Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
sábado, enero 22, 2022
Video del programa Cuba y su Historia sobre el libro El Soviet Caribeño (Traición de Fidel Castro) [16-01-2022]. Invitado César Reynel Aguilera
Hace poco menos de un lustro, cuando decidí escribir Fue Cuba como una forma de explicar a los lectores la desgracia argentina de los años 60 y 70, me sumergí en innumerables textos de autores muy reconocidos internacionalmente y con gran respaldo económico. Otros libros eran testimonios de diplomáticos sobre sus pasos por La Habana o simples observaciones sobre gestiones de personajes de la época pre y post dictadura de Fulgencio Batista Zaldívar. En la lista de libros observados tampoco faltaron los de varios que reflejaron un clima de época no del todo completo sobre la inevitabilidad de la llegada de Fidel Castro Ruz y el clandestino Partido Comunista al poder en Cuba (conocido como Partido Socialista Popular). También consulté los testimonios de algunos de los que acompañaron a Fidel Castro durante los días de la Sierra Maestra y más tarde, cuando vieron la luz de la verdad, lo abandonaron y fueron encarcelados por años o partieron al exilio. En escasas palabras, y sin ningún atisbo de vanidad, puedo decir que leí más de lo conveniente. Hasta de aquellos a los que considero cómplices de la tiranía castrista porque no contaron certeramente la verdad de la génesis del pensamiento de la revolución cubana, buscando un éxito editorial que en general nunca les faltó. Son los surfistas del progresismo, muchas veces acompañados por editoriales capitalistas. Fue cuando recordé a Eric Hobsbawn, que nos decía: “La historia tergiversada no es historia inofensiva. Es peligrosa”. A todos estos libros agregué los archivos secretos de la Inteligencia checoslovaca.
Fue en ese tiempo de gestación de mi libro sobre la responsabilidad cubana en la tragedia argentina (y latinoamericana) que comencé a prestar atención a detalles que venían del más allá, a miles de kilómetros de Buenos Aires, de Canadá, que me decían que en mi damero narrativo faltaban elementos informativos muy importantes y que, por lo general, nadie se atrevía a señalar y poner en su justo lugar. Observaciones que la Inteligencia estadounidense no tuvo en cuenta por simple estupidez o irresponsabilidad absoluta y que sí ilustraban el archivo de la Inteligencia checoslovaca en mi poder.
Esa voz que me venía de Canadá a través de relatos aislados —por el momento— sobre El soviet caribeño era la de César Reynel Aguilera, un joven médico y escritor cubano que nació cuando yo atravesaba los 17 años de mi existencia y faltaba un año (1964) para que una columna guerrillera entrara a la Argentina por el Norte para desafiar a los poderes constitucionales. La encabezaba un argentino amigo de Ernesto “Che” Guevara y contaba en su dotación con hombres forjados en la Sierra Maestra, algunos de los cuales llegarían a altos cargos en el gobierno cubano y el Partido Comunista de Cuba.
Con el paso de los días y las semanas, César Reynel Aguilera se convirtió en mi sherpa. Fue él quien me enseñó la importancia de personajes clave en la operación de apoderamiento comunista de la nación cubana, mientras muchos se distraían con los sones de Benny Moré. Al respecto, no faltó la ironía atribuida a Ernesto Guevara —y aceptada por Carlos Franqui— al decir que era “una revolución con pachanga”. Lastimosamente, cuando la pachanga —que es la expresión de la alegría— se apagó, Cuba cayó en la tristeza de la penumbra y llegaron los sonidos de las balalaikas.
(César Reynel Aguilera)
Es de los pocos autores que pusieron su lupa sobre la personalidad y el trabajo en las sombras del polaco comunista Fabio Grobart en Cuba. Así se llega a saber que Fidel Castro Ruz ya era comunista antes de entrar en La Habana el 8 de enero de 1959. No lo digo yo, lo afirmó el propio Castro a los dos años de estar en el poder y tras haber ahogado en el silencio todo atisbo de oposición en Cuba. Fue el 22 de diciembre de 1961 cuando se sacó la máscara y declaró al diario Revolución: “Desde luego, si nosotros nos paramos en el pico Turquino cuando éramos ‘cuatro gatos’ y decimos: somos marxistas-leninistas, desde el pico Turquino, posiblemente no hubiéramos podido bajar al llano. Así que nosotros nos denominábamos de otra manera, no abordábamos ese tema...”.1
Acentúo el desafío-franqueza de Castro porque es bueno que se sepa que los funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos, hasta ese momento, vivían en Babia: “No encontramos evidencia creíble que indicara que Castro tenía lazos con el Partido Comunista o, incluso, que sintiera mucha simpatía por ese partido”, dijo el secretario de Embajada en Cuba Wayne Smith años más tarde. Era el encargado de cerrar la embajada estadounidense en La Habana en 1960 y partió para asesorar a la Casa Blanca como especialista en cuestiones cubano-americanas y miembro del Buró de Inteligencia de Foggy Bottom. En los peores años de la década del 70, Smith fungió en Buenos Aires de consejero político de los embajadores John Davis Lodge y Robert Hill.
Todo el recorrido del relato de Reynel Aguilera es una revelación tras otra que él pudo tomar en su casa paterna (su padre fue un importante miembro del PSP) y del propio conocimiento de sus años de observación y estudio. Para aquellos que trabajan en la investigación periodística, su capítulo “El quinto mártir” es un espejo donde reflejarse.
No soy proclive a escribir prólogos, pero estimé necesario hacerlo en este caso por dos razones. La primera, porque el lector va a conocer de primera mano y con certezas absolutas cómo el comunismo se apoderó de Cuba ante la sorpresa generalizada de su sociedad. Luego, por una cuestión de reconocimiento —y agradecimiento—, porque sin César Reynel Aguilera no hubiera llegado a profundizar los pliegues de la gran estafa castrista que lleva más de medio siglo en el poder.
Con El soviet caribeño el lector habrá de sumergirse en un mundo secreto, impreciso, cargado de hipocresías y mentiras; un universo de miradas de hombres de buena fe que confiaron en el discurso público de Castro mientras se maceraba ya en el poder, a través de un gobierno en las sombras, la tragedia cubana que se pretendería, más tarde, llevar o exportar a toda América Latina. Es un libro necesario para comprender lo que sucedió en Cuba y lo que puede ocurrir cuando lo que se dice no es lo que se piensa.
1. El pico Turquino es el más alto de Cuba y está enclavado en la Sierra Maestra.
Capítulo I
Diamantes para el hombre nuevo
El cubano es un pueblo condenado a observar cómo otros cuentan su historia reciente. Poco importa si el tema es la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, la Crisis de Octubre, la muerte del “Che” Guevara o la guerra en Angola; en cada uno de ellos nos espera una lista de expertos extranjeros y de instituciones que yacen en las antípodas de nuestra cultura.
Cada vez que leo a alguno de esos sabedores de la historia de Cuba no puedo evitar el recuerdo de una frase de Isaiah Berlin en su ensayo Las ciencias y las humanidades: “¿Qué saben hoy los grandes estudiosos de Roma que no fuera del conocimiento de la criada de Cicerón? ¿Qué pueden añadir esos señores al acervo de esa muchacha?”.2
Por razones familiares crecí en una casa que, si bien nunca llegó a ser tan importante como la de Cicerón, sí fue un sitio de visita y tertulia por el que pasaron muchas de las ideas, y algunas de las personas, que conformaron la historia reciente de Cuba.
Soy hijo de dos militantes del viejo Partido Comunista de Cuba (PCC). Mi padre, César Antonio Gómez Pérez de Medina, fue desde inicios de 1957 hasta enero de 1959, el secretario general de la Juventud Comunista en la Universidad de La Habana; una institución que por su importancia estratégica era considerada por el PCC como la séptima provincia de Cuba.3 Mi madre, Thais Orquídea Aguilera Baqués, fue una de las pocas personas capaces de mostrar una doble militancia al triunfo de la revolución: en las células de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio (M26-7) y en la Juventud Comunista.
El comentario sobre la valentía física de mi madre fue lo primero que me acostumbré a escuchar cada vez que alguien, amigo o enemigo, me reconocía como hijo de ella. A pesar de esos elogios, ella siempre tuvo a bien reconocer que llegó viva al 1 de enero de 1959 gracias a la astucia conspirativa de mi padre. Creo que fue esa combinación de belleza y coraje físico, por el lado materno, y astucia e ideología, por el paterno, la que hizo de mi casa un sitio tan atractivo para el paso de los más disímiles personajes de la historia reciente de Cuba.
Llegaban, pedían café y se lanzaban a despachar sobre los temas más candentes de una política que creían conocer al dedillo. Los niños podíamos asistir, siempre que nos mantuviéramos callados. Y así crecimos, entre ideas y análisis que no solo estaban mucho más allá de los que expresaban las páginas del periódico Granma, sino que permitían entender una buena parte de lo que ese libelo insinuaba entrelíneas. Fue escuchando aquellas tertulias, o recordándolas después —gracias a mi hermana mayor y a mis tíos—, que pude descubrir algo que todavía hoy, cuando leo a la mayoría de los cubanólogos, me hace preguntarme si están hablando del país donde nací.
La inmensa mayoría de esos expertos describen la historia de la revolución cubana a partir de la figura de Fidel Castro y analizan esa historia como una cadena de hechos que se consideran aislados. Esas dos limitaciones son imprescindibles para crear el legado histórico que el castrismo pretende dejarle al mundo. Un cuento de hadas que reza más o menos así: un líder carismático y nacionalista desató una revuelta agraria, engañó a la alta burguesía y a los estadounidenses, derrotó militarmente al ejército regular de Batista, tomó el poder y se lo entregó, por razones de sobrevivencia económica, a unos viejitos comunistas y cobardes que siempre le estuvieron eternamente agradecidos.
La versión que yo crecí escuchando siempre incluyó esa mitología de profetas barbados y aguas partidas, pero le añadió un nivel de complejidad mucho más cercano a la realidad. Es una narrativa que parte de reconocer que a partir del año 1925 no hay un solo evento de .......
Salvador Díaz Versón
El periodista Salvador Díaz Versón quién había ocupado un alto cargo policial en uno de los gobiernos auténticos tenía en su poder los expedientes de la Liga Anticomunista donde estaban depositados muchos años de investigación sobre los comunistas en Cuba y fuera de Cuba. El expediente A-943 correspondía a Fidel Castro Ruz y en él se reflejaba que Fidel Castro había comenzado a trabajar para la Unión Soviética en 1943 y que en su reclutamiento y entrenamiento había desempeñado un importante papel un diplomático supuestamente llamado Gomer Bashirov, En el expediente también habían fotos y documentos que que evidenciaban su conexión con Moscú. Después del triunfo de la Revolución y concretamente tan cercano como el 23 de enero de 1959 se requisaron los archivos que estaban, si mal no recuerdo haber leido, en la casa de Salvador Díaz Versón en Cojimar. Una carta de Fidel Castro dirigida a Abelardo Adán en Praga que fue interceptada por Salvador Díaz Versón decía: ¨ Nuestro amigo me dijo que me mantiene reservado para mayores esfuerzos y que no debo quemarme viajando ahora. Ellos tienen un plan en el cual yo seré el eje que se implementara muypronto. Es posible que entonces volvamos a vernos sin temor al imperialismo yanqui¨. La información de casi todo lo que está en este párrafo están en las páginas 777 y 778 del excelente libro (aunque no coincido en algunas interpretaciones que aparecen en él) titulado La Verdadera República de Cuba , del Dr.Andrés Cao Mendiguren.
El gobierno de los EE.UU. ha tenido infiltración comunista en su Departamento de Estado al menos desde finales de los años 20 del siglo pasado. Eso se ha conocido sin duda alguna después de la caida del comunismo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; llamada más brevemente en español cómo la URSS. Uno de esos agentes, que tempranamente fue identificado como comunista por Rolando Masferrer, ya que había pertenecido a la tropa a la que pertenecía también Masferrer en la Guerra Civil Española, fue William Arthur Wieland (en Cuba Guillermo Arturo Montenegro Wieland) del cual se habla en este breve video ya que como jefe del Buró del Caribe del Departamento de Estado contribuyó grandemente en la ascensión del Fidel Castro y del comunismo en Cuba recomendando múltiples sanciones al régimen de Fulgencio Batista; una de ellas fue el embargo de armas en plena insurrección armada contra Batista.
Coronel Roger Rojas Lavernia: Fidel Castro y el Comunismo Internacional
Para ampliar ciertos aspectos del la historia del Partido Comunista en Cuba sugiero leer un libro clásico e ineludible para conocerlos: Historia del Partido Comunista Cubanode Antonio Alonso Ávila y Jorge García Montes, testigos de muchos de los hechos. Haciendo click en el títuo del libro en amarillo pueden llegar a Amazon donde se vende; identicamente para la versión Kindle del libro de César Reynel Aguilera .
Hacer CLICK encima de la imagen para ir al sitio donde puede leer sin censura TODOS los numeros de la revista Bohemia desde 1910 hasta 2013
Libro de Pedro Pablo Arencibia: Paradigmas Psicopedagogicos y caminos de la Investigacion Matematica en la Ensenanza de la Matematica Universitaria y Media
OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:
Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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