jueves, diciembre 09, 2021

Armando López: ¡NAVIDAD! ¡Cuando Cuba era Libre!. El gigantesco árbol canadiense de Navidad en Fontanar entonces nueva urbanización de clase media

 


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Por Armando López

23 diciembre 2020

¡NAVIDAD!  ¡En Cuba Libre! En La Habana, cinéticas campanas lumínicas, de acera a acera, hacían la noche día, y dejaban escuchar tiernas melodías navideñas. Las vidrieras exhibían el pesebre con el niño Jesús y los Reyes Magos, mientras la radio entremezclaba villancicos guarachas y sones. La capital de Cuba, siempre llena de turistas, en la gran fiesta se desbordaba. Conseguir un cuarto de hotel: era suerte. Los mercados  hervían, los pregones tomaban las calles. 

En víspera de Nochebuena, las mujeres adobaban el puerco que los hombres asaban en la noche a fuego lento. Las abuelas cocinaban guineos y guanajos en fricasé con aceitunas y alcaparras, herencia de antepasados moros. En el campo, el puerco se asaba en puya, haciéndolo girar sobre la candela, sazonándolo con hojas de guayaba. No faltaban en la comelancia los dátiles y turrones heredados de España, ni los frijoles negros bautizados con miel, herencia de África, o los buñuelos de yuca que nos legaron los taínos. La Nochebuena sincretizaba los sabores de una nación crecida a golpes de látigo, tambores y bandurria.

, solares y bohíos vestían sus mejores galas: el arbolito brillaba sobre el niño Jesús en el pesebre, y a su alrededor, enmarcándolo, María, José, los Reyes Magos, y las carticas de los niños, donde pedían juguetes, que algunos no recibirían.

Los mayores se sentaban en una larga mesa. Los muchachos aparte, para que mortificaran menos. “En mi casa nos reunimos 12”. “Pues en la mía éramos 40”. Cada cubano alardeaba del tamaño de su familia, de los que vinieron de lejos.

El fiestón comenzaba el 23 de diciembre, seguía en La Nochebuena del 24, en el almuerzo montería del 25 (con lo que sobraba de la cena), continuaba en la espera del Año Nuevo, donde creyentes y ateos (por si acaso), arrojaban el cubo de agua a la calle para que se llevara lo malo, y culminaba el 6 de enero, con Gaspar, Melchor y Baltazar.

La Nochebuena era la zafra de los vendedores de vinos españoles, de las rojas manzanas venidas del norte (que muchos ofrecerían a Santa Bárbara), de los curas que pasaban el cepillo en las iglesias, de la bullanguera vitrola en la bodega de cada esquina.

Era la fiesta en que regresaba el hijo pródigo, la tía fea, los primos lejanos, donde el abuelo dejaba que los nietos hiciéramos lo que nos diera la gana, y las mujeres, por beatas que fueran, tomaban hasta hacer chistes verdes y sonrojar a sus maridos…

Algunos iban a la Misa del Gallo, a medianoche del 24, para celebrar el nacimiento de Cristo. Pero la noche siguiente, cuando ya el niño Jesús sonreía, los cubanos salían a bailar a las sociedades (Tennis y Liceos, los blancos), al Gran Maceo (los mulatos), a La Bella Unión (los negros), a los cabarés los faranduleros, a los bateyes de los centrales los campesinos.

En la Navidad de 1959, la mayoría de los cubanos celebraron la tradición y la esperanza de un futuro mejor. La Nochebuena, Fidel la pasó con los carboneros de la Ciénaga de Zapata y en la Plaza de la Revolución hubo una cena gigante para los fidelistas, que entonces eran la gran mayoría de los cubanos. Ya Santa Claus comenzaba a ser popular. La televisión lo usaba en sus comerciales y, almohada por barriga, barba truco, gorrita con pompón, tocaba campanitas en los portales de 23 y L, en el Vedado, la esquina que la sensual del cine italiano Silvana Pampanini, llamó “la más caliente del mundo”, después de dormirse al Comandante.

Pero Fidel, empeñado en eliminar al anglosajón Santa, pretendió sustituirlo por Feliciano, un personaje de guayabera, sombrero de guano y barba, que la gente no tragó… Ya el Comandante comenzaba a transgredir nuestras tradiciones, o peor, a creerse nacido en el pesebre. En las Navidades de 1960, con el título de Jesús del bohío, en la marquesina de CMQ Televisión, instalaron tres insólitos reyes magos, Fidel, El Che y Juan Almeida, que traían como regalos la Reforma Agraria y la Reforma Urbana.

En 1962, la libreta de abastecimientos no contempló arbolitos de Navidad, ni guirnaldas de colores, ni estrellas de Belén, ni niño Jesús de yeso, ni turrones. Las sociedades donde los cubanos bailaban fueron nacionalizadas. La religión fue considerada contrarrevolución. 

Las fiestas navideñas fueron prohibidas por decreto oficial en 1969, con la excusa de ser un estorbo a la zafra de los 10 millones que no fueron. Los cubanos debían tener las manos libres, no para asar el puerco, sino para cortar caña. Por décadas, con las ventanas cerradas, algunas familias, con lo que forrajeaban en el mercado negro, pretendieron continuar la tradición navideña, pero con una Nochebuena apagada por los temores al CDR, por el éxodo de padres, hijos, tíos, primos, entristecida por las lágrimas de ausencia.

En la Isla, el niño Jesús y los magos Gaspar, Melchor y Baltazar, serían expulsados de la iconografía de la Revolución. El Día de Reyes se sustituiría por El Día de los niños (1974), cada tercer domingo de Julio. Los niños cubanos crecerían con un juguete básico al año, y los harían jurar: “Seremos como el Che”. El Año Nuevo dejó de celebrarse para festejar el triunfo de la Revolución.

La caída de la Unión Soviética obligó al régimen a hacer concesiones (1991). 

Con la visita del Papa Juan Pablo II a la Isla (1998), el gobierno colgó un enorme corazón de Jesús en la Plaza de la Revolución y autorizó a celebrar la Navidad. En hoteles y cines volvieron los arbolitos para turistas; en iglesias, como la catedral de La Habana, sacaron el pesebre con el niño Jesús a la calle.

Hoy, los cubanos retoman a medias la gran fiesta, a medias, porque Nochebuena, Navidad y Año Nuevo son alegría de la familia reunida, y la nación cubana está dividida: los de la Isla y los errantes por el mundo. Sólo en libertad, en democracia, en el reencuentro, habrá verdadera Navidad

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Grabación (probablemente de la década de 1950) de villancicos españoles, cubanos e internacionales por un coro de madrigalistas de Cuba y el entonces famoso cantante Fernando Albuerne. 

Uso de esta música sin fines de lucro y con pleno reconocimiento de los correspondientes derechos de autor.
Navidad: villancicos cubanos (década de los años 1950)


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La Música Cubana Vol - 023 La Sonora Matancera Ligaditos - Navidad


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Helene Fischer | Feliz Navidad (Live aus der Hofburg Wien)


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Helene Fischer-The Powerr off Love





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1 Comments:

At 1:27 a. m., Anonymous Realpolitik said...

El desperdicio de tanta promesa, tanto potencial, tantas posibilidades y tanto logro (logros reales, no inventados) es prácticamente imperdonable, aunque uno mantiene la esperanza que Dios llegue a perdonarlo. Es muy doloroso, por no hablar de bochornoso, comparar lo que Cuba fue con lo que es, y la verdad es que no hay comparación.

 

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