Juan Juan Almeida: El millonario negocio de las camisetas que maneja un hijo de Fidel Castro
El millonario negocio de las camisetas que maneja un hijo de Fidel Castro
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Detrás de los coloridos pulóveres que usan los seguidores del régimen en las campañas y marchas políticas se esconde una corrupta y lucrativa empresa, a cargo de Alexis Castro.
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Febrero 06, 2017
Dirigentes, estudiantes, deportistas, trabajadores, cederistas, prensa extranjera e incluso turistas. Casi todos han sido víctimas de una flagrante acción ilícita autorizada por el Gobierno cubano. Un negocio que mueve millones y que la familia Castro no está dispuesta a renunciar: la producción y venta de pulóver para sus continuas campañas y marchas políticas.
Citaré un par de ejemplos. Durante toda la jornada de honor que el pueblo cubano rindió a la figura de Fidel Castro, entre los días 29 de noviembre y 4 de diciembre, el visual denominador común fue una nube de camisetas blancas, y otros impresos, sobre los que se podía leer: Yo soy Fidel.
Prendas similares usaron millones de personas que acudieron al memorial José Martí de La Habana, en Santiago de Cuba y durante todo el recorrido que las cenizas del finado comandante hicieran por toda la isla.
Iguales camisetas fueron vistas el pasado 3 de enero, cuando cientos de miles de habaneros y de representantes de las provincias de Artemisa y Mayabeque desfilaron frente a la Plaza en ocasión del aniversario 60 del desembarco del yate Granma y Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Indiscutiblemente, en Cuba, el negocio del “jersey” está generando millones de dólares.
La Industria textil cubana está enfrascada en un proceso de renovación tecnológica para modernizar equipamiento y ampliar capacidad.
De esto se beneficia la empresa estatal Hilatex, que tiene la misión de producir y comercializar toallas; Alquitex y otras textileras que producen el tejido escolar de las Fuerzas Armadas, Salud Pública, más todo el tejido antiséptico para las futuras madres.
El grupo Ducal y Boga son los encargados de importar fibras textiles, hilazas, tejidos de algodón, poliéster, licra, planos y de punto, artículos semielaborados, hilos de coser, accesorios para las confecciones, colorantes, productos químicos, máquinas de coser, maquinaria para la industria de punto y maquinaria textil con sus piezas de repuesto.
Pero todas las empresas cubanas, comercializadoras o no, incluidas las artesanales, tienen la orientación, con carácter reglamentario, de comprar camisetas a una escondida industria de la que nadie desea hablar.
Una fuente con acceso a la cadena de producción de este singular artículo que como Pi constante, y número irracional, aparece en todas las marchas y tiendas, me advierte que el producto es caro y de pésima calidad; pero las empresas cubanas están obligadas a comprarlo a 3 dólares cada unidad aunque cueste la mitad.
Hagamos una simple ecuación. Si multiplicamos $3, que es el precio forzoso de compra para las empresas cubanas, por la cantidad de personas que lo usan en las marchas, no es difícil pensar que el volumen de ingresos que genera este negocio es la envidia de muchas empresas.
La pregunta que se impone, en medio de una aparatosa campaña para combatir la corrupción, es ¿por qué todos actúan de sordos, ciegos y mudos ante lo que se evidencia como un delito nacional?
Un empresario español que lucha con todas sus fuerzas para derrumbar este exclusivo fraude, cuenta que ha visitado las gerencias de las cadenas Caracol, TRD y Tiendas Panamericanas.
En todas ha ofrecido igual producto con menor precio y mejor calidad, ha participado en largas licitaciones y hasta se ha quejado ante la Cámara de Comercio de la República de Cuba, pero nunca consigue entrar al mercado.
“Los Castro, -asegura el peninsular que en tono de súplica agrega ¡Pero por favor, no uses mi nombre! - tienen buen ojo para los negocios y suficiente poder para pisotear a cualquier competidor”.
Alexis Castro, hijo de Fidel Castro, la figura detrás del negocio de las camisetas.
¿Quiénes se ocultan detrás de este jugoso negocio?
El misterio parecía más oculto que la receta de la Coca-Cola; pero entre hombres descontentos no hay espacio para los secretos. La pequeña y desconocida fábrica que produce esta riqueza textil se encuentra en Punto Cero y sus costos de producción son, sin el menor titubeo, ilegales, porque en ella trabajan militares no pagados, o mejor dicho, esclavos verdeolivo.
Y, como guinda de pastel, descubrimos que la persona que maneja tan corrupta y lucrativa empresa es Alexis Castro, hijo del ex dictador cubano. Puntualizando, se trata de un negocio millonario con ausencia de dignidad laboral.
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