domingo, octubre 24, 2021

Esteban Fernandez: SE CUMPLEN 59 AÑOS DE LA CRISIS DE OCTUBRE Y YO PASÉ DE MALCRIADO A SOLDADO DISCIPLINAD

 SE CUMPLEN 59 AÑOS DE LA CRISIS DE OCTUBRE Y YO PASÉ DE MALCRIADO A SOLDADO DISCIPLINADO....

Por Esteban Fernandez

23 de octubre 2021

CREÍMOS QUE IBAMOS A LIBERAR A CUBA Y JOHN F. KENNEDY NOS TRAICIONÓ.

Sin embargo, yo vivo eternamente agradecido al “U.S. ARMY”. Cierto que durante mi estancia en Fort Knox y Fort Jackson no me sentí cómodo ni por un solo minuto, pero al recordar aquella época no me queda más remedio que sentir la satisfacción enorme del deber cumplido por haberme alistado y haber servido en el Ejército de esta gran nación con la intención de liberar la mía.

Y me siento muy contento con el “Army” porque si ustedes les presentan a los siquiatras actuales mi caso en particular coincidirían en darle la razon a mi padre cuando cariñosamente me llamaba "un mojón muy atrevido"...

Me criaron a base de mucho cariño y cero rectitud. Y los expertos en la materia consideran que esa no es la forma ideal de educar a los hijos. Sostienen que debe haber un equilibrio en la crianza: Un balance de mitad amor y mitad regaños y castigos.

Pero, en menos de 60 días de haber abandonado Cuba y haber dejado atrás el calor familiar y las atenciones esmeradas y excesivas de mi madre se presenta la Crisis de los Cohetes en Cuba y me inscribo en el Army. Y fue un remedio mágico para mí. No liberamos a Cuba pero pasé de niño mimado a combatiente en un abrir y cerrar de ojos.

Hasta ese instante lo único que yo sabía hacer era ir a un "chifforove" y coger una camisa y un pantalón, abrir una gaveta y agarrar un par de medias y ponérmelas, y en una esquina del cuarto había dos pares de zapatos, unos negros y unos carmelitas.

Esas eran todas mis responsabilidades además de estudiar.

Iba al parque y al regresar a mi hogar, entraba al baño, tiraba toda mi ropa en el suelo -incluido mis calzoncillos- me bañaba, me ponía una pijama, y cuando regresaba al baño por las mañanas ya toda la ropa usada había desaparecido como por encanto y siempre la encontraba reluciente y planchada en el pequeño escaparate.

Los domingos ya mi madre me tenía lista mi mejor gala para presumirla en el parque y en el cine. Cuando tenía abierto el apetito me iba al patio para ver si la gallina gris había puesto un par de huevos para que mi madre me los friera y me los sirviera con arroz blanco y plátanos maduros” y agregarle, desde luego, unas lascas de aguacate de la tremenda mata que teníamos en la casa del Residencial Mayabeque.

Cuando me vi solo en alma en el exilio “el techo se me vino encima”. Y por eso le doy mil veces las gracias al “Army” porque a la cañona no me permitieron ni una sola niñería, me obligaron a ocuparme de tener todo en regla, mis uniformes organizados, mis medias dobladas en la forma correcta, y a ocuparme de darle un millón de veces más brillo a mis botas que el que le daba Veloz a mis zapatos al frente del Parque.

Y en el año 62 fui de las ardientes calles de Güines en agosto a las congeladas tierras de Kentucky en octubre. Con el ferviente deseo de liberar a mi patria para volver a regresar a mi vida junto a mis padres y hermano.

Todo "se hizo "agua y sal" pero, en menos de seis meses, los sargentos habían logrado el milagro de que pasara de “niño impertinente” a ser un disciplinado soldado.

Me inculcaron respeto, obediencia, pulcritud y a pasar en cuestión de horas de lavar cazuelas a disparar con una bazuca...

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