Tomado de
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Fidel Castro, agravador de la sequía en Cuba
Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
16 de Marzo de 2018
Una represa en Cuba. (RADIO CADENA AGRAMONTE)
Una falta de respeto colosal a un pueblo entero ha sido la decisión que tomó la dictadura raulista de crear una institución para "preservar el pensamiento y la obra" de Fidel Castro.
Estamos hablando del tirano que convirtió a Cuba de uno de los países más prósperos de América Latina en uno de los más pobres y atrasados, que asesinó o envió a la muerte en guerras inútiles a miles de cubanos, que encarceló, torturó, que hizo emigrar a más de un millón de sus ciudadanos y privó al pueblo de las libertades conquistadas por la humanidad durante siglos. Y también del culpable de que hoy las sequías sean más severas y prolongadas.
Es una desgracia. Los cubanos fueron —y lo siguen siendo— víctimas del comunismo y de un psicópata "iluminado" que jamás rindió cuentas a nadie de sus abusos y disparates, y que gobernaba dando puñetazos en la mesa, a base de caprichos e ideas fijas desconectadas de la realidad.
Si en tiempos pretéritos fue nefasto que Calígula, Enrique VIII de Inglaterra, o Napoleón gobernaran sin freno para sus deseos, peor fue que este megalómano lo haya hecho en nuestros tiempos. Ahora su principal fanático, y heredero, Raúl Castro, como otra expresión de su complejo de inferioridad con respecto a su hermano, pretende imponer en Cuba el culto eterno a Castro I.
Es imposible abordar brevemente el inventario de barbaridades cometidas por Fidel. De memoria me asaltan el intento de desecar la Ciénaga de Zapata, cubrir de pangola toda la Isla, el pastoreo intensivo de André Voisin, las enfermizas vacas F-1 que ni leche ni carne daban, la Zafra de los Diez Millones, el Cordón de La Habana, el Cordón Lechero, el Triángulo de Ceba en Camagüey, la obsesión con Ubre Blanca o el toro semental Rosafé Signet, la Escuela en el Campo, el Plan Alimentario, la Opción Cero, el trabajo voluntario y los estímulos morales para construir el "hombre nuevo", el Plan Energético… y paro de contar.
Me enfocaré en un plan suyo del que no se conoce mucho, pero que fue uno de los que más daño causó y sigue causando al país: la deforestación de cientos de miles de hectáreas de tierra.
En octubre de 1967 el caudillo tuvo una "genial" idea para acabar con el hambre y la libreta de racionamiento: inventó la llamada Brigada Invasora Che Guevara. Como narré hace algunos años fui testigo presencial de aquello.
"¡Fuego a la carga!"
En la zona de Puente Guillén, a unos 50 kilómetros de Bayamo, Oriente, se nos dijo a los periodistas y estudiantes de Periodismo invitados a ser testigos presenciales, que Fidel quería desbrozar miles de caballerías de tierra para sembrar pangola, otros pastos, arroz y caña, para aumentar la producción de leche, carne y dicho cereal, cubrir el consumo nacional y exportar los excedentes. Por esos días Castro anunció en la TV que sobraría el arroz, la carne y la leche y que Cuba sería exportadora de alimentos.
Cientos de militares, a bordo de buldóceres y equipos con bolas de hierro macizo de demolición gigantes que parecían extraterrestres, comenzaron la mayor deforestación jamás conocida en la isla caribeña. Recuerdo que las palmas reales y los árboles maderables más robustos eran dinamitados por zapadores militares, y volaban antes de caer derrotados, al grito de los sargentos: "¡Fuego a la carga!".
Para crear aquella brigada, Castro gastó unos 500 millones de dólares contantes y sonantes, según testimonios posteriores publicados fuera de Cuba. Una comisión del régimen, integrada por Victoriano Parra, el ingeniero Eduardo Luis y otros, viajó a Francia e Italia. Allí compraron 700 camiones de volteo y 800 equipos pesados de movimiento de tierra, incluyendo buldóceres, motoniveladoras, barrenadoras verticales y otros equipos pesados.
