Julio Antonio Mella, el muerto útil. Nicolás Águila sobre la mentira del asesinato del líder comunista Julio Antonio Mella el 10 de enero de 1929 en México
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Pueden leer más sobre el asesinato de Mella AQUÍ.
Comentario de José Fidalgo dejado en Facebook.
José Fidalgo: Hasta donde sé el asesinato no sólo se fraguó en Moscú sino también desde. Todo empezó cuando Mella aspiró a ser dirigente de la región americana de la Internacional comunista. El preferido de Moscúa era un colombiano, cuyo nombtre no recuerdo, y que fue el que salió electo para ee cargo. Mella salió de la Unión Soviética un poco molesto, parece, y llegó a México. Allí empezó a trabajar "El Machete" periódico de los comujnistas mexicanos y allí también conoció a la Modotti. Lo demás, es de sobra conocido. ¿Qué cómo fue? como son las cosas de la política y de esta gente. Lo demás son botes de humo y encubrimiento de todo el mundo. En Cuba había mucha gente que sabía sobre el particular. Mella fue un antecedente del asesinato de Troksky, también en México. La Modotti es un personaje que han querido encumbrarla: como mártir, viuda etc. Pero ella era capaz de hacer cualquier cosa tanto en política como sexualmente. Capaz de tarrear a su amigo el pintor famoso, Diego Rivera con su mujer, la no menos famosa Frida Khalo, que también es otro personaje de cuidado. No es difamación, según los últimos documentos , documentales y películas que atestiguan los hechos que hemos señalados. Pero el asesinato sigue conla misma tierra de entonces. Esto como dignoi homenaje al 10 de enero de 1929.
Por Nicolás Águila
El asesinato de Julio Antonio Mella nunca se ha llegado a esclarecer del todo. Sigue siendo un caso abierto después de casi 90 años, pero todo indica que se trató de un operativo soviético.
Al líder comunista cubano lo mataron en Ciudad de México el 10 de enero de 1929 a los 25 años de edad. Los comunistas prosoviéticos, que son los primeros sospechosos, inmediatamente se apresuraron a acusar de su muerte al entonces general-presidente de Cuba, Gerardo Machado, de cuyos supuestos sicarios enviados desde La Habana nunca se halló el menor rastro. Hay suficientes pistas, sin embargo, que apuntan en sentido opuesto.
Meses antes de su asesinato, dada su franca decantación por el trotskismo, a Mella lo habían expulsado del Comité Central del Partido Comunista Mexicano, al que se había incorporado durante su exilio azteca. El joven líder, incómodo y heterodoxo, adquiría cada vez mayor estatura a nivel continental, convirtiéndose en una piedra en el zapato para la Komintern (Internacional Comunista). Lo que constituía una razón más que suficiente para justificar un operativo contra su vida por parte de la OGPU (nombre de la Policía secreta rusa en esa época), posiblemente con la anuencia de los comunistas cubanos (¿Rubén Martínez Villena, Fabio Grobart…?). A esta tesis se apuntaba públicamente la neotrotskista Celia Hart Santa María, fallecida en La Habana, junto con su hermano, en lo que para algunos fue un sospechoso accidente automovilístico.
Lo más seguro, pues, es que a Mella lo matara el pistolero estalinista Vittorio Vasili, alias Carlos Contreras, Enea Sormenti, Comandante Carlos o José Díaz, según el contexto, el momento y el país. El inescrupuloso agente habría sido enviado a México expresamente con dicha misión, no sin antes haber pasado por La Habana para entrevistarse con los comunistas cubanos y recibir supuestamente su apoyo a la eliminación de Mella.
Vasili, según toda evidencia, contó con la complicidad de la bella fotógrafa Tina Modotti, muy vanguardista ella tanto en el arte como en la vida, amante a la vez de la víctima y del victimario. Pero no caigamos en la trampa fácil del triángulo amoroso. Aun cuando sea un factor más a tomar en cuenta, no se trata de un crimen pasional. Todo indica que fue en esencia un asesinato político ordenado por y desde Moscú.
