viernes, julio 27, 2018

Un trágico mejunje, 10 y 26. Pedro Corzo sobre la supuesta relación entre el 10 de marzo de 1952 y el 26 de julio de 1953 y sus consecuencias


Nota de Pedro Pablo Arencibia,  Bloguista de Baracutey Cubano

El pueblo cubano en general no festejó ni bailó por el Golpe del 10 de Marzo de 1952, pero tampoco se opuso ni creyó que había que llorar por haberse llevado a cabo ese golpe de estado anticonstitucional que abriría a mediano plazo las puertas a lo peor de nuestra historia republicana: el Castrismo, aunque puntualizo que dicho golpe no fue la causa del Castrismo; fue sólo el motivo. Entre las causas del Castrismo  está   el irrespeto a las instituciones democráticas  y  la exaltación de la violencia como el camino para  reclamar derechos,  o supuestos derechos,   y la única vía heroica para solucionar los problemas.
Es conocido,  por los que hemos  profndizado un poco en la historia,  que tres  profesores ortodoxos no militares de la  Escuela Superior de Guerra,  miembros relevantes del Partido Ortodoxo:  Roberto Agramonte, Herminio Portell Vilá y Rafael García Bárcena habían conspirado con algunos militares (entre ellos el capitán García Tuñón) para darle un golpe de Estado al Presidente Carlos Prío Socarrás  con el conocimiento de Eduardo R. Chibás, el cual  se apartó de esos planes,  al igual que los tres profesores antes mencionados, al  Chibás creer posteriormente que podía alcanzar la Presidencia en las próximas elecciones de 1952 pero los militares de esa conspiración, en especial García Tuñón,   siguieron conspirando en la búsqueda de un líder político y civil que la encabezara hasta que lograron convencer a  Fulgencio Batista que a última hora se decidió ante el ultimatun de los militares que aunque él, Batista, no  se sumara al  golpe ellos lo darían. Existe también  la opinión que el Presidente Carlos Prío Socarrás  se dejó dar el ¨golpe de Estado¨ para que los ortodoxos no ganaran las cercanas elecciones. Una de las personas que tienen esa opinión  es el líder del Partido Ortodoxo de Cuba, el Doctor Luis Conte Agüero. En una entrevista dada al  destacado historiador  Dr. Antonio R. de la Cova se lee lo siguiente teniendo en cuenta que lo que está en letras negritas lo dice el Dr. De la Cova y lo que no está en letras negritas lo dice el Dr Conte Agüero .:

Yo lo que le estaba comentando antes de Prío no era que Prío de ninguna manera hubiera conspirado con Batista o tomaba a Batista en consideración para un golpe, si no que Prío, con oficiales militares afines a él...
“Es decir, que Batista se le hubiera anticipado.”
Es correcto.
“Le hubieran dado un golpe de mano, como se dice.”
Exacto.
“Batista trató de justificarse diciendo que Prío iba a dar un golpe de estado con un grupo militar. Yo no tengo informaciones al respecto. Mi criterio es que lo que hizo Prío fue dejarse dar el golpe de estado de Batista.”

Por otra parte, la revista Bohemia en un Editorial  exagerando las máculas del gobierno de Carlos Prío (ya que los dos últimos años, con su política de Los Nuevos Rumbos,  fueron muy  diferentes y mejores que  los dos primeros) expresó lo siguiente sobre el Golpe de Estado del 10 de Marzo  y sobre el  gobierno del Presidente Carlos Prío Socarrás: 

"Cayó como fruta podrida, casi por su peso, víctima de sus propias intrigas, de sus desiguales ambiciones y del desprecio por la opinión pública. Como otros trepadores, veía en el cargo una escalera para el rápido enriquecimiento. Dado a hablar en el momento de la acción, tortuoso en sus relaciones privadas, superficial en sus afectos, era tan inepto para el crimen, como condescendiente con los criminales".

Sobre la oposición al gobierno de Fulgencio Batista (el cual sería  elegido en las elecciones pluripartidistas del 1 de noviembre de 1954 según los códigos electorales por el que fue elegido constitucionalmente en 1940; para mí fue un gran error de Batista postularse) hay que tener el conocimiento y en cuenta que los líderes del Partido Ortodoxo y del Partido Auténtico (los dos partidos políticos mayoritarios en Cuba en ese momento) se había reunido y unido  en Montreal  para darle una salida  política al régimen de facto de Fulgencio Batista después de dicho golpe de Estado. El Pacto de Montreal era un peligro para las aspiraciones de Fidel Castro, el cual tenía tristes experiencias en los  procesos electorales estudiantiles y dentro del Partido Ortodoxo. Esa situación  compulsó a  Castro a hacer el ataque al Cuartel Moncada y así salir  a la palestra política nacional  como una figura significativa y descollante aunque  eso se llevara a cabo mediante   un gran número de mártires por lo descabellado del plan de ataque a la segunda fortaleza militar del país.

