Falacia del victimismo indigenista. Nicolás Quintana en el Día del Descubrimiento de América, Día de Raza o Día del Encuentro de las Culturas
Ni los españoles actuales son culpables de los excesos de la conquista y colonización de América, ni los hispanoamericanos de hoy son en ningún sentido víctimas de los españoles actuales. En todo caso, muchos de los indigenistas, que son criollos blancos o mestizos de ascendencia hispana, podrían culpar más bien a sus propios antepasados españoles que se asentaron en tierra americana, y no a los que se quedaron en España.
Pero esa actitud tampoco parecería justa o procedente. No se puede medir a los hombres del siglo XVI con la vara progre del siglo XXI, compañero indigenista. “La historia no se juzga; se analiza y se entiende”, postulaba la escuela positivista inspirada en Auguste Comte. Lo cual a mí me sigue pareciendo válido, al menos tratándose de hechos o figuras de épocas pasadas y tiempos remotos. ¿Qué se gana con fomentar el resentimiento retrospectivo apelando al victimismo con base en una lectura rencorosa de la historia?
¿Y qué se gana derribando una estatua de Cristóbal Colón, el Gran Almirante que descubrió un nuevo continente, lo cual constituye una hazaña sin parangón en la historia de la civilización occidental? ¿O qué se gana incitando al odio retroactivo contra los conquistadores, rudos guerreros no exentos de crueldad que actuaban según las ideas y convicciones de su época y en nombre de la Corona española?
Tanto Hernán Cortés como Francisco Pizarro, entre otros, seguirán figurando en los libros de texto como los intrépidos aventureros que conquistaron imperios aborígenes, basados en sociedades esclavistas, para establecer un sistema socioeconómico más avanzado, como era sin duda el feudalismo europeo en la etapa de transición precapitalista, entre destellos del Renacimiento.
Si eso lo entiende hasta uno como yo que se ríe del materialismo histórico, ¿cómo no lo va a entender un izquierdoso que se pasa la vida hablando de la dialéctica y el marxismo? ¿No habíamos quedado en que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”, lucha mediante la cual un sistema social más atrasado es reemplazado, a sangre y fuego si es preciso, por otro más avanzado? ¿Querías marxismo, compañero indigenista? Pues te doy dos tazas. Toma ya.
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