La noche de autos Tina, Vasili y Mella daban juntos su paseo triangular nocturno. Pasaron frente a una panadería. Se oyeron disparos. El panadero, que se hallaba en la puerta del establecimiento, vio lo que pasaba y pudo distinguir a un joven que corría despavorido para salvar su vida. Mella no logró sin embargo evitar dos tiros mortales, uno que le perforó los intestinos y el otro el pulmón. Terminó sus días desplomado en un charco de sangre. Quizás haya tenido tiempo para un último pensamiento lúcido y cerciorarse in extremis de que no era lo mismo meterse con Zayas o Machado que con el poderosísimo José Stalin.
El panadero, testigo principal en el juicio, declaró sin titubeo que había sido Vasili quien le disparó a Mella con saña y alevosía, implicando de paso a la Modotti. Pero esta tenía un amigo muy influyente, el pintor Diego Rivera, que era a su vez íntimo del entonces presidente de México, Emilio Cándido Portes Gil. De manera que el caso fue archivado. Le echaron tierra y le dieron pisón.
Los comunistas cubanos, con ese sentido tan suyo de la ironía macabra, convirtieron a Mella en mártir de la revolución antimachadisma, basándose en la dudosa versión dada por la Modotti sobre las últimas palabras del occiso.
A la frase de Mella: “Hasta después de muerto somos útiles”, los mismos camaradas del Partido que lo mandaron a matar y los que le sucedieron le sacaron el máximo provecho político. Fue, en el peor sentido de la expresión, un muerto muy útil.
Los motivos que llevaron a la decisión de liquidar a Julio Antonio Mella
¿Un complot internacional de mentirosos?
POR PINO CACUCCI
Julio Antonio Mella fue asesinado la noche del 10 de enero de 1929 en la esquina de Abraham González con Morelos, de dos tiros de revólver .38: la primera bala atravesó el codo izquierdo y el intestino, la segunda perforó un pulmón. El juez Alfredo Pino Cámara interroga a Tina Modotti y la acusa de varias contradicciones: ella ha declarado que quien disparó -desde un automóvil en la oscuridad- lo hizo mientras ella caminaba tomada del brazo izquierdo de Mella, algo imposible porque la primera bala lo hirió en ese brazo, y no pudo ser un acto sorpresivo porque Mella corría tratando de escapar.
(Julio Antonio Mella y Tina Modotti; después Tina sería pareja de Vittorio Vidali, que también es conocido como ¨Contreras¨)
Hay tres testigos de los hechos: el panadero Luis Herberiche que se encontraba en la puerta de su panadería, y los jovenes Anacleto Rodríguez y José Flores, que estaban a la puerta de su casa en Abraham González. Los tres afirman que vieron a tres personas, dos hombres y una mujer, avanzando desde Bucareli y discutiendo animadamente, y que uno de los dos hombres sacó una pistola y disparó mientras el otro corría hacia delante. En el careo con Tina, Herberiche declara: "No tengo ningún motivo para engañar a la justicia. Soy un comerciante al que no le gusta verse implicado en estos hechos. Siento mucho desmentir a la señora, pero lo que dije es la verdad y lo sostengo". Los periodicos de la época publicaron estos y muchos otros detalles, pero la justicia no pudo esclarecer quién mató a Mella y por qué.
En 1986 hablé con Félix Ibarra, que a los 17 años entró en la Juventud del Partido Comunista Mexicano (PCM) y después simpatizó con la Oposición de Izquierda, que apoyaba a León Trotsky. Ibarra tenía la máscara mortuoria de Mella, que me enseñó -aún conservo la foto que hice- y fue una emoción ver cómo era el rostro del luchador cubano pocas horas después de su fallecimiento. Luego, Félix me contó:
"Lo conocí en 1928, cuando yo vivía donde ahora está el metro San Antonio Abad. El venía a repartir propaganda y me acuerdo muy bien de ese muchacho alto, fornido, que siempre transmitía entusiasmo. Al principio se adhirió a la Oposición de Izquierda, pero cuando lo acusaron de atentar contra la unidad del PCM, oficialmente tomó distancia, aunque en octubre de 1928 fundó la revista Tren Blindado, que era el emblema de Trotsky... Fue un desafío. Además, Tina fotografió la máquina de escribir de Julio Antonio y en la hoja de papel que sale del carro se puede leer una frase de Trotsky sobre la función revolucionaria del arte. Cuando lo mataron, le pregunté varias veces a mi tío Alberto Martínez, que era dirigente del PCM, quién era el asesino, y siempre evitó contestarme, hasta que un día, cuando pensó que yo tenía ya una consciencia política sólida, me dijo: 'Fue ese malvado de Sormenti'. Y no quiso agregar más. Mi tío conocía a Vittorio Vidali como Carlos Contreras o Enea Sormenti, y creía que Sormenti era su verdadero apellido. Años después, hablé del asunto con Diego Rivera, y me dijo: 'Todos sabemos que fue Vidali, ya nadie puede tener dudas al respecto'".
