jueves, octubre 08, 2015

Exiliados, emigrantes, y delincuentes. Eugenio Yáñez:: ¿Contribuyentes americanos manteniendo parásitos en Cuba?

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

En  todas las épocas  han salido de Cuba  exiliados, emigrantes, y delincuentes (esas categorías se solapan; es decir, no son necesariamente excluyentes), lo que ha cambiado es la proporción.

Era de esperar que  en la  salida de cubanos de  Cuba  la proporción  de delicuentes  y emigrantes  se incrementara  y disminuyera la de los exiliados no delincuentes pues   a raíz del triunfo de la Revolución se  eliminaron los valores humanos  que caracterizaba a la  mayoría de sociedad cubana  ya que la Revolución, de manera directa o indirecta,  cultivó el robo a las propiedades ajenas, el ¨majaseo¨ en el trabajo, la mentira, la hipocresía, la doble moral, el miedo, la desconfianza,  el desarraigo, etc.. La revolución negendró y desarrolló el irrespeto a la cultura de nuestros mayores por ser, según el régimen,  una cultura caduca y un rezago de la sociedad  burguesa capitalista; desarrrollo al que influyeron  grandemente las becas escolares y posteriormente las escuelas  al campo y las escuelas en el campo con jóvenes profesores improvisados donde en no pocos de ellos  los valores humanos eran tan carentes o  endebles  que los de los estudiantes que debían educar. La tiranía Castrista priorizó  eliminar los antiguos valores humanos y sembrar los supuestos valores  del Socialismo Castrista; esos se reflejan en muchos de los cubanos que  llegan desde Cuba. Los padres y madres cubanos también hemos tenido buena parte de la culpa de que eso ocurriera y ucurra pues muchos progenitores  les dejamos  al Estado dicha responsabilidad.

Aclaro que  la llegada  mía al  Exilio es aproximadamente de una década.
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Tomado de http://www.cubaencuentro.com

Exiliados, emigrantes, y delincuentes

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¿Contribuyentes americanos manteniendo parásitos en Cuba?
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Por Eugenio Yáñez
Miami
08/10/2015

A Miami han llegado diferentes grupos de cubanos durante la tiranía castrista.

Primero fueron los exiliados, buscando refugio por no estar dispuestos a vivir bajo el comunismo implantado en la Isla. Trabajaron muy duro para encaminarse y dar un futuro decoroso a sus familias, y obtuvieron muchos éxitos. Después vinieron los inmigrantes, en busca de una vida mejor que la que podrían tener en Cuba, intento absolutamente legítimo, pero no cargado de las connotaciones políticas del exiliado. Buena parte de ellos se asimila a las reglas del juego del país y son personas decentes y trabajadoras con familias funcionales que prosperan.

Otra parte, minúscula pero dañina, quiso vivir sin trabajar y burlarse de esta nación, y se prestó a fraudes, estafas, asaltos, falsificaciones, tráfico humano, narcotráfico, y cuanto delito exista, integrando la morralla moral que vegeta en toda sociedad.

Ahora, según denuncia el diario de Broward Sun Sentinel, parece estar llegando entre los emigrantes más recientes una camada de vulgares estafadores, parásitos, oportunistas y desvergonzados, que aprovechan la Ley de Ajuste Cubano para recibir generosos beneficios que esta nación estableció para los cubanos que abandonaban la Isla sin derecho a retorno y perdiendo todo lo que tenían, mucho o poco. Se amparan en esa ley para obtener residencia legal en EEUU, y tan pronto la consiguen regresan a vivir a Cuba, pero continúan recibiendo en sus cuentas bancarias americanas ayudas gubernamentales que sus familiares aquí les hacen llegar a la Isla… cobrándoles comisión por servicios. Y regresan brevemente a EEUU solamente para mantener el estatus migratorio y la estafa funcionando.

Un nuevo escándalo, otro más, para alborotar a Miami. Los talibanes de por acá, y todos los que odian a los cubanos, incluidos algunos cubanos que son los que más nos odian, claman que en ese fraude se moverían más de $680 millones anuales. Parecen demasiados millones en un asunto así, puesto que si en ese cachondeo estuvieran cien mil cubanos, serían $6.000 por estafador. Y si fueran menos los bandidos, estonces mayores los per cápita. A pesar del constante relajo en el sur de La Florida, primer lugar nacional en tantos índices negativos a la vez que en los últimos lugares en los positivos, no parece fácil que cien mil cubanos puedan estar inmersos en este desmadre, no porque no existan inmorales dispuestos a hacerlo, sino porque las cifras no dan para tanto.

