sábado, marzo 02, 2024

Roberto Jesús Quiñones: Salvador Cisneros Betancourt: presidente dos veces, patriota siempre. Por su defensa del orden democrático, Salvador Cisneros Betancourt ha sido calificado como "El gran ciudadano"

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Salvador Cisneros Betancourt: presidente dos veces, patriota siempre

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Por su defensa del orden democrático, Salvador Cisneros Betancourt ha sido calificado como "El gran ciudadano"

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Por Roberto Jesús Quiñones

28 de febrero, 2024

HARRISONBURG, Estados Unidos. – Este miércoles se cumplen 110 años de la muerte de Salvador Cisneros Betancourt, hombre de una altura patriótica insoslayable. Nació en Camagüey con título nobiliario, en una de las familias más ricas e influyentes de Cuba, el 10 de octubre de 1828.

Siendo muy joven viajó a EE.UU. para estudiar Ingeniería Civil. Aquí conoció la democracia y las ideas liberales que se convertirían en brújula de su pensamiento ciudadano.

Regresó a Cuba en 1846, cuando tenía 18 años. Luego contrajo matrimonio con su prima Micaela Betancourt y Recio, con la cual tuvo siete hijos, de los cuales dos fallecieron siendo párvulos.

Fue elegido alcalde de Camagüey en tres oportunidades y desde ese puesto  fundó periódicos, creó la Sociedad Filarmónica y la Sociedad Económica de Amigos del País, el Teatro Principal y la Logia Tínima, donde conspiró contra el poder colonial junto con otros patriotas camagüeyanos.

Formó parte de la Junta Revolucionaria que contactó con Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio y Pedro Figueredo para establecer la fecha de inicio de la primera guerra por nuestra independencia, fijada para 1869 pero adelantada por Carlos Manuel de Céspedes.

Conocido el levantamiento de los orientales, el 4 de noviembre de 1868 Salvador Cisneros Betancourt partió hacia la guerra luego de darle la libertad a sus esclavos. Sus propiedades fueron confiscadas y su familia sufrió el hostigamiento de la metrópoli, por lo que tuvo que trasladarla a la manigua. Años después el patriota contaría: “Mi familia vivía constantemente amenazada e intranquila. En noviembre de 1869 éramos 25. Todos estaban enfermos a excepción de Micaela, mi esposa y Carmita, mi hija. Justamente en esa época murieron ambas, las únicas sanas”.

Poco después el patriota envía al extranjero a sus hijos sobrevivientes y se queda solo en la guerra, rodeado por las incomprensiones, las intrigas y la desunión de las fuerzas libertarias.

Aunque Salvador Cisneros Betancourt no votó contra la destitución de Carlos Manuel de Céspedes como primer presidente de la República en Armas, el resentimiento del Padre de la Patria en su contra se aprecia nítidamente en la última página de su diario.

Sin embargo, ante la Cámara de Representantes, Salvador Cisneros Betancourt dijo: “Céspedes no es el hombre que ha dejado de ser presidente, sino el que engendró la Revolución. La personalidad del ciudadano Carlos Manuel de Céspedes está tan adherida a la Revolución de Cuba que abandonarlo, porque ha dejado de ser presidente, a sus propios recursos, sería un desagradecimiento”.

Pero el legislativo sí abandonó a su suerte a Céspedes, una decisión que tuvo importancia decisiva en su muerte.

Aproximadamente dos años después, cuando el mayor general Vicente García encabezó la sedición desde Lagunas de Varona, Salvador Cisneros, siendo presidente de la República en Armas, casi solo y dando muestras de una valentía y un civismo extraordinarios, se apareció en su campamento para exigirle una entrevista e imponer la legalidad.

A pesar de que unos emisarios de Vicente García le comunicaron que no lo reconocían como presidente, Cisneros afirmó que no se iría del lugar. Ante su firme actitud los sediciosos levantaron el campamento y se fueron.

Entonces la Cámara de Representantes cedió y Cisneros Betancourt tuvo que abandonar la Presidencia sometido por el legislativo, como mismo le ocurrió a Céspedes.

Intransigente hasta su muerte

Es sabido que el caudillismo, las pugnas entre la alta oficialidad y el poder legislativo así como el regionalismo fueron los causantes de la desunión entre las fuerzas patrióticas, algo muy bien aprovechado por el astuto capitán general Arsenio Martínez Campos, quien consiguió la firma del Pacto del Zanjón el 10 de febrero de 1878 sin que las fuerzas mambisas hubieran logrado los dos objetivos principales de la guerra: la independencia y la abolición de la esclavitud.

Dos días antes de tan triste fecha para la historia patria, la Cámara decidió su disolución y lo hizo con un solo voto en contra, el de Salvador Cisneros Betancourt, quien luego tiene que partir hacia el exilio con 50 años, todas sus propiedades confiscadas o destruidas, viudo y con los hijos muertos o al cuidado de varios parientes. Aquel hombre que fue dueño de vastas extensiones de tierra, varios ingenios, una gran dotación de esclavos y un título nobiliario, partió al exilio con un solo traje y apenas con dinero para el viaje.

Se estableció en Nueva York, donde tuvo que vender cigarros, tabacos y billetes de lotería para subsistir. Allí conoció a José Martí, y el ímpetu del joven rebelde ganó el apoyo del noble devenido pobre.

Regresó a Cuba en 1884. Durante todo ese período conocido como Tregua Fecunda mantuvo comunicación epistolar con Martí. En ella se puede constatar la alta valoración que el Apóstol tenía de él.

Cuando se reinicia la gesta independentista el 24 de febrero de 1895 Salvador tenía 67 años. El día 5 de junio de 1895 se lanza a la manigua con solo 12 hombres y parte al encuentro del Generalísimo, quien diría de él: “El viejo guapo, el de buena cepa”.

En los potreros de Jimaguayú, en septiembre de 1895, es elegido presidente por segunda ocasión. Y cuando dejó de serlo por decisión de la Cámara, continuó en la lucha como un simple soldado.

Ocurrido el hundimiento del acorazado Maine, EE.UU. declara la guerra a España. Las fuerzas mambisas coordinan acciones militares con el ejército estadounidense y la contienda termina rápidamente.

Sin embargo, el peligro de que Cuba se convierta en una dependencia estadounidense es advertido por Cisneros Betancourt, quien fue uno de los asambleístas que votó en contra de la Enmienda Platt y no tuvo reparos en criticar públicamente al presidente Tomás Estrada Palma por su posición al respecto.

Y cuando la Asamblea del Cerro votó por la destitución de Máximo Gómez al frente del Ejército Libertador, Cisneros se opuso.

Sin pertenecer a ningún partido político fue reelecto senador por Camagüey varias veces. En ese cargo lo sorprende la muerte.

Por su defensa del orden democrático, la legalidad y por su intransigencia en defensa de la dignidad y la independencia nacionales ha sido calificado como “El gran ciudadano”, el último de los grandes patriotas de nuestras guerras por la independencia.

El 28 de febrero de 1914 Salvador Cisneros Betancourt partió hacia la eternidad. Le debemos, al menos, un recuerdo agradecido por todo lo que hizo por la independencia de la patria.

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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

El General de Brigada Julio Sanguily Garrite  y el Coronel del Ejército Libertador, gran tribuno, Senador y Secretario de Estado  Manuel Sanguily Garrite  en la República nacida el 20 de mayo de 1902 eran  HERMANOS. Julio Sanguily Garrite tuvo un sólo hijo: Julio Sanguily Echarte, el cual tenía una alta responsabilidad militar cuando la Revolución de los sargentos del 4 de septiembre de 1933.

El jefe de la conspiración para el levantamiento en armas  en 1868 era Francisco Vicente Aguilera; el levantamiento se había pospuesto dos o tres veces esperando, entre otros argumentos, para  vender el azúcar de la zafra y tener dinero para la guerra. Carlos Manuel de Céspedes y López del Castillo había dilapidado su fortuna en viajes y vida suntuosa y  el pequeño ingenio de la Demajagua que había comprado con su hermano estaba hipotecado y la  dotación de esclavos era solamente de una decena si mal no recuerdo. No se ha encontrado evidencias de que iba a ser apresado por motivos políticos ni tampoco el supuesto  telegrama para su detención  por el cual  su sobrino, Ismael Céspedes,  que trabajaba en el telégrafo le avisó de su supuesta detención. De los otros conspiradores no hay noticias semejantes.

