martes, mayo 15, 2018

Zoé Valdés sobre la destacada periodista y esritora Oriana Fallaci. Guillermo Domínguez: El día que Oriana Fallaci 'noqueó' a Muhammad Ali


ORIANA.

Por Zoé Valdés
14 de mayo de 2018

En tres ocasiones Oriana Fallaci estuvo en Cuba (que me conste), en 1979, en 1980 y en 1983, su objetivo era entrevistar a Fidel Castro, tal como había entrevistado a otros 'líderes' mundiales, cuyas entrevistas no fueron precisamente regalos de periodista-escritora a líder. Oriana Fallaci era mucha mujer para arrodillarse ante nadie, su historia personal y su carrera periodística así lo prueban.

En las tres visitas que hizo nos encontramos, por azar oblicuo -que diría Lezama-; el primer encuentro fue en La Bodeguita del Medio, cuando todavía los bienvenidos eran los extranjeros y los menospreciados los cubanos. Nos sentamos frente a frente, en una mesa para cuatro personas. Ella me miró a los ojos, con aquellas pupilas gatunas fijas, y me preguntó cuál era la aspiración de los jóvenes en Cuba. Así fue, no se anduvo por los aleros, preguntó a rajatabla:

-¿A qué aspiran los jóvenes cubanos de hoy?

-No lo sé. Yo aspiro a escribir -respondí con idéntica velocidad.

Ella sonrió, había entendido mi manera de rehuir la respuesta que ella necesitaba, al fin y al cabo yo no la conocía y ella iba entrevistar nada más y nada menos que a la Maraca del Caribe.

-¿Y sobre qué escribes, sobre lo que ves y lo que vives? -inquirió siempre interesada más en mi que en los otros.

-Escribo sobre lo que imagino, y también sobre lo que olvidamos. Un día escribiré sobre lo que ahora veo y vivo.

( Oriana Fallaci)

Fumaba sin cesar:

-Debieras empezar a escribir ahora sobre lo que ves y vives, para que no tengas que escribir después sobre el olvido de lo que habrás olvidado después, que sería lo que te sucede ahora mismo -era una forma elegante de tenderme una deliciosa trampa.

Sonreí:

-Tengo muy buena memoria. Cuando dije que escribía sobre el olvido, me refería al olvido de los otros.

Entonces fue ella la que sonrió ampliamente, con una sonrisa sincera y hermosa.

Fumaba y fumaba, mientras nos contaba su vida, de su gran amor griego, de aquel niño que no nació porque nunca existió. Antes de irse, la segunda vez, me atreví a decirle que me habría gustado leer sus libros, y dejó dos, a una persona cercana cuyo egoísmo ya empezaba a distinguirse. La leí muchos años más tarde, sin embargo.

Recuerdo un largo paseo por las playas del Este, en un auto amarillo alquilado con la única intención de admirar las playas desde las cortinas de pinos, su fina y delicada piel no le permitía achicharrarse con aquel solazo. Sólo mencionaba dictadores y dictaduras, y nos reímos tanto, a pesar del encogimiento de tripas que yo llevaba, por miedo a que me estuviese poniendo a prueba -que nunca se sabe.

¿Qué recuerdo de Oriana Fallaci aparte de sus libros que me acompañan siempre? Su valentía, el coraje de su discurso inmediato, el verbo firme y certero. La mirada inteligente, el gesto de enarcar la ceja mientras aspiraba el humo hasta el fondo.

-Le dices a Fidel que me da la entrevista hoy o me largo y no vuelvo nunca más -amenazó al funcionario de turno.

Y también sus generosas palabras de aliento después de leer algunos de mis primeros cuentos:

-No lo dejes nunca, escribir es lo único que tú y yo poseemos.

