lunes, febrero 12, 2018

Fernando Londoño: TRIO LETAL PARA COLOMBIA : JUAN MANUEL SANTOS, FARC, GUSTAVO PETRO. LA ASOCIACIÓN DEL M19 Y DE PETRO CON CASTRO ES DE VIEJA DATA. ADEMÁS DOS ARTÍCULOS SOBRE LA CONEXIÓN DEL CASTRISMO CON EL NARCOTRÁFICO COLOMBIANO


Tomado de http://www.elblogdemontaner.com

TRIO LETAL: SANTOS, FARC, PETRO

Por Fernando Londoño
11 de febrero de 2018

Nadie se extrañará del daño que este gobierno le hizo al país, con solo recordar sus orígenes: la presidencia de Santos se labró en el contubernio de los ladrones del erario público, los ñoños y los musas, que saquearon el país sin misericordia y pusieron los votos comprados en la Costa Atlántica; en la demagogia de Petro en Bogotá y el empujón final que recibió en la Registraduría del Estado Civil. Rio nacido en esas fuentes solo podía desembocar en el mar de miserias que nos ahoga.

Ahora Santos le devuelve a Petro el favor recibido y le prepara el nuevo fraude con el que lo llevará a la Presidencia de la República. Pero no se lleva a Petro solo. Al anca de ese caballo ganador va el comunismo de las FARC, con su séquito de idiotas útiles, y su compañera inseparable, la mafia de la cocaína.

La asociación del M19 y de Petro con Castro es de vieja data. De fácil consulta es la alianza de Raúl Castro con Jaime Guillot Lara, su yerno y mafioso reconocido, con el M19. No por casualidad andaba en Cuba, consintiendo sus heridas y preparando sus futuras hazañas políticas, el hoy senador Antonio Navarro Wolff, en las horas trágicas del asalto al Palacio de Justicia. Por supuesto que Navarro no sabía nada del acto terrorista que ejecutaban sus amigos y dirigidos. No hay nada como la sorpresa y la ignorancia para fingir inocencia.

(Jaime Guillot Lara. Foto de archivo)

Si la cercanía del M19 con La Habana es incontestable, la del mismo M19 con la mafia es antigua y reconocida. Pablo Escobar embarcaba cargamentos de cocaína en Nicaragua con sus amigos y cómplices del M19. Las fotos están disponible para el que tenga la menor duda. Y el M19 se lanzó contra el Palacio de Justicia armado con el dinero de Pablo Escobar. ¿Habrá alguien que no lo sepa?

Los orígenes del M19 son igualmente nítidos. Un grupo de miembros de las FARC se separó de ellas estratégicamente para organizar una guerrilla que no cargara con el pasivo de la entidad madre ante los colombianos. Delincuentes frescos, con discurso almibarado, con aliados de centro centro, como se declaró uno de los amigos más notables de la empresa, podrían penetrar con más facilidad la mentalidad de ilusos y de tontos. Lo demás lo conoce muy bien el país.

En este pieza teatral, Timochenko es el distractor o pararrayos. La gente le tira denuestos y huevos mientras su aliado, Petro, pasa por la calle del medio. Y Santos hace lo que los socialistas ricachones y corruptos. Se roba al país para empezar la pauperización que es el primer paso hacia cualquier sistema comunista. Así mirará, con su Premio Nobel en el pecho, el desfile de los acontecimientos trágicos que se avecinan. Desde su apartamento en Londres, claro está, gozando la vecindad del financista que impulsa el negocio. Nunca se gana más plata que en la instauración del socialismo. Pregunten cómo vivieron y viven los Castro, pregunten por las fortunas de la nomenklatura soviética en vísperas de la caída del muro de Berlín, pregunten por la riqueza de los boliburgueses de Venezuela o por la fortuna de los Ortega en Nicaragua, o por la plata de los Kirchner o por la de Lula y sus cómplices de Odebrecht. Nada más rentable que un socialismo convenientemente manejado.
 