Carlos Manuel de Céspedes en sus 5 ó 6 años  como Presidente de la República de Armas  actuó de manera autoritaria y son conocidos  sus discrepancias con el civilista Ignacio Agramonte y Loynaz, al que José Martí llamó ¨diamante con alma de beso¨y ¨la azucena de la Revolución ¨por su actuar sin máculas. y llegó a  expresar: “De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud”.


Quizás la más notoria de todas las reacciones en contra de Céspedes, la hizo el General Ignacio Agramonte, primo de Ana de Quesada, quien se declaró abiertamente enemigo de Céspedes, escribiéndole una carta a la Cámara el día 26 de Abril de 1870 en la que incitaba a deponer al Presidente.

(Ignacio Agramonte y Loynaz)


A continuación fragmentos de esa carta:

«… ¿Hasta dónde nos llevarán las contemplaciones y la falta de energía de la Cámara de Representantes? ¿Hasta cuándo aparecerá impasible ante tantos abusos? ¿Esperará que Carlos Manuel y sus Secuaces arruinen el país, para proceder con energía?

No parece sino que se quiere acabar con el Camagüey para poder decir luego neciamente, cuando se le haya reducido a la impotencia, que no hace nada, que el enemigo se pasea impunemente en su territorio; y en tanto sus Representantes que conocen el mal, que lo palpan como yo, y como todos, sufren y callan por contemplaciones que se avienen mal con la marcha firme y enérgica que exige toda revolución y la conciencia de todo buen patriota.

Piensen, amigos míos, que contraen responsabilidades ante los hermanos cuya confianza tienen, ante su conciencia y ante la Historia, los Representantes del Camagüey que permiten se les sacrifique en aras de celos mezquinos y de un encono injustificable; y de una vez pongan coto á esa explotación y á esa devastación inmotivada que amenazan hundir el país y la Revolución»

De V. V. de corazón. — Ignacio Agramonte y Loynaz.
Quemado de Cubilas, Mayo 21 de 1870


Al final del diario de Carlos Manuel de Céspedes hay un escrito,  con otra letra diferente, que dice que un negro que había sido esclavo o sirviente  de Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía (1828-1914) ya entonces Presidente de la República en Armas se había presentado ante el batallón español de San Quintín para delatar  donde estaba Carlos Manuel Céspedes; conocida su ubicación  fueron y persiguieron a Céspedes el cual fue muerto  según una fuente por el sargento Felipe González Ferrer, aunque la recompensa se dice que fue cobrada por el cubano Brígido Verdecia.

Se cree que Salvador Cisneros Betancourt se había negado a ofrecerle a Céspedes permiso para salir al exterior, donde estaba su familia (su segunda esposa Ana de Quesada, su hija y su hijo) porque Céspedes  cuando era Presidente de la República le había negado el permiso de salida del país al abogado, periodista y Mayor General Francisco Maceo Osorio, el cual había pedido ese permiso por su enfermedad para recuperarse en el extranjero. Maceo Osorio (quién había sido amigo de Céspedes tuvo posteriormente grandes diferencias con Céspedes) quien era muy amigo de Salvador Cisneros Betancourt,  muere de esa enfermedad el 16 de noviembre de  1873. Poco tiempo antes de la muerte de Céspedes, Salvador  Cisneros Betancourt le había retirado  la guardia personal a Céspedes, el cual muere muy pocos meses  después que Maceo Osorio el 27 de febrero de 1874.

Zoé Valdés fue la que transcribió  el diario de Carlos Manuel de Céspedes cuando ella trabajaba  con Eusebio Leal, el cual ignoró su trabajo al publicar el diario. La siguiente foto es ella trabajando con una gran lupa para hacer la transcripción.


