Tomado de https://www.cubanet.org/
El Presidio Modelo y las cárceles castristas
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¡Hasta en la fabricación de cárceles el régimen comunista de Cuba no resiste una comparación con los gobiernos que lo precedieron!
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Por René Gómez Manzano
22 de enero, 2022
LA HABANA, Cuba. — Una virtud de los textos redactados por un buen periodista es la de estimular a algún colega a abordar el mismo tema. Y esto aunque el segundo profesional discrepe en determinado punto del primero; o especialmente cuando sucede tal cosa. Así me ha ocurrido en más de una ocasión, y ahora vuelve a sucederme con un trabajo del amigo Luis Cino.
Se trata de una amena crónica recién publicada por él en este mismo diario digital. Ella ostenta un título que representa un acertado desafío: La reparación del Presidio Modelo: otro absurdo despilfarro del castrismo. Con ese solo encabezamiento, ya está dicho lo esencial. Pero aunque reconozco ese acierto de don Luis, hay unos pocos aspectos de su texto que conviene —creo— ampliar, matizar o rebatir.
Ya se sabe que esa obra monumental fue realizada durante la presidencia del general Gerardo Machado. Se trató de una construcción en la cual se observan las normas que los especialistas en temas penitenciarios recomiendan para ese tipo de centros. En cárceles como el Presidio Modelo se observa una regla harto saludable: el aislamiento celular nocturno de los reos.
Es el caso que, en todo el mundo, lo que ha primado en ese submundo ha sido el hacinamiento. El mismo autor de estas líneas, durante una de sus dos incursiones en las islas castristas del “Archipiélago DGP” (Dirección General de Prisiones), vivió de modo extremo esa realidad: En una barraca del campo de concentración anexo a la Prisión de Valle Grande, pudo contar 32 literas de tres pisos cada una.
Espacio había —pues— para 96 confinados. Verdad es que, en aquella temporada, no todos los camastros estaban ocupados, pero la mayoría sí. Se trataba de veintenas de hombres hacinados en un mismo galpón: un verdadero almacén de seres humanos. Con todos los inconvenientes que ello trae aparejados, en especial cuando, en la mayoría de los casos, se trata de personas antisociales, a menudo desequilibradas y violentas.
En el Presidio Modelo —insisto— no sucedía así. Allí, a la hora del descanso, cada recluso podía dormir con la tranquilidad de no ser agredido por algún enemigo. Aclaro que así sucedía en tiempos de Machado, al que la historiografía comunista califica como un tirano “muy malo”. También bajo sus sucesores inmediatos. En tiempos de Castro, volvió el hacinamiento: en cada celda de la moderna cárcel habitaban varios hombres.
Esa era una realidad material del Presidio Modelo. ¿Pero qué decir del personal penitenciario? El colega Cino se hace eco de la leyenda negra urdida sobre todo por la historiografía comunista. Invoca a Pablo de la Torriente Brau, un periodista excelente, pero sometido de lleno a la corriente estalinista de esa doctrina malsana. Rememora, en particular, su serie de reportajes de título truculento: “La isla de los 500 asesinatos”.
Es cierto que, bajo el machadato, se perpetraron violaciones de los derechos humanos; en particular, ejecuciones extrajudiciales. Pero debo confesar que la cifra cerrada que ofrece don Pablo me recuerda demasiado a los supuestos “20 000 muertos” del régimen batistiano. Que, según las únicas listas publicadas con nombres y apellidos (las cuales, por cierto, incluyen hasta a los uniformados que perdieron la vida enfrentando a los subversivos), son unos tres mil.
Ya sabemos de qué pata cojean estos comunistas: Barrunto que, además de exagerar y redondear (aumentándola) la cifra, el señor De la Torriente haya atribuido al alcaide Castell hasta los asesinatos perpetrados entre reos, que —como todo el mundo sabe— constituyen una realidad ineludible en ese submundo del horror. ¡Menos mal que Cino acierta al señalar lo esencial: “Las atrocidades de Castell palidecerían ante las cometidas por los guardas castristas en los años sesenta contra los miles de presos políticos que pasaron por el Presidio Modelo”.
En cualquier caso, conviene que nos preguntemos en qué consistirá la publicitada “restauración”. ¿Volverán a poner rejas? Porque uno de los disparatados ucases del “Exaltado en Jefe” contenía precisamente la orden de destinar el excelente enrejado de las circulares a “materia prima”. Y aquí conviene hacer una breve digresión para incursionar en los “noticieros ICAIC latinoamericanos”.
