Los fantasmas del ayer
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Una tragedia sin cierre, tristemente recordada fuera y desconocida dentro, fundamentalmente por los más jóvenes
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Por Germán M. González
La Habana
25/01/2019
Por estos días el sitio oficialista Cubadebate publicó fragmentos del libro sobre el Che Guevara escrito por su viuda Aleida March, entre esos fragmentos se encuentra el tema de los fusilamientos durante los primeros años posteriores a la toma del poder por Fidel Castro y su equipo del que formaba parte el argentino y los hoy casi nonagenarios supervivientes que aún lo detentan.
En aparente coincidencia —en la Cuba oficialista eso no existe, todo es intencional— se celebra a bombo y platillo un aniversario de la denominada “Operación Verdad” con la consabida asistencia de los izquierdistas de siempre y un papel destacado para el complaciente Ignacio Ramonet que en sus
100 horas con Fidel no hizo preguntas incómodas y aceptó respuestas absurdas dándolas como buenas.
También se destacó Eusebio Leal, el mismo que recientemente recomendara al presidente de gobierno español que España no volviera a perder Cuba, nada menos que en fecha cercana a la conmemoración del fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina y ahora, cerca de otro aniversario, el de la masacre del teatro Villanueva, quien se dice católico y martiano, olvida el catecismo (art. 2267):la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona. Y al Apóstol en su artículo-ensayo rebatiendo la tesis de Aphonse Karr favorable a la pena capital (Obras Completas, t. 21). Cabe preguntarse ¿Leal a qué?
Los fusilamientos comenzaron con los llamados esbirros de Batista, es decir, los subordinados que no pudieron escapar, pues todos los jefes, incluido el general golpista huyeron a tiempo. Casi de inmediato continuaron con las primeras defecciones de luchadores por el restablecimiento pleno de la Constitución del 40 y el Código Electoral de 1943 que ante la frase ¿Elecciones para qué? se percataron de que se avecinaba una dictadura que las íntimas compañías de Fidel Castro y su alianza con los estalinistas del Partido Socialista Popular pronosticaba como pro soviéticas. Entre estos últimos hubo desde Comandantes y otros altos oficiales de los movimientos insurreccionales —incluido el 26 de Julio— hasta combatientes de fila.
Las víctimas que pertenecieron a las fuerzas represivas representaron menos del 5 % del total[1], la mayoría fueron excombatientes contra Batista y para unos y otros los “juicios” no contaron con garantías procesales y en muchos casos, sobre todo entre los primeros, se realizaron espectáculos vergonzantes, verdaderos circos romanos. Esta realidad es obviada por el oficialismo y sus intelectuales apologistas.
La legítima Operación Verdad sería esclarecer el destino de todos esos compatriotas inicuamente asesinados, conocer el contenido de los expedientes de esos “juicios” en los casos en que existan y así, con el reconocimiento pleno de los hechos pueden los cubanos todos continuar la vida nacional, tal como ocurrió en Sudáfrica bajo la genial intuición de Mandela o en los países sudamericanos donde se han reconocido las violaciones de ambas partes y llevados a juicio los responsable, es decir,
siempre que se han capturado, otros, como el chileno-boliviano Juan Lisímaco Gutiérrez Fishmann recibió la protección en Cuba de su exsuegro, Raúl Castro, y ha escapado a la justicia chilena, al menos hasta ahora.
Solo así, algún día, sin olvido, pero con reconocimiento de culpas y transparencia histórica, podrán los cubanos conocer el número verdadero de víctimas y sus circunstancias y entonces emprender la reconstrucción de la Patria. Recordar que para José Martí el odio no construye[2] y ese sentimiento es el que ha sobrado en el país en los últimos sesenta años.
Por último, debemos recordar que esa pena solo está en “moratoria”. El código penal cubano incluye la pena de muerte por múltiplrs causas y la constitución a aprobar el próximo 24 de febrero expresa en su Artículo 4, entre otras cosas que: La defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano. Y que: La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones. Por tanto, está abierta la posibilidad, si el partido&gobierno cubano lograra fortalecerse, de instalar los “tribunales revolucionarios” celebrar juicios sumarísimos y comenzar a fusilar, como en los años sesenta y setenta pasados.
El único antídoto para esa terrible posibilidad es un NO mayoritario a la nueva constitución el próximo 24 de febrero.
[1] Según el sitio WEB http://cubaarchive.org/database/ “Proyecto Verdad y Memoria” entre 1959 y 1961 ocurrieron 5.618 fusilamientos, de ellos solamente 452 eran miembros de las fuerzas batistianas y hasta el 2003, cuando la desaparición de la URSS y la presión internacional obligó a una moratoria al partido&gobierno cubano se han fusilado 9.540 personas. Esto representa el triple de las víctimas en Chile cuando la dictadura de Pinochet o en Cuba durante la de Batista.
[2]Obras Completas, t. 14, p. 496.
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