Según muchos, la culpa de este problema no la tiene el totí, sino la Ley de Ajuste Cubano que tantas facilidades brinda a compatriotas que arriban a Estados Unidos buscando lo que otros obtuvimos antes. Además de americanos trogloditas y xenófobos, entre los más acérrimos enemigos de esta ley están nuestros “hermanos” latinoamericanos. Como no pueden disfrutar de tales privilegios, desean fervorosamente que los cubanos los pierdan. Yo siempre he pensado que la Ley de Ajuste deberían quitársela a los cubanos y otorgársela al país latinoamericano que acepte recibir en su seno y entregar su gobierno a los hermanos Castro y al Partido Comunista. La nación que lo haga merece ser privilegiada con la Ley de Ajuste. Mientras tanto, mejor que se quedaran callados.

Otros de los más obstinados enemigos de esa ley son, lamentablemente, cubanos o cubanoamericanos, incluidos funcionarios electos, cuyos padres, o ellos mismos, se beneficiaron de ella, pero lo han olvidado. ¿Qué peor cuña que la del mismo palo? El pretexto es eliminar abusos y descaros de beneficiarios de la ley, que aprovechan la generosidad americana para estafar a los contribuyentes. Ese objetivo sería legítimo. Sin embargo, si se les pregunta cifras concretas y evidencias de esas conductas deleznables, para definir la magnitud del abuso, no van más allá de frases abstractas e incoherencias. Se aferran al absurdo comportamiento político de clamar en contra de beneficios que han logrado ellos mismos y los suyos. ¿Para contentar a quién? ¡No me vayan a decir que lo quieren hacer para golpear a la dictadura castrista!

La solución que continuamente se propone para el problema que, evidentemente existe, es vender el sofá. Como el marido que al sorprender a la esposa infiel con el amante en el sofá de la sala de su casa, decide vender inmediatamente el sofá para que no se repita esa situación. O sea, derogar la Ley de Ajuste Cubano. Y todos felices: talibanes, cubanos que están contra los demás cubanos, analistas de opereta, charlatanes, “hermanos” latinoamericanos.

A ninguno de los felices con la desgracia de los cubanos le interesa, por ejemplo, aunque no fuera la solución definitiva, que si se modificara esa ley de forma tal que los acogidos a ella solamente pudieran solicitar residencia a los dos años y un día de vivir en Estados Unidos, en vez de al año y un día como ahora, sería diferente. Porque esperar dos años y un día para solicitar la residencia, trámite que demora regularmente varios meses para concluirse, implicaría estar casi dos años y medio fuera de la Isla, y así los “emigrantes” que intentan esquilmar a los contribuyentes americanos podrían perder el derecho a regresar al paraíso castrista o tendrían que realizar gestiones de prórroga de permisos. La estafa no resultaría tan fácil. Ni tan barata.

Los cubanos en Estados Unidos hemos disfrutado durante muchísimos años ventajas que quienes vienen desde otros países no tienen ni tendrán. Es bochornoso que parte de esos cubanos, sea la cantidad que sea, en vez de agradecer ese generoso gesto, odien y desprecien este país y pretendan estafarlo, dañarlo y denigrarlo. O lancen continuamente diatribas y descalificaciones contra los cubanos de aquí y de allá desde pestilentes torres de marfil y posturas intelectualoides, por los medios que sea.

Siempre habrá quien muerda la mano que da de comer. Por sevicia genética o por orden “de las instancias correspondientes”. Y resentidos que pretendan cocinar sus frustraciones con ataques contra nuestros compatriotas que han sabido y sabrán ser agradecidos, sin dejar de ser orgullosamente cubanos a la vez que ciudadanos americanos también.

Estafadores, charlatanes, delincuentes y envidiosos no tienen cabida entre nosotros. Eliminemos definitivamente la descomposición que pretenden implantar “emigrantes revolucionarios”, por cuenta propia o inducidos desde La Habana, para aprovecharse de las ventajas de esta gran nación que nos ha prestado la libertad que perdimos en nuestra patria de nacimiento.

Un país de leyes y un Estado de derecho son mucho más fuertes y sólidos que todos los conspiradores, estafadores, delincuentes, embusteros, charlatanes, sietemesinos, envidiosos y oportunistas que en el mundo existan.

Con independencia de dónde hayan nacido, dónde vivan, y cómo pretendan presentarse en sociedad.

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