Esteban Fernández: LA ELEGANCIA CUBANA.
27 de julio de 2018
Para darnos cuenta de la gran diferencia en la vestimenta en la Cuba de ayer y hoy sólo tenemos que fijarnos en las fotos.
Si el único medio de abastecimiento en Cuba fuera en las inexistentes tiendas y fábricas cubanas, los cubanos se vestirían de milicianos o con sacos de yute.
Los cubanos se visten con ropa proveniente de su parentela en el exterior, pero lo que mandan para allá es mierda o ¿ustedes conocen de un caso -o han visto fotos- de alguien que ha recibido un traje de dril cien, unos zapatos Florsheim, y corbatas de Donald Trump. No jodan, si hace poco vi una foto de un muchacho en Cuba que tenía puesto un t-shirt que decía: “Fuck the police”. No fue preso de milagro.
La tiranía odia la elegancia. Hace casi 60 años se vistieron de verde olivo y se han mantenido firmes en lucir como unos espantapájaros. De paso, se han obstinado en suprimirle la elegancia al pueblo cubano. Una de las poquitas sabandijas que trató de modernizarse fue Roberto Robaina y lo siquitrillaron.
Mientras tanto, aquí en el exilio tratamos lo más posible de mantener las tradiciones y la elegancia, los cubanos somos, o tratamos de ser, elegantes. Cuando usted asiste a una boda de personas “no cubanas” en California usted puede notar que allí hay gente con “una camisita y un pantaloncito” puestos, el cubano SI NO TIENE UN BUEN TRAJE no va a la boda. Ahí tenemos que ir EMPERIFOLLADOS.
Los cubanos nos preocupamos por las “combinaciones”. Jamás usted ve a un cubano con un par de zapatos negros y un cinturón carmelita puestos. Desde que nacemos escuchamos decir: “¡Eso no pega, chico!” Los colores deben “pegar”, deben coordinar, y desde que tenemos cinco años de nacidos ya sabemos, y nos creemos, que si no ponemos un pantalón verde y una camisa roja vamos a parecer “unas cotorras”.
¿Ustedes no se acuerdan que los hombre se mandaban a hacer sus trajes nuevos (anatómicos y fotométricos) en la sastrería “El Sol” de la Manzana de Gómez, en la foto modelando el gran Kid Chiocolate?”
Aquí de la única forma en que un compatriota se atreve a ir a un baile cubano con un “short y un t-shirt” es que sea una fiesta de Halloween y la gente suponga que “va disfrazado de norteamericano”.
Los cubanos tenemos “un código de ética” que nos indica cual es la vestimenta adecuada para cada ocasión, y podemos equivocarnos, pero (por sí acaso) preferimos “pecar de elegantes” que “pecar de andrajosos”. Es decir, que nos sentimos mejor si vamos a una fiesta en la playa en traje (donde todo el mundo está en trusas) que ir al teatro en trusa y encontrarnos que allí todo el mundo está trajeado.
Las cubanas en eso nunca fallan porque ellas usan el método infalible de dos días antes estar llamando a todas sus amigas preguntándoles: “Oye ¿y cómo tú vas a ir vestida a la fiesta del sábado?”. Las respuestas varían entre: “Chica, no te preocupes, puedes ir de sport” o “¡Muchacha, ponte todos los hierros que la fiesta va a ser A TODO METER!”
El domingo es el día en que todo el mundo aquí “anda como quiera”, es el día para descansar, para hacer deportes, para cortar la hierba, inclusive los que sus trabajos los obligan a la semana entera estar elegantes ese día andan como unos pordioseros. Sin embargo, para nosotros los cubanos el domingo es el día que “Dios hizo para extremar la elegancia”. Es un deber ENDOMINGARSE. Ese es el ONCENO MANDAMIENTO de nosotros los cubanos: La elegancia.
Preferimos el oro mejor que la plata, el oro debe ser de 18 kilates, y los cubanos somos los únicos seres humanos en el mundo que hemos logrado confeccionar (en Miami), comprar y usar GUAYABERAS que valen 200 dólares, y quizás mucho más… ¡Y hasta Ronald Reagan, siendo presidente (para estar a la altura de la elegancia cubana) tuvo que ir allí a comprarse una!
Por favor ¿se acuerdan ustedes que los genocidas nada más que nos dejaban sacar de Cuba DOS PARES DE MUDAS DE ROPA? Yo creo que en sus mentes obtusas y maquiavélicas se alegraban pensando: “¡Estos pobres diablos, antes de cuatro meses, van a andar todos encueros por las calles de La Florida!”
¡Qué equivocado estaban! ahora usted va a Miami y ve a los cubanos con relojes Rolex, montados en Mercedes Benz, con trajes de 500 dólares, con manillas de oro 18, con cadenones en el cuello de la Virgen de la Caridad y de San Lázaro!”
Y si las mariposas del exilio suben la parada y deciden llevar paquetes de “ropa demarca”, llegará el momento en que “¡Los únicos zarrapastrosos en Cuba serán los fidelistas y chivatos de quinta categoría!” Porque hasta el tirano a última hora antes de morir ya había entrado por el aro y se había puesto unos “Adidas” con peste a canguro tuberculoso.
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