sábado, septiembre 15, 2018

Esteban Fernández: 17 PAJARITOS

17 PAJARITOS

Por Esteban Fernández
14 de septiembre de 2018


Ya había recibido el famoso telegrama brindándome con exactitud el día de mi salida de Cuba. No si ustedes han sentido esos sentimientos mezclados de alegría y tristeza al unísono.

Por una parte, estaba extremadamente contento de salir de aquel infierno en que habían convertido a Cuba.  Por la otra sentía un profundo dolor de tener que abandonar a la Patria, amigos y familiares.

Y lo que más me dolía era pensar en muchos coterráneos que se encontraban tras las rejas en detestables ergástulas. Algunos, como Gerardito González Dávila, cumpliendo largas condenas.

Como siempre me levanté la mañana el día antes de salir de Cuba, acto seguido de tomarme mi café con leche, salí al patio, a realizar mi acostumbrada labor de cambiarle el agua y darles alpiste a mis 17 pájaros.

Menos la pareja de tomeguines que yo había rudimentariamente cazado, todos habían sido comprados a “Pipe” Barros -hermano de mi tía política Carmela- en la tabaquería que quedaba al frente del parque central.

Como ni en ese trágico día mi padre perdió su sentido del humor me dijo: “Estebita, no olvides de cambiarle los pedazos de papel del periódico Revolución que yo consigo para que los pajaritos se caguen también en él”. Me reí.

De pronto me asaltó la idea: “Yo saliendo de esta gran prisión que era la isla de Cuba y mis queridos pajaritos se quedan encerrados”. Decidí abrirles las puertas. Como mi papá era quien verdaderamente los había comprado le pedí permiso. De lejos me gritó: “Sí, coño, Esteban de Jesús, suéltalos, dales libertad, nosotros antes de tres meses también nos vamos a liberar”.

Riéndome y llorando al mismo tiempo abrí las jaulas, todos salieron volando despavoridos, menos el Tomeguín del Pinar, mi favorito, se mantenía firme encaramado encima de su jaula. Yo trataba de espantarlo, y a él no le daba la gana de irse.

Me vi reflejado en él, yo tampoco quería volar a lo desconocido. Al fin se decidió y se lanzó como un bólido rumbo a la libertad, y yo también. Dicen que nunca regresó, y yo tampoco