La joven Hillary Clinton expulsada, de manera indirecta, por
tramposa del Comité que investigaba el Caso Watergate; la expulsión la llevó a cabo un incuestionable demócrata. Pueden leer más en
http://www.snopes.com/politics/clintons/zeifman.asp donde se leeen cosas como estas:
BOORTZ: You fired her, didn't you?
ZEIFMAN: Well, let me put it this way. I terminated her, along with some other staff members who were — we no longer needed, and advised her that I would not — could not recommend her for any further positions.
Jerome Zeifman,
chief Democratic counsel on the House Judiciary Committee in 1974 ... does not have flattering memories of Rodham's work on the committee. "If I had the power to fire her, I would have fired her," he said.
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TRUMP EN "CAPILLA ARDIENTE"
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De hecho, pronostico que se arriesgarán a asumir el riesgo de cometer
suicidio promoviendo una candidatura Cruz-Kasich antes que exponerse a
la certeza de sufrir martirio postulando a un Trump que perdería frente a
Hillary Clinton.
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Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero
12 de abril de 2016
Hace un año el Partido Republicano se sentía confiado de recuperar la Casa Blanca y mantener mayoría en las dos cámaras legislativas en las elecciones del 2016. Barack Obama había mostrado un pobre desempeño como presidente y no podría aspirar a la reelección. En una decisión suicida los demócratas habían decidido coronar como su candidata a una corrupta, mentirosa, repudiada y delincuente en peligro de ser procesada. Las encuestas daban a Hillary Clinton como perdedora frente a la mitad de los republicanos que aspiraban a la postulación. Pero entonces apareció en el cielo republicano la nube negra de Donald Trump, las esperanzas se desvanecieron y todos los pronósticos fueron a parar a la cesta de papeles inútiles.
A base de astucia, carisma y desfachatez, Trump supo monopolizar el descontento y la animosidad de un considerable número de miembros del partido que habían sido ignorados por años por la élite que mueve los hilos entre bastidores. En un principio, Trump fue calificado como un "payaso" sin probabilidades de lograr la postulación. Pero en este mes de abril del 2016, el "payaso" parece estar encaminando al partido al "juicio final" que han vaticinado Larry Sábato y sus colegas del Centro de Estudios Políticos de la Universidad de Virginia.
Con 743 delegados ganados hasta este momento en el curso de las primarias republicanas, Donald Trump aventaja por casi 200 a Ted Cruz, su competidor más cercano con 545. Pero el respaldo de Donald Trump, aunque sólido y persistente, no ha llegado al 50 por ciento de los votos emitidos hasta ahora. De hecho, quienes se oponen a su postulación, con la misma intensidad de quienes lo apoyan,
han dado hasta ahora un total de 860 votos a candidatos que se le oponen como Ted Cruz, John Kasich y Marco Rubio.
( Donald Trump, y dos de sus hijos acompañados por la entonces Primera Dama Hillary Clinton. En el comentario de Trump dice que la Primera Dama es una mujer maravillosa que ha manejado la presión increiblemente bien. Las fotos, comentario y traducción las añadió el bloguista de Baracutey Cubano)
De todas maneras, Donald Trump es el único candidato con probabilidades de lograr la cifra mágica de 1237 votos para ser postulado en la primera votación de la convención republicana que comienza el 18 de julio en Cleveland, Ohio. Algunos analistas le dan 20 por ciento de probabilidades de lograr esa meta. Por otra parte, ni Cruz por mucho alarde que haga, ni Kasich a pesar de sus lágrimas, tienen probabilidades de lograrla. De ahí que nos encontremos con un 80 por ciento de probabilidades de una convención abierta en Cleveland. Esa es la última esperanza del Partido Republicano de evitar el "juicio final" vaticinado por Sábato y sus colegas.
Veamos una descripción de esta desastrosa situación. En los años de elecciones presidenciales los postulados a la Casa Blanca ejercen considerable influencia en los resultados de campañas al Senado, la Cámara de Representantes y las gobernaciones estatales. Aunque imprevistos como el terrorismo, los conflictos internacionales y la economía podrían cambiar las predicciones actuales, las cifras en este momento indican que, si las elecciones fueran celebradas hoy, Donald Trump sufriría una aplastante derrota a manos de Hillary Clinton. No prestemos atención a los alardes que haga el petulante con el pelo pegado con gomina.