(Gustavo Petro con gafas al lado del Presidente Juan Manuel Santos. Los comentarios y algunas fotos fueron añadidas por el bloguista de Baracutey Cubano)

Que Petro use zapatos Ferragamo de cuatrocientos dólares el par, casi dos salarios mínimos de Colombia, no es asunto que nos preocupe. Inquietan más los cuatrocientos ochenta millones de dólares que se ganaron unos desconocidos ubicados en Luxemburgo, comprando y vendiendo acciones de TGI, la transportadora de gas más importante de Colombia. Quiénes fueron esos afortunados, nadie lo sabe. Se sabe quién les vendió las acciones y el Petro que se las compró con ganancia de un billón quinientos mil millones de pesos colombianos. Y esa será apenas la cabecita del iceberg.

El progresista Petro le quitará la tierra a sus propietarios con el cómodo sistema de ponerles un impuesto impagable. No nos lo imaginamos. Ya lo dijo y lo explicó. Le faltó contar cómo se las pagará, pero lo sabemos: ¿qué tal bonos del Estado a 50 años y con interés del 1% anual?

Petro ya le declaró la guerra al petróleo y al carbón. Para suplirlos, una agricultura minifundista altamente productiva. Como la de Venezuela, para que terminemos comiendo de la basura o mezclando un poco de arroz con alimento para perros y gatos. Mientras Santos se muera de la risa en Londres, Timochenko acaricie su colosal fortuna y Petro se haga reelegir indefinidamente. Porque los progresistas son así.

Más claro, ni el agua. El trío letal está en marcha. A parar esa máquina infernal, se dijo.
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El Cártel de La Habana (IV)

(pueden leer la partes I, II y III haciendo click AQUÍ )

Por Juan Benemelis
(Ex diplomático Castrista vinculado a la Inteligencia)


En el curso de la década de los 70 se dieron cita dos coyunturas importantes. La primera tendría que ver con el consumo de narcóticos, que vería una gran expansión en Estados Unidos primero con la marihuana y luego con la cocaína.

La otra coyuntura tenía que ver con el narcotráfico en sí. El Cartel de Medellín necesitaba de un punto intermedio cercano para operar hacia aguas norteamericanas. El Cartel de Medellín llegará a introducir unas 45 toneladas de cocaína en Estados Unidos, representando 25 billones de dólares, y alrededor de 10 toneladas en Europa.

En una intervención ante el Senado, en abril de 1983, James H. Michel, Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos, expresó que existían pruebas de que en 1979, el buró político del Partido Comunista de Cuba había aprobado un plan para intervenir en el narcotráfico utilizando a Cuba como puente y base de apoyo para las redes de traficantes de Estados Unidos.

El suministro se organizó desde las fuentes de abastecimiento en América del Sur y el gobierno de La Habana necesitaba recursos en moneda convertible que estaría dispuesto a obtener de cualquier manera. La vinculación cubana con el narcotráfico era inevitable desde un principio, y además tenía que producirse de manera casi natural: primero, porque en las áreas de producción de Suramérica, los guerrilleros sostenidos por Cuba ocupaban el mismo espacio ilegal que los narcotraficantes.

La guerrilla necesitaba armas y dinero, mientras que el narcotráfico, siempre abundante en dinero, necesitaba protección armada y, sobre todo, acceso a las redes de organización clandestina de la guerrilla y su experiencia conspirativa. Además, una parte importante de todo el tráfico de drogas cayó en manos de exilados cubanos, sobre los cuales La Habana tenía abundante información para el chantaje. La parte del exilio que se vinculó al narcotráfico con Cuba también se sentía razonablemente segura de que no sería traicionada.

En la medida que la crisis financiera y económica se hacía más profunda, la dependencia de la Isla para con los recursos extraídos de Angola y del narcotráfico se amplió. Apurado por lograr una nueva fuente de recursos, Castro se fue involucrando cada vez más en el tráfico de drogas, como apuntara el general cubano exiliado Rafael del Pino.

