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Con Venezuela... todos somos culpables
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El famoso principio de no intervención no puede ser la línea que detenga a gobiernos e instituciones de actuar de manera legal contra las ejecuciones de civiles, particularmente jóvenes, que se llevan a cabo en Venezuela.
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Por Angélica Mora
Junio 26, 2017
"Solo nos mueve la desesperanza", me dice Luisa, una anciana que vive en Caracas y que pese a su edad, participa activamente en las manifestaciones contra el régimen de Nicolás Maduro.
Agrega: "Tenemos hambre, nos faltan las medicinas esenciales para nuestras enfermedades, pero seguimos cada día protestando las injusticias de este gobierno".
Con la mayoría de las organizaciones y gobiernos que no quieren ver, ni oir ni hablar del tremendo drama de Venezuela, la ciudadanía se ha quedado luchando sola contra la monstruosa dictadura de Maduro.
El analista venezolano Dorián García, señala desde Maracaibo que "hay quienes prefieren soslayar el daño al que se asocian, mirando al otro lado y aprovechar, para beneficiarse de la oportunidad. Venezuela tras meses de entregar decenas de mártires en su lucha por conseguir la Libertad, siente en soledad su dolor. Los países que integran el CARICOM, casi todos conformados por las islas del Caribe, siguen negando nuestra crisis y aprovechándose de los beneficios que obtienen de Venezuela".
Prosigue García: "Los últimos 18 años hemos sido víctimas de una depredación que marca historia y cuyos principales beneficiarios actúan también como inquisidores de las acciones que nos mantienen apartados del favor humano y los derechos asociados".
Y señala: "Luis Almagro, secretario general de la OEA, ha sido una voz poderosa en el universo desolado de compasivos del pueblo venezolano, en un “concierto” en el cual sus críticos “parecen haber tomado partido por Maduro”.
Los cancilleres de la OEA permanecen sin emitir una respuesta, mientras los cadáveres de mártires caen en las calles de un pueblo que lucha por ser escuchado. Deberemos estar atentos sobre cuáles de estos “amigos”… actúan a favor de nuestro derecho a ser libres como sociedad y lograr salir de esta pesadilla. “El amor y el interés se fueron al campo un día”.
Es tanta la soledad de los venezolanos que muchos en el exterior creen que el gobierno de Nicolás Maduro está ganando la pelea contra la protesta pública y que las instituciones democráticas se aproximan a ceder ante el autoritarismo.
Según el Wall Street Journal, la batalla por la democracia en Venezuela se acerca a su fin.
Sin embargo, los venezolanos piensan diferente y han prometido morir buscando la libertad y la democracia. "No nos importa lo que piensen afuera", asegura García.
El gobierno de Maduro dice que han perecido 75 personas en las protestas, sin embargo el número aportado por la oposición es superior a 90 civiles, agregando que la mayoría pereció por armas de fuego.
Es indignante el hecho que la mayoría de las naciones democráticas, no protesten por la brutal represión y especialmente de las muertes a mansalva de los venezolanos en manos de la policía y las diferentes unidades de ataque de que dispone el régimen venezolano.
El famoso principio de no intervención no puede ser la línea que detenga a gobiernos e instituciones de actuar de manera legal contra las ejecuciones de civiles, particularmente jóvenes, que se llevan a cabo en Venezuela.
Y peor aún, casi nadie en el exterior con influencias internacionales, protesta por la maniobra de Maduro de crear la Asamblea Constituyente, prevista para el 30 de julio, que prevé revisar la Constitución Nacional para que consejos comunales, que apoyan a Miraflores, reemplacen las funciones tradicionales de los gobiernos estatales y el Congreso dominado por la oposición.
Será la dictadura completa y el fin de la democracia en la nación bolivariana.
El no intervencionismo está dando paso a la total impunidad del gobierno de Nicolás Maduro, quien está aprovechando la doctrina política de los Estados de "abstenerse o intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro país" en su provecho.
Por eso, bajo las barbas mismas de las naciones democráticas, el principio de no intervención y no injerencia en los asuntos internos de otro Estado está convirtiendo a Venezuela en otra Cuba, o todavía peor, en una nueva Norcorea.
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