Recuerdo haber visto escenas inolvidables en esa verdadera crónica de la infamia. Una es la del bárbaro desmonte perpetrado en nuestros campos por la Brigada Invasora “Che Guevara”: un par de grandes equipos automotores unidos por una gigantesca cadena, que recorrían la Isla de este a oeste, arrasando con todo lo que hubiera a su paso, incluyendo miles de árboles frutales y palmas reales. ¡La apoteosis de la barbarie!
Otra es la de las excelentes rejas de las celdas, elaboradas especialmente para el mencionado Reclusorio Nacional, que, al ser cortadas con sopletes de acetileno, caían estrepitosamente desde lo alto de las circulares, para ser utilizadas —repito— como “materia prima”. En su lugar, ¿qué les pondrán ahora? ¿Las impresentables cabillas de acero corrugado que “adornan” los presidios del castrismo!
Por encima de consideraciones estéticas, cuando abordamos estos temas tenemos que constatar una realidad: Las innumerables cárceles erigidas por el castrismo para albergar a sus presos (que son ahora unas 20 veces más que antes de su trepa al poder) no resisten una comparación con las creadas durante la era prerrevolucionaria. Esto incluye no sólo el ya mencionado aislamiento celular nocturno del Presidio Modelo. También algo tan sencillo como el uso de ventanas.
Porque hay que decir que aquellos reclusorios de antaño (incluyendo lo que era la Cárcel de Mujeres de Guanajay) tenían ventanas que los prisioneros podían abrir o cerrar a voluntad. Ahora no: Al parecer, los arquitectos del Ministerio del Interior consideran que eso es una “muestra de blandenguería”; un mero “rezago del pasado”, indigno del “hombre nuevo” de estos tiempos.
En las cárceles castristas, las ventanas son sustituidas por simples vanos (enrejados, eso sí). Por esas aperturas entran con absoluta libertad la lluvia, el sereno y el frío invernal; también los ciclones y temporales, como experimentó quien esto escribe en la tristemente célebre prisión de Agüica, en Colón, Matanzas, otra isla del “Archipiélago DGP” en la que, como reza la frase popular sarcástica, estuve “becado”.
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FIDEL CASTRO Y LOS MONCADISTAS EN EL PRESIDIO DE ISAL DE PINOS EN EL GOBIERNO DE FULGENCIO BATISTA
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Algunas personas afirman que Fidel Castro tenía el privilegio de poder comprar en la cafetería del Presidio Modelo y que hasta lo llevaron a ver películas en un cine de Nueva Gerona, la capital de Isla de Pinos, rebautizada por el Castrismo como Isla de la Juventud.
En Cuba me leí, en su primera edición y publicación, el libro de Luis Conte Agüero con las cartas de Fidel Castro y en él estaban las FOTOCOPIAS de dichas cartas. Hace unos pocos años se volvió a publicar, pero ahora en el Exilio, ese libro, al que se le agregó los textos de esas cartas traducidos al idioma Inglés. Tengo entendido que la que pide el divorcio es Mirta Díaz-Balart. Hay dos versiones sobre eso:
1.- Cuando al ver a su hermana Mirta sufriendo por la cárcel de Fidel, Rafael Díaz-Balart (entonces viceministro de Gobernación) le muestra una carta o la dedicatoria en un libro que le regaló Naty Revuelta a Fidel Castro de la que se podía inferir una relación amorosa entre ambos. Muy poco después de la salida de Fidel Castro, y todos los Moncadistas, de la prisión el 15 de mayo de 1955 (por la amnistía general y por ser el Día de las Madres de ese año) sería engendrada Alina Fernández Revuelta (nacida el 19 de marzo de 1956), que fue años después reconocida ¨extraoficialmente¨ como su hija. 2.- Que Fidel Castro se confundió en los sobres de cartas respectivas a Naty Revuelta y a su esposa Mirta Díaz-Balart y que Mirta conoció del engaño de Fidel Castro con Naty Revuelta. En el tiempo en que Fidel Castro era novio de Mirta tenía una relación amorosa con María Amparo Laborde, una doméstica, de la que nació Jorge Ángel Castro Laborde el 23 de Marzo de 1949, el verdadero primogénito de Fidel Castro y no ¨Fidelito; la boda de Fidel y Mirta fue el 11 de Octubre de 1948. El primogénito de Fidel Castro es Jorge Ángel, el cual fue engendrado 3 ó 4 meses antes de que Fidel se casara con Mirta. Otra versión de la confusión de las cartas es que una alta autoridad del Presidio Modelo cambió los sobres; esa persona fue fusilada después del triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, pese a las facilidades y comodidades que se les dió a Fidel y al resto de los Moncadistas en el Presidio Modelo de Isla de Pinos.