Tradicionalmente los barcos usados en el narcotráfico colombiano tenían que atravesar el Paso de los Vientos, entre Cuba y Haití, lo que muchas veces les situaba en aguas territoriales cubanas, donde eran interceptados. Las pérdidas de los narcotraficantes se incrementaron con alarma.

(Al centro el Embajador Fernando Ravelo y a su lado el alto Johny Crump)

Según el testimonio dado en 1982 por el narcotraficante colombiano de Miami Juan Lozano (alias Johnny Crump), es alrededor de 1975 que algunos de los más importantes narcotraficantes colombianos se entrevistaron en Bogotá con el embajador cubano Fernando Ravelo Renedo para negociar la devolución de los barcos y las tripulaciones.

El embajador cubano contestó con una contraoferta de La Habana: a cambio de 800 mil dólares por cada barco, Cuba estaba preparada no sólo para ignorar la actividad de los buques madres que se detectasen en sus aguas, sino que podía proveerles de servicios de reparación y gasolina en sus puertos, así como identificación y escolta cubana hasta las proximidades de los cayos de la Florida.

Así, los poderosos colombianos Alfonso Cotés y Alfonso García comenzaron sus negocios de tráfico a través de Cuba. Los agentes de inteligencia cubanos se pusieron en contacto con algunos potentados de la droga en Miami, como por ejemplo Johnny Crump y el conocido narcotraficante Jaime Guillot-Lara, quien con posterioridad sería empleado de los servicios secretos cubanos y se casaría con una hija de Raúl Castro.

Entre los cubanos exiliados en Estados Unidos implicados en el narcotráfico con Cuba estaban José Alvero Cruz y Osiris Santi. En noviembre de 1976, Alvero había viajado a España donde disponía de fondos bancarios, y allí obtuvo de la propia embajada cubana en Madrid un pasaporte cubano. En 1978, actuando como agente de Cuba, Alvero arregló el envío de 5,000 armas para las guerrillas sandinistas en Nicaragua. Por su parte, Osiris Santi era un narcotraficante cuyos barcos ya recibían protección en los puertos cubanos. Su lugarteniente, Orlando Torres, se entrevistaba constantemente en México con los funcionarios del régimen cubano destacados en Mérida.

El narcotraficante colombiano, Jaime Guillot-Lara -casado con la hija del ministro de defensa cubano Raúl Castro- será el contacto entre Cuba y el movimiento M-19. El 7 de noviembre de 1981, Guillot-Lara tiene que escapar a toda prisa de Colombia y se refugia en México, donde los agentes cubanos negocian su libertad con las autoridades mexicanas con el fin de evitar que se descubriera su conexión con La Habana. En 1982, Castro hablaba de Guillot-Lara como "un buen amigo".

(Jaime Guillot Lara, foto superior, y en la foto inferior René Rodríguez Cruz quien fuera una de las personas especializadas en dar el tiro de gracia a los fusilados en la Sierra Maestra  y al principio del triunfo de la Revolución; posteriormente fue Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos o ICAP, una dependencia Castrista vinculada con la Dirección de Inteligencia. Murió en extrañas circunstancias en Cuba después de llegar huyendo por las acusaciones de narcotráfico. Comentarios y fotos añadidas por el bloguista de Baracutey Cubano)

La conexión cubana sería descubierta y probada más tarde. Los informes de la participación cubana en el tráfico de drogas saldrían por vez primera a la luz pública en 1982, cuando la Oficina Legal de los Estados Unidos en Miami nombró entre los acusados al jefe de la marina de guerra de Cuba, almirante Aldo Santamaría, y al ex embajador cubano en Colombia, Fernando Ravelo, en un caso que incluía 23 toneladas de marihuana.

El 15 de noviembre de 1982, los colombianos Guillot-Lara y Johnny Crump, y los cubanos Lázaro Visuña, Mario Estévez y David L. Pérez, brindaron a un tribunal en Miami amplias pruebas de las actividades de narcotráfico por parte de Cuba desde el año 1975, tráfico que tenía como uno de sus objetivos el envió de armas a la guerrilla colombiana del M-19.

Según la deposición de Johnny Crump, él y Guillot-Lara se dirigieron a La Habana en compañía del embajador Ravelo, donde éste y el embajador de Cuba en Venezuela, Norberto de la Osa, les confirmaron que el barco Viviana, dedicado al narcotráfico, obtendría salvoconducto todas las veces que atravesase las aguas jurisdiccionales cubanas.

Por la protección de este tránsito, Guillot-Lara pagaba 20 mil dólares por cada tonelada de marihuana a bordo. A su vez, el compromiso incluía el transporte de armas a las guerrillas del M-19 en Colombia. Según Guillot-Lara, a su retorno a Colombia inició los trámites para preparar otro barco para enviar a Cuba en 1980.

(El embajador Fernando Ravelo bautizando a Viviana, hija de Johny Crump, el cual se encuentra en la extrema derecha de la foto)

Conforme al testimonio de Johnny Crump, los funcionarios cubanos Ravelo y René Rodríguez Cruz -presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)-, le sugirieron la posibilidad de comprar y enviar armas para elementos anti-Pinochet en Chile a través de Panamá. Una semana después, un chileno de apellido Galván, le hacía entrega de un microfilm en un cigarrillo que contenía la lista de las armas, alimentos y municiones para 300 hombres.

Por otra parte, Johnny Crump cuenta cómo durante una campaña en la costa norte del Pacifico, las autoridades colombianas cercaron a un grupo guerrillero del M-19 comandados por Carmenea Cardona, muchos de los cuales figuraron en el secuestro de la embajada dominicana en Bogotá y que supuestamente debían haber estado refugiados en Cuba.

Entre los detenidos y testigos de la causa de Miami figuraba también Mario Estévez, un agente de la inteligencia cubano, infiltrado en los Estados Unidos en 1980. En su deposición ante el Gran Jurado, Estévez expresó que había sido infiltrado con el objetivo de activar el tráfico de drogas, comenzando por transacciones de marihuana hasta que fue arrestado el 29 de noviembre de 1981. Estévez testificó ante una comisión del senado de los Estados Unidos que había introducido en la Florida marihuana y gualudes desde Cuba, y de ahí trasladado a Nueva York.

Las declaraciones de Estévez resultaron desconcertantes: la alta cúpula de la dirigencia cubana había organizado una extensa red de narcotráfico desde América Latina hasta los puntos de distribución en ciudades norteamericanas, usando sus propios servicios secretos. Estévez identificó al alto oficial de inteligencia cubana, René Rodríguez Cruz y al vicealmirante Aldo Santamaría como las personas encargadas por Castro para canalizar este tráfico.

Estévez apuntó que desde los inicios de la década de los setenta se producía marihuana en la región cubana de Manzanillo para venderla en los Estados Unidos, operación que Castro venía madurando desde los días de la guerra de Vietnam. Estévez estimó en 200 millones de dólares anuales los ingresos cubanos sólo por concepto de la marihuana.

Durante el período de su actividad ilícita, Estévez logró el traslado de Cuba a Estados Unidos de alrededor de 270 kilogramos de cocaína, posteriormente vendida en Miami, Chicago, Ohio, Nueva Jersey, Nueva York y otras ciudades. El dinero acumulado lo llevaba a Cuba él personalmente. También informó que en un momento de su actividad, sus jefes en el gobierno cubano le recomendaron se trasladase a Bimini, en Las Bahamas, para conocer y entrenar a Frank Bonilla, otro agente proveniente de Cuba.

De regreso a Cuba, recalaron en la pequeña isla de Paredón Grande, donde hallaron el buque Viviana del colombiano Guillot-Lara con un cargamento de 8 millones de qualudes. El yate estaba escoltado por buques de guerra cubanos.

