Dos relatos de la narrativa de Maria Victoria Olavarrieta dentro del segundo proyecto del curso: “ Educar Miami”
Primera clase de ética del segundo trimestre, comienzo a presentarles nuestro segundo proyecto del curso: “ Educar Miami”. Fabrizio me mira serio, está sentado en la última mesa, la mayoría de los niños están arrebatados con la idea de ir saludando a todos, conocidos y desconocidos, de abrirle la puerta a los mayores, de dejarle una nota al chef cuando la comida esté sabrosa…
_ Mi sueño es que de cada uno de ustedes se diga: _ Este niño es un caballero.
_ Yo no soy un caballero - me dice Fabrizio, casi como hablando consigo mismo.
Eso es precisamente lo que pretendo, enseñarles como se puede llegar a ser un caballero.
_ NO quiero serlo - me dice Fabrizio sin mirarme a los ojos.
Yo nací en un país sin libertad y todavía los que están en Cuba viven sin ella. La libertad es un derecho ¿ Se acuerdan cuando lo estudiamos en Derechos Humanos?
_ Síiiiiiiiiiiii, me responden a coro.
_ Fabri, si tú no quieres participar en el proyecto, aunque me entristezca tu ausencia , yo voy a respetar tu decisión. El proyecto de educar a Miami es muy dificil, voy a necesitar a todos mis caballeritos, tú podrías ayudar tanto... es que cuando te miro con esa forma nueva de peinarte que te hace lucir tan distinguido ( de verdad que me encanta su nuevo peinado, a mí los niño pulcros y arregladitos me roban)…Fabrizio hace una mueca de desaprobación.
_ Yo soy feo, demasiado rubio.
_ ¿Quieres ser negrito como yo? le dice Felipe Ardila con esa gracia natural que tiene y que hace reír a toda la clase.
_ Miren que curioso, tengo un amigo, Mayito, acaba de terminar su carrera de dentista, cuando estudió en un colegio privado en Madrid, le llamaban "el negrito" solo porque tenía un pelo negro azabache y cuando regresaba de los veranos en Varadero, Cuba, traía ese tan que solo se adquiere bajo el sol del Caribe. Él sufrió bullying por eso y aún hoy que es un hombre, todavía lo recuerda con dolor. Ahora Fabrizio no acepta su blancura y pelo rubios.
- Tú me recuerdas a mi abuelo “ El Rubio” - así le llamaban por lo blanco de su piel y color de pelo. Abuelo Rubio fue un hombre tan bueno que hasta un busto quisieron hacerle en Gaspar, mi pequeño pueblo en Cuba. Mi padre también tiene los ojos claros, me hubiese encantado heredar el color de sus ojos… los de Fabrizio se le parecen mucho - le comenté a la clase.
Fabrizio sigue haciendo gestos de desaprobación. Le pido que si quiere acercarse a mí y venir hasta el frente de la clase. Lo hace. Me agacho hasta quedar a la altura de sus ojos, es bueno ponerse a la altura de los niños, ayuda a ver el mundo desde su perspectiva. A veces la única forma que he tenido de llegar al corazón de un niño es hacerme niño con él, jugar con él.
Le hablo, le abrazo y me dirijo al grupo:
_ ¿Quién se atreve a decir una cualidad que le guste mucho de todas las que tiene Fabrizio?
_ Muchas manos se levantan.
_ Yo estoy colocada de pie, justo detrás de Fabrizio. Mis manos sobre sus hombros, quiero que se sienta protegido. Recibir este chorro de halagos puede ser embarazoso.
_ Fabrizio es: inteligente, chistoso, baila bien, es bueno…
_ Ana, la maestra de ESOL, llega como enviada por Dios, rápidamente comprende, y le pido que se quede en mi lugar para poder anotar todo lo bueno que sus compañeritos están diciendo.
Quiero después hacer algo con eso, escribir en una cartulina con su foto, todos los atributos que ven en él sus amiguitos y regalárselo.
, Fabrizio desmiente los primeros halagos:
_ NO soy inteligente, no soy chistoso, no soy bueno….
Mario Accetta, que ya ha dicho una cualidad, vuelve levantar su mano y dice dos más, los otros se animan y llueven halagos.
Se termina la clase, yo suelto el papel y corro y lo abrazo.
- Así te ven tus amigos, así te veo yo, te voy a regalar un espejo para que te mires lo guapo que luces con ese nuevo peinado que estás llevando últimamente, te voy a buscar una foto de Bratt Pit, para que veas que también usa ese estilo de peinado.
Fabrizio suelta su primera sonrisa.
Las miradas de Ana y mía se cruzan por encima de los cabecitas de los muchachos. ¡Qué alegría!
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Queridos padres de mi querido Malek:
Hoy tuvimos una clase de inicio de trimestre muy movida. Les presenté nuestro mega proyecto: “ Educar Miami” y todos querían hablar. Ya les explicaré como vamos a hacer este proyecto que me tiene muy ilusionada.
Al final de la clase, cuando ya los niños iban saliendo de mi salón, Malek viene a mí y me dice:
_ Maestra, cuando yo era bebé era muy lindo.
_ Pues ahora eres tan bello que no creo que de bebé puedas haber sido más lindo que ahora - le dije - aprovechando la ocasión para quitar estas etiquetas que cuando se las ponen a los niños en edades muy tempranas, donde se forma la base de la personalidad del niño, pueden causar mucho daño a su autoestima.
_ Pues en mi otra escuela me decían que era tonto y feo.
_ Vicente Yanes, un psicólogo como pocos, me ha enseñado que lo que sigue es hacerles esta pregunta:
_ ¿ Y cómo te sentías tú cuando te decían esto? ¿ Cómo te sientes ahora al recordarlo?
_ Malek desde que te vi la primera vez en la clase de Kinder el año pasado, yo pensé, que caballerito tan precioso!. Pienso que quizás tus amiguitos de pre kinder tenían problemas en la vista, necesitaban usar espejuelos, nadie se había dado cuenta e iban a clases sin espejuelos y no veían bien. Malek me mira, se lo piensa unos segundos y me dice: _ Yo lo que creo maestra, es que esos niños eran un malos.
_ Me cuesta entender que alguien no vea lo guapo que eres.
Ya su maestra llegaba a recoger su prole y tengo que empezar mi otra clase con el siguiente grupo. Él se incorporó a su fila y mientras se alejaba, gracias a que las paredes de cristal de mi salón pude ver el rostro de satisfacción con el que se alejaba Malek. Por un segundito miró atrás y nuestras sonrisas cómplices sellaron este momento tan sanador.
Cada vez que puedo ayudar a un niño en su autoestima me siento reina por un día ( un programa de televisión que había en Cuba antes de yo nacer). Mi abuela Beatriz me contaba que la agraciada podía comprarse todo lo quería, hacer y deshacer por todo el santo día.
¡Qué regalo tan grande es poder acompañar a los niños en este trocito de sus vidas en que los tengo en mi clase.
¡Gracias Señor!
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