Notas para los nuevos «indocumentados». Waldo Acebo Meireles: Los cubanos sin visa tienen por delante un áspero camino, con nuevas desventajas que no se limitan a funcionarios resentidos: también carecen de experiencia en las duras batallas que les vienen encima
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Los cubanos sin visa tienen por delante un áspero camino, con nuevas desventajas que no se limitan a funcionarios resentidos: también carecen de experiencia en las duras batallas que les vienen encima
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Por Waldo Acebo Meireles
Miami
18/01/2017
En honor a la verdad no es la primera vez que los cubanos llegados a Estados Unidos son considerados como “indocumentados”, y se han encontrado en un limbo migratorio. Lo único es que en esa ya lejana época se les trataba, por las autoridades migratorias, con cierta condescendencia lo cual no parece ser la norma actualmente.
Tomemos en cuenta que a lo largo de los años la situación, sin lugar a dudas, privilegiada de los cubanos generó entre otros “ilegales” (indocumentados) cierto comprensible resquemor, que, aunque se mantenía generalmente en silencio, en ocasiones era expresado con perceptible acritud. Ello puede hacerles a los nuevos ilegales la vida un tanto más difícil, si se topan con un funcionario de Homeland Security perteneciente a esas nacionalidades no privilegiadas.
Los nuevos indocumentados comienzan por tanto su áspero camino con algunas desventajas, que no se limitan a funcionarios resentidos: también carecen de experiencia en las duras batallas que les vienen encima y padecen la falta de costumbre de enfrentarse a cuestionamientos migratorios, a preguntas confusas y reiterativas, tendenciosas y generalmente mal intencionadas.
Por otra parte, los años de amplio disfrute de privilegios migratorios han creado cierta sicología muy acorde con ese fatal sentir que conforma lo que alguien ha llamado el ombliguismo cubano, y que se manifiesta en cierta arrogancia nada justificada. Ello no ayuda a superar las rudas pruebas que se les enciman a los nuevos ilegales, nada preparados para estos avatares.
Como la escapada de los cubanos no la va detener ninguna orden presidencial norteamericana, sino la hipotética e improbable transformación de la tiranía cubana en una democracia y en una real economía de mercado, es necesario que los futuros y actuales indocumentados cubanos conozcan su nueva realidad, y actúen acorde con ella.
Los cubanos que lleguen con visa legal a los aeropuertos norteamericanos van a enfrentar entrevistas capciosas para un turista de cualquier otro país que no sea Cuba. Atención con lo que dicen, ni se les ocurra mencionar nada sobre ayudas, interés en quedarse; estén claros en el tiempo que les concede su visa en territorio norteamericano y ni mencionar leyes de ajuste y otras fruslerías extinguidas o en esa vía. En especial deben tener mucho cuidado las personas de la tercera edad, mal aconsejadas e informadas sobre la nueva situación existente.
Los incontenibles futuros balseros que lleguen a la orilla de alguna playa desierta pueden optar por tratar de esconderse de las fuerzas policiales y de inmigración y comenzar una vida llena de incertidumbres y mal pagados trabajos por la izquierda, o pueden entregarse y pasar una entrevista en la que tienen que demostrar “miedo creíble” de retornar a Cuba, y de ser aceptados comenzar una vida llena de incertidumbres y mal pagados trabajos por la izquierda, hasta que al cabo de dos o tres años en una corte de inmigración un juez decida si tienen o no méritos para un asilo. De no tenerlo serán deportados.
Los balseros atrapados en el mar no tienen la más mínima posibilidad de enfrentar esa vida llena de incertidumbres y mal pagados trabajos por la izquierda.
Los que decidan llegar utilizando la vía terrestre deben de saber que ya no pueden utilizar los trámites oficiales en la frontera de México con EEUU. Ese expedito camino les está vedado por completo. Deberán ingeniárselas para cruzar por donde se escurren los ilegales de Centroamérica y México y para ello deberán usar la experiencia de los “coyotes”. Por tanto, deberán tener en cuenta ese gasto extra cuando vendan sus propiedades y —como nuevos émulos de Hernán Cortés— quemen sus naves en aras de sufragar su huida. Los que logren cruzar la frontera, sobreviviendo todos los peligros del cruce, iniciarán una vida llena de incertidumbres y mal pagados trabajos por la izquierda.
Estas son las realidades a las que se enfrentan los otrora privilegiados inmigrantes cubanos. Confiemos en que sepan adaptarse a su nueva condición y, que, a pesar de ellas, logren avanzar en este país como tantos otros inmigrantes indocumentados. Tienen a su favor la existencia de una amplia comunidad de compatriotas que esperamos se ponga a la altura de esta no esperada situación.
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