De acuerdo con la narración de Estévez, corroborada luego por otros narcotraficantes, estando en Paredón Grande concurrieron el jefe de la Marina de Cuba, almirante Santamaría, y el alto jefe de la inteligencia René Rodríguez, presidente del ICAP, organismo pantalla de la inteligencia cubana, con quienes sostuvo una extensa conversación sobre el narcotráfico. Explicó que cuando salió de Cuba a bordo del Viviana se acarreaba otro barco, el Lazy Lady, hasta la isla de Andros en Las Bahamas, donde se hizo el traspaso de los qualudes. Después fue ordenado a seguir hasta Cayo Güincho donde recogió 23,000 libras de marihuana procedente de Cuba.

(fotos superiores:  Gonzalo Bassols y el ya fallecido Vicealmirante  Aldo Santamaría Cuadrado; fotos inferiores: el extrañamente  fallecido en Cuba  René Rodríguez Cruz  y el embajador Fernando Ravelo)

El testimonio de Estévez implicó en el narcotráfico internacional a Santamaría, René Rodríguez, al embajador Ravelo, a Gonzalo Bassols Suárez, diplomático cubano en Colombia; a Teodobaldo Rico Rodríguez y Francisco Echemendía, funcionarios del Ministerio del Interior de Cuba.

Con posterioridad, René Rodríguez moría en La Habana, en circunstancias misteriosas, después del fusilamiento de los militares el general Ochoa, Tony de La Guardia, en 1989, y al deceso en prisión, en 1991, del general José Abrantes Fernández, exministro del Interior.

Coincidentemente, Estévez también fallecería en una prisión norteamericana. Los hilos de la trama que conducían hasta Fidel y Raúl Castro irían desapareciendo con el tiempo.

El ex secretario de Estado, Shultz, refiriéndose a los resultados del Gran Jurado de Miami, indicó que se "demostró la evidencia de la complicidad de Cuba en el tráfico de narcóticos en América Latina”. En marzo de 1983 fue confiscado en la Florida un velero con 750 libras de marihuana a bordo. Durante el registro del bote se halló un diario con la ruta seguida. Había zarpado de la Florida para Las Bahamas, siguió a Haití, luego a Cuba, después a Jamaica, retornó a Las Bahamas y finalmente llegó a la Florida de nuevo.

Poco después, el 20 de mayo de 1983, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan declaraba en Miami que existían fuertes pruebas de que funcionarios de Castro estaban involucrados en el tráfico de drogas desde Cuba. Un mes después, el administrador de la DEA, Francis Mullen ratificaba ante el senado estadounidense que el gobierno de Cuba estaba consciente de los movimientos de drogas a través de su territorio, y que facilitaban tales movimientos.

Del libro Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis.
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Tomado de https://www.elespectador.com



 Fidel Castro y la paz

Por Mauricio Rubio
30 Nov 2016






Tras la muerte de Castro, abundaron variantes del “hasta siempre comandante” y peroratas contra el tirano; faltaron alusiones a su participación en el conflicto colombiano.

Sin su obsesión por exportar la revolución armada, nos habríamos ahorrado años de guerra. A diferencia de los cubanos, nos quedaron pocos beneficios del castrismo, más allá de acoger e impulsar los diálogos de paz. Las FARC leyeron un poético comunicado, “porque de ejemplo y acciones de amor por un mundo mejor nos deja repleta el alma"; fuera del ideal de una lucha revolucionaria “sin átomo alguno de arrepentimiento” y unos cursos de marxismo, por ahí no hubo mayor influencia. El ELN sí nació en Cuba y el M-19 recibió allá el impulso que, sumado al rescate por la toma de la Embajada Dominicana, definiría el curso del conflicto.

