'Tortura blanca': la Inteligencia venezolana aplica métodos cubanos y rusos a los presos políticos
'Tortura blanca': la Inteligencia venezolana aplica métodos cubanos y rusos a los presos políticos
DDC
Madrid
29 de Octubre de 2018
Lorent Saleh, activista venezolano por los derechos humanos y exprisionero político del régimen de Nicolás Maduro, reveló detalles de las torturas a las cuales fue sometido en los cuatro años que estuvo preso, hasta que el pasado 12 de octubre fue exiliado a España.
Saleh explicó, durante una entrevista que concedió al diario español El Mundo , que las diferencias que existen entre las torturas aplicadas en los centros de detención del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), conocidos como La Tumba y El Helicoide, ambos ubicados en Caracas, hacen suponer la "la mano extranjera de Rusia y Cuba."
"El Helicoide es lo criollo. Es la tortura física, es el golpe, es la corriente, es el bastón, es la madera. La Tumba es el aislamiento absoluto y el silencio. El Helicoide es el hacinamiento y la descomposición. En La Tumba estás tú con tus temores. En El Helicoide estás tú con los banqueros, con los narcos, con los 'picagente', con cientos de inocentes."
En sus declaraciones, el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2017 señaló que en prisión pudo ver "al ser humano en su estado más elemental y miserable. Como el judío que lleva a otro judío al horno. Eso ha conseguido el chavismo, la deshumanización más abyecta".
"Yo peleé tanto, como un loco, para conseguir cosas que a cualquiera le parecerían irrelevantes. Hice una huelga de hambre de 18 días para que me dieran un reloj. La Defensora del Pueblo me decía: '¿Dónde está escrito que un reloj es un derecho humano? ¿Dónde dice que debamos dejarle una mesita?'", relató.
Sobre las técnicas de tortura que le aplicaron, dijo: "Fui sometido a una técnica de aislamiento celular. Su objetivo es anular, uno a uno, todos los sentidos del preso, hasta que ya no sabe si está vivo o muerto. ¿Y sabe usted cuál es la única forma de averiguarlo? El dolor. Por eso quieres que te golpeen. Y por eso te golpeas a ti mismo. Contra el suelo. Contra los barrotes. Contra lo que sea. Buscando la sangre. Porque solo la sangre y el dolor te reafirman en que sigues existiendo."
Saleh rememoró los intentos de suicidio que cometió mientras estaba recluído en la temida prisión denominada La Tumba: "Lo intenté cuatro veces. Pero ahí entró en juego algo distinto. Llevaba más de un año en La Tumba. Sabía que el régimen no iba a soltarme y que yo no iba a ceder. Y tomé una decisión: mis carceleros ya no dormirían tranquilos; no verían relajadamente la televisión mientras yo estuviera ahí. Y así lo anuncié: 'Yo estoy dispuesto a matarme. Y si me mato ustedes van a ir presos. Y a sus jefes les dará igual. Los sacrificarán como insectos.' No era un: '¡Oh, ah, quiero morirme!.' Al contrario. Era mi último recurso. Como una huelga de hambre, pero más fuerte. Porque ellos debían saber que iba en serio. Mis intentos de suicidio fueron una forma de desafío a la dictadura."
"A partir de entonces, un funcionario tuvo que dormir en mi celda cada noche. Con un ojo medio abierto, aterrado. Una noche intenté colgarme de las rejas. Mi carcelero se despertó y se abalanzó sobre mí para salvarme ¡y salvarse! Otro día, volviendo del baño, le cerré la puerta en la cara. Le dije: 'Estoy cansado. Se acabó.' Y me volví a rajar."
"A los dictadores hay que desafiarlos. Para que sepan que no son dioses. Que también pueden sangrar y llorar y sufrir. Y que sus abusos tienen un coste, no sólo para los demás. Ésa es la verdadera resistencia: el desafío", refirió.
Ante la pregunta de cuál era el objetivo concreto de las torturas que le infligían, indicó: "Que denunciara a Antonio Ledezma, María Corina Machado, Leopoldo López o Álvaro Uribe. Con Uribe tenían una obsesión. Y yo era la pieza que les faltaba en su delirante narrativa: Colombia, los paramilitares, la oposición venezolana, los gringos. Algo parecido le ocurrió a Joshua Holt, un mormón americano con el que coincidí en (la prisión) El Helicoide. Lo detuvieron simplemente por ser catire —rubio— de ojos azules. El enemigo yanqui... Reforzaba su relato."
Sobre esa segunda prisión, adonde fue trasladado después de mucho tiempo preso en La Tumba, contó: "El Helicoide es la pura expresión del Estado mafioso. Ahí reina la extorsión, sobre todo económica. A niveles que nadie es capaz de imaginar. Hay presos que han llegado a pagar 200.000 dólares a cambio de una celda un poco mejor. Sus familias se han endeudado, y sus hijos y sus nietos. Y luego están los corruptos, reales y presuntos. El SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) sabe que Fulano tiene dinero. Le montan un expediente simulando un hecho punible, igual que a los presos políticos. Lo secuestran. Lo encierran. Lo torturan. La familia de Fulano no tiene adónde denunciar, claro, porque es la propia policía la que lo tiene secuestrado. Y entonces le dicen: 'Venga, Fulano, paga tanto'. Y Fulano paga."
Los horrores inenarrables de su presidio son parte fundamental del testimonio de Saleh.
"Yo he visto a hombres arrodillarse para que les golpearan. Y lo peor, lo más terrible y estremecedor, he visto a hombres no hacer nada frente al sufrimiento de otros hombres. He visto presos colgados tres días de una reja. Crucificados. Y a otros presos pasar a su lado, como si nada. He visto a reclusos prestarse para maltratar a otros reclusos, creyendo que así evitarían ellos ser maltratados. Y eso no sucedía, claro. También era maltratados. Y más todavía. Porque nadie, ni sus carceleros ni sus compañeros, confiaba ya en ellos."
Saleh fue liberado a pocos días de la sospechosa muerte del concejal opositor Fernando Albán, que fue detenido por el SEBIN cuando regresaba de reunirse con líderes políticos que se encuentran en el exilio. Las autoridades venezolanas dijeron que Albán se suicidó al lanzarse del piso diez del edificio donde se encuentran las oficinas de ese organismo represivo, pero la ONU y el Parlamento Europeo han reclamado una investigación independiente.
Sobre las extrañas circunstancias de su muerte, dijo: "Sospecho que lo lanzaron ya muerto, aunque lo mismo daría si se hubiera tirado él. También sería una víctima directa de la dictadura. Yo estuve en ese mismo piso diez, junto a esa misma ventana, y conozco la desesperación que podría llevar a un hombre a saltar."
Sobre las causas de su liberación, que algunas fuentes han vinculado a la intercesión del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, mediador en el conflicto político venezolano, Saleh dijo que ello era falso. "Zapatero no tuvo nada que ver con mi liberación. Yo soy libre por un cúmulo de factores. El primero, la lucha de mi madre. Luego, la presión de los periodistas, cuando ni siquiera los políticos querían hablar de mi caso. El trabajo de mis abogados. El apoyo del Parlamento Europeo, que el año pasado me concedió el Premio Sajarov. El debilitamiento del propio régimen. Y la ayuda de muchos países, incluida España."
Saleh calificó el actual régimen de Venezuela como un "Estado terrorista. Definitivamente. El régimen de Maduro se sostiene mediante el pánico, la violencia y el hambre. El hambre no es la mera consecuencia de un mal gobierno. Es una estrategia, y de las más efectivas, de sometimiento. El régimen tiene que subyugar a los venezolanos porque ya es incapaz de convencerles. ¿Cómo lo hace? Aprovechándose de su nobleza y profunda vocación democrática."
Saleh permaneció cuatro años secuestrado por el Gobierno de Nicolás Maduro sin nunca en ese periodo haber sido presentado ante los tribunales. Más que un detenido, el activista fue un rehén y sus denuncias concretas pudieran poner en el banquillo de los acusados a altos funcionarios venezolanos ante la Corte Penal Internacional de la Haya por delitos de lesa humanidad.
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