Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
domingo, enero 05, 2025
La Celebración del Día de Reyes en la República de Cuba cuando Cuba era un país normal. Video de la Cabalgata de los Reyes Magos en España 2025. La Epifanía del Señor
Batista y el Día de los Reyes Magos: ¡Ningún niño sin juguete!
Por Ivo Basterrechea
Era el Día de los Reyes Magos correspondiente al 6 de enero de 1956 cuando el presidente Fulgencio Batista acompañado de su esposa la primera dama Martha Fernández de Batista, desde la Terraza Norte de Palacio, saludaba al público congregado en el parque de las Misiones presenciando la caravana de vehículos cargados de juguetes para ser repartidos a los niños sin recursos en los lugares más recónditos del país.
La caravana estuvo compuesta por 71 rastras y camiones que cargaban 400 000 juguetes, destacando unas 75 000 muñecas de producción cubana.
Fuente.
1. Revista Bohemia. Año 48. No. 2. La Habana, 8 de enero de 1956.
Este artículo de la revista Bohemia puede leerlo haciendo CLICK en el siguiente enlacehttps://dloc.com/UF00029010/02649/pdf e ir a la sección lateral izquierda y hacer click en la página 28 si las imágenes están a dos páginas.
OTRAS FOTOS DE OTROS ARTÍCULOS Y PUBLICACIONES
Fulgencio Batista y su esposa Martha Fernández Miranda repartiendo juguetes en la Casa de Beneficiencia de La Habana un 6 de enero, Día de los Reyes Magos
Reparto de juguetes a personas pobres el Día de Reyes antes de 1959
Fulgencio Batista ¨probando¨ la calidad de una de las bicicletas que se regalarán un Día de Reyes
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DÍA DE REYES, DE LA TRADICIÓN Y EL SIMBOLISMO A LA ADORACIÓN POPULAR.
Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
6 de enero, 2025
Santa Cruz de Tenerife. España. El 6 de enero el mundo de la cristiandad celebra la festividad de los reyes magos, litúrgicamente la επιφάνεια, epifaneia, que quiere decir manifestación, es decir, la expresión del misterio del λóγος hecho hombre y expresado entre ellos. Forma parte de otras epifanías cristianas como: el misterio de las bodas de Caná y el Bautismo. El cristianismo estableció la celebración el 6 de enero, casi inmediatamente después de la octava de la navidad, cuya evocación a la legendaria narración bíblica, es digna de un análisis teórico.
El evangelio de Mateo, en su capítulo segundo, trata el tema de los magos de oriente: “Y he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle”. Se les considera reyes, tal vez, a partir de una interpretación del Salmo 72,10 que dice: “Todos los reyes se postrarán ante él”. No obstante, el significado del término griego μαγός, es decir, magós, en plural: μαγοι, magoi, no es precisamente reyes, sino sobrenaturales, dotados de poderes excepcionales, como lo fueron en el pasado los antiguos sacerdotes del mazdeísmo o zoroastrianismo, la religión de los parsis, cuya casta sacerdotal estaba en posesión de los misterios y de la sabiduría, y se dedicaban al estudio de la astronomía como ciencia, y de la astrología en relación con su repercusión en la vida de los hombres. El místico y filósofo de origen judío, Filón de Alejandría da testimonio de esto a través de sus obras.
Tal vez la inserción de este pasaje en el evangelio tenga relación con la idea de los sacerdotes parsis como elemento simbólico, lo que muestra la grandeza del nacimiento del Hombre-Dios, hecho que es reconocido por los sabios parsis desde sitios tan distantes, los que estaban en posesión del divino conocimiento y fueron capaces de percibir su existencia entre los hombres como ser manifiesto, significado del término griego επιφάνεια, o sea, epifanía.
