sábado, agosto 01, 2015

Pedro Corzo: Cuba, entre Eisenhower y Obama



Cuba, entre Eisenhower y Obama

Por Pedro Corzo
julio 30, 2015

La ruptura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba fue una decisión de la Casa Blanca, que puso punto final al deterioro de las relaciones entre los dos países.

El presidente Dwight Eisenhower, en la nota ejecutiva al efecto, refería: “Es mi esperanza y mi convicción que en un futuro no muy lejano será posible que la amistad histórica entre nosotros encuentre una vez más su reflejo en relaciones normales, de todo tipo”. La parte final del documento apuntaba: “Mientras tanto, nuestra simpatía está con el pueblo de Cuba, que ahora sufre bajo el yugo de un dictador”.

Eisenhower, tampoco el futurólogo más calificado, podía presagiar que Estados Unidos restablecería relaciones diplomáticas con una Cuba que 55 años después muestra la penosa distinción de contar con dos dictadores y no con uno, como sucedía el 3 de enero de 1961.

Este 20 de julio los gobiernos radicados en Washington y La Habana restablecieron relaciones diplomáticas, una decisión que como afirman muchos analistas, abre una ruta en la que no faltarán desencuentros y problemas, reto que ambos gobiernos han decidido afrontar.

Aunque la ruptura fue una decisión de Washington, una somera investigación permite conocer que el presidente John F. Kennedy hizo al menos un intento por descongelar las relaciones con Cuba, gestión que no recibió respuesta de La Habana.

El republicano Ronald Reagan dispuso que el embajador Vernon Walters volara a la isla y sostuviera una entrevista con Fidel Castro. Antes, en el primer año de su gobierno, determinó que Alexander Haig, secretario de Estado, se encontrara en México con Carlos Rafael Rodríguez, vicepresidente del régimen de la isla.

Antes que Reagan, y bajo el gobierno de Richard Nixon, se afirma que el mandatario ignoraba la gestión, el secretario de Estado Henry Kissinger envió un mensaje a Fidel Castro planteando que consideraba absurda la política de su país hacia la isla.

Los esfuerzos de aproximación de Kissinger a la dictadura cubana se acentuaron bajo la presidencia de Gerald Ford, cuando Washington determinó no oponerse a la decisión de la Organización de Estados Americanos de que los estados miembros que así lo desearan estaban en libertad de normalizar sus relaciones con La Habana. Ford también eliminó el embargo comercial impuesto a Cuba de comerciar con subsidiarias de corporaciones de Estados Unidos.

Kissinger, en su afán de repetir laureles, hizo que dos enviados suyos se reunieran con sendos funcionarios cubanos con el fin de explorar la posibilidad de restablecer relaciones. Los representantes de La Habana fueron categóricos, las relaciones pasaban al menos por un relajamiento del embargo. A los pocos días Cuba enviaba miles de soldados a Angola. La frustración del inefable secretario de Estado fue tan visceral que propuso a Ford aplastar a Castro.

El presidente James Carter fue el mandatario que más se esforzó por establecer relaciones con Cuba a excepción del presidente Barack Obama; sin embargo, sus esfuerzos fueron torpedeados por los Castro, porque entre sus requerimientos demandaba un irrestricto respeto a los derechos humanos, compensación por las propiedades confiscadas a ciudadanos de Estados Unidos y el cese de las intervenciones militares de Cuba más allá de sus costas.

Carter, entre otras decisiones, suspendió los vuelos de aviones espías sobre Cuba, firmó un acuerdo pesquero y de límites marítimos, autorizó los viajes de estadounidenses a la isla y estableció contactos diplomáticos directos al acordar ambos gobiernos la apertura de oficinas de intereses en las respectivas capitales. Esfuerzos que inexplicablemente La Habana congeló al incrementar su presencia militar en Angola y enviando un contingente de miles de soldados a Etiopía.

Por último, la dictadura obsequió al mandatario estadounidense el éxodo del Mariel, lo que afectó dramáticamente la política migratoria de Estados Unidos y la figura presidencial.

Durante su mandato, Bill Clinton firma un segundo acuerdo migratorio con Cuba, pero La Habana impide otro tipo de aproximación cuando derriba las avionetas de Hermanos al Rescate. Por su parte, el presidente George W. Bush incrementó las sanciones contra el gobierno cubano, sin dar muestras de estar interesado en establecer mejores relaciones.

En cambio el presidente Barack Obama, durante la campaña electoral en el 2007, declaró enfáticamente que la política hacia la isla era fallida y que era preciso cambiarla, promesa que se materializó el pasado 20 de julio.

La realidad es que hasta ahora el gobierno de Cuba había ignorado todos los esfuerzos de Estados Unidos a favor de un acercamiento diplomático, quizás porque en el pasado la voluntad de Washington de descongelar las relaciones pasaba por demandas que los hermanos Castro nunca han estado dispuestos a satisfacer, porque consideran que la Casa Blanca debe otorgarlo todo y el Palacio de la Revolución nada.

Periodista de Radio Martí.