El ganador apestado . Hermann Tertsch del ABC de España sobre Donald Trump el 45 Presidente de los EE.UU.
Por Hermann Tertsch
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No ha podido ser. Porque con la décima parte del dinero gastado por su rival, el abominable hombre del peluquín color zanahoria ha humillado a la arrogante candidata que el mundo había designado vencedora. A ella la habían presentado como lúcida, experta, sensible, generosa, tolerante y multicultural, progresista y feminista. Y todo el universal frente de la corrección democrática ponderó las dotes y cualidades de su favorita. Pero no convencieron a quienes tenían papeleta para votar donde había que hacerlo. Su candidata era falsa con notoriedad y la soberbia y la impostura los llevaron al fracaso. La herida es profunda. Y no hay atisbo de humildad inteligente en los derrotados, desde los medios europeos a los más radicales grupúsculos de la izquierda que han tomado el Partido Demócrata. Pretenden estar en guerra permanente con el presidente con la intención de que no acabe el mandato. Que varias docenas de representantes de ese partido no acudan hoy a la ceremonia demuestra que no han superado la humillación. Cuando lo creían todo controlado. Y ahora ponen en cuestión las reglas y no aceptan los resultados. Ahí se ve que es cierto que EE.UU. envejece y adopta miserias de sociedades viejas, cínicas y maleadas como
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Trump es un candidato a todas luces inapropiado que ha ganado por ser verdad, por ser con sus exageraciones fundamentalmente auténtico, frente a la enfermiza y calculadora hipocresía de su rival y de esa alianza del poder establecido con la izquierda ideológica. Trump ha formado un gobierno de personalidades extraordinarias que deberá suplir las muchas carencias propias y que habrá de marcarle los límites. Es una fórmula razonable. El éxito de Trump ha demostrado que las sociedades desarrolladas han llegado al punto de saturación, al hartazgo, con ese discurso dominante en radical divorcio con la realidad inmediata. Es también un mensaje para gobernantes europeos. El hombre ridículo que ganó contra el mundo toma posesión. Ni el éxito ni el fracaso de esta presidencia están escritos. Porque ambos son posibles. Al mundo libre le convendría en todo caso que ese fracasado frente que hoy aun deshonra la ceremonia no intente redimirse en un permanente sabotaje a la presidencia de EE.UU. Sería mal negocio para todos.
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