Si tomamos como referencia el evangelio de Mateo, la única fuente bíblica que menciona a unos magos, comprobaremos que no se hace descripción de la estrella, lo que limita la interpretación simbólica; no se precisa el número de reyes, aunque se infiere que cada regalo: oro, incienso y mirra, sea una representación de cada uno de ellos, lo que se atribuye al místico y teólogo del siglo tercero Orígenes (185-253). Más tarde, el papa San León Magno aceptó y estableció la idea que ha perdurado hasta nuestros días; aunque sin demostración alguna de su veracidad. Sin embargo, la tradición pudo más que la investigación y será difícil después de tanto tiempo cambiar la idea predeterminada en las mentes de los hombres acerca del número de magos, magos convertidos en reyes y peor aún dejar a un lado los regalos a niños el día seis de enero, a pesar de no existir documentación alguna que demuestre que eran precisamente tres.
De igual forma, sus nombres no aparecen en las escrituras cristianas; algo que se adoptó luego. Sus nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar siguen siendo motivo de investigación. Algunas fuentes señalan que aparecieron por primera vez en un mosaico dentro de un templo de Italia. Se trata de una obra que data del siglo VI ubicada en la iglesia de San Apollinaire Nuovo, en Rávena. Allí se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres encima y representando distintas edades.
Otras fuentes ubican el origen de los nombres un tanto más tarde, toda vez que insisten en su origen en la edad media y hasta mucho más tarde si se consulta un manuscrito itálico muy posterior. Los nombres, como el número de magos, resultan elementos añadidos a la única referencia bíblica, la cual es la presencia de unos magos del oriente, en plural μαγοι, (en griego antiguo) lo que solo sugiere la existencia de más de uno, pudieran ser solo dos, como se representa en las antiquísimas catacumbas de Pedro y Marcelino, del siglo cuarto.
Por otra parte, se cree que el evangelista insertara el pasaje de los magos con su mágica estrella en su texto para realzar, un tanto más, la figura del redentor. Algunos vinculan a estos personajes de Mateo con los magos de Balaam, citados en Núm. 23,7, que bajaron de las montañas de Oriente para rendir homenaje al futuro rey; entendiendo como Oriente la región que se inicia al este del río Jordán, es decir que se considera que el Oriente comienza donde termina Palestina, al otro lado del Jordán: “Entonces Balaam pronunció estas palabras proféticas: Balac, el rey de Moab, me trajo de Aram; me hizo venir de los montes del oriente. Me pidió venir y maldecir a Jacob; me ordenó desearle el mal a Israel”.
Acudiendo de nuevo a Orígenes, figura cimera de la filosofía cristiana de los primeros siglos, encontramos en su obra Contra Celso I:59, un pasaje en el que comenta aspectos relacionados con la idea de la mencionada estrella:
“Se ha observado que en los grandes acontecimientos y en los más importantes cambios de la historia, aparecen estrellas de este tipo que significan cambios de dinastías, o guerras o sucesos entre los hombres que tienen el efecto de trastornar los asuntos del mundo. Hemos leído en el libro de los cometas del estoico Cheremon cómo algunas veces han aparecido cometas incluso cuando estaba a punto de suceder un suceso nuevo; y él nos hace una relación de ellos. Así pues, si un cometa, como se le llama, o alguna otra estrella parecida, aparece cuando surge una nueva monarquía o se produce algún importante suceso sobre la tierra, por qué ha de extrañarnos que haya aparecido una nueva estrella con el nacimiento de un hombre que existe para introducir nuevas ideas en la raza humana y para traer una doctrina no sólo a los judíos, sino también a los griegos y también a muchas naciones extranjeras”.
En el griego bíblico empleado en la traducción del capítulo LXX del libro de Daniel (2,2.10), μαγοι se refiere concretamente a los astrólogos de la localidad de Babilonia, cuyos conocimientos esotéricos eran respetados, de ahí la asociación con la aparición de la estrella en el oriente: “Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos (…) Al ver la estrella se regocijaron con gran alegría”.
La interpretación simbólica de la estrella estará en dependencia del número de puntas que tenga, así como de su posición. Una de las más universales formas es la Estrella de David, Sello o Hexagrama de Salomón. Esta estrella es una superposición de dos triángulos equiláteros que se entrelazan, cuya disposición da lugar a una figura geométrica con apariencia de estrella de seis puntas. En el judaísmo se le atribuye, además de su significado simbólico, un poder mágico, lo que ha trascendido los límites del Hebraísmo para alcanzar valores universales.