Hay que tener claro que una muy pequeña minoría del pueblo cubano se enfrentó decididamente al régimen de Batista y una muypequeña minoría defendió  decididamente  al régimen de Batista. La gran mayoría del pueblo cubano  se cruzó de brazos y al triunfar se fue con los vencedores, como lo han hecho muchos pueblos en la Historia,  ya que el derrotado no era peligroso.  La alegría  de gran parte del pueblo cubano al triunfar la Revolución  fue porque erróneamente creyeron (en parte por la falsa propaganda de Fidel Castro) que se acabarían los atentados terroristas revolucionarios  en tiendas, cines, cabarets, establecimientos comerciales,  tiroteos y las consecuentes  víctimas mortales,  así como los muertos producto de la represión policial  a ese terrorismo revolucionario que por  la independencia que siempre tuvo el Poder Judicial durante el régimen de Fulgencio Batista ya que  muchos autores de ese terror revolucionario  era presentados a los tribunales civiles mediante el recurso de habeas corpus,  y posteriormente  salián mediante fianza a la calle y de ahí a la clandestinidad urbana, al aeropuerto o a las guerrillas en el campo cubano.
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Un trágico mejunje, 10 y 26

Por Pedro Corzo
Julio 26, 2018.


 (El. Dr. Antonio de la Cova julio 26, 2018 escribe: La foto fue tomada en el vivac de Santiago de Cuba, el sábado, 1 de agosto de 1953, horas después que los rebeldes se entregaron en la finca de Manuel "Lelín" Leizán Montero. En la foto, de izquierda a derecha: Fidel Castro, Eduardo Montano Benítez (exiliado en EE.UU. en 1967), soldado Rafael Morales Gros con rifle Springfield, Juan Almeida, Armando Mestre, Oscar Alcalde, José Suárez Blanco, Francisco González Hernández y Mario Chanes de Armas (exiliado en EE.UU. en 1993) con camisa oscura.)


Ni el cronista más avezado hubiera podido imaginar que el fatídico golpe militar del 10 de marzo de 1952 desencadenaría en Cuba una serie de acontecimientos que derivarían en un proceso insurreccional que culminaría con el establecimiento en la isla de un régimen opresor sin precedentes en el hemisferio. Una dictadura totalitaria de sesenta años que acomodó al país en el foco de la Guerra Fría.

Ese desventurado 10 de marzo gestó el 26 de julio de 1953, inicio de la tragedia de la nación cubana. Justipreciando el ataque y la personalidad del individuo que lo gestó y condujo, se puede concluir que fue una jugada arriesgada de todo o nada, un peldaño fundamental en una escalada personal en procura de una imagen de héroe justiciero que todo lo podía y a todo vencía, y a quien la derrota, en caso de que fuera el resultado, serviría de bastón para otra trepada.

El cinismo y la maldad de Fidel Castro no conocían límites. Calculó los riegos personales en el ataque al Cuartel Moncada, y apreció que tenía muchas oportunidades para salir ileso. Estaba consciente que su fogueo entre las pandillas universitarias le aportaban la experiencia necesaria para sobrevivir.

Ante la derrota buscó amparo. El obispo de Santiago de Cuba, Enrique Pérez Serante, y el teniente del ejército, Pedro M. Sarriá Tartabull, le protegieron. Aprovechó al máximo el proceso judicial al que fue sometido. Su discurso de héroe encarcelado, pero no vencido, lo igualó de un golpe con los líderes políticos más destacados de la nación. La cárcel y los muertos que causó fueron el trampolín a la fama.

Fidel Castro, que desde sus tiempos de pandillero contó con una pequeña corte de incondicionales, paradójicamente nunca disfrutó de la confianza popular para ganar una de las varias posiciones electas a las que siempre aspiró, entre ellas, la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria y Representante a la Cámara.

Castro, que indiscutiblemente tenía una gran capacidad de sobrevivencia, a la vez que un instinto afilado para saber dónde radicaba el poder, pericias que demostró al salir ileso de las traiciones que le infligió a grupos del sangriento pandillerismo universitario como el MSR y la UIR, y el mismo ataque al Moncada, evidentemente concluyó que un ropaje de héroe le allanaría el camino para capitalizar a su favor el descontento nacional por el cuartelazo del general Fulgencio Batista, y la frustración de un sector político y social insatisfecho por el fracaso de la Revolución de 1933.

Su estrategia de combatir el gobierno de Fulgencio Batista con la fuerza no contó con el apoyo de la mayoría de los políticos tradicionales, muchos de los cuales se habían hecho conocer en la lucha armada contra la dictadura del general Gerardo Machado. Castro asumió que para irrumpir en la política nacional era fundamental un acto de grandes proporciones, que lo proyectara a todo el país. Obviamente estaba convencido de que era más fácil luchar con las armas que participar en una contienda electoral en la que el perdedor desaparecía sin gloria, y el ganador tenía que someterse periódicamente a la voluntad popular.

La realidad fue que la aplastante derrota y la prisión de los atacantes fueron el punto de partida sobre los cuales concurrieron una serie de elementos que condujeron al poder a los insurrectos, y a Castro disponer de un respaldo nacional sin precedentes con influencia casi de carácter religioso.

En la isla se ha establecido una nomenclatura que ha disfrutado sin interrupción del poder absoluto, que ha degradado tanto a la nación que el propio Raúl Castro dijo: “Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de 20 años de período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás”.

El totalitarismo es el principal responsable de la casi generalizada corrosión moral de la nación. En consecuencia, no se puede confiar que un proceso de sucesión comandado por el dictador designado pueda conducir al país a la libertad y la democracia.
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Dr. Antonio de la Cova habla del asalto al cuartel Moncada con Maria Elvira Salazar, Julio 26, 2004. Muy valiosas palabras de Orlando Castro para comprender las causas, no el motivo, del asalto al Cuartel Moncada