Alberto Roteta Dorado: La XXVII Feria del Libro en Cuba, de Xi Jinping a Eusebio Leal.
La Feria del Libro en Cuba, de Xi Jinping a Eusebio Leal.
Por Dr. Alberto Roteta Dorado
5 de marzo de 2018
Santa Cruz de Tenerife. España.- Por estos días se celebra en Cuba la vigésimo séptima Feria Internacional del Libro, evento que no se limita a la capital del país – donde ya tuvo lugar entre el 1 y el 11 de febrero– toda vez que se extiende a varias provincias del país y justo este martes 6 de marzo se inicia en Cienfuegos, localidad del centro y sur de Cuba.
Como cada año la fiesta del libro se dedica a una o más figuras representativas de las letras cubanas y un país resulta invitado especial, independientemente de la participación de otras naciones en dicho evento.
Pero detengámonos en algunos puntos concretos y limitados al evento de este año, el cual, por el momento, ha tenido menos difusión y “rimbombancia” que otros años. ¿Los motivos? Pues como con frecuencia se asume en ciertas cuestiones de carácter científico, todo parece indicar que es multifactorial. En primer lugar – y sin pretender asociarlo todo con el gran mal del comunismo oficialista cubano, y dejando a un lado mis posiciones radicales que como ya sabéis, o al menos imagináis, se oponen al régimen dictatorial de los Castro– es lógico que en una nación decadente todo lo que se haga esté matizado por el sello de la decadencia, y por lo tanto, el prolongado ocaso del régimen tiene que reflejarse necesariamente no solo en una miserable economía, en una extrema pobreza, en un deterioro ético y moral o en el fracaso de todas sus “hazañas”, sino en su cultura, esfera donde incluimos la actividad literaria vista no solo como la creación propiamente dicha, sino su parte administrativa y empresarial, donde en última instancia pudiéramos insertar la organización de eventos de esta categoría.
Por otra parte, el tema del simulacro de los “comicios” de la isla, y ante todo, la existencia de un nuevo presidente del que nada se sabe, por cuanto el secretismo oficialista impide cualquier información en este sentido, ocupa el centro de la atención de aquellos interesados en lo que han querido denominar temas cubanos; sin que olvidemos las noticias rutinarias relacionadas con las penurias, las persecuciones, las detenciones arbitrarias, entre otros males que conforman el panorama cubano actual, lo que le resta protagonismo al evento de las letras.
Muy acertadamente acaba de comentarme un historiador desde Cuba que la feria del libro en la isla “siempre ha sido más política que cultural”. ¿Es qué acaso existe algo en Cuba que no esté penetrado por la política, o que no sea objeto de la observación, supervisión y control estricto por parte del oficialismo? La respuesta es muy simple, no hay dudas de que todo es dependiente de los cánones establecidos para decidir cuando algo es conveniente y cuando no, o cuando algo debe o no permitirse dado su compromiso con la llamada revolución cubana; aunque lamentablemente aun quedan muchos –cuyos estados de enajenación como consecuencia del estatismo mental que la dictadura de modo subliminar durante décadas les ha impuesto– que no logran percibir la maligna invasión política del régimen en todo el acontecer del país, o lo peor, lo reconocen y prefieren comulgar convenientemente con lo mal hecho.
La propuesta de este año constituye un ejemplo a tener en cuenta como paradigma de lo que es capaz de hacer un régimen que sabe de su extinción, aunque se aferra en mantenerse como vestigio último de una batalla perdida.
El país invitado es China y la figura a la que se le dedica el evento es Eusebio Leal, suficiente como para que el lector pueda hacerse un esquema general del resto de los acontecimientos derivados de semejantes propuestas.
Y no se trata de oponernos a que se difunda la grandeza milenaria de la China, país con tradiciones y costumbres dignas de respetar, y de las que aun hemos de aprender mucho por su aporte a la cultura universal. Recordemos que nuestro José Martí resaltó con brillantez la riqueza de las culturas orientales, elogiando hasta la genialidad de los efectos sonoros en el teatro vietnamita, sin que olvidara hacer mención a legendarias obras literarias del lejano oriente.
Pero todos sabemos que al régimen de La Habana no le interesa lo que Martí escribió en este sentido, ni en mostrar la riqueza de la literatura china. Retomemos la frase del historiador cienfueguero en relación con la idea de que la feria “siempre ha sido más política que cultural”, y es aquí donde hemos de detenernos para comprender por qué es China a quien se le dedica la feria y no a la India, Sri Lanka, o Nepal, si es que queremos aproximarnos un tanto a las culturas orientales mediante su literatura.
China, aunque muy a su manera en el aspecto económico con su discutida modalidad de economía de mercado – para algunos, China no se comporta como una economía de mercado, sino que está en una fase pre capitalista de acumulación– que le ha permitido escalar peldaños e imponerse en el mundo, es una nación socialista con un terrible historial de adoctrinamiento forzado y de represión desmedida; sin que olvidemos su despiadada invasión al Tíbet con la exterminación y el saqueo de sus grandes riquezas patrimoniales, actos por los que el Dalai Lama, la máxima figura del Budismo Tibetano sigue siendo en la actualidad un exiliado político junto a cientos de monjes que fueron sometidos a castigos y torturas por parte de los militares comunistas chinos.
Pero no es justamente la sabiduría budista o la historia de las dinastías de la amplia región lo que los cubanos encontrarán el esta feria del libro, sino La administración y gobernación de China, Xi Jinping contando historias y Artículos de Xi Jinping en el Diario de Zhejiang, todos de la autoría de este último, el actual presidente chino, quien es el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China, y quien justamente este lunes, 5 de marzo, espera por una sabida unanimidad garantizada en el Parlamento que le permitirá perpetuarse de manera indefinida en el poder ante la propuesta del Partido Comunista de abolir de la Constitución el límite de dos mandatos de cinco años que impone a cada presidente, con lo que asegurará su estancia más allá del 2023 como estaba previsto. Esto, de lograrse, llevará al país a los tiempos de Mao Zedong, por cuanto se eliminaría la llamada dictadura de liderazgo colectivo. (Cualquier parecido con la feria del pasado año en que se editaron una veintena de libros de Fidel Castro o sobre él es “pura coincidencia”; ya se sabe que el culto a la personalidad distingue a estos “queridos” camaradas izquierdistas)
Independientemente de este matiz eminentemente politizado, no creo que al público cubano – para quien se sobreentiende sea la feria– le interese conocer acerca de la administración de la China mientras que en Cuba hay tantas penurias por una mala y fracasada administración, y mucho menos escuchar historias narradas por un comunista de aquel país. (Ya han sido bastantes las que han tenido que recibir contadas por el sanguinario dictador cubano, que por suerte ya no pertenece a este mundo)
De la figura cubana a quien está dedicada la feria me limitaré a recordar su lealtad – ¿en honor a su apellido?– incondicional al régimen dictatorial cubano. Por estos días y acudiendo al nuevo lenguaje que imponen las tecnologías, “se hizo viral” una intervención de Eusebio Leal, donde hace gala de una inadmisible admiración a Raúl Castro en la que intenta destacar la “exquisita sensibilidad” del viejo general.
Por lo demás Leal no se ha destacado en la literatura – esto no hace falta en Cuba para que le rindan honores–. Su labor ha sido como historiador y como ya sabéis se ha consagrado en las labores de restauración del centro histórico de La Habana a pesar de que el régimen le arrebató su protagonismo al tomar las riendas de las corporaciones encargadas de estos asuntos.
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