establecer relaciones diplomáticas plenas con Pekín (1978), la realidad es que en el coloso asiático continúa imperando una dictadura ideológica que prohíbe el pluralismo político, ejerce un férreo control sobre los medios de divulgación y mantiene en prisión a numerosas personas por motivos políticos.
Algo similar ocurrió con la decisión del presidente William Clinton (1995) de establecer relaciones con la República Socialista de Vietnam. El mandatario estadounidense expresó: "Es la hora de mirar hacia adelante con respecto a Vietnam". Pero en ese país, a pesar de los cambios económicos, similares a los que han tenido lugar en China, los derechos continúan conculcados y el individuo sigue estando controlado por una clase política que no ha sido elegida libremente.
Por su parte, el presidente Barack Obama, el pasado primero de julio desde la Casa Blanca dijo: "Este es un paso histórico hacia adelante en nuestros esfuerzos para normalizar las relaciones con el Gobierno y el pueblo cubano. Otra buena intención que en la opinión de algunos analistas, quizás solo ayude a empedrar el camino del infierno por el que transitan los cubanos hace casi seis décadas.
Sin entrar a valorar las contradicciones éticas en las que incurre una democracia cuando reconoce a una dictadura, hay una realidad, y es que el establecimiento de relaciones diplomáticas con gobiernos identificados con alguna modalidad marxista solo repercute favorablemente, en el mejor de los casos, en la economía, beneficiando particularmente a la clase dirigente y, por supuesto, a los empresarios extranjeros o nacionales que radicados en el exterior, buscan mano de obra de costo reducido para incrementar sus riquezas.
Los que defienden las inversiones en Cuba deberían tener en cuenta que sus negocios siempre los suscribirán con el Gobierno. Nunca discutirán con un hombre libre y sí con el funcionario que mejor represente los intereses de la dictadura.
Particularmente los cubanoamericanos que proyecten invertir en la isla deberían tener en cuenta que en su país, o el de sus padres, no hay elecciones plurales y libres, tampoco libertad de prensa, y que los Derechos Humanos son violados de manera sistemática y permanente.
Por otra parte, deberían considerar que su origen es un agravante, en caso de que tuvieran una diferencia con el Gobierno. Hay múltiples ejemplos de que el régimen cubano criminaliza a su conveniencia las inversiones y si es conveniente, a los inversionistas.
Lamentablemente, tanto en China como en Vietnam se ha demostrado que las inversiones económicas, y las posibilidades de que algunos ciudadanos comunes pudieran enriquecerse, no ha propiciado cambios políticos y sociales que beneficien a la población. El individuo está indefenso ante el Estado sin importar la fortuna que haya acumulado.
No hay dudas que el fracaso del modelo impuesto por el castrismo en Cuba (1959) ha conducido a la nomenclatura insular a realizar ajustes económicos que han incidido favorablemente en una minoría, por lo que es válido suponer que el incremento futuro de las inversiones en la isla tendrán un alcance mayor y otros sectores de la población disfrutarán de una mayor prosperidad, que siempre estará amenazada por la ausencia de un estado de derecho como el que se disfruta en las democracias.
Los que esperan cambios políticos en Cuba porque Washington decidió establecer una embajada en La Habana, o los que creen que la oposición a la dictadura, interna o externa, va a desfallecer por el mismo motivo, están equivocados.
Si algo hay que reconocerle a la dictadura de los hermanos Castro es su vocación de poder. Nunca han hecho concesiones que pudieran afectar el control que ejercen en la isla. El castrismo no es una ideología, sino una fórmula para llegar al gobierno y continuar controlándolo.
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