El incidente de transporte de armas en el buque Karina del traficante Jaime Guillot –compañero de estudios de Jaime Bateman y luego yerno de Raúl Castro- sugiere una temprana colaboración entre narcos, M-19 y Cuba. Bateman evadía hábilmente el asunto. “¿Usted cree que Fidel Castro va a meter su revolución, si se quiere moralista, al tráfico de cocaína?” Era inconcebible que un héroe, admirado por intelectuales de todo el mundo, se involucrara en algo tan sucio. Pero su régimen lo hizo, y contribuyó a que rebeldes colombianos se aliaran con narcos y ensuciaran la guerra. No fue el único agente extranjero en el conflicto, y nunca se sabrá si hizo más daño que la colaboración gringa con los Pepes.

Según la querella puesta ante la justicia francesa por Ileana de la Guardia contra Fidel Castro por tráfico de drogas, en los ochenta Carlos Alonso Lucio ya había negociado con autoridades cubanas el aterrizaje de un avión con cocaína. Los oficiales Arnaldo Ochoa y Antonio de la Guardia fueron fusilados en 1989 bajo cargos de narcotráfico. Se les acusó de operaciones con Pablo Escobar. En el sumarísimo juicio oral conducido por Fidel, hubo autocrítica, abogados defensores mudos, arrepentimiento de los acusados y exoneración de toda responsabilidad de sus superiores. Enrique Krauze, historiador mexicano, señala que “Gabriel García Márquez era amigo íntimo de Antonio de la Guardia” y critica su pusilanimidad ante ese proceso.

El internacionalista cubano Juan Benemelis argumenta que en las alianzas de rebeldes con mafiosos el régimen castrista jugó un papel crucial. “El embajador Ravelo logró un acuerdo entre el M-19, el Cartel de Medellín y otros grupos guerrilleros con el fin de que las facciones se apoyasen mutuamente”. Antonio Navarro cuenta que para recuperar la espada de Bolívar –que estuvo en manos de Escobar- viajó a Cuba “al Departamento de América que encabezaba nuestro gran amigo Manuel Piñeiros quien por muchos años dirigió la conspiración cubana en Latinoamérica”. Fernando Ravelo, segundo de ese departamento, fue acusado de narcotráfico en 1982 por una corte en la Florida. Norberto Fuentes, escritor consentido del régimen hasta el juicio de Ochoa, afirma que hombres de Escobar se reunieron en Cuba con Castro y que, en 1988, Navarro Wolf hizo para la Dirección General de Operaciones Especiales un informe sobre “la participación de oficiales cubanos en negocios de narcotráfico”. Algo debía saber.

De buena fuente oí que la paz con Belisario Betancurt abortó por orden de Fidel: podía empantanar el propósito de la revolución continental, al que contribuyeron los del Eme. Darío Villamizar anota que cuando, a través de los cubanos, Jaime Bateman ofreció las armas robadas del Cantón Norte para los sandinistas, “estos le comentaron al general Torrijos la oferta. García Márquez también estaba enterado y en una reunión con el general éste le propuso enviar un emisario a Bogotá para que se reuniera con los dirigentes del M-19, se enterara de los detalles y acordara la forma de hacer llegar esas armas a Panamá”. Torrijos firmó un billete, lo partió en dos y conservó un pedazo como ”contraseña entre Gabo y el emisario del General”. Semejante infidencia pasó desapercibida. Años antes causó más escándalo el rumor de que la administración Turbay, nuestro símil de dictadura, decidió arbitrariamente perseguir a una celebridad.

La paz exige verdad, y sobre el confilcto persisten toneladas de desinformación. Virginia Vallejo vio la toma de Palacio por TV al lado de una misteriosa novia del Eme. Yo ingenuamente espero que algún día alguien revele una escena similar en La Habana: Piñeiro y la cúpula del Eme siguiendo paso a paso el asalto; ahí debieron entender que, a diferencia de la nicaragüense, la batalla colombiana la habían perdido y tocaba pensar en la paz, empezando por abandonar el tráfico de cocaína, “esa peste corruptora que infecta el continente”, como sentenció el diario Granma durante el juicio a los espías traidores.