Esteban Fernández: LA LOMA CONTRA EL LLANO EN LA LUCHA CONTRA EL RÉGIMEN DE FULGENCIO BATISTA. La Huelga de Abril de 1958 y ¨el golpe de Estado¨dentro del M-26-7 de Fidel Castro en la reunión de Los Altos de Mompié
La huelga de abril de 1958: una traición de los comunistas y Fidel Castro
Por Pedro Pablo Arencibia
9 de abril de 2019
En enero de 1958 el dictador Fulgencio Batista había restaurado, después de un breve tiempo, las Garantías Constitucionales en el país, pese a la actividad subversiva existente. Según se lee en el libro oficialista “En el último año de aquella República” del autor Juan J. Abreu (un exoficial del MININT y funcionario entonces del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en esos años ochenta en que fue publicado dicho libro en Cuba), Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Centoz, que conllevara a una nueva imagen del régimen y a una solución no violenta a la situación política del país. En ese libro se lee que Batista en marzo de 1958 le propuso al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en las próximas elecciones del 1 de junio de 1958 junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos padecido la tiranía castrista este medio siglo, sabemos que la verdadera razón de la negativa de Fidel era que no quería Poder, sino todo el Poder y de manera vitalicia.
Esas elecciones generales eran las siguientes a las elecciones efectuadas el 1 de noviembre de 1954 en las que triunfó Batista cómodamente pero de manera ilegítima, por ir al retraimiento sus rivales políticos, siendo el último en retirarse de la contienda, el último día antes de las elecciones, el ex presidente Ramón Grau San Martín, quien planteó que las autoridades practicaban el acoso y la persecución de sus partidarios; algo por lo que anteriormente habían pasado los batistianos en sus campañas políticas cuando el autenticismo estaba en el poder. Por cierto, algunos partidarios de Batista le habían aconsejado después del Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 que, para mostrar su espíritu democrático, convocara a elecciones por propia iniciativa; otros consejeros le habían dicho que esperara a que la Oposición le pidiera que hiciera elecciones, para que no hubiera retraimiento. Batista se fue por la primera variante tan pronto como el país se normalizó después de la neutralización de las primeras conspiraciones y del asalto al Cuartel Moncada. Batista tomó posesión el 24 de febrero de 1955, restableció la Constitución, y otorgó amnistía a todos los prisioneros políticos y en particular a los Moncadistas, pese al voto en contra en la Cámara Baja del excuñado y ex amigo cercano de Fidel Castro, el Dr. Rafael Díaz-Balart, y en la Cámara Alta o Senado, del voto en contra del Senador Santiago Rey Pernas, aunque en los libros de las actas del Congreso cubano no aparecen esos votos y discursos en contra.
Pero volvamos a las elecciones del 1 de junio de 1958. Para evitar que esas elecciones se efectuaran, el Movimiento 26 de Julio incrementó sus sabotajes y asesinatos; el régimen respondió con sus sangrientas represalias; esto trajo como consecuencia la suspensión en marzo de 1958 de las Garantías Constitucionales y el aplazamiento de las elecciones. Las indicaciones para ese incremento de las acciones por parte del M-26-7 están dadas por Fidel Castro en su Manifiesto del Movimiento 26 de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, el cual también está firmado por Faustino Pérez.
Fidel Castro en dicho manifiesto plantea, según Carlos Márquez Sterling: que todas las fuerzas obreras y estudiantiles de la isla fueran a una huelga general, que sería apoyada militarmente por el Ejército Rebelde. Este manifiesto prohibía los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde el 1 de abril, y anunció que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo, decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto contrarrevolucionario. A los que que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los tribunales se les ordenó renunciar. A los militares se les advirtió que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran al Ejército Rebelde. El manifiesto terminaba pidiendo que la gente diera su apoyo a la campaña de exterminar a todos aquellos que sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad.
