domingo, enero 12, 2020

Andrés Reynaldo: Otro rincón para Martí. Las reacciones por las pintadas del grupo Clandestinos contra imágenes y bustos de José Martí vienen a recordar la urgencia de un postergado debate.



Otro rincón para Martí

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Las reacciones por las pintadas del grupo Clandestinos contra imágenes y bustos de José Martí vienen a recordar la urgencia de un postergado debate.
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Mausoleo funerario de José Martí, Santa Ifigenia, Santiago de Cuba. ONLINE TOURS

Por Andrés Reynaldo
Miami
11 Ene 2020

Las  reacciones por las recientes pintadas del grupo Clandestinos  contra imágenes y bustos de José Martí y Fidel Castro, juntos y por separado, vienen a recordar la urgencia de un postergado debate.

Sabemos que el pensamiento de Martí ha sido manipulado por Fidel. Esa obsesión comparativa concluye con el depósito del esotérico mojón castrista a pocos pasos del mausoleo martiano en el Cementerio de Santa Ifigenia.

Una vez reconocido que es una apropiación oportunista, sostenida por la propaganda y la educación de un régimen totalitario, a despecho de la inequívoca aspiración libertaria del prócer independentista, quedan en pie ardientes preguntas: ¿Hay algo en ese pensamiento que tolera la apropiación? ¿La sacralización del héroe muerto facilita la sacralización del héroe vivo?

(Tumba de las supuestas cenizas de Fidel Castro Ruz al lado del Mausoleo a José Martí)

Las respuestas, quizás, no estén en nuestro inmediato horizonte. Esos debates, lleven a donde lleven, forman parte de una lenta construcción intelectual. Obviamente, a Martí no podemos hacerlo responsable de 61 años de castrismo. A pesar de las ambigüedades y contradicciones de su pensamiento. Fidel, creo yo, le hubiera parecido una abominación, un sanguinario payaso.

Asimismo, el afán de Martí por la imposición revolucionaria, rechazada por la mayoría de los cubanos a fines del siglo XIX, no partía de una voluntad programática de dominio. Para empezar, carecía del aguzado instinto de conservación que distingue a los dictadores. Su caída en Dos Ríos, después del amargo encontronazo de La Mejorana, tiene el aura de un suicidio por fuego enemigo.

(Composición fotográfivca con el Mausleo a José Marti, Varias de las fotos y comentarios fueron añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)

Esta imposición revolucionaria apenas le sobrevive dos años. Muy lejos de ser un especialista, como interesado lector de nuestra historia no encuentro un dato que me convenza de la efectividad militar de los mambises frente al combinado poder de soldados españoles y voluntarios en 1897. Transparente, sin embargo, es el rechazo a la estrategia de tea incendiaria, a la "guerra necesaria", que destruyó, tal como destruiría Fidel en 1959, una era de prosperidad.

Vengan a mano unos pocos detalles. En carta del 28 de abril de 1897, ya el general Calixto García sugiere al general Máximo Gómez la disolución de  la tropa independentista. En noviembre, España concede la autonomía (lamentablemente tardía) con igualdad de derechos para insulares y peninsulares. La única protesta significativa procede del bando integrista que se manifiesta en Nochebuena frente al Diario de la Marina, al grito de "¡Viva Weyler!"

El 1 de enero de 1898 entra en funciones el Gobierno autonomista, elegido por el 80% de los votantes. A los tres meses, reducido el número de soldados españoles en la Isla, el capitán general Ramón Blanco Erenas decreta unilateralmente el fin de las hostilidades. Repito: unilateralmente. Sin tomar en cuenta la amenaza contraria.

Hugh Thomas cita en su magnífico Cuba: la lucha por la libertad (Debate, Barcelona, 2004), las observaciones del magnate y filántropo norteamericano Edwin Atkins.

"No encuentro oposición a la autonomía en ninguna parte, sino que ahora se difunde por toda la comunidad una opinión general favorable a la anexión […]", dice Atkins. "Todos los cubanos de categoría temen la independencia".

Pasarán más de 20 años, hasta que vuelva a ser reflotada la imposición revolucionaria y cobre auge la sacralización de Martí. Revolucionarios y martianos serán figuras tan disímiles como Julio Antonio Mella y Fulgencio Batista, Blas Roca y Gerardo Machado, Rubén Martínez Villena y Jorge Mañach.

Pomposos en la retórica, confusos en sus postulados y, con frecuencia, brutales en sus propósitos, pistoleros y presidentes, sindicalistas y policías, comunistas y anticomunistas, abrazarán en Martí una universal coartada patriótica y el mito compensatorio a las deficiencias de nuestra identidad.

Aun así, el desarrollo de la economía y la sociedad al margen de la turbulencia política, había mermado ya para 1953 el prestigio de la imposición revolucionaria. "Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario", diría Fidel con extraordinario tino en el juicio por el asalto al Moncada. La realidad había estado a punto de ganar la partida.

Quiero pensar que a Martí, muerto a los 42 años, le hubiera sobrado el coraje y la humildad para caminar sobre los escombros de un nacionalismo mesiánico que partía del inmaduro desconocimiento de la idiosincrasia de las gentes y las potencialidades del país, el anclaje en el obtuso marco intelectual de la España decimonónica y un craso, a todas luces deliberado, error geográfico.

Las virtudes para emprender ese viaje estaban en su carácter, brillan en lo mejor de su obra. ¿Por qué no acabamos de echar a andar nosotros?
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JOSÉ MARTÍ. REDESCUBRIR SU ENSEÑANZA EN SU REAL DIMENSIÓN.
 
Doctor Alberto Roteta Dorado.
27 de enero de 2018

Santa Cruz de Tenerife. España.- Siempre que se aproximan fechas como el 28 de enero y el 19 de mayo, días del nacimiento y de la muerte de José Martí, el más trascendental de los cubanos de todos los tiempos, me pregunto qué escribir sobre el colosal héroe de Dos Ríos toda vez que a través de los años y durante más de un siglo – tiempo aproximado en que se comenzó a rescatar, reunificar y difundir su extraordinaria obra– muchos se han dedicado a investigar numerosos aspectos de la vida y de la enseñanza del considerado Apóstol de Cuba.

Sin embargo, a pesar de que existen cientos de escritos publicados y unas cuantas biografías y textos valiosos que intentan esclarecer aspectos de su enseñanza, aun queda mucho por hacer en relación con la obra martiana, no así con su biografía, que ha tenido mejor suerte toda vez que ha contado con el aporte de investigadores serios y apasionados estudiosos de la vida del Maestro.

De modo que es justamente en la obra de José Martí donde hemos de detenernos con discernimiento, mente abierta y una postura de liberalidad extrema si es que queremos que prevalezca en su verdadero sentido, y no de manera forzada, fraccionada, adaptada y adulterada, como lamentablemente, algunos han pretendido mostrar desde posiciones diametralmente opuestas al pensamiento del autor de Versos Libres.

Con la llegada del castrocomunismo a Cuba, hace ya seis décadas, una oleada de intelectuales serviles a la “causa” de la llamada revolución cubana se ocuparon de complacer a los líderes del régimen mostrando una imagen martiana bien distinta y distante de la realidad del pensamiento del más trascendental de nuestros políticos y escritores.

La idea demasiado sobredimensionada de un Martí antiimperialista, los intentos de asociarlo al dictador Fidel Castro y otros líderes del comunismo internacional (Fernández Retamar lo comparó con Ho Chi Minh), la fracasada hipótesis de un Martí socialista a pesar de su postura democrática y de sus fuertes críticas hacia ese sistema, así como las pretensiones de presentarlo al mundo como un hombre materialista y ateo – como hubieran querido los comunistas cubanos que fuera Martí, que en realidad fue un idealista puro, racionalista definido, y de elevado sentido de verdadera religiosidad–, son algunas de las disparatadas concepciones que han prevalecido durante más de medio siglo de comunismo en la isla.    

Conviene precisar ciertos puntos que siempre resultan polémicos al abordar la enseñanza del autor de Versos Libres. 

1. José Martí fue un hombre y no un santo, místico o iniciado en los misterios; con lo que no debe quedar lugar para la duda respecto a ciertas absolutizaciones que con frecuencia se hacen en torno a su enseñanza. En su obra están contenidas grandes verdades en relación con la vida, el hombre y el universo, a la existencia de vida inteligente en otros mundos, a la idea de la infinitud del universo como plano ilimitado (lo que lo asemeja a Giordano Bruno), a la pre-existencia y post-existencia del alma (defensor de las concepciones sobre la reencarnación), al concepto de lo múltiple y lo uno, amén de su peculiar visión sobre lo sintético y armónico y la filosofía de las relaciones (con lo que se aproxima al pensamiento del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause); por solo mencionar algunas ideas limitadas a su pensamiento filosófico. Sin embargo, en su obra el lector y los estudiosos no encontrarán toda la verdad, esto es, no podemos dejarnos arrastrar por la pasión por mucho que amemos al colosal hombre cuasi bendito que escribió sobre todo y que habló de todo, por cuanto, como hombre – aunque más allá del promedio humano–  su enseñanza puede tener vacíos, sesgos y limitaciones. El propio Martí jamás se autoproclamó como un místico o iniciado en los misterios de la sabiduría.

2. Su pensamiento no puede estudiarse e interpretarse de modo descontextualizado, ni de manera independiente a los principales aspectos de su corta, pero fecunda vida. Cada arista de su pensamiento guarda una relación directa o indirecta con cierto acontecimiento trascendental de su vida  (causa-efecto). Por ejemplo, sus obras El Presidio Político en Cuba y La República española ante la revolución cubana, publicadas en España, recién llegado a la península luego de su primera deportación de Cuba, son el resultado de sus experiencias de juventud ligado a la defensa de la libertad de Cuba. De manera particular El Presidio Político en Cuba constituye un documento imprescindible que las generaciones actuales de cubanos deberán redescubrir y valorar en su real dimensión. La utilización de manera aislada de algunas frases de su autoría, y de otras atribuidas a Martí como autor, ha traído como resultado que cada cual utilice su pensamiento según la ocasión, la circunstancia, y lo peor, de acuerdo a su conveniencia. De ahí que los comunistas cubanos han querido adueñarse de su sagrado pensamiento presentándolo adulterado y acomodado de acuerdo a la idea que pretendan defender. La palabra martiana les ofrece cierta legitimación, algo tan buscado para afianzarse bajo el ropaje de un nacionalismo que desconocen en su verdadero sentido y en su trascendental esencialidad. La célebre frase: “Con todos y para el bien de todos”, a la que continuamente se acude, es pues un ejemplo en este sentido. Se acomoda a ciertos intereses rutinarios del decadente régimen y la repiten sin cesar, aun cuando desconocen que el Bendito Apóstol cubano la pronunció durante uno de sus más trascendentales discursos en Estados Unidos, exactamente en el Liceo Cubano en Tampa. Dicha frase entresacada de su contexto puede ser utilizada para lo que se les pueda ocurrir, lo mismo a las juventudes comunistas de la isla, que a los altos mandatarios, quienes generalmente son ignorantes y desconocedores de la obra de José Martí. La frase siempre deberá ser citada con las palabras que le preceden, esto es: “Alcémonos, para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: Con todos, y para el bien de todos". Por solo citar un ejemplo entre los tantos que suelen utilizar los manipuladores de su enseñanza. Recordemos las célebres: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”, y “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, a las que se acude constantemente fuera de contexto, y por lo tanto, con pérdida de su verdadero sentido.

3. Es necesario retomar el legado martiano en su verdadero sentido, es decir, apartado de la maléfica influencia del comunismo y del marxismo cubano impuesto desde los tiempos iniciales de la llamada revolución cubana. José Martí es el símbolo de la nación cubana y cualquier asociación con los sucesos que precedieron o han tenido lugar durante las casi seis décadas del socialismo en Cuba constituye un agravio al más colosal de los cubanos. Deberá suprimirse de una vez y para siempre la asociación que el delirante dictador Fidel Castro impuso entre el aglutinador de los luchadores cubanos del fin del siglo XIX y cualquier suceso en relación con los hechos sucedidos a partir de 1959, o que de manera previa, como es el caso de los asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en 1953, estuvieran en relación con la revolución castrista (por la absurda y delirante idea de Fidel Castro de declarar al Maestro como autor intelectual de sus acciones terroristas). Los fracasados asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes fueron acciones de carácter terrorista que no deben manchar la inmaculada imagen del Apóstol cubano.

4.- El pensamiento humanista, profundo, impregnado de la esencia de un idealismo asimilado desde su niñez y afianzado definitivamente durante su juventud bajo la influencia del Krausismo Español y del misticismo del filósofo español Jaime Balmes, se aparta demasiado de las malévolas ideas del dictador cubano Fidel Castro, autoreconocido como ateo, marxista y comunista en contraposición con el idealismo martiano y su peculiar sentido de la religiosidad; sin que olvidemos que, mientras el Apóstol resumió en los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano la idea de una guerra necesaria, la cual debería hacerse con inmediatez según su concepción de que “la guerra no ha de ser para el exterminio de los hombres buenos, sino para el triunfo necesario de los que se oponen a su dicha”, el delirante dictador Castro se mantuvo incitando a numerosos gobiernos de Latinoamérica y África a asumir actitudes guerreristas, siendo el responsable máximo de la muerte de centenares de jóvenes cubanos, a los que envió como soldados a territorios africanos como parte de la política expansionista de su régimen, aunque bajo el ropaje del internacionalismo proletario, el anticuado principio comunista copiado de los soviets. La infinita bondad y el sentido de la justicia de José Martí están bien distantes de cualquier fechoría de un narcisista y megalomaníaco ser que destruyó completamente a la nación cubana, cuyo desempeño estuvo caracterizado por una serie secuencial de errores, reveses y derrotas, hechos que le hicieron acudir de modo premeditado a la sagrada imagen del más extraordinario de los cubanos, que cual escudo auxiliador le sirvió como talismán en sus fechorías. 

Con estos puntos bien precisados resulta imprescindible que los cubanos actuales intentemos acercarnos al estudio de la obra del Maestro, cuyo aniversario 166 de su nacimiento estamos recordando un día como hoy 28 de enero.

La sabia palabra del Apóstol podrá conducirnos por los intrincados senderos de la complejidad humana en sus diversas aristas, y más allá de su entorno social poder penetrar en la “excelsitud del orbe espiritual” del universo.  Esto nos permitirá llegar a asimilar esa concepción que José Martí definió como “el universal sublime armónico sintético conjunto”. Esto nos hará libres, pensadores profundos y hombres de acción, con lo que honraremos verdaderamente al Maestro y Apóstol.
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MARTÍ: UN ACERCAMIENTO PUNTUAL

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

"El animal anda en manadas; el hombre con su pensamiento libre."
J. Martí (Tomo II, 52)


Martí, un hombre real

José Julián Martí y Pérez ha sido una de esas personalidades de la historia de las que muy pocas veces se ha hecho una valoración objetiva y real.

La persona de José Martí fue deshumanizada (sobre todo después de su muerte) por parte de sus adoradores, los cuales no deben confundirse con aquellas personas que lo veneran, o sea, que le ofrecen un culto de veneración: amor y respeto. José Martí fue una persona con muy admirables, altos y positivos principios éticos que acompañaba con su actuar, pero no fue un santo; no fue perfecto como tampoco lo somos ninguno de nosotros. Recordemos que, a los cristianos, la santidad nos la da Dios como gracia, pues ninguno de los seres humanos llegamos por nuestros méritos a ella; en nuestra vida a lo más que llegamos, con la ayuda de Dios, es a una santidad ¨aproximada¨ e imperfecta. No está demás señalar que los cristianos solamente debemos darle culto de adoración a Dios, el cual es un Dios único y trino que frecuentemente identificamos con Cristo: la Persona divina del Hijo hecho hombre; Verdad y Vida y el único Camino para llegar al Padre.

Martí y el socialismo

Pero si su persona ha sido manipulada y reducida en toda su riqueza y complejidad humana mediante sensibles silencios, su ideario ha sido aún más usado, manipulado y podado de incómodos señalamientos; aunque hay determinados períodos de nuestra historia patria donde esto se ha manifestado más que en otros. Algunos ejemplos los podemos ver en su carta del 29 de mayo de 1883. En dicha carta Martí habla positivamente del fundador del marxismo pero desecha los métodos propuestos por Marx basados en la lucha de clases.

¨ Ved esta gran sala. Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas, se ha de hallar salida a la indignación, de modo que la bestia cese, sin que se desborde, y espante…¨ (Tomo 9, 388)

y escribe más adelante:

¨ …Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa ¨ (Tomo 9, 388)

advierte:

¨… Son los rusos el látigo de la reforma: mas ¡no!, no son aún estos hombres impacientes y generosos, manchados de ira, los que han de poner cimiento al mundo nuevo: ellos son la espuela, y vienen a punto, como la voz de la conciencia , que pudiera dormirse: pero el acero del acicate no sirve bien para martillo fundador¨ (Tomo 9, 388-389)

En su crítica sobre la obra ¨ La Futura Esclavitud¨ de Herbert Spencer, Martí también plantea sus objeciones sobre el socialismo; una de esas objeciones es:

¨…De ser siervo de sí mismo, pasará el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios.¨(Tomo 15, 391)

En sus cartas públicas y personales nuestro Apóstol también hace fuertes críticas al socialismo; estas cartas han sido muy poco divulgadas en nuestro país. En la carta al Director de La Nación del 9 de enero de 1890 plantea:

¨…Cada pueblo se cura conforme a su naturaleza, que pide diversos grados de la medicina, según falte este u otro factor en el mal, o medicina diferente. Ni Saint-Simon, ni Karl Marx, ni Marlo, ni Bakunin. Las reformas que nos vengan al cuerpo. ¨ (Tomo 12, 378)

Y en la carta personal a Fermín Valdés Domínguez de mayo de 1894 señala:

¨…Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras:-el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, - y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados…¨(Tomo 3, 168)

Martí: demócrata y liberal

José Martí fue un destacado liberal del siglo XIX, entendiendo como liberalismo a aquella corriente de pensamiento filosófico, económico y de acción política que propugna limitar al máximo el poder coactivo del Estado sobre los seres humanos y la sociedad civil. A continuación expondré algunos fragmentos de su ideario que muestran su carácter profundamente democrático y liberal.

¨ La independencia de un pueblo consiste en el respeto que los poderes públicos demuestren a cada uno de sus hijos.¨ (citado por Pichardo en 317)

Para Martí la independencia no solamente no existía cuando una Metrópoli no respetaba los derechos de los habitantes de la Colonia; tampoco se era independiente cuando los poderes públicos de una nación, desempeñados por nacionales o por extranjeros, no demostraban respeto hacia cada uno de sus hijos. Observemos que ese respeto, según Martí, debía ser para cada uno de sus hijos y no para una parte, pues el concepto de pueblo para Martí no era sectario:

¨ Un pueblo es composición de muchas voluntades, viles o puras, francas o torvas, impedidas por la timidez o precipitadas por la ignorancia. Hay que deponer mucho, que atar mucho, que sacrificar mucho, que apearse de la fantasía, que echar pie a tierra con la patria revuelta, alzando por el cuello a los pecadores .... hay que sacar de lo profundo las virtudes ..¨.

Para Martí si en la nueva república no se iba a respetar el carácter entero de cada uno de los hijos de la nación, no valía la pena ir a la supuesta lucha libertaria:

¨... O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre; - o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para acorralarlos. ¡ Para ajustar en la paz y en la equidad los intereses y los derechos de los habitantes leales de Cuba trabajamos, y no para erigir, a la boca del continente, de la república, la mayordomía espantada de Veintimilla, o la hacienda sangrienta de Rosas, o el Paraguay lúgubre de Francia !...¨ (Tomo 4, 270)

En el monumento al Apóstol que hay en la ciudad de Pinar del Río se lee un aforismo que también habla de su carácter profundamente liberal:

¨De la independencia de los individuos depende la grandeza de los pueblos¨

Para Martí no sólo la grandeza de un pueblo estaba supeditada a la independencia de los individuos; para el Mártir de Dos Ríos la soberanía de una nación radicaba en sus hijos y no en su gobierno. Es más, Martí asociaba el concepto de patria al de libertad:

¨ Y no constituye la tierra eso que llaman integridad de la patria. Patria es algo más que opresión, algo más que pedazo de terreno sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas.¨ (Tomo 1, 93)

Por eso en un artículo a raíz de la muerte del poeta Julián del Casals, Martí escribe que no tiene patria hasta que la conquiste.

Su característica liberal de estar opuesto a que las estructuras del poder coactaran la libertad de los individuos, hizo que Martí rechazara profundamente al caudillismo.

Martí en contra del caudillismo

La experiencia latinoamericana en lo relativo a las luchas intestinas y fratricidas que siguieron a la liberación del yugo español de ciertas naciones de América del Sur y la desconcertante experiencia de ver que varios de sus libertadores se convirtieron posteriormente en dictadores de sus pueblos, dejaron en Martí una impronta tal, que él prefería que Cuba siguiera siendo colonia española, antes de que cayera en manos de caudillos:

¨Y no quiero a mi patria ¡no! víctima de capataces. La prefiero esclava de los demás a verla esclava de sus hijos.¨ (* citada por Pichardo, 189)

El 20 de octubre de 1884, y después de un incidente desagradable con Máximo Gómez, Martí le escribió al dominicano su determinación de:

¨no contribuir en un ápice por el amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo¨ (Tomo 1, 177)

En esa misma carta definió bien claro, como buen liberal, que la búsqueda de las libertades públicas son la única razón por la que se puede iniciar una lucha:

¨¿Qué garantías pueden haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar a un país a la lucha, sea mejor respetada mañana? ¿Qué somos, General? ¿ Los servidores heroicos y modestos de una idea que nos calienta el corazón, los amigos leales de un pueblo en desventura, o los caudillos valientes y afortunados que con el látigo en la mano y la espuela en el tacón se disponen a llevar la guerra a un pueblo, para enseñorearse después de él ?¨ (Tomo 1, 178)

En su artículo del 18 de agosto de 1888 titulado El General Sheridan, Martí al alabar a Sheridan, alabó a todos aquellos luchadores que dejando generosamente a un lado su ambición de poder, dan paso a otros por el bien de la nación:

¨ Te defendí ¡ oh patria ! en la hora de necesidad; pero no te perturbaré en la hora de la paz con mi ambición, porque me diste vida para defenderte y ocasión para ganar gloria; ¿ haré yo de mi valor ¡ oh patria ! un látigo, y de tí haré mi caballo ? Así no habló Sheridan, que no era hombre de palabras finas; pero obró así, que es mucho mejor que hablar¨ (Tomo 13, 120)

Martí, como ya vimos en la tercera cita de este subtítulo, no quería que Cuba se convirtiera en la finca particular de un caudillo como había sucedido en otros países iberoamericanos después de concluidas las guerras contra la Metrópoli, pero para Martí no sólo los caudillos eran merecedores de fuertes críticas; también los pueblos llevaban su parte. En el segundo volumen de la edición de las Obras Completas de nuestro Apóstol, publicadas en el centenario de su nacimiento, y en sus páginas 50 y 51 se lee:

¨ De hombres que no pueden vivir por sí, sino apegados a un caudillo que los favorece, usa y mal usa, no se hacen pueblos respetables y duraderos.¨

Y con vistas a una convención de clubes independentistas donde se discutirían múltiples temas, manifestó:

“ … ¡que los pueblos no son como manchas de ganado, donde un buey lleva el cencerro, y los demás lo siguen .! ” (Tomo 2, 17)

Martí no sólo criticó el control de un país por un caudillo; también criticó el control político de la nación por un solo partido político:

¨ Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido¨ (Tomo 20, 25)

Y para Martí, según plantea en ¨Tres Héroes¨ en la conocida obra La Edad de Oro:

¨Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.¨

A raíz de la ascensión del Partido Republicano estadounidense al poder en 1883, escribió sobre lo conveniente que era para una nación que un partido político no permaneciera mucho tiempo en el poder:

¨ La libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en fórmula banal. El mismo campo que cría la era, cría las ortigas. Todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en casta. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas; las castas se entrebuscan y se hombrean unas con otras.¨ (Tomo 9, 340)

Es cierto que Martí fundó un solo partido, nadie funda más de un partido a la vez, pero ese partido por las bases tan amplias que tenía, no era excluyente; se fundó con el único propósito de llevar la independencia a Cuba y Puerto Rico. En el Partido Revolucionario Cubano (PRC) había personas de todas las tendencias políticas: demócratas, anarquistas, socialistas, etc.; bastaba que la persona deseara la independencia para pertenecer al mismo. En las bases no se habla de continuar la existencia del PRC después de la independencia cubana y puertorriqueña de España (por eso Don Tomás Estrada Palma, el sucesor de Martí, lo disuelve al lograrse la independencia de España concluida la Guerra Hispano Cubana Norteamericana); en las bases del PRC tampoco se habla de excluir o de prohibir la participación de otros partidos políticos en la lucha independentista o en la vida republicana.

La búsqueda de un modelo para las Antillas

Martí, en una carta rimada del 21 de octubre de 1889 (Tomo 16, 354-358), dirigida a un antiguo compañero y colaborador, el anexionista Néstor Ponce de León, expuso sus convicciones antianexionistas pero a la vez el respeto a las ideas de los demás.

A mi Señor
Néstor Ponce de León:

Viene a decirme Capriles
Que alguien dijo en Broadway,
Que en mi discurso exclamé:
“¡Los anexionistas viles! ”

¡Bien y con mucha razón
Me mandó usted el recado
De tenerme preparado
El espinudo bastón!

Miente como un zascandil
El que diga que me oyó
Por no pensar como yo
Llamar a un cubano “vil”.
.....................................
Donde no nos puedan ver
Diré a mi hermano sincero:
“¿Quieres en lecho extranjero
A tu Patria, a tu mujer? ”

Pero enfrente del tirano
Y del extranjero enfrente,
Al que lo injurie: “Detente”
Le he de gritar: “¡Es mi hermano!”

En la Patria de mi amor
Quisiera yo ver nacer
El pueblo que puede ser,
Sin odios y sin color.

Quisiera, en el juego franco
Del pensamiento sin tasa,
Ver fabricando la casa
Rico y pobre; negro y blanco.

Y cuando todas las manos
Son pocas para el afán,
¡Oh, patria, las usarán
En herirse los hermanos!

Algo en el alma decide,
En su cólera indignada,
Que es más vil que el que degrada
A un pueblo, el que lo divide.

¿Quién con injurias convence?
¿Quién con epítetos labra?
Vence el amor. La palabra
Sólo cuando justa, vence.

Si es en uno el honor, los modos
Varios se habrán de juntar:
¡Con todos se ha de fundar,
para el bienestar de todos!

Su Martí
N.Y. 21 de octubre de 1889

El Mártir de Dos Ríos nunca sintió odio o rencor contra los anexionistas o contra cualquier otra persona. Es bueno aclarar que solamente en su pequeña obra ¨Abdala¨, escrita a los 16 años, es donde habla positivamente del odio o rencor al definir el amor a la patria como ¨…el odio invencible a quien la oprime; es el rencor eterno a quien la ataca¨ (Tomo 18, 19). Después de la experiencia del presidio político desterró a esas palabras de su corazón y cuando llamó a la Guerra Necesaria, no recurrió al odio al enemigo para hacer de los combatientes revolucionarios frías y eficientes máquinas de matar. En su obra sobre el presidio político en Cuba escribió:

«La venganza y el odio son dos fábulas que en horas malditas se esparcieron por la tierra»

Años más tarde y siendo coherente con su doctrina de amor, sentenció:

¨En pueblos, sólo edifican los que perdonan y aman. Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra. Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república. El odio no construye¨ (Tomo 14, 496)


José Martí vivió muchos años en Estados Unidos y conoció perfectamente al modelo norteamericano de gobierno así como a la sociedad de ese inmenso, monstruoso, país; conocía sus virtudes y defectos. En su carta al Director de La Nación del 3 de junio de 1886 y continuando la disección de la sociedad norteamericana que realizaba en esos años, escribió sobre algo de esa sociedad que le provocó una gran admiración:

¨Nunca se ha visto cosa más hermosa. De este pueblo del Norte hay mucho que temer, y mucho que parece virtud y no lo es, y mucha forma de grandeza que está hueca por dentro, como las esculturas de azúcar; pero es muy de admirar, como que cada hombre se debe aquí a sí mismo el magnífico concepto de la libertad y decoro del hombre en que todos se mantienen y juntan, y produce espectáculos de viril y gigantesca indulgencia, o de pacífico y radical volteamiento, que en nada ceden al brío épico y resplandor marmóreo de la grandeza pública de Grecia.¨ (Tomo 10, 459)

Ya al inicio de esa carta había expresado: “La tolerancia en la paz es tan grandiosa como el heroísmo en la guerra.” (Tomo 10, 459)

Para José Martí existían características en esa sociedad que debían incorporarse al proyecto republicano cubano, de la misma manera que debían desecharse otras características.

En su discurso conocido como “ Con todos y para el bien de todos “ invitaba a ir a la búsqueda de la esencia de un verdadero estado republicano cubano, en el cual no permaneciera el alma colonial disfrazada con novedades correspondientes al sistema norteamericano que lo hiciera aparentar algo que realmente no era.

¨ .... Y con letras de luz se ha de leer que no buscamos, en este nuevo sacrificio, meras formas ni la perpetuación del alma colonial en nuestra vida, con novedades de uniforme yanqui, sino la esencia y realidad de un país republicano nuestro, sin miedo canijo de unos a la expresión saludable de todas las ideas y el empleo honrado de todas las energías, - ni de parte de otros aquel robo al hombre que consiste en pretender imperar en nombre de la libertad por violencias en que se prescinde del derecho de los demás a las garantías y los métodos de ella ...¨ (Tomo 4, 273)

Martí, profundamente permeado de los ideales liberales que universalizó la Revolución Francesa y de la práctica de democracia, libertad, independencia y soberanía que observó en la sociedad norteamericana, no dudó en escoger lo mejor de ambas fuentes.

En su testamento político, la carta a Manuel Mercado pocas horas antes de morir, Martí planteó algo que parece descabellado si lo entendemos como una confrontación entre Cuba y los Estados Unidos: que Cuba pudiera evitar que los Estados Unidos se extendieran ¨con esa fuerza más¨ por las Antillas. Martí en esa carta en ningún momento se refiere a una confrontación de Cuba con los Estados Unidos, pues él no estaba fuera de la realidad y conocía perfectamente la correlación de fuerzas, pero más importante, fundamental y decisivo que lo anterior, es que Martí era un hombre de paz y no de guerra. Para Martí, solamente la instauración de un ejemplar modelo republicano cubano podía servir de alternativa a los países antillanos para evitar la tentación que provocaba incorporarse al modelo y sistema de los Estados Unidos; tentación en la que cayeron muchos cubanos antes y durante los primeros años de la Guerra Grande (iniciada en 1868) y que se prolongó de manera decreciente hasta esos años de finales del siglo XIX; Santo Domingo fue otro país que quiso ser anexado. Esa oportunidad, según Martí, no la desperdiciarían los Estados Unidos. En la carta a Federico Henríquez y Carvajal del 25 de marzo de 1895 ya había expresado esos objetivos.

¨… Pero aún puedo servir a este único corazón de nuestras repúblicas. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo...¨ (Tomo 4, 111)

Un modelo republicano, profundamente democrático y de culto a la dignidad plena del hombre, que no tuviera los defectos del modelo estadounidense, podía ser un modelo alternativo para Hispanoamérica, donde las dictaduras y los caudillos, como en ese momento Porfirio Díaz, se habían enseñoreado y se enseñoreaban sobre sus pueblos.

Volviendo a la posición antianexionista de Martí deseo añadir que una de las objeciones o argumentos martianos en contra de la anexión de nuestra América (¨ la del perro de presa¨) por la otra (¨la del arado¨) era el desprecio que muchos habitantes del Norte tenían por sus vecinos latinos; hasta con respecto al independentismo, ese desprecio, tenía su importancia: Martí alertó a los cubanos de la época que había que ganarse el respeto del vecino, sin cuya simpatía era imposible alcanzar la independencia, y mucho menos mantenerla.

Sobre el desprecio particular de los norteamericanos hacia los cubanos, se lee lo siguiente en el periódico Patria, órgano oficial del Partido Revolucionario Cubano, periódico fundado por José Martí, Delegado de dicho partido.

¨Los americanos, dijo, no deben juzgar los esfuerzos de Cuba desde el punto de vista de hoy. Ellos parecen desdeñar a Cuba porque Cuba no hizo lo que ellos hicieron hace un siglo, pero las colonias americanas tenían tres siglos de vida cuando arrojaron el yugo inglés, y Cuba solamente ha vivido cincuenta años en la cultura. Diez años de ellos gastados en una guerra infructuosa por la libertad. Pónganse los americanos en el lugar de sus antepasados, en 1776, y ellos comprenderán lo desigual de la lucha. La diferencia del idioma ha sido la causa de tantos errores acerca de la causa cubana. Es injusto que un país que ha vivido trescientos años desdeñe a la colonia militar de cincuenta años ¨ (Tomo 4, 333)

Y en otra parte de ese artículo se lee:

¨ El Delegado analizó concienzudamente, las diferencias de composición, carácter, sociedad, gobierno y tendencias de España y Cuba; demostró que Cuba es superior a España en civilización, en ideas de gobierno, en riqueza, y que no puede esperarse que una metrópoli que no sabe ni puede resolver sus propios problemas resuelva los de su colonia; explicó el por qué del fracaso de los autonomistas, y dijo que la recompensa que había recibido era ver los impuestos doblados, y los derechos desconocidos; expuso con claridad las razones por qué ni a este país ni a Cuba convenía la anexión, y sí la amistad y comercio entre las dos repúblicas.¨ (Tomo 4, 333-334)

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Bibliografía
José Martí, Obras Completas (Tomos: 1, 2, 3,4, 9, 10,12, 13, 14, 15, 16, 18, 20 ), Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975
Hortensia Pichardo, José Martí-Lecturas para los niños.1990

* Esa cita fue tomada del libro José Martí. Lecturas para niños de la notable historiadora cubana, fallecida en Cuba, Hortesia Pichardo del capítulo Mi Patria y de  la página 189 de la edición publicada en Cuba en 1990 por el Combinado Poligráfico de Guantánamo. Quizás esa cita, y otras muchas, hayan provocado que los funcionarios de la tiranía Castrista le  asignaran la misión a  Cintio Vitier de escribir  un libro para las escuelas primarias y de nivel medio de Cuba que no tuvieran esas incómodas citas martianas.


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