Dejemos, por el contrario, que hablen los números. Las encuestas de mayor reputación y confiabilidad arrojan resultados ominosos para Trump y el Partido Republicano. En este caso, la cifra mágica para que un candidato resulte victorioso en unas elecciones generales es ganar 270 votos de un total de 540 votos electorales. Estos son los vaticinios: Hillary Clinton tendría hoy 347 votos entre asegurados y altamente probables. Donald Trump solamente 193, entre asegurados y altamente probables. Como para hacer perder el sueño a la jerarquía de un partido que no sabe cómo salir de este atolladero.
¿Cómo se explica entonces esta situación ante el hecho del considerable respaldo que ha demostrado disfrutar Trump dentro de su partido? Es cierto Trump ha sumado a las elecciones primarias a miembros del Partido Republicano que antes no se molestaban en votar, a muchos independientes y a muchos integrantes de la clase obrera. Pero esta ecuación no estaría completa si no consideramos lo que restará Trump al partido en unas elecciones generales. El 73 por ciento de las mujeres norteamericanas tienen una opinión negativa de Trump, el 50 por ciento de los miembros del Partido Republicano se quedarían en casa, el 80 por ciento de los electores negros y el 70 por ciento de los hispanos jamás lo apoyarían y una proporción mayoritaria de estudiantes y graduados universitarios lo rechazan en forma virulenta. El sujeto es un pararrayos de sentimientos hostiles.
Para complicar aún más las cosas, aunque la Cámara de Representantes no parece estar en peligro, los republicanos podrían perder hasta seis escaños en el Senado y dos gobernaciones estatales. Las pérdidas en el senado darían a los demócratas el control del mismo con 56 escaños, 48 escaños los republicanos y dos escaños en manos de independientes que, dicho sea de paso, han hecho hasta ahora causa común con los demócratas a la hora de emitir sus votos.
Con el control del Capitolio y de la Casa Blanca, los demócratas crearían ciudadanos dependientes con la repartición indiscriminada de "beneficios sociales" y sellos de alimentos, mantendrían las fronteras abiertas en detrimento de la seguridad nacional, incrementarían en cantidades astronómicas la deuda nacional y consolidaría su agenda de izquierda durante varias décadas con el nombramiento de magistrados afines a su ideología en el Tribunal Supremo. Peligros inmensos para el derecho a portar
armas, la libertad religiosa y la protección de los no nacidos, sólo por mencionar unos pocos. Todo
esto convertiría a los republicanos en un partido casi irrelevante y los condenaría a un "invierno" de muchos años antes de ganar el terreno perdido.
(Los Clinton fueron invitados y participaron en el ágape que celebraron Trump y Melania después de su boda)
Ante el análisis de este panorama apocalíptico la plana mayor del Partido Republicano ha decidido jugárselo todo en Cleveland. Tiene primero que impedir que Trump logre sus ansiados 1237 votos antes de la convención porque, si los lograra, ya no tendrían otra alternativa que postularlo y tragarse la píldora de perder las elecciones. Para impedirlo, están utilizando medios tales como anuncios destacando su vulnerabilidad como candidato y su falta de consistencia en los temas; así como promoviendo a Ted Cruz y John Kasich como candidatos más sólidos y con mayores probabilidades de derrotar a Hillary.
El partido está apostando a que si Trump no gana en la primera votación será abandonado por muchos delegados comprometidos a votar por él en la primera vuelta pero que lo abandonarían a partir de la segunda. De hecho, en la segunda vuelta el 59 por ciento de los delegados quedarían exonerados de su compromiso y el 80 por ciento en la tercera. La convención se convertiría entonces en un "dale al que no te dio".
La maquinaria de la convención apelaría en ese momento a una "kriptonita" con la capacidad de paralizar al Supertrump. Vaticino que no incurrirán en la barbaridad de postular a un candidato que no haya participado en las primarias, porque esto podría conducir a que Trump y Cruz unieran fuerzas e impusieran su voluntad sobre el partido. De hecho, pronostico que se arriesgarán a asumir el riesgo de cometer suicidio promoviendo una candidatura Cruz-Kasich antes que exponerse a la certeza de sufrir martirio postulando a un Trump que perdería frente a Hillary Clinton.
La fórmula que les daría los votos necesarios para la postulación de esa candidatura sería la siguiente: Los votos de Cruz, de Kasich, los retenidos por Rubio al suspender su candidatura y los centenares de delegados liberados de responsabilidad que se mostrarían deseosos de complacer los deseos y de recibir los beneficios de muchos funcionarios electos del partido. Todo muy complicado y definitivamente repulsivo para los perdedores pero absolutamente legal y en concordancia con las reglas preestablecidas por el partido. Trump, el hombre que ha utilizado las reglas legales para salir airoso en cuatro bancarrotas recibiría una buena dosis de su propia medicina.
4-12-2016
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