La Huelga del 9 de Abril fracasó producto de que el movimiento obrero, como casi siempre ocurrió, salvo excepciones muy notables, se mantuvo ajeno a la lucha contra Batista, al igual que grandes sectores del campesinado. La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) estaba controlada por Eusebio Mujal, un excomunista que estaba al lado de Batista desde 1952. Además, el apoyo del Ejército Rebelde fue bien discreto en todo el país; Fidel Castro varios años después del triunfo de 1959 dijo que él no estaba de acuerdo con esa huelga, pero que dio órdenes para apoyarla; parece que esas órdenes las dio con bastante tibieza y desgano pese a que él había sido el principal promotor de la misma desde finales de 1957. Roberto Solera ha escrito una gran verdad en unas observaciones que le hizo a un artículo aparecido en la revista digital Cuba Nuestra.nu: “La huelga fracasó por razones totalmente ajenas al apoyo o no del PSP, que no tenía fuerza alguna como grupo revolucionario”. En http://www.po.org.ar se lee: “El retroceso del PSP en el movimiento sindical era imparable: en el último congreso de la CTC antes del golpe de 1952, el PC dirigía sólo 20 de los 300 sindicatos representados”. Pero se puede decir más, el Partido Socialista Popular boicoteó la Huelga del 9 de Abril.
El Partido Socialista Popular en el manifiesto de 12 de abril de 1958, condenó la fracasada huelga del 9 de abril de 1958, llamándola «llamamiento unilateral». El 28 de junio de 1958, el Comité Nacional del PSP, en manifiesto suscrito por Juan Marinello y Blas Roca, pedían «unas elecciones limpias y democráticas para desembarazarse de Batista»; sin embargo, ya desde abril de 1958 se había fundado por Félix Torres el destacamento guerrillero Máximo Gómez, del Partido Socialista Popular, en las montañas de Yaguajay (mal armado y con muy pocas y pequeñas acciones combativas hasta casi el final de la guerra), y en julio de 1958 subía a la Sierra Maestra el destacado líder comunista Carlos Rafael Rodríguez para apoyar a Fidel Castro. En definitiva, el PSP jugaba con varias cartas para al menos salir ganando parcialmente con alguna de ellas.
Sobre las causas del fracaso de la Huelga del 9 de Abril, Faustino Pérez en http://bvs.sld.cu/ escribe:
“Al analizar los factores del fracaso, llegamos a la conclusión de que no son imputables al pueblo y ni siquiera a la organización, sino a lo siguiente:
a) Falta de clima previo, que debió ser producido por una serie de hechos violentos que hicieran que el paro no fuera más que la culminación lógica del mismo.
b) Método inadecuado para la convocatoria. Por querer mantener en secreto la fecha; para evitar que la dictadura tomara medidas especificas, no pusimos nuestros cuadros organizados a funcionar para que la consigna fuera llevada a todos los sectores y personas, creando con ese solo hecho cierta agitación y expectación indispensables.
c) La escasa intensidad que presentó el sabotaje eléctrico y de las plantas de radio, cuando se esperaba la supresión total de ambos servicios.
d) La actitud un poco cerrada que se mantuvo frente a la posibilidad de coordinación o colaboración por parte de otros factores.
A nuestro criterio, todos estos factores sumados tuvieron mucho que ver en este fracaso momentáneo del movimiento de huelga en La Habana.
En cuanto al resto de las provincias, hubo bastante respuesta en algunas, y en otras, como Oriente, la cosa fue casi total. Allí, y también en lugares de Las Villas y Pinar se mantiene e incrementa la lucha de guerrillas además de las columnas ya bien nutridas de las montañas orientales (...).
Si esa apreciación hecha en el 58 añadimos la precariedad de las armas disponibles, la no llegada de otras en las fechas previstas y el profundo quebranto recién sufrido por el Movimiento en La Habana por la caída de cuadros fundamentales de la organización como Gerardo Abreu “Fontán”, Sergio González, Arístides Viera y muchos otros, así como la débil gestión y voluntad unitaria del FON, tendremos, a nuestro juicio, las causas fundamentales de aquella trágica derrota (...)”.
Hasta aquí la enumeración de las causas por parte de Faustino Pérez. Ahora bien, yo me pregunto ¿Entonces por qué hacer ese llamado frenético el 12 de marzo para una huelga con menos de un mes para su preparación y ejecución?. Mi respuesta es que Fidel Castro estaba muy preocupado porque el triunfo de la revolución no pasara por sus manos y llegara a las manos de los combatientes “del Llano” o a los integrantes de la Resistencia Cívica (ambos grupos con ideología burguesa, según el Che Guevara) o a otro grupo que llevara también la lucha antibatistiana, o que quizás se llegara a una solución electoral con un nuevo gobierno de transición, lo cual invalidaría la lucha llevada a cabo hasta ese momento.
En ese mismo artículo Faustino Pérez escribe sobre el apoyo del Ejército Rebelde a la mencionada huelga:
“Sin contar las numerosas acciones de los frentes guerrilleros en apoyo a la huelga, que incluyeron la intrépida presencia de Camilo Cienfuegos en los llanos del Cauto, podemos mencionar como hechos mas significativos a través del país: el asalto a las emisoras nacionales y la transmisión por sus canales del llamamiento a la huelga general revolucionaria, el asalto a la armería de La Habana Vieja, la voladura de registros de electricidad, los paros y sabotajes en varias terminales del transporte, la quema de gasolineras y de vehículos, la interrupción del transito de entrada y salida de la capital, los sabotajes, acciones y paros en Guanabacoa, el Cotorro, Madruga, el asalto a la emisora de Matanzas dirigido por Enrique Hart, el descarrilamiento de trenes en Jovellanos, el ataque al cuartel de Quemado de Güines y la interrupción de la Carretera Central en Manacas, las acciones del Condado en Santa Clara, la paralización y el dominio absoluto de Sagua la Grande, el asalto y sabotaje a la planta eléctrica de Vicente en Ciego de Ávila, acciones diversas en Camagüey, y la paralización prácticamente completa de todo Oriente por la acción combinada de las fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad, incluido el ataque al Cuartel de Boniato por las milicias de Santiago de Cuba dirigidas por René Ramos Latour, "Daniel", sustituto de Frank en la Jefatura Nacional de Acción en la Sierra Maestra durante el ultimo combate del Movimiento, que después cayo heroicamente contra la ofensiva de la tiranía”.
Como hemos leído, Faustino Pérez enumera con sumo detalle las acciones llevadas a cabo por el M-26-7 “del Llano”, pero con respecto al apoyo de Fidel Castro y su ejército a la huelga, sólo nombra, lo que siempre se nombra en las clases y los textos oficialistas: la presencia de Camilo Cienfuegos y parte de su tropa en las llanuras del Cauto.
Los Castro dieron un ¨golpe de Estado¨ dentro de la Revolución después del triunfo revolucionario de enero de 1959 aunque ese ¨golpe de Estado¨ fue comenzado de manera visible desde la reunión de Altos de Mompié contra la vertiente ¨del llano¨ del Movimiento 26 de Julio, la vertiente más combativa y la que tuvo que enfrentar al cuerpo más represivo del régimen de Batista: la Policía Nacional. Esa reunión se llevó a cabo después del fracaso de la Huelga de Abril de 1958; huelga promovida por Fidel Castro en el Manifiesto de la Sierra Maestra de marzo de 1958 y posteriormente debilmente apoyada por sus fuerzas. En la reunión de Altos de Mompié, el 3 y 4 de mayo de 1958, se reunieron: Fidel Castro, René Ramos Latour, Faustino Pérez, Marcelo Fernández, Vilma Espín, Haydeé Santamaría, David Salvador, Ñico Torres, Celia Sánchez y Luis Buch, así como el Che Guevara, que había tenido ciertos roces con Ramos Latour por sus diferencias ideológicas y la arrogancia del argentino. Fidel le echó toda la culpa del fracaso a la vertiente ¨del llano¨ cuando realmente Fidel Castro y Faustino Pérez llamaron ambos a destiempo a dicha huelga y René Ramos Latour había objetado que no habían armas suficientes pero Faustino Pérez (expedicionario del Granma y subordinado de Fidel Castro) dijo que llegarían en una posteriormente fracasada expedición de ¨El Corojo¨.