Fidel Castro inicialmente fue encarcelado junto al resto de los Moncadistas en el Presidio Modelo de Isla de Pinos pero posteriormente, producto de una vociferante protesta por la visita de Fulgencio Batista o Hermida, Ministro de Gobernación, al centro penitenciario, fue trasladado a una muy amplia y ventilada ¿celda? donde habitaba él solo y se podía hasta cocinar lo que compraba en la cafeteria del Presidio Modelo o le trajeran sus familiares y amistades.Mario Chanes de Armas asaltante al Cuartel Moncada que estuvo en la prisión durante el régimen de Fulgencio Batista y 30 años de prisión en las cárceles Castristas, expresó que la prisión en el régimen de Batista era el Paraiso comparada con la prisión en las cárceles Castristas, que era el Infierno.Para ver un estudio comparativo entre los regímens de Batista y Fidel Castro desde el punto represivo pueden leer mi artículo BREVE ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS MUERTES, PRISIONES Y PRESOS DURANTE LAS DICTADURAS DE FULGENCIO BATISTA Y DE FIDEL Y RAÚLCASTRO, publicado en el número 42 de la Revista Hispano Cubana, publicación de la Fundación Hispano Cubana.
Los subrayados y las letras en ¨negritas¨ son mios.
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Tomado de http://profesorcastro.jimdo.com/
El preso Fidel Castro Ruz recibe la visita de su hijo en el Presidio Modelo de Isla de Pinos
CARTAS DE FIDEL CASTRO DESDE LA PRISIÓN DE ISLA DE PINOS
Por Manuel Castro
El 26 de julio de 1953 se produjo el ataque al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, organizado y dirigido por Fidel Castro Ruz. El ataque resultó un desastre en el que murieron más de 60 hombres, pero convirtió el nombre de Fidel en una palabra familiar en Cuba.
Fidel Castro fue sentenciado a cumplir quince años en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, pero solo cumplió 22 meses, gracias a la amnistía que decretó el tirano Batista.
Fidel Castro entró al Presidio Modelo el 17 de octubre de 1953. Él y sus compañeros asaltantes fueron alojados en la enfermería; podían cocinar y todos los días tenían derecho al patio. La cárcel le fue productiva: Leía incesantemente y escribió cientos de cartas, además de los artículos que publicaba en la revista Bohemia. En una de sus cartas, Fidel dice: “Me estoy dando ya dos baños al día ‘obligado’ por el calor”. “Hace poco preparé un bistec con jalea de guayaba”. “Cuando cojo el sol por la mañana en short y siento el aire de mar, me parece que estoy en una playa”.
Veintiuna de dichas cartas fueron publicadas en Cuba en 1959 en un volumen editado por su amigo y asiduo corresponsal Luis Conte Agüero, quien rompió con Fidel Castro poco después y se exiló en Miami en 1960. Casi inmediatamente comenzó en Cuba el asesinato de la reputación de Conte Agüero, a quien se le empezó a llamar en los medios castristas como “la mulata del fuego”.
Un análisis de los extractos de sus cartas que aparecen a continuación muestra que aunque Fidel Castro se presentaba como un joven revolucionario idealista –así engañó al pueblo cubano-, ya se avizoraba en él al despiadado tirano en que se convertiría durante el siguiente medio siglo, así como su homofobia -preludio de la persecución a la que sometería a los homosexuales durante varias décadas.
Marzo de 1955.
A Luis Conte Agüero:
No estoy interesado en lo más mínimo en hacer cambiar de opinión al régimen para que firme la amnistía; esa no es para nada mi preocupación. En lo que estoy interesado es en demostrar la falsedad de sus posiciones, la insinceridad de sus palabras, la maniobra baja y cobarde que están llevando a cabo contra los hombres que se encuentran encarcelados por oponerse a él.
Han dicho que son generosos porque se sienten fuertes; pero en realidad están llenos de deseos de venganza porque se sienten débiles...
