Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Otro ángulo del pensamiento de Ignacio Agramonte extraido de su discurso de graduado de Derecho por la Universidad de La Habana.
En DISCURSO DE GRADUADO DE DERECHO DE IGNACIO AGRAMONTE puede leer el discurso completo.
¨La
centralización limitada a los asuntos trascendentales y de alta
importancia, aquellos que recaen, o que por sus consecuencias pueden
recaer bajo el dominio de la centralización política, es indudable que
es conveniente; más que conveniente, necesaria: pero es abusiva desde el
momento en que, extralimitándose de la inspección y dirección que en
aquellos negocios le corresponde, interviene en otros que no tienen esos
caracteres.
Por fuerte
que sea un gobierno centralizado, no ofrece seguridades de duración,
porque todavía su vida está concentrada en el corazón y un golpe
dirigido a él, lo echa por tierra. Los acontecimientos palpitantes aún y
que han tenido lugar en Francia a fines del siglo pasado, confirman
esta verdad.
(Ignacio Agramonte, ¨el diamante con alma de beso¨ y ¨de Agramonte la virtud¨ como lo caracterizó José Martí, nuestro Apóstol de la Independencia, al fondo el potrero de Jimaguayú, donde cayó muerto)
La
centralización no limitada convenientemente, disminuye, cuando no
destruye la libertad de industria, y de aquí la disminución de la
competencia entre los productores, de esta causa tan poderosa del
perfeccionamiento de los productos y de su menor precio, que los pone
más al alcance de los consumidores.
La
administración, requiriendo un número casi fabuloso de empleados,
arranca una multitud de brazos a las artes y a la industria; y
debilitando la inteligencia y la actividad, convierte al hombre en
órgano de transmisión o ejecución pasiva.
A
pesar del gran número de empleados que requiere la dicha
administración, los funcionarios no tienen tiempo suficiente para
despachar el cúmulo de negocios que se aglomera en el Gobierno por su
intervención tan peligrosa como minuciosa en los intereses locales e
individuales, y de aquí demoras harto perjudiciales, y lo que es peor
aún, su despacho, tras dilatado, es encomendado por su número a
subalternos, cuya impericia o falta de conocimientos locales no ofrecen
garantía alguna de acierto.
Mientras
los sueldos de los empleados son demasiado mezquinos para sostenerlos
con dignidad en la posición que sus funciones demandan, obligándolos a descuidar aquella algún tanto y recargándose con otras ocupaciones, aquellos por su multitud forman una suma altamente gravosa para el Estado.La
centralización hace desaparecer ese individualismo, cuya conservación
hemos sostenido como necesaria a la sociedad. De allí al comunismo no
hay más que un paso; se comienza por declarar impotente al individuo y
se concluye por justificar la intervención de la sociedad en su acción
destruyendo su libertad, sujetando a reglamento sus deseos, sus
pensamientos, sus más íntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones
todas.¨
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Tomado de
http://www.elnuevoherald.com/
Triste final para esperanzas exquisitas
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Una frase del general Agramonte parece más vigente que nunca ante la situación de las relaciones Cuba-EEUU
El objetivo de la actual política de EEUU hacia Cuba es la estabilidad en la isla
Esta política termina con las esperanzas de libertad de mucho cubanos
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Por José Azel
diciembre 22, 2015
In memoriam: José Antonio Font
Deber cumplido, Tocayo
Ya hace un año que el presidente Obama anunció su nueva política hacia Cuba el 17 de diciembre del 2014. La fecha ha devenido infame para muchos cubanos que ven la nueva política como traición a su cruzada por la libertad. Para otros, una reconciliación con el gobierno de Castro es la opción más práctica. La disputa tiene un sorprendente antecedente en la historia cubana.
En 1868, al comienzo de la primera Guerra de Cuba por la independencia, Ignacio Agramonte, un joven rico, talentoso y valiente luchador por la libertad, enfrentó un conflicto similar. El mayor general Agramonte era un brillante estratega militar querido por sus tropas, un hombre renacentista que fue la fuerza intelectual detrás de la Constitución de la República en Armas de 1869. La carga de caballería de Agramonte para rescatar al comandante Manuel Sanguily, hecho prisionero por un regimiento de caballería español, es parte del folclor cubano.
A pocas semanas de comenzada la Guerra, algunos cubanos que favorecían congraciarse con España convocaron una reunión para defender su idea de un acuerdo con la Corona española que no implicara la independencia. La respuesta de Agramonte fue implacable: “Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención, arrancándosela a España…”. Lo único necesario hoy para actualizar esa cita es sustituir España por Castro.
En el debate actual sobre la nueva política EEUU-Cuba, he sido un vigoroso crítico del enfoque del presidente Obama de aplacar incondicionalmente. He fundamentado mis argumentos de oposición en la defectuosa lógica que malinterpreta la verdadera naturaleza del régimen de Castro. Dicho eso, no es inaceptable que el Presidente postule una nueva estrategia siempre que los objetivos sigan siendo los mismos. Y aquí yace el problema crucial: la nueva política EEUU-Cuba no implica solamente un nuevo enfoque, sino también un nuevo objetivo.
En los días de Agramonte el objetivo del levantamiento era la independencia. Sin embargo, otros buscaban un acomodo con España menos amenazante a sus intereses económicos. Para ellos el objetivo no era la independencia, sino la estabilidad, para que sus negocios pudieran prosperar. Similarmente, parece que el objetivo predominante de la nueva política EEUU-Cuba es la estabilidad en la isla más que una sociedad libre en Cuba.
Esta es la conclusión más lógica del hecho de que la Administración ha hecho significativas concesiones para admitir las demandas del gobierno cubano, solicitando poco a cambio. El abandono incondicional de una prolongada posición de EEUU basada en la libertad indica un cambio de objetivos.
Nótese, por ejemplo, que las declaraciones oficiales sobre la nueva política EEUU-Cuba excluyen mencionar la libertad, y se enfocan casi exclusivamente en razonamientos de mejorar el bienestar del pueblo cubano. En el mejor de los casos, apenas hacen declaraciones banales sobre derechos humanos.
Un cambio de estrategia es comprensible. Sin embargo, es incomprensible un cambio que entregue la exquisita esperanza de libertad en nombre de la estabilidad. Agramonte, un defensor de las libertades individuales en la tradición liberal, lo dijo así: “La ignorancia o el desprecio de los derechos del hombre es la causa principal de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos”.
La libertad es, por su propia naturaleza, desordenada. Algunos argumentan que, desde el punto de vista de los intereses de EEUU, la estabilidad es preferible al caos. Eso es equivalente a afirmar que dictaduras opresoras estables son preferibles a gobiernos democráticos. La nueva política EEUU-Cuba busca estabilidad alineándose con la opresión y no con la libertad. Es una política que ha desarticulado las esperanzas de libertad de muchos cubanos.
El mayor general Agramonte enfrentó una polémica similar cuando algunos de sus amigos, que habían abandonado la guerra y cedido ante España, se acercaron a él en un esfuerzo para convencerlo de unirse a ellos. Para ellos, la guerra había terminado, y ofrecieron al “Mayor” una oportunidad de “capitular con honor y en su beneficio”.
Argumentaban a Agramonte que él no tenía armas o municiones para continuar su lucha por la libertad. Cuando le preguntaron con qué elementos continuaría luchando, el valiente General respondió: “Con la vergüenza”. Y regresó a la lucha.
El mayor general Agramonte murió combatiendo: una bala atravesó su cabeza; tenía 32 años. Pasaron otros 29 años, pero finalmente Cuba obtuvo su independencia en 1902.
Investigador Senior, ICCAS de UM
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