Si bien la huelga fue un fracaso en su objetivo de derrotar a Batista, para Fidel Castro fue una victoria, ya que muchos de los líderes del M-26-7 de la lucha en las ciudades y pueblos. o sea, “del Llano” murieron (fueron más de un centenar los combatientes caídos y entre ellos Marcelo Salado, Jefe de Acción en la capital), y el M-26-7 de “la montaña” se impuso entre esas dos fuerzas. Debo señalar que muchos de los combatientes “del Llano” eran personas anticomunistas y de extracción de clase media, con cierta cultura que no les permitía ser engañados tan fácilmente como los campesinos de tierra adentro.
Sobre esos roces y las diferencias ideológicas dentro del M-26-7, el destacado historiador Rafael Rojas en su artículo El Crimen de un Pacto escribe los siguientes cinco párrafos:
“En una carta del 31 de agosto de 1957, Guevara proponía a Fidel que, para evitar que ''lidercillos de baja calidad moral e intelectual trataran de suceder a Frank'', se enviara a Santiago a un hombre de la Sierra como Raúl, Almeida, Ramirito o él mismo. Varias semanas después, comenzó un intercambio epistolar sumamente tenso entre el propio Guevara, Fidel y Raúl Castro, de un lado, y Ramos Latour, del otro, en el que los primeros acusaban a este último de haber ''abandonado'' a la Sierra y de confiar en pactos con los ''politiqueros'' de la ortodoxia y el autenticismo.
Daniel se defendió en su correspondencia y durante una visita a la Sierra, en octubre de 1957, aduciendo siempre que la ''lucha no debía circunscribirse única y exclusivamente a las montañas''. La polémica con Guevara llegó a niveles de gran intensidad retórica e hizo evidente, desde entonces, que el comunismo de Guevara y la socialdemocracia de Ramos Latour eran dos ideologías en pugna por el futuro de Cuba. No hubo otro momento en que aquel conflicto, que sólo habría tenido solución en una Cuba socialdemócrata, quedara más claramente expuesto.
En una carta del 14 de diciembre de 1957, Guevara escribía a Daniel: ''Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas del imperialismo''. Más adelante, confesaba que se ''avergonzaba'' de haber pensado que Fidel era un líder de derecha -“lo que ustedes representan”-, ya que la reacción de Castro contra el Pacto de Miami lo había convencido de que éste estaba “por arriba de su clase”.
Daniel responde a Guevara el 18 de diciembre de 1957: ''Los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio yanqui por medio del no menos nocivo dominio soviético''. En aquella misma carta, Ramos Latour agregaba que la ideología del Movimiento 26 de Julio se inspiraba en el pensamiento político de José Martí, que consistía en hacer de Cuba un país democrático y próspero, pero con justicia social, y que los pactos con otras fuerzas opositoras eran necesarios y saludables.
El creciente rechazo de los jefes de la Sierra a los líderes del llano no tenía que ver, fundamentalmente, con la queja de que no llegaban recursos, que nunca dejaron de enviarse, sino con la política de entendimiento con los dos principales partidos de oposición -el Ortodoxo y el Auténtico- y de diálogo permanente con diplomáticos norteamericanos. Armando Hart, que presumía de su radicalismo, escribió en una carta del 16 de octubre a Castro: “He estado en contacto con círculos íntimos de la embajada [...] Muchas personas vinculadas a nosotros, pero que no aparecen como tales, fueron a conversaciones con el propio embajador”.
En esa reunión de Altos de Mompié los errores cayeron fundamentalmente en Faustino Pérez y en David Salvador, y el grupo de Fidel Castro tomó ya para siempre el mando de ese movimiento, subordinando de hecho al movimiento clandestino del M-26-7 a sus órdenes, poniendo al frente de los mandos provinciales a individuos de su confianza, aunque no fueran los más capaces.
Como último detalle, apuntaré que René Ramos Latour “Daniel” con méritos más que suficientes para tener el grado de Comandante, fue ascendido sólo a capitán del Ejército rebelde y mandado a cumplir múltiples arriesgadas misiones, hasta que cayó en combate.
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