Se pierde un tanto en la inmensidad del tiempo, pero su origen, aunque difícil de precisar, se encuentra en Asia. Ya en la antigua cultura mesopotámica hay referencias acerca de la estrella de seis puntas. En la antigua Babilonia se solían representar tres estrellas dispuestas en triángulo para invocar una tríada de dioses astrales. Por otro lado, la observación de los astros fue frecuente en las culturas del llamado Creciente Fértil. Como figura geométrica, el hexagrama regular presenta muchos puntos en común con la estrella de David. Desde el punto de vista configurativo se podría sostener que todo hexagrama regular al menos “de un modo potencial podría ser una estrella de David”.
Sin embargo, no todo hexagrama regular ha sido concebido para expresar la significación y el valor simbólico que el pueblo judío y la humanidad en su conjunto le atribuyen a la estrella de David. Dicha estrella fue adoptada por el judaísmo como símbolo de otras culturas, tal como hizo el propio cristianismo con muchas de sus celebraciones y festividades. La idea de la Alianza, considerada un verdadero eje de la tradición hebrea, ha encontrado en la conjunción de los dos triángulos equiláteros que conforman la estrella, su punto culminante como expresión simbólica de lo que para ellos es una realidad.
La estrella de seis puntas, más que un símbolo, es un emblema del judaísmo. Téngase presente que el emblema es una asociación de símbolos. En el caso particular de la estrella de seis puntas, es la sumatoria en conjunción de dos triángulos. Para los judíos es un símbolo de paz y de equilibrio, cuyo equilibrio lo ofrece la precisión del engranaje de ambos triángulos. Representada sobre el escudo de los israelitas, la estrella de David cumplía entonces una función protectora. Si se considera a la estrella en cuestión como un dodecágono, es decir, una figura que presenta doce lados, ellos es posible deducir que ellos aluden a las doce tribus de Israel. (Simmons, La Estrella de David, 2012).
Más allá del judaísmo, se le ha interpretado como la reunificación de la naturaleza inferior y superior del hombre, esto es, la armonía entre los principios inferiores del hombre y su contrapartida de los principios espirituales: Atma, Budi, Manas, este último en su aspecto superior, según las tradiciones de las filosofías orientales. Su universalidad es tal, que asociaciones fraternales como la Masonería y la Sociedad Teosófica, la han asumido en sus rituales y decoración de sus Logias, la primera, y como parte de su emblema, la segunda. Para los masones representa a Dios o el Gran Arquitecto expresado en todo el Universo, o sea, el propio Logos (λóγος) de los antiguos griegos y el Verbo del Evangelio de San Juan. “El verbo era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre”.
Continuará…
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DÍA DE REYES, DE LA TRADICIÓN Y EL SIMBOLISMO A LA ADORACIÓN POPULAR.
Segunda parte
Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
6 de enero, 2025
Santa Cruz de Tenerife. España. Retomando la narración evangélica de Mateo – “al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle”– he de precisar que tampoco se hace referencia a la forma de la estrella de acuerdo con su número de puntas. Hemos visto el simbolismo de la estrella de seis puntas, que se corresponde con el número seis y que nos ofrece un hexagrama como emblema – la combinación de dos o más símbolos–; pero hay diferentes tipos de estrellas según su número de puntas: cuatro, cinco, seis y siete puntas, cada una con un significado diferente. Así, la estrella de cinco puntas es otra de los tipos de estrella plena de significados y con una universalidad comparable a su semejante, la de seis puntas.
Este símbolo representa la perfección del hombre cuando ha alcanzado el máximo desenvolvimiento de su desarrollo espiritual, de ahí que sea la utilizada como elemento simbólico en estas festividades, no solo para evocar el hecho que narra el evangelista, sino aquel nacimiento del hombre perfecto, en el cