sábado, junio 19, 2021

Roberto Álvarez Quiñones: El PCC está en la fase final de su crisis general. La dirigencia del partido único de Cuba se pregunta por qué los jóvenes no desean ingresar en sus filas.

 
Tomado de https://diariodecuba.com/

El PCC está en la fase final de su crisis general

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La dirigencia del partido único de Cuba se pregunta por qué los jóvenes no desean ingresar en sus filas.

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Por Roberto Álvarez Quiñones

Los Ángeles

19 junio 2021

Según los manuales soviéticos de marxismo-leninismo tan estudiados en Cuba durante décadas, como los de Konstantinov, Afanásiev (director de Pravda), Nikitín, y de otros académicos rusos y de Europa del Este, luego de surgir en Rusia el primer Estado comunista se inició la crisis general del capitalismo como sistema y era cosa de poco tiempo contemplar sus funerales.

Pero los funerales fueron los del "socialismo real" diseñado por Marx y Lenin, y no los del capitalismo, que con su revolución tecnológica ha puesto a seres humanos a caminar por la Luna y envía artefactos a Marte.

Y el socialismo no falleció víctima de una guerra lanzada por las "potencias imperialistas", sino de muerte natural, luego de matar de hambre o fusilar  por razones política a 100 millones de humanos.

El llamado del "Che" Guevara a "crear dos, tres, muchos Vietnam" para incendiar al mundo y acabar con el "imperialismo en su fase final" pasó a la historia como el gran ridículo de un misántropo que jamás entendió las leyes de la naturaleza, ni las de la condición humana.

Lo asombroso es que la mafia militar que usurpa el poder en Cuba mantenga insepulto el cadáver del socialismo. Y no por razones político- ideológicas, sino para seguir enriqueciéndose mientras hace pasar hambre y la pobreza extrema a los cubanos.

Sin duda el socialismo-castrismo está tan muerto como el que fue enterrado en las murallas del Kremlin hace 30 años. Algo que lo expresa  claramente es la descomposición del propio Partido Comunista de Cuba (PCC). Su membresía disminuye sin parar. Los jóvenes, el "relevo histórico de la revolución" que cacareaba Fidel Castro, se indignan cuando les hablan de ingresar en el PCC.

La dictadura no da cifras porque son "contrarrevolucionarias", pero se ha filtrado que la membresía del PCC cayó de 700.000 militantes hace unos siete u ocho años a unos 600.000 o un poco más en la actualidad. Un descenso de un 15%, y todo parece indicar que esa caída se está acelerando sin remedio.

La dirigencia partidista, alarmada, realiza reuniones para analizar el problema. Y la pregunta es siempre la misma: ¿por qué los jóvenes no quieren ingresar en el PCC? Ya la propia interrogante indica que los dirigentes partidistas tienen las neuronas dormidas u oxidadas por no usarlas, o sufren de daño antropológico a causa de la propaganda que ellos mismos inventan y se llegan a creer, como postulaba Goebbels.

 ¿Hasta cuándo tanta idiotez?

En una reciente reunión en Artemisa, presidida por el flamante primer secretario nacional del PCC, Miguel Díaz-Canel, la jefa del PCC en esa provincia, Gladys Martínez, dijo: "Debemos detenernos a analizar por qué algunos jóvenes no desean sumarse, pues el Partido no es solo su militancia, sino el pueblo entero, y necesitamos una organización con la frescura de la juventud". Alguien debió preguntarle a Gladys hasta cuándo tanta idiotez.

La presidenta provincial de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Nancy Wong, se quejó: "Tenemos muchas dificultades para integrar a las muchachas a nuestras filas e insertarlas en las acciones realizadas, y en eso influye la capacidad de los cuadros para realizar convocatorias". O sea, las jóvenes cubanas ya ni siquiera quieren ser "federadas". ¿Qué puede esperar entonces el PCC de ellas?

Al finalizar la reunión, Díaz-Canel aportó su sabiduría y en su estilo cantinflesco destacó que hace falta "un impulso para enfrentar adversidades y seguir, en todo momento, aportándole victorias a la Patria". ¿Qué dijo en concreto?  Nadie lo sabe todavía. Ya antes había dado una "solución" salomónica  en otra reunión: "Hay que lograr un partido más democrático, con la participación de todos los cubanos y cubanas".

De entrada, a Díaz-Canel hay que aclararle que solo hay democracia cuando existen distintos partidos políticos con diferentes programas de gobierno y el pueblo decide en las urnas cuál de ellos será Gobierno. Habría que aclararle que no hay nada más antidemocrático que el monopolio de un solo partido que usurpa el poder y gobierna como las monarquías europeas antes de la Revolución Francesa.  

Claro, Díaz-Canel se basa en el novedoso concepto de democracia de la comunista Federica Mogherini, exjefa de la diplomacia de la Unión Europea, quien sostuvo que en Cuba "hay una democracia de partido único".   

Una maquinaria para meter miedo

A una pregunta de la periodista independiente Tania Díaz Castro a unos jóvenes en Santa Fe, La Habana, acerca de su aversión por el PCC, el consenso fue que ellos luchan por emigrar, buscar un futuro mejor. "¿Ingresar en el Partido para qué, para escuchar discursos sobre una sociedad próspera que nunca se ha visto en Cuba a lo largo de más de seis décadas?", dijo uno de ellos.

Resulta inaudito que a estas alturas de la catástrofe causada precisamente por el PCC alguien con un mínimo de sentido común se pregunte por qué los jóvenes no quieren saber nada del PCC y su membresía disminuye en vez de aumentar.

La elite raulista ya no logra engañar a nadie. Cada vez más cubanos son conscientes de que el PCC es solo un cruel aparato represivo y paramilitar para meter miedo y someter a la ciudadanía. No por gusto al partido solo ingresan personas escogidas entre las más sumisas a la dictadura. Y son esas dúctiles personas las que ya casi no hay en el país.

Por su propia naturaleza antidemocrática, el PCC no puede ser un partido "de todos los cubanos" como dice su primer secretario. Nunca lo fue, y menos lo será ya en sus crisis terminal.

Cuba tiene 11,3 millones de habitantes y hay 600.000 militantes del PCC, de un total de 8,9 millones de adultos. Solo pertenece al PCC el 7,6% de los cubanos adultos. El otro 92,4% —8,3 millones de personas— no son comunistas en un país que se dice comunista.

Los jóvenes en particular saben muy bien que la única función del PCC es atemorizar a la gente y mantenerla bajo un férreo control que incluye hasta la vida privada de cada ciudadano, restringir o prohibir libertades individuales y asfixiar la libre expresión en las artes, algo que anhela toda juventud en este mundo.

El PCC políticamente ya está muerto, solo falta el funeral

Hoy el PCC es erosionado por la realidad misma que erigió. Lo más significativo es que los propios militantes de a pie, que no gozan de privilegios de cantinas con comida caliente como las que llevan a las casas de los miembros del Comité Central, ni de vacaciones pagadas en Varadero, saben que el socialismo y el marxismo son la mayor estafa que ha tenido nunca el pueblo cubano.

Ellos y sus familias sufren a diario la escasez de todo, las colas interminables, la falta de alimentos y medicinas. No reclaman liberar las fuerzas productivas por miedo a las represalias, o por conveniencia personal y familiar. O por el daño antropológico cerebral sufrido, que los convirtió en papagayos repetidores de consignas que ya no saben distinguir entre lo blanco y lo negro.

A estas alturas del desastre castrista son más los miembros del PCC que no creen en él, que los creyentes. Y nadie duda que si se producen cambios profundos en Cuba, casi sin excepción creyentes y no creyentes  romperán sus carnets o los quemarán en ceremonias públicas sin problema alguno de conciencia, como ocurrió en Europa Oriental.

Raúl Castro y sus apandillados deben metabolizar de una vez que estamos en el siglo XXI, que los jóvenes cubanos están conectados cibernéticamente con el mundo de "afuera". Saben cómo viven sus iguales en otros países y aspiran a lo mismo.  

Conclusión: el PCC agoniza políticamente. Junto con el castrismo en su conjunto está atrapado en la fase final de su crisis general, la misma que les salió por la culata a Konstantinov y sus sesudos colegas.

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1 Comments:

At 1:39 a. m., Anonymous Realpolitik said...

En Cuba los creyentes en el castrocomunismo siempre fueron menos que los oportunistas, y a estas alturas sencillamente no hay creyentes, pues el fracaso y la estafa del castrismo son demasiado flagrantes. Las mentiras se pueden sostener por cierto tiempo pero no indefinidamente, y ahora es bastante más difícil esconder las cosas y engatuzar a la gente, sobre todo gente tan escamada como los cubanos. La cosa está podrida.

 

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