Habrá amnistía cuando haya paz. ¿Con qué autoridad moral pueden hacer semejantes propuestas hombres que han pasado los tres últimos años proclamando que llevaron a cabo el golpe para traer la paz a la República? Así que no hay paz, así que el golpe no trajo la paz...
“La mejor prueba de que no existe dictadura es que no hay presos políticos,” dijeron durante muchos meses; en la actualidad están desbordándose tanto las cárceles como el exilio y por lo tanto ellos no pueden decir que vivimos bajo un régimen democrático y constitucional. Sus propias palabras los condenan.
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Diciembre 12 de 1953.
A Luis Conte Agüero:
Voy a pedirte un favor. Redacta un Manifiesto para el pueblo en concordancia con el contenido de la presente carta. Fírmalo en mi nombre y llévaselo a Mirta. Ella tratará de hacerlo publicar... Hemos decidido que no tendremos Navidad: no tomaremos ni siquiera agua en esa fecha como señal de luto. Haz que se sepa, porque creo que de esta manera el objetivo será más noble y más humano. No tiene sentido que prisioneros como nosotros aspiremos a las alegrías de la Navidad (…)
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Abril 17 de 1954.
A Melba Hernández:
Primero: no podemos abandonar la propaganda ni por un instante, porque es el alma de nuestra lucha. La nuestra debe tener su propio estilo y estar a la altura de nuestras circunstancias...
Segundo: debemos coordinar el trabajo entre nuestra gente aquí y la del exterior. Con este propósito, organiza un viaje a México lo antes posible... Tenemos que reflexionar con cuidado acerca de cualquier proyecto de cooperación con otros, pues de lo contrario simplemente tratarán de aprovecharse de nuestro nombre. “Saber esperar, decía Martí, es el gran secreto del éxito”.
Tercero: mantengamos hacia todos un trato engañosamente suave y una sonrisa. Sigamos la misma estrategia que adoptamos durante el juicio; es decir, defender nuestros puntos de vista sin provocar resentimientos. Ya habrá tiempo más tarde para aplastar las cucarachas todas juntas. No se descompongan ante nada ni ante nadie; después de todo no perdimos el ánimo en los momentos más difíciles.
Un último consejo: cuidado con la envidia. Cuando alguien cuenta con gloria y prestigio como ustedes ahora, los mediocres encontrarán fácilmente motivos o pretextos para sembrar sospechas. Acepten ayuda de todos; pero recuerden que no se puede confiar en nadie.
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Junio 19 de 1954.
A Luis Conte Agüero:
Aquí me paso la vida leyendo y practicando el autocontrol. Me siento realmente mejor cuando no leo los periódicos; la politiquería y la obsecuencia que veo por todas partes me producen ataques de ira.
Si alguien ha visto su paciencia puesta a prueba, ese soy yo. Hay ocasiones en que paso horas luchando contra el deseo de explotar, de declararme en huelga de hambre y sin probar bocado hasta que me saquen de aquí o me maten, lo cual no sería para nada imposible. Estoy convencido de que quieren provocarme a toda costa y yo ignoro sus intenciones... Luis, yo pienso que tenemos que organizar, tan pronto como sea posible, una campaña sistemática y creciente contra esta ultrajante situación en la que me encuentro... Este es el momento más favorable psicológicamente debido a una serie de eventos... El Ministro de Gobierno se ha comportado como lo que es: un perfecto afeminado; se ha plegado a todos los caprichos de los militares y se ha dedicado a enriquecerse desvergonzadamente... Recuerda a Catón, quien terminaba siempre sus discursos pidiendo la destrucción de Cartago (...)
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Cuando salió a la luz pública que Mirta, su esposa, había aceptado en secreto que su hermano Rafael Díaz Balart –viceministro de Gobierno– le pagara un modesto estipendio a través de su oficina, Fidel Castro insistió en que Ramón Hermida –el Ministro de Gobierno– quería manchar su nombre.
A Luis Conte Agüero:
Esta es una maquinación en mi contra: la más infame, más indecente, más vil e intolerable. Mirta es demasiado ecuánime como para haber permitido que la sedujera su familia, aceptando aparecer en la nómina del gobierno, independientemente de su situación económica. Estoy seguro de que ha sido miserablemente calumniada (...)
Sólo un afeminado como Hermida, en el nivel más bajo de la degeneración sexual recurriría a semejantes métodos, cargados con tan inconcebible indecencia y falta de virilidad. Ahora ya no me cabe duda de que la declaración atribuida a mí acerca de que soy bien tratado ha sido obra suya.
No quiero convertirme en un asesino cuando salga de esta prisión. ¿No tiene honor un prisionero político? ¿Puede un prisionero político ser ofendido de este modo? ¿No tiene un prisionero retar a duelo cuando sale de prisión? ¿Tiene uno que comerse la bilis de la infamia en la impotencia y desesperación del confinamiento?
Estoy dispuesto a retar en duelo a mi cuñado en cualquier momento. Lo que está en juego es el buen nombre de mi mujer y mi propio honor de revolucionario.
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Posteriormente, al demostrarse que Mirta Díaz Balart estaba recibiendo ayuda de la tiranía batistina, Fidel Castro demanda el divorcio y orquesta una campaña de tierra arrasada para obtener la custodia exclusiva de su hijo, Fidelito, en esta carta dirigida a su media hermana Lidia.
Noviembre 29 de 1954.
A Lidia Castro Argota:
Me hace muy feliz que me hables del divorcio y ante todo que me digas que será ejecutado siguiendo estrictamente mis instrucciones. Acerca del niño, me mantengo en mi punto de vista y a la primera oportunidad, inmediatamente después de que se efectúe la demanda, le insistiré a la Corte para que solicite su retorno a Cuba para que atienda el colegio de modo consistente con mi pensamiento...
Me molesta inclusive la idea de que mi hijo duerma una noche más bajo el mismo techo que cobija a mis más despreciables enemigos y que reciba en sus mejillas inocentes los besos de esos miserables Judas. He soportado las agresiones de ellos con la misma fuerza con la cual les exijo reparación; he padecido la injustificable e imperdonable ausencia de mi hijo con la misma resolución con la cual lo rescataré a cualquier costo. Ellos lo saben ¡o por lo menos deberían saberlo! Supongo que saben que para robarme a ese niño tendrán que matarme primero –y ni así–. Pierdo la cabeza cuando pienso en estas cosas.
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La supuesta crueldad del presidio político de Fidel Castro.
Por José Álvarez Ph. D.
Fidel Castro comenzó a construir una historia falsa sobre su cautiverio aún antes de ingresar en el Presidio Modelo. Casi al comienzo de su alegato jurídico, al referirse a sus compañeros ya condenados, el joven abogado dijo: “
A Isla de Pinos se les envió, en cuyas circulares mora todavía el espíritu de Castells y no se ha apagado aún el grito de tantos y tantos asesinados…” Su famosa auto-defensa la cerró con la siguiente predicción: “
En cuanto a mí, se que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento… Condenadme, no importa, ¡la historia me absolverá!”
Ha descrito el escenario que le espera antes de vivir esa supuesta realidad. Pero, ¿moraba aún en ese presidio el espíritu del comandante Pedro Castells, su jefe durante la dictadura de Gerardo Machado? ¿Estuvo su estadía “preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento”? Dejemos que sea el propio Fidel Castro quien nos describa su vida en el penal
Su entrada en el Presidio Modelo se produjo el 17 de octubre de 1953. Un historiador residente en la isla, describe que “Fidel penetró en el pabellón [número] uno del hospital-prisión donde estaban sus compañeros encarcelados.” Es decir, los moncadistas no estaban alojados en las temibles “circulares” sino en una dependencia del hospital. La diferencia entre lo virtual y lo real es tan abrumadora que el cronista oficial se ve forzado a suprimir los siguientes párrafos de una carta de Fidel Castro que, sin embargo, cita para otros propósitos. La carta de Castro se refiere al lugar que habita y fue escrita el 22 de diciembre de 1953:
(Principio y Fin del Mito Fidelista, libro de José Álvarez)
Habitamos una galería de unos 40 m de largo por 8 de ancho, situada en un ala de la enfermería, un edificio grande de planta baja…; el piso, de granito de mármol. Cuarto de baño en un extremo, y al otro una pequeña repisa de mármol que hace de cocinita para café, etc. De un extremo a otro, dos hileras de camas alineadas en perfecta formación; son 27 en total y ahora, con los mosquiteros, semejan tiendas de campaña donde nos protegemos del ejército de moscas y mosquitos que hasta recientemente nos tenían sometidos a la impotencia. Patio interior de unos 20 m por 12; alrededor de todo el patio un portal amplio sostenido por columnas, con piso de granito también. Junto a la puerta de salida al patio, en el portal, dos mesas largas para almorzar y comer, las que utilizamos también para dar clases. El paisaje exterior no se ve por ninguna parte; todas las ventanas están a más de 9 pies de altura. Tenemos derecho al patio de 10 a 10 y 30 a.m. y de 1 a 4 p.m.
En cuanto al horario que llevan en prisión, escribe: “Sintetizando: a las 5 y 30, desayuno; a las 8, clases hasta las 10 y 30 am.; 10 y 45, almuerzo; 2 pm., clases de nuevo hasta las 3; recreo hasta las 4; 4 y 45, comida; 7 a 8 y 15, clases de economía política y lectura en común; 9 y 30 pm., silencio.”
Las actividades educacionales y culturales eran intensas. Castro enseñaba varias asignaturas por la mañana, Economía Política por la noche y oratoria dos veces a la semana. En los aniversarios de fiestas patrióticas hacían veladas y daban conferencias. Todos los días 26 eran festivos; y los 27 eran de duelo, con reflexiones sobre el tema, sin actividades recreativas. Los días académicos abarcaban desde el lunes hasta la mitad del sábado. La escuela la nombraron “Academia Ideológica Abel Santamaría”. La biblioteca contaba con 300 volúmenes, y llenaba dos libreros de madera que, junto al pizarrón, fueron ordenados al taller de carpintería por el teniente Perico.
Veamos lo que dice sobre las condiciones de vida: “Yo tengo sol varias horas todas las tardes y los martes, jueves y domingos también por la mañana. Un patio grande y solitario, cerrado por complete con una galería. Paso allí horas muy agradables. Me volveré mudo.” En otra oportunidad cuenta: “… arreglé mi celda el viernes. Baldié el piso de granito con agua y jabón primero, polvo de mármol después, luego con Lavasol y por último agua con creolina. Arreglé mis cosas y reina aquí el más absoluto orden. Las habitaciones del Hotel Nacional no están tan limpias.” En otra carta, dice: “Me estoy dando ya dos baños al dia ‘obligado’ por el calor.”
Castro parece no tener problemas en comunicarse con el exterior: “[Mi esposa] Mirta te dirá el medio de comunicarte conmigo todos los días si quieres. Guarda sobre él absoluta reserva”.
Una carta del mes de junio de 1954, después de asegurar que continúa aislado de sus compañeros, revela:
Trajeron a Raúl para acá. Comunicaron mi celda (que tú viste en “Bohemia”) con otro departamento cuatro veces mayor y un patio grande, abierto desde las 7 a.m. hasta las 9 y 30 p.m. La limpieza corresponde al personal de la prisión, dormimos con la luz apagada, no tenemos recuentos ni formaciones en todo el día, nos levantamos a cualquier hora; mejoras éstas que yo no pedí, desde luego. Agua abundante, luz eléctrica, comida, ropa limpia y todo gratis. No se paga alquiler. ¿Crees que por allá se está mejor? Visitas dos veces al mes. Reina ahora la más completa paz. No sé, sin embargo, cuánto tiempo más estaremos en este “paraíso”.
La alimentación era, si no preocupación constante, al menos tema recurrente en su correspondencia:
• Después de tomar café, calentico, … encendí un tabaco y me puse a escribirte.
• Como soy cocinero, de vez en cuando me entretengo preparando algún pisto. Hace poco preparé un bistec con jalea de guayaba. Hoy me mandaron los muchachos un potecito con ruedas de piña en almíbar. Y mañana comeré jamón con piña. También preparo spaghettis o tortilla de queso. Cuelo también un café delicioso. En cuanto a fumar, en estos días pasados he estado rico; una caja de tabacos H Upmann, del doctor Miró Cardona, dos cajas muy buenas de mi hermano Ramón, un mazo de un amigo y, por último, una cajita muy bonita que vino con los libros, de la cual tengo uno encendido en estos instantes.
• Tengo hambre y puse a hervir unos spaghetti con calamares rellenos… Me voy a cenar: spaghetti con calamares, bombones italianos de postre, café acabadito de colar y después un H Upmann 4. ¿No me envidias? Me cuidan, me cuidan un poquito entre todos… No le hacen caso a uno, siempre estoy peleando para que no manden nada. Cuando cojo el sol por la mañana en shorts y siento el aire de mar, me parece que estoy en una playa, luego un pequeño restaurante aquí. ¡Me van a hacer creer que estoy de vacaciones! ¿Qué diría Carlos Marx de semejantes revolucionarios?
Fidel Castro se queja a veces de lo que considera injusticias del sistema penal. Veamos si algunas de ellas se acercan a su pronóstico de castigos, humillaciones y horribles torturas: “Ya tengo luz; estuve cuarenta días sin ella y aprendí a conocer su valor. No lo olvidaré nunca, como no olvidaré la hiriente humillación de las sombras; contra ellas luché logrando arrebatarles casi doscientas horas con una lucecita de aceite pálido y tembloroso, los ojos ardientes, el corazón sangrando de indignación. De todas las barbaridades humanas, la que menos concibo es el absurdo.”
El reflejo de su “cruel” encarcelamiento tuvo lugar cuando Fidel Castro dejó atrás el Presidio Modelo. Castro se dirigió al teniente Roger Pérez Díaz, jefe del Escuadrón 57, para decirle: “No podría irme sin despedirme de usted…” Y, volviéndose hacia los periodistas presentes, apuntó: “Quiero decirles que esta es una expresión espontánea y sincera, sin teatralismo porque este oficial, que es un caballero, de sobra lo merece”. Luego hizo el siguiente comentario: “Por mi parte, a pesar de todo, todavía no he aprendido a odiar. Al salir de las prisiones donde me sumió la injusticia durante 22 meses, proclamo mi lealtad a la causa de una Patria sin miseria ni despotismo…”
La realidad de su encierro, aparentemente, había sido muy distinta a la pronosticada, como distinta también sería la suerte de los que morarían en esa misma prisión después de la llegada de Castro al poder absoluto. A muchos de ellos, antiguos compañeros suyos, los haría cumplir hasta el último día de sus sentencias de 20 y 30 años por delitos —o supuestos delitos— muchísimo menores que el suyo, por el que cumplió 22 meses de una sentencia de 15 años, es decir, el 12 porciento.
Un historiador cubano, al cumplirse 45 años de la excarcelación, expresó con orgullo: “En 22 meses, sus lecturas ya no podían ser contadas, exactamente. Literatos, filósofos, historiadores… Integraron una especie de curriculum de estudio y meditación en la cárcel, que de castigo había pasado a ser noviciado tiempo sabático.”
Para lograr su excarcelación, las madres de los presos formaron un Comité en 1954. En su llamamiento a las “Madres de toda Cuba” se identificaban como “las crucificadas madres de los heroicos muchachos de los sucesos del día de Santa Ana”. Pedían la excarcelación de los mismos al conmemorarse otro aniversario del 20 de mayo, día de la independencia de Cuba. Cuando Fidel Castro contaba ya con 41 años en el poder, otro grupo de madres y esposas hacía la misma petición. El delito de esos presos consistía en poseer artículos que los ayudaba a ejercer su derecho a la libre expresión. La respuesta no ha sido una amnistía sino la agresión verbal y física de porristas oficiales. Son las Damas de Blanco.
Para terminar, y para que no se olvide, la diferencia entre el sistema penitenciario al que Castro fue sometido y el implantado por él una vez que se instaló en el poder, va mucho más allá de la cantidad (alrededor de 300; 600, según otros) de volúmenes de su biblioteca personal y el castigo que a veces acarrea tener escondida una Biblia en las prisiones castristas; mucho más allá que los manjares al acceso de Castro y el hambre imperante en sus prisiones; mucho más que las visitas de familiares, amistades y conyugales de Fidel Castro y la separación de sus encarcelados; mucho más que la diferencia entre un 12% y un 100% de cumplimiento de la sentencia. El límite de la diferencia está en la aspiración de José Martí a que la ley primera de la República fuera el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
* Jose Álvarez (Antilla, Cuba) militó en el Movimiento 26 de Julio desde su fundación en 1955 hasta su disolución en 1960. Rompió con el régimen castrista a fines de 1961. Llegó a los Estados Unidos en 1969. Obtuvo un doctorado en economía agrícola en la Universidad de la Florida, donde desarrollo una fructífera carrera académica hasta su jubilación en 2003. Es Catedrático Emérito.
Etiquetas: Batista, cárcel, comparación, cuba, dictadura, fidel castro, Fulgencio Batista, gerardo machado, presidio, Presidio Modelo, prisión, tiranía
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