Otra persona, cuya vida es parte de la historia del comunismo en Italia, pero no quiere involucrarse en esta polémica desgarradora, me contó que una vez, discutiendo con Vidali en Trieste, éste le dijo: "No fui yo personalmente, pero claro que a Mella lo liquidamos nosotros. Era un irresponsable, estaba quebrando la unidad del partido y la unidad sindical".
(Última constancia fotográfica y fílmica en que se ven a Stalin y a Trosky juntos (ambos con camisas blancas) que fue durante el funeral de Félix Edmundovich Dzerzhinsky fundador y jefe de la tenebros Cheká, cuyo féretro es llevado por la más alta dirigencia comunista)
La ruptura entre Trotsky y Stalin se da en 1924. La lucha entre dos conceptos de revolución socialista -"revolución permanente" y "revolución en un solo país"- se propaga a los "partidos hermanos" del mundo, y en México alcanzará uno de los niveles más sangrientos. El PCM es considerato por el Komintern el eje de la ideología moscovita en América. La línea que dicta la ciudad de México está destinada a influir en el subcontinente. Stalin tiene en México un comité central lleno de líderes fieles, pero, junto a ellos, emergen figuras peligrosamente atraídas por el trotskismo. Y es para controlarlas o suprimirlas que Vidali -alias Carlos Contreras o Enea Sormenti- es enviado a México.
Mella no fue abierto partidario de Trotsky, pero su deseo de derribar a Gerardo Machado en Cuba es bloqueado por Moscú: cada foco rebelde en América Latina representa un peligro para la consolidación del poder en la Unión Soviética. Apoyar un intento insurreccional en la isla significa desafiar los intereses económicos estadunidenses, y Moscú no quiere que Washington considere a la Unión Soviética una amenaza a su "patio trasero", según la Doctrina Monroe. Los partidos comunistas, en esta fase histórica, trabajan para impedir sublevaciones armadas en sus respectivas áreas de influencia.
En el IV Congreso de la Internacional Sindical, Mella conoce al comunista español Andrés Nin, quien le expone las tesis de la Oposición de Izquierda sobre la política de colaboración entre las clases impulsada por Stalin y Bujarin. De inmediato, el dirigente comunista argentino Víctor Codovilla exige la expulsión de Nin. Mella comparte la postura de Nin pero no puede apoyarlo, porque se aislaría, ni quiere hacerse cómplice de la expulsión; así, decide mantenerse al márgen y Codovilla emprende una campaña contra él.
Cuando Mella apareció en México, el PCM afrontaba una profunda crisis interna. Entre 1925 y 1926, se había producido una ruptura entre la dirigencia de Xavier Guerrero, David Alfaro Siqueiros y Rafael Carrillo, y el ala derecha del partido que buscaba aliarse con sectores del gobierno de Plutarco Elías Calles, o sea el gobierno que estaba usando a la CROM para controlar el movimiento obrero y aplastar los movimientos independientes. En el V Congreso del PCM, en abril de 1928, Mella y su grupo llaman a reorganizar la lucha sindical contra la CROM, pero son derrotados por la dirección del partido, que los acusa de intentar una nueva dispersión de las fuerzas obreras. Todo esto sucede en vísperas del IV Congreso de la Internacional en Moscú.
