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Mientras en los Estados Unidos Herodes anda matando niños Francisco
deambula perdido en el mundo torcido de su ideología de izquierda.
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Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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8-4-2015
Durante los últimos 42 años la sociedad norteamericana se ha visto enfrascada en una guerra sin cuartel entre quienes defienden la santidad de la vida humana y quienes se arrogan el derecho de terminarla a su antojo. Los primeros siguen el mandato divino que reserva a nuestro Creador las decisiones sobre la vida y la muerte. Los segundos utilizan argucias y falacias para negar la existencia de la vida humana antes que la criatura profiera su primer grito al entrar en un mundo hostil y desconocido. Los primeros ponen el espíritu sobre la materia. Los segundos la materia sobre el espíritu. Los primeros asumen la responsabilidad de sus actos. Los segundos anteponen sus egoísmos a sus responsabilidades. Por desgracia, todo indica que esta batalla no tiene fecha inmediata de llegar a su fin.
Ambos campos se definieron y la batalla ganó en intensidad a partir del infortunado fallo del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en la demanda de Roe V. Wade en 1973. Como consecuencia de este fallo del tribunal, entre 1973 y 2008, el número de abortos aumento considerablemente todos los años.
En términos simples y sin entrar en un elaborado análisis jurídico, dicho fallo estipuló que cualquier mujer tiene el derecho de interrumpir el plazo normal de su embarazo sin necesidad de justificación alguna y sin tomar en consideración otra cosa que su decisión de desprenderse de un objeto que le molesta. El ser en el vientre materno es un ente sin personalidad ni derechos.
El resultado fue una carnicería al por mayor que ha costado más de 55 millones de vidas, cifras comparables a las víctimas de dos monstruos como Adolfo Hitler y Mao Tse Tung. De hecho, solamente en 2011 fueron documentados más de un millón de abortos en los Estados Unidos. Solamente Dios sabe cuántos más tuvieron lugar sin que nadie se enterara.
Afortunadamente, los adelantos en la ciencia médica pusieron freno a aquella carrera desenfrenada hacia el infanticidio masivo. Con el descubrimiento del ultrasonido como instrumento de diagnóstico los abortos han disminuido considerablemente en los Estados Unidos. Por primera vez las mujeres pudieron ver que llevaban en su vientre una criatura con características definidas y movimientos que denotaban definitivas señales de vida. Ese aldabonazo a su conciencia hizo a muchas desistir de sus intenciones de abortarla. Según una encuesta Gallup de mayo 10, 2013, el 58 por ciento de los adultos entrevistados contesto que el aborto debe de ser ilegal en todas sus circunstancias y permitido solamente en "muy pocas". Sin dudas el péndulo se inclina a favor de los defensores del no nacido.
Otro rayo de esperanza para quienes defendemos los derechos humanos de los no nacidos son los videos dados a la publicidad recientemente por el Centro para el Progreso Médico, una organización a la vanguardia de la lucha contra el aborto. En dichos videos, grabados en forma subrepticia, se escucha y se ve a funcionarios de Planned Parenthood, una organización promotora del aborto al por mayor, negociar precios por órganos de los fetos abortados en sus clínicas. La venta de órganos obtenida por este procedimiento es castigada por las leyes norteamericanas. Pero lo más repulsivo es la insensibilidad de estos carniceros ante este procedimiento tan horrendo y barbárico. Y peor aún, una sociedad que tolera en su seno estos procedimientos pierde todo vestigio de fuerza moral, que es la base de todas las fuerzas.
Una muestra de lo que digo es el candente debate generado por estas revelaciones. En el mismo las reacciones de los políticos norteamericanos no han mostrado compasión por las víctimas sino han estado matizadas por consideraciones ideológicas y cargadas de oportunismo político. Siempre acusando a los republicanos de llevar a cabo una "guerra contra la mujer", Hillary Clinton no salió en defensa de las víctimas sino de Planned Parenthood y de quienes optan por el aborto. "Esto es un ataque contra el derecho de opción de las mujeres de tomar la decisión más difícil de su vida basada en su fe y en el consejo dado por su médico", dijo una Hillary que ha optado por el poder político antes que disfrutar de su nieto en sus años otoñales.
