Félix Luis Viera sobre el ex Canciller Castrista Roberto Robaina: “¡El que no salte es yanqui!”
“¡El que no salte es yanqui!”
Por Félix Luis Viera
México DF
28/06/2016
Seguramente los cubanos de la contemporaneidad recuerdan este emplazamiento que lanzó, hace ya unos 30 años, quien fuera, primero, Primer Secretario de la Unión de los Jóvenes Comunistas de Cuba y luego ministro de Relaciones Exteriores: Roberto Robaina.
Recuerden, recuerden que se encontraban en una Tribuna Revolucionaria un buen piquete de jefes comunistas, entre ellos Fidel Castro quien, al convite de Robaina, también saltó —todo lo posible—para que no lo fueran a tildar de “yanqui”.
Bueno, el compañero Fidel no lució muy en forma en sus saltos, más bien se vio, como dicen en el argot boxístico, “lento pa´ su peso”.
Entonces tomó fuerza el rumor de que a partir de esa noche —era de noche—, Castro comenzó a desconfiar de Robaina: ¿acaso el joven revolucionario había lanzado el requerimiento para que el Comandante, alguna vez en su vida, al fin, trastabillara en público?
El lector no avisado sobre la actualidad cubana del último medio siglo, no tiene por qué saber sobre los florilegios de aquel joven ministro de Exteriores.
Era en esa época el jefe de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba un muchacho dinámico que gustaba de andar en bicicleta por las calles de La Habana, para así dar el ejemplo de austeridad; había inventado eslóganes rejuvenecedores para la agotada publicidad revolucionaria; usaba pulóveres negros –que, por cierto, se pusieron de moda entre los mancebos revolucionarios de su generación—; abogaba por la humildad, la sencillez, la igualdad; y en fin, era el prototipo de un revolucionario que revolucionaba a la revolución.
La señora brasileña protagonista de la novela logra salir de su pobreza relativa cuando se le ocurre crear una cadena de restaurantes, muy asequibles económicamente, a la que llamó Paladar. Agrego al lector no avisado que los cubanos —y sobre todo las cubanas— son fieros consumidores de telenovelas (aunque el Gobierno, propietario de las televisoras, se las racione considerablemente), lo cual, claro, se debe al gran nivel cultural que ha alcanzado la población gracias a la Revolución socialista.
Mi amigo psiquiatra Conde Raimundo, tal vez por comprobar su vaticinio, se convirtió en un persecutor digamos que implacable de Roberto Robaina.
Así, el psiquiatra amigo, que desde hace tiempo se halla exilado en República Dominicana, desde donde aún me escribe con frecuencia vía correo electrónico, me comunicó en su momento que el exjefe de la Unión de Jóvenes Comunista de Cuba y excanciller, cuando, ya defenestrado, había instalado su primer paladar, fue expulsado de este casi de inmediato por su propia familia.
Resultó que Roberto Robaina comía caballalmente y esto, según sus familiares, copropietarios del restaurante, daba pérdidas. De modo que acordaron nombrarlo gerente, pero de lejos; cargo que no sé si hoy continúa ocupando.
En sus cartas electrónicas poco después su partida de Cuba, mi amigo Luis Manuel Conde Raimundo enfatizaba sin descanso en otras de sus sentencias clínicas que yo hasta entonces desconocía, puesto que ya me había ido de la Isla: no puede ser un buen pintor, un buen artista quien coma tanto.
Y me hacía llegar una confesión el psiquiatra amigo.
Resulta que un día antes de irse de la Isla, él, Conde Raimundo, visitó el paladar de la familia Robaina y, con los que allí trabajaban, alabó suficientemente a Robertico como pintor.
De modo que no le resultó extraño a uno de los empleados que el psiquiatra le dejase un sobre cerrado para el exministro, mientras le pedía que por favor se lo hiciera llegar personalmente. No hay problema, hoy mismo le llega. Respondió el empleado mientras el psiquiatra le entregaba una propina inusitada.
Me escribe Conde Raimundo que el sobre contenía una sola hoja, y una sola línea: “Yo sabía que tus saltos aquella noche eran fingidos, cabrón”.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS
Esta bueno el chiste, pero si mi memoria no me falla, creo recordar que el tal episodio acontecio sobre una tribuna improvisada frente a la Universidad de la Habana, pero quien grito eso del que no salte..., fue Felipe Perez Roque, que entonces era el secretario de la FEU.
Comentario del Bloguista de Baracutey Cubano
La imagen que yo tengo en mi memoria es la de Felipe Pérez Roque agitando de esa manera a la masa allí reunida (recuerdo que Fidel Castro Ruz no saltó) pero si por ahí estaba Robertico Robaina seguro estoy que ¨saltó como un gomache¨que es como se dice en su natal Pinar del Río (por cierto, su padre era un furibundo batistiano, cuando gobernaba Batista, que le gustaba hacer muchos cuentos según me contaron algunos vecinos del kilómetro 2 y 1/2 de la Carretera a Luis Lazo). Ese grito fue copiando o plagiando a los chilenos cuando Salvador Allende : El que no salta es momio!
Durante la Unidad Popular hubo explosión de slogans algunos importados y otros nacionales, entre los primeros estaba el del Ché Guevara Hasta la Victoria, ¡Siempre!. De los nacionales recuerdo Estudiar, Luchar y Vencer ¡FER! y Voto, Conciencia y Fusíl, ¡MIR, MIR!; Las Momias al Colchón, los Momios al Paredón; Avanzar sin Transar, al Poder Popular; la Revolución con Empanadas y Vino Tinto; la Batalla de la Producción y tantos más.
Vino el golpe en 1973 y los slogan cambiaron 180 grados. Apareció el de Los Nefastos Mil Días; Se terminó la farra y ahora hay que pagar la cuenta; los Chilenos Bien Nacidos; Vamos Bien, Mañana Mejor y no recuerdo que más. Ah, por el otro lado estaba Y va a Caer; El Que no Salta es Momio, que fueron los más famosos.
1 Comments:
Esta bueno el chiste, pero si mi memoria no me falla, creo recordar que el tal episodio acontecio sobre una tribuna improvisada frente a la Universidad de la Habana, pero quien grito eso del que no salte..., fue Felipe Perez Roque, que entonces era el secretario de la FEU. - JF
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