jueves, abril 05, 2018

Alejandro González Acosta: Estados Unidos de América: ¿Armas por qué y para qué? Segundo de una serie de cuatro



Estados Unidos de América: ¿Armas por qué y para qué?
Segundo de una serie de cuatro

Por Alejandro González Acosta
Ciudad de México
04/04/2018

El ejemplo de Suiza

Pero tan armado como Estados Unidos de América se encuentra un tranquilo y pacífico país, sinónimo de prosperidad y civilidad: Suiza, que por su historia y posición estratégica en el centro de una Europa siempre en guerra, ya sabía bien de invasiones y agresiones, hasta que decidieron convertirse en la bóveda de seguridad del mundo, a partir de su neutralidad a toda prueba.

La pequeña y muy antigua Suiza, o Confederación Helvética (fundada el 1 de agosto de 1291), tiene en 2018 alrededor de 8.500.000 habitantes, distribuidos en sus 26 cantones o estados. Hoy su ejército cuenta con 200.000 soldados (120 mil activos y 80 mil reservistas) y después de varios referendos recientes (1989, 2001 y 2013), el Servicio Militar continúa siendo obligatorio (en la última consulta fue consagrado con un clamoroso 73,2 % de aprobación), para los hombres desde los 18 a los 34 años (distribuidos en etapas), quienes a partir de los 42 ingresan en la reserva, hasta los 70. Pero desde los 20 a los 34 años todos los suizos (salvo algunas excepciones) están militarmente activos.

A todos los ciudadanos conscriptos se les distribuyen armas modernas de alto poder, las cuales conservan en sus hogares, y al terminar su servicio pueden adquirir estas por un precio simbólico. Aparte de un pequeño ejército profesional, el grueso de su fuerza militar está compuesto por milicianos perfectamente equipados. Se calcula que en 2013 había 46 armas (registradas) por cada 100 suizos, de tal suerte que hoy la pacífica Suiza es uno de los países más armados del mundo, sólo después de EE.UU. y Yemen. Y aunque las mujeres tienen la potestad de ingresar o no en el ejército, también pueden tener armas.

Suele decirse que “Suiza no tiene ejército: Suiza es un ejército”. Los suizos no tienen Segunda Enmienda, pero a cambio cuentan con Guillermo Tell, su héroe mítico omnipresente del que viven muy orgullosos. Esa disposición histórica del país por la preparación militar se expresa en la frase de un viejo suizo que celebraba los estampidos de los fusiles de uno de los miles de campos de tiro: “Los disparos son la música de la libertad”.

Debe considerarse que Suiza es una república casi 500 años más antigua que EEUU y ese “oasis europeo” ha sobrevivido por su inamovible neutralidad a tres guerras: la Primera, la Segunda y la Fría. Pero la neutralidad no ha significado para ellos el desarme, sino todo lo contrario. Los suizos piensan que “si el pueblo tiene el poder, también debe tener las armas”. Y ese sistema les ha funcionado muy bien durante toda su historia hasta hoy. Y eso que los armas que conservan en sus casas no están registradas y los cálculos sobre ellas son sólo aproximados, tratándose de poderosos fusiles reglamentarios de asalto automáticos FAS 90, así como los SIG SG-550, SG-551 y SG-552.

Su disposición cívica se expresa en el lema de los suizos, que es el mismo de Los tres mosqueteros: Unus pro omnibus, omnes pro uno: “Uno para todos y todos para uno”.

Por su historia y ubicación, Suiza está en alerta permanente. Algunos datos poco difundidos informan que todos los túneles que comunican el montañoso país con el exterior están preparados para, en caso de guerra, ser herméticamente sellados en una hora. La totalidad de las espléndidas autopistas del país, virtuales pistas de aterrizaje, pueden ser inutilizadas para cualquier desembarco aéreo en apenas dos horas con unas vallas automáticas. Y su ejército puede ponerse en pie de combate al 100 % en sólo cuatro horas. Todo está perfectamente calculado y cronometrado para ello, como un reloj suizo.

Así es la paradoja palpable del país más pacifista del mundo, que al mismo tiempo es el más armado.
Los suizos creen en la disuasión como una excelente arma defensiva. Al astuto Julio César se le atribuye la frase: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra” (Si vis pacem, para bellum); y tal parece que esa es la meta de los suizos. Y es que desde los antiguos se sabe que las armas son poderosos argumentos de persuasión: Peacemaker (Pacificador) le decían en el Wild West al clásico y mortífero revólver Colt 45 (1872), y al rifle Winchester (1911) lo nombraban Widowmaker, por su letal efectividad. Nombres así pretenden disuadir de atacar a quienes portan dichas armas: más que publicidad, son propaganda.

(Arma en un hogar suizo)

Sin embargo, Suiza, aunque también en ella se han producido ocasionales estallidos de violencia con poderosas armas de fuego, por parte de neuróticos y psicópatas que nunca faltan en cualquier sociedad, es habitualmente un oasis tranquilo y pacífico. Esto es el resultado de una antigua cultura y una sólida educación, con ciudadanos formados para tener armas en sus casas y utilizarlas razonable, sabia y prudentemente, si llega el caso, y se pondera como inevitable su empleo.

Quizá en EEUU se necesite algo de educación suiza, pues desde 1973 se suprimió el Servicio Militar Obligatorio, aunque los varones con edades entre 18 y 25 años deben registrarse para un hipotético Servicio Selectivo. Hoy muchas voces norteamericanas reclaman la reinstauración de esa prestación cívica, y la situación crítica que actualmente lastima a esa sociedad parece indicar la conveniencia de hacerlo, o al menos considerarlo seriamente. Una adecuada instrucción para el manejo de armas, junto con el fortalecimiento cívico, no vendría nada mal a una juventud dispersa y distraída por un consumismo hedonista, desenfrenado e irresponsable, y la creciente falta de valores, a la cual tanto han contribuido los grandes medios de difusión, el cine y la televisión en primer lugar.

El pacifismo a ultranza promovido por los llamados “sectores liberales”, nunca se ha tolerado ni permitido en países sometidos a la ideología de extrema izquierda, los cuales parecen ser sus referentes. Como un ejemplo histórico debe recordarse que Vladimir Ilich Lenin, junto con sus más cercanos y decididos colaboradores, fue enviado desde Suiza a Rusia por los militares alemanes durante la Primera Guerra Mundial, en el famoso Tren sellado, para infiltrar al vacilante Gobierno Provisional democrático de Kerensky (que ya había derribado el poder del Zar) con un programa de paz a toda costa, y demoler el precario sistema para sustituirlo mediante un golpe de estado (eso fue, simplemente, la “Revolución de Octubre”… en noviembre de 1917) por un feroz comunismo aniquilador de personas e instituciones. Algunos años después, durante la Guerra Civil española, aparecería el término “Quinta Columna”, pero desde antes, ya Lenin había resultado un eficiente quintacolumnista al servicio de los militares alemanes.

Quizá Estados Unidos deba observar hoy con un poco de mayor atención lo que hacen sus competidores más cercanos: aunque Vladimir Putin declaró en 2017 que “pensaba” suprimir en un futuro impreciso el Servicio Militar Obligatorio para los jóvenes rusos (entre 18 y 27 años, entrenados por un año), hasta ahora este sigue en pie y no se ha vuelto a mencionar el tema.

(Ciudadanas suizasen un día de entrenamiento)

En China existe técnicamente el Servicio Militar Obligatorio desde 1949, aunque en realidad hoy es más cercano al Servicio Selectivo de EE.UU., pues incorpora a todos los ciudadanos en activo con edades de 18 a 22, por dos años, e incluye las mujeres, pero con algunas consideraciones que eximen o prorrogan su aplicación. Aunque los líderes chinos han procurado reducir en años recientes el número de su fuerza militar, para ganar en calidad sobre masividad, hoy sus fuerzas armadas cuentan con 2.300.000 soldados, que lo hace el ejército más grande del mundo. Y a pesar de que se privilegia la consolidación de un ejército profesional más reducido, la servidumbre militar general es mantenida, pues se entiende como “un deber sagrado con la patria”, y es más una prestación cívica y educativa que estratégica.

EEUU necesita replantear ahora su actitud ante el adiestramiento militar, lo cual quizá pueda conmover la molicie y el hedonismo de gran parte de su sociedad actual, especialmente de sus ciudadanos más jóvenes, al igual que hoy hacen las otras potencias mundiales. Debo agregar que esta situación no es exclusiva de EEUU, sino algo muy generalizado actualmente entre los países occidentales.

Sin embargo, lo que el gobierno de EEUU no hace, lo realiza la Asociación Nacional del Rifle (fundada en 1871, es la Organización de Derechos Civiles más antigua del país), donde se imparten cursos de formación militar y manejo de armas a sus miembros y simpatizantes. Esto debiera ocupar a muchos y preocupar a todos.

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