Una de sus más agresivos adversarios del Partido Republicano, el Senador Rand Paul, le cantó las cuarenta. Este 28 de julio, Paul declaró: "Las manos de Hillary Clinton están manchadas de dinero. Lo que tiene que hacer sin demora es devolver hasta el último centavo de los 10,000 dólares en donaciones recibidas de los empleados de Planned Parenthood".
Pero, si repulsivas son las declaraciones de los políticos norteamericanos, inexplicable e inaudita es la débil reacción de la Iglesia Católica. En Estados Unidos, el Arzobispo de Boston, Cardenal Sean O'Malley, uno de los pocos prelados en expresar su consternación, describió el aborto como "un ataque
directo a la vida humana en su condición más vulnerable". Pero todo los que nos llega desde El Vaticano es un silencio ensordecedor.
Mientras en los Estados Unidos Herodes anda matando niños Francisco deambula perdido en el mundo torcido de su ideología de izquierda. Durante su pontificado ha mostrado estar más interesado en condenar el calentamiento global, atacar el capitalismo y apuntalar tiranos de izquierda que en proteger a las más vulnerables de las ovejas del rebaño cuyo cuidado le fue encomendado. Para confrontar el calentamiento global están los científicos, para defender a los pobres no hay que atacar al capitalismo y el apuntalamiento de tiranos es un acto tan reprensible que no puede serle tolerado a ningún hombre por muy importante que sea su investidura.
Abundando en el tema de este trabajo, Cuba es un ejemplo del efecto corrosivo del aborto sobre cualquier pueblo. El régimen comunista ha proporcionado desde el principio en forma indiscriminada servicios de aborto y contraceptivos a toda la población cubana, incluyendo a mujeres menores de edad. Sólo un iluso confiaría en las estadísticas que proporciona la tiranía, pero numerosas fuentes en la prensa internacional informan que la tasa de abortos en Cuba es la más alta de la America Hispana, con la terminación del 62 por ciento de todos los embarazos.
El resultado de esta intencional política genocida ha sido desastroso para la familia y para la nación cubanas. Según el Libro Mundial de Datos de la Agencia de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), desde el año 2,000 la tasa de crecimiento de la población cubana estuvo por debajo del 0.39 por ciento y a partir de 2011 entró en un crecimiento negativo que alcanzo el -0.14 por ciento en 2014. Un país de viejos que no producen y de jóvenes que escapan en busca de libertad y de oportunidades.
Uno de los líderes de la oposición al régimen lo vio y lo denunció desde muy temprano en su vida profesional y pago con la cárcel su compasión por los no nacidos. En 1997, el Dr. Oscar Elías Biscet llevó a cabo durante 10 meses una investigación clandestina en el Hospital Hijas de Galicia donde documentó con estadísticas extraoficiales los procedimientos de aborto bajo el régimen comunista. En febrero de 1998, el Dr. Biscet fue expulsado del Sistema Nacional de Salud de Cuba y, a partir de esa fecha, se le impidió ejercer su profesión de médico en su propio país.
Sin embargo, al otro lado del Atlántico reconocieron su coraje y su batalla en la defensa de la vida humana. El Centro Internacional para la Defensa de la Vida (CIDEVIDA), con sede en la histórica Tordecillas, en España, dirigido por un "Angel de la Guarda" español llamado Juan José Panizo Izaguirre, lo designó como uno de sus adalides.
Me despido con la esperanza de haber demostrado a quienes hasta ahora han ignorado este flagelo que el pueblo que mata a sus niños mata su futuro. Los Estados Unidos van por ese camino y Cuba es el ejemplo más horrendo y reciente de esta vergüenza de la humanidad.
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