El 17 de julio un cristero mata al presidente reelecto Alvaro Obregón en el restaurante La Bombilla, y a los pocos días los dirigentes de la CROM son acusados de complicidad en el magnicidio: aprovechando la confusión debida a los torpes errores de la dirigencia de centro-derecha del PCM, y con respaldo de Diego Rivera, Mella, decide afrontar en Moscú la intransigencia del Komintern y del mismo Stalin. Apoyado por delegados obreros y campesinos, gana la votación y los dirigentes de la Internacional son obligados a permitir el nacimiento de la Confederación Sindical Unitaria de México. Stalin no replica, se limita a esbozar una sonrisa que sus adversarios aprenden a reconocer pronto: es aquella anuencia lenta, de padre bonachón, que anticipa la venganza. Es su manera de emitir condenas inapelables, por las cuales sabrá esperar años en algunos casos, y sólo meses en otros.
(Vittorio Vidali o ¨Contreras¨ )
En septiembre de 1928, la derecha del PCM pide la expulsión de Mella por "el crimen de trabajar contra la línea del partido". Lo apoyan Xavier Guerrero, Rafael Carrillo y Vittorio Vidali. Muchos dirigentes hacen frente común contra la izquierda dirigida por Mella y Diego Rivera. El partido se enfrenta al peligro de una grave ruptura, y Mella es destituido del comité central y aislado. Ante la prohibición absoluta de organizar una expedición a Cuba, suspende su colaboración con el partido y sigue con su proyecto. Pero comprende que son muy pocos los militantes dispuestos a embarcarse en la empresa, pues hacerlo significa ponerse en contra del PCM y de la Internacional. Gerardo Machado sabe muy bien que Mella no tiene recursos ni hombres para emprender una guerrilla en Cuba, menos aún zarpando desde México, donde los militantes del PCM y el mismo gobierno mexicano se lo impedirían; Machado no tiene ningún motivo sensato, tomando en cuenta la situación, para provocar la reacción del gobierno mexicano mandando a matar a Mella que en ese momento no constituye ninguna amenaza. Es diciembre de 1928, un mes antes de su asesinato. Durante una acalorada reunión en la calle de Mesones, la última en la que Mella participa, Vidali pierde el control y se acerca al cubano gritándole: "No lo olvides nunca: de la Internacional se sale de dos maneras, ¡o expulsado o muerto!"
¿Sabía o no?
Nunca sabremos si Tina estaba enterada de esto o si lo descubrió después, mucho después. Podemos entender por qué rechazó la versión de los tres testigos, declarando que los disparos llegaron desde la oscuridad: la justicia mexicana, la policía y los jueces eran el "enemigo", había que defender el ideal, la causa suprema, el Partido. Pero en 1941, poco tiempo antes de su muerte, habló con el exiliado español Jesús Hernández, que había sido ministro del gobierno republicano. En sus memorias, Yo fui un ministro de Stalin, Hernández afirma que Vidali participó en la captura, tortura y asesinato de Andrés Nin en la guerra de España. Ese día se lo recordó a Tina, diciéndole que por ello arrestó a Vidali pero otros funcionarios ordenaron su inmediata liberación. Ante eso, Tina con un rencor inesperado comentó: "Lo hubieras fusilado. Hubiera sido una buena acción, te lo aseguro. No es más que un asesino, y me arrastró a un crimen monstruoso. Lo odio con toda mi alma. Pero estoy obligada a seguirlo hasta el final. Hasta la muerte".
Esa muerte se produjo en un taxi la noche del 5 de enero de 1942, por "congestión visceral generalizada", como reza el acta de defunción, y no por un "ataque del corazón" como siempre dijo Vidali. La "congestión" sirvió a la prensa para anunciar en primera plana: "Envenenada Tina Modotti, típica eliminación estalinista". En la hemeroteca de la UNAM esos diarios están disponibles, pero nunca sabremos cómo realmente murió Tina.
Puras mentiras
¿Mintió Jesús Hernández sobre la amarga frase de Tina? ¿Mintieron los testigos de la calle Abraham González, acaso contratados por la embajada cubana? ¿Un panadero y dos menores de edad cómplices de Gerardo Machado? ¿Es un mentiroso Felix Ibarra? ¿Mintió Julián Gorkín, que en España combatió contra Franco y por el resto de su vida acusó a Vidali de varios asesinatos? ¿Mintió el combatiente italiano Umberto Tommasini, que en España organizó un grupo de buzos de asalto para dinamitar los barcos que llevaban armas a Franco, y luego se dedicó hasta el fin de sus días a perseguir a Vidali en cualquier situación pública acusándolo de haber matado cobardemente por la espalda a tantos compañeros?
Es difícil aceptar que algunos ídolos se caigan del pedestal, como a menudo le sucede a quien tiene escasos conocimientos de la historia, pero definir a Vidali como "un revolucionario" es un insulto a la memoria de tantos revolucionarios que sacrificaron su vida por un sueño de justicia y democracia que Stalin y sus esbirros convirtieron en pesadilla.
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Nota del blogguista
Para conocer más de Tina pueden leer
http://www.patriagrande.net
http://www.elangelcaido.org/
Pero una imagen muy diferente de Tina se lee en
http://www.socialistaction.org/news/200107/tina.html
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Tomado de http://eichikawa.com
Enero 10 (1929) Atentado a Mella
Por Gustavo Silva
Luego de ser readmitido, tras haber sido expulsado, de los partidos comunistas de Cuba (PCC) y México (PCM), el líder cubano Julio Antonio Mella recibe dos balazos por la noche, en la intersección de las calles Abraham González y Morelos (Ciudad México), y muere al amanecer. El PCM y la Internacional Comunista culparon enseguida al dictador en la Isla, Gerardo Machado, pero anda también en coplas que Vittorio Vidali, agentón del Kremlin, liquidó a Mella por la doble motivación de que Mella era trotskista y ambos pujaban por Tina Modotti, quien se relacionaría amorosamente con Vidali tras la muerte de aquel hasta morir ella misma en un taxi (enero 5, 1942) por «congestión visceral generalizada», esto es: envenenamiento.
(Diego Rivera y a su lado Frida Kahlo)
En artículo panfletario sobre Mella, la finada Celia Hart se explayó ya contra Modotti: «No le perdono que teniendo la fina sensibilidad de una artista y habiendo sido amada por el hombre más bello, inteligente y revolucionario de su tiempo, se hubiese ligado al oscuro Vidali. Pero Mella y no Vidali es el que está fresco y más vivo que nunca. Vidali permanecerá helado y siempre con mal olor».
A su regreso del VI Congreso de la Internacional Comunista (Moscú, julio-septiembre de 1928), Vidali y un tal Manuel Díaz habían pasado por La Habana y llevaron a México la resolución del PCC que ordenaba a sus militantes exiliados «no escribir ni hacer nada por su cuenta y riesgo». Mella se indignó tanto que el secretario general del PCM, Rafael Carrillo, decidió expulsarlo por desviación trotskista, pero la sanción se atenuó a tres años sin derecho a ocupar cargos.
Así y todo, Machado tenía también sobradas razones para eliminar a Mella, quien salió de Cuba por causa de haber sido citado (enero 18, 1926) a los tribunales. A través de Honduras y Guatemala fue a dar a México, donde fundaría (1928) la Asociación Nacional de Nuevos Emigrados Revolucionarios (ANERC) con el empeño de organizar una expedición armada a Cuba. Su amigo Leonardo Fernández Sánchez no tardó en advertirle por carta (Nueva York, diciembre 14 de 1928) que agentes machadistas habían salido de Cuba «con drásticas intenciones hacia tu persona». Daniela Spenser añade otro argumento en El Triángulo Imposible: México, Rusia Soviética y Estados Unidos en los Años Veinte (1998): las autoridades mexicanas rechazaron las reiteradas solicitudes de Machado para que procedieran contra Mella y los demás exiliados cubanos envueltos en los preparativos de la expedición, a pesar de que la inteligencia machadista llegó al extremo de remitir documentos falsos que involucraban al PCM en complot antigubernamental (páginas 214-19).
El Partido Socialista Popular, PSP, mediante órdenes de Osvaldo Sánchez y Joaquín Ordoqui , este último jefe del brazo armado del PSP, asesinaron al sindicalista y excomunista Sandalio Junco en la década de los años 40s porque se había apartado de la Internacional Comunista y según ellos era troskista. El asesinato ordenado por Stalin de León Trosky a manos de ¨Ramón Mercader¨, hijo de cubana comunista, en Méjico es algo muy conocido y aceptado.
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