Los invasores fueron avanzando desde Oriente a Occidente y arrasando todo a su paso. Fue la mayor deforestación desde la llegada de los colonizadores a la Isla. El régimen ni siquiera fue capaz de aprovechar la madera cortada. En solo dos años desaparecieron 215.000 hectáreas de frutales, frondosos bosques, montes y también tierras ya en cultivo. Y dos generaciones de cubanos apenas han visto en su vida un níspero, una guanábana, un caimito, una chirimoya o un anón.
En 2007, 40 años después de aquel acto inaugural en Puente Guillén, los especialistas A. Alvarez, R. Baños, y Lázara Otero, del Instituto de Investigaciones de Pastos y Forrajes del Ministerio de Agricultura publicaron un estudio titulado "Salinidad y uso de aguas salinas para la irrigación de cultivos y forrajes en Cuba".
Los tres concluyeron que una de las principales causas de la actual salinidad de los suelos es la deforestación de tierras y la pérdida de vegetación por la tala indiscriminada de árboles y arbustos. Eso ha cambiado el régimen de lluvias, y las sequías son más intensas. Hay ya más de un millón de hectáreas de suelos salinizados y otro millón de tierras cultivables pueden salinizarse en el futuro.
Obviamente, los expertos ni insinuaron que esa deforestación fue cosa de Castro I. En las regiones sur y norte de las provincias orientales y centrales de la Isla cae menos agua de la que se evapora. Los cactus, vegetación típica en zonas muy áridas o desérticas ya pueden verse en abundancia en zonas de Guantánamo. Los vi personalmente a principio de los 90.
La deforestación disminuye o seca el caudal de ríos y arroyos, pues llueve menos. El ecologista cubano Eudel Cepero se escandalizó a fines de los 60 con un titular del diario Granma: "Desbrozado totalmente el espeso monte de Dormitorio en la región del Cauto''.
Según el periodista Rolando Cartaya, Cepero narró después que fue esa deforestación indiscriminada realizada por aquella brigada militar una de las principales causas de la actual catástrofe ecológica que existe en la cuenca del río Cauto. El bello mayor río de la Isla hoy parece un arroyo en algunas zonas.
¿Creció la producción de arroz?
Luego de la invasión desbrozadora, Cuba no produjo más arroz, sino menos. Pasó de cuarto productor latinoamericano que era en 1958, a la cola de los países arroceros del continente. A partir de 1967 tuvo que aumentar las importaciones de arroz y de alimentos en general.
Medio siglo después de aquel acto en Puente Guillén, en 2006, cuando Castro I le entregó la jefatura del gobierno a Castro II, el país produjo (según el diario Trabajadores) 130.000 toneladas (TM) de arroz, que cubrieron apenas el 16% del consumo nacional, de casi 800.000TM . Y representaron 37.864TM menos que las 167.864 producidas en 1956, cuando la "burguesía" lo producía para la mitad de la población actual.
En 2017, a 50 años de aquel proyecto para inundar a Cuba del alimento básico en la dieta cubana y acabar con la "libreta", se produjeron 256.000TM y se entregaron 195.000TM a Comercio Interior para distribuirlas a la población.
O sea, hoy Cuba produce el 32% del arroz que consume y tiene que gastar una fortuna, que tampoco tiene, para importar el otro 68%, sobre todo de Vietnam, una nación, por cierto, que fue destrozada por una guerra pero que se levantó porque liberó las fuerzas productivas.
En fin, el régimen dictatorial constantemente se queja de que por causa de las sequías no puede cumplir los planes de producción agropecuaria o de azúcar. Y resulta que quien agravó brutalmente las sequías en Cuba fue Fidel Castro.
Y ello es solo un ejemplo dentro del legado devastador de Castro I, que hoy Castro II quiere que los cubanos preserven con amor. ¡Le zumba! .
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