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La última página del diario de Carlos Manuel de Céspedes

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El diario del Padre de la Patria, con sus acres comentarios que contradicen las versiones de la historiografía oficial, es otra muestra de que la historia de Cuba tiene muchas lagunas

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Por Jorge Luis González Suárez

7 de octubre de 2021

LA HABANA, Cuba. ─ El historiador de La Habana Eusebio Leal Spengler publicó en 1992 un documento histórico trascendental: “El Diario Perdido” de Carlos Manuel de Céspedes (Editorial Ciencias Sociales).

Es interesante la historia de cómo ese texto llegó a nuestros días. Al morir Céspedes en la finca San Lorenzo el 27 de febrero de 1874 el diario fue tomado por los españoles como trofeo de guerra. El brigadier Julio Sanguily lo compró a las autoridades españolas y pasó después a manos de su hijo Manuel Sanguily. Este, a su vez, legó a su hijo el manuscrito. A su muerte lo heredó su esposa, Sarah Cuervo.

El documento llegó posteriormente a manos de José de la Luz León, diplomático y periodista, quien lo tuvo en su poder hasta su fallecimiento en La Habana el 5 de junio de 1981. Su viuda, Alice Dana, por orden expresa del difunto,  entregó en sobre cerrado el manuscrito a Eusebio Leal. En el exterior del sobre, estaba escrito: “Estos papeles son de mi patria”.

La última etapa del diario abarca desde el 25 de julio de 1873 hasta el 27 de febrero de 1874, día de la muerte de Céspedes. Recoge las anotaciones que hizo Céspedes después de ser sustituido como Presidente de la República en Armas.

En la última hoja del diario, Céspedes hace fuertes críticas a varios patriotas de la época.

Sobre Tomás Estrada Palma dijo: “Era tan inmoral en sus costumbres privadas como hipócrita en sus manifestaciones públicas. Después de exigir en las mujeres una pureza ideal, seducía y hacía madres a las hijas de sus mayorales y por último lo hizo con una joven de buena familia que vivía en la casa de él en compañía de su anciana madre”

Sobre Salvador Cisneros Betancourt, marqués de Santa Lucía, escribió: “El Marqués tenía en Camagüey pésima opinión. Ignorante, arruinado, petardista, vicioso, puerco, no gozaba de más consideraciones que las que le dada su título”. Y agrega: “Después se ha distinguido por su crasa ignorancia, bajeza de miras y solapada ambición personal”.

Comentó sobre Luis Victoriano Betancourt: “No se ocupaba de sus funciones en la Cámara desde 1870, nunca ha tenido opinión propia, siempre ha sido eco de otros…”.

De Eduardo Machado comentó: “Se distingue por su miedo a los españoles… De poco ha servido en la revolución, pues la mayor parte del tiempo la ha pasado en los ranchos, huyendo y consumiendo los recursos de las familias”.

De Juan Spotorno afirmó: “Teniendo de quien hablar mal está satisfecho. Ligero, imprudente, ignorante de los negocios públicos y poco amigo de hallarse en contacto con el soldado no obstante de ser un coronel del ejército, tiene todas las malas cualidades de los hombres que hablan con dos voces y harán de él lo demás todo lo que quieran siempre que le arrojen alguna presa en que hincar el diente.”

La página final concluye: “Abrazando en conjunto a todos estos legisladores, concluiré asegurando que ninguno sabe lo que es la Ley”.

Los demoledores comentarios escritos por Carlos Manuel de Céspedes en sus horas finales son verdaderamente inquietantes.

Resulta llamativa en especial su mala opinión sobre Tomás Estrada Palma, quien sería, en la guerra de 1895, hombre de confianza de José Martí, su sustituto al frente del Partido Revolucionario Cubano y el primer presidente de la República.

De ser ciertos los cuestionamientos que hace Céspedes, demuestran a las claras la desunión y las rencillas que había entre algunos de los principales jefes de  la Guerra de los Diez Años, a la postre factor esencial  del fracaso de la contienda iniciada el 10 de octubre de 1868 y que terminó en 1878.

¿Por qué tanto rencor entre los que luchaban  por la independencia? ¿Serían solamente casos aislados?

El diario del Padre de la Patria, con sus acres comentarios que contradicen las versiones de la historiografía oficial, es otra muestra de que la historia de Cuba tiene muchas lagunas. Habrá que reescribirla, sin censuras, en una patria libre y democrática para conocer la realidad.

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