Alguna foto existe de aquellos encuentros, pero quedó engavetada en los siniestros documentos de un primer divorcio. Tal vez algún día consiga recuperarla.
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El día que Oriana Fallaci 'noqueó' a Muhammad Ali
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Nadie duda que Ali es el más grande. Pero sus modales dejaban mucho que desear, como la periodista italiana pudo comprobar en sus carnes.
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2016-06-06
Vuela como mariposa, pica como abeja. Muhammad Ali, el boxeador más grande de todos los tiempos, fallecía el pasado fin de semana a los 74 años en un hospital de Phoenix (Arizona, EEUU) por problemas respiratorios. Se fue una leyenda, uno de los grandes iconos mundiales del siglo XX y, con él, un hombre que a nadie dejaba indiferente con su carácter controvertido y su verborrea, tan directa como sus puños.
De ello puede dar fe la periodista italiana Oriana Fallaci. Considerada por muchos como una de las mejores periodistas de la historia, Fallaci (Florencia, 1929 - Florencia, 2006), azote del Islam, entrevistó el 26 de mayo de 1966 -o, mejor dicho, hizo un amago de entrevistar- al púgil de Louisville, nacido como Cassius Clay, Jr. y convertido a la religión de Alá en 1964, después de su primera victoria contra Sonny Liston.
(Muhammad Ali y Oriana Fallaci. | LD)
Lo cierto es que aquel 26 de mayo de 1966, Fallaci se presentó en la casa de Muhammad Ali en Miami para hacerle una entrevista. Pero el encuentro, que ambos previamente habían acordado por teléfono, terminaría por resultar de lo más desagradable. Al menos para la periodista.
Nada más llegar a la lujosa mansión del boxeador en Miami Beach, Oriana se encontró en el comedor con la imponente figura de Muhammad Ali comiendo melón.
"Le dije: 'Buenos días, señor Clay'. Y él respondió con un eructo bastante fuerte. Volvió a eructar de nuevo. Más fuerte aún. Salté y le dije que no pensaba estar con un animal como él", desvelaba Oriana Fallaci allá por 1969.
Micrófono contra la pared, grabadora a la cabeza
En su relato, la periodista añade: "Estaba preparando la grabadora para hacer la entrevista cuando él de repente coge el micrófono y lo lanza contra la pared; lo vi volar por delante de mi cabeza. Lo miré a los ojos. Y él me miró; tan alto, tan enorme, como el elefante que observa a un mosquito".
Fallaci relata que fue entonces cuando el séquito de Muhammad Ali llegó en ayuda del boxeador y empezaron a proferir gritos contra ella. Cuando la periodista consigue calmarlos, pasa a tratar de hacerle la entrevista al púgil, pero éste sale por peteneras y responde cosas que absolutamente nada tienen que ver con lo que le pregunta la reportera.
Fallaci le aclara su pregunta, pero a Ali, sin importarle nada la entrevista, sigue respondiendo lo que a él le viene en gana. La periodista insiste, pero el boxeador se mantiene en sus trece. ¿Hasta cuándo este tira y afloja? Hasta dos o tres preguntas más. Es entonces cuando Oriana, totalmente enojada, coge la grabadora y se la lanza a Muhammad a la cabeza, pero éste, haciendo gala de sus grandísimas dotes de campeón del mundo de los pesos pesados, consigue esquivarla.
Fallaci puso pies en polvorosa y logró salir corriendo de la mansión para meterse en el taxi que la esperaba en la puerta. Los guardaespaldas de Ali salieron corriendo tras ella pero el esfuerzo fue en vano, pues el vehículo que trasladaba a la periodista ya había arrancado a toda velocidad, distanciándose bastantes metros del domicilio de Muhammad Ali.
"Cassius Clay me dijo que me rompería la nariz si me volvía a ver. Ya veremos: si me rompe la nariz, va a acabar entre rejas y habrá bonitas noticias en los periódicos sobre esto. Le vi después en Nueva York. Paseé con mi nariz en el aire y él se marchó sin mirarme", relataba Oriana Fallaci, que no dudó en atizar a Ali en su ensayo Las raíces del odio: Mi verdad sobre el Islam con frases contundentes, tanto o más que los puños de Cassius Clay, a quien describe como "el símbolo de una América fanfarrona y feliz, vulgar y valiente, sin buen gusto pero llena de energía".

(Alí y Fidel Castro; foto añadida por el bloguista de Baracutey Cubano)
"Del payaso inofensivo queda el vanidoso irritante"
"Se llamaba, entonces, Cassius Marcellus Clay", escribió Fallaci. "Ahora se llama Mohammed Alí y es el símbolo de todo lo que se necesita eliminar: el odio, la arrogancia, el fanatismo que no conoce barreras geográficas (...) Los Musulmanes negros, una de las sectas más peligrosas de América, el Ku-Klux-Klan al revés, asesinos de Malcolm X, lo han catequizado, hipnotizado, doblado".
"Y del payaso inofensivo", añade en clara referencia a Muhammad Ali, "queda un vanidoso irritante, un fanático obtuso que predica la segregación racial, maltrata a los blancos que están con los negros y amenaza a los negros que están con los blancos".
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 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Yo no tengo duda: el retirado invicto peso completo profesional Rocky Marciano, quién defendió 6 veces su título y ganó 43 por KO casi el 90%  de sus 49 peleas como profesional fue para mí  el más grande peso pesado. Alí fue el que llevó a niveles nunca antes vistos  el alarde, la bravuconería y el espectáculo para ¨calentar ¨ las peleas y aumentar las bolsas.
Muchas de las personas que vieron pelear  a Rocky Marciano   han fallecido y la televisión  en su tiempo no tenía la difusión que tuvo en los tiempos de Alí
 Alí fue muy técnico en su boxeo y no parecía un peso completo por su estilo; sin embargo,  hoy critican a algunos boxeadores cubanos por  practicar esa técnica  del arte del boxeo en sus  peleas profesionales. Por otra parte, teniendo en cuenta a todas las divisiones del boxeo, ¿Podemos decir que Alí fue el más grande teniendo, aún hoy activo,  a Floyd Mayweather Jr?

 The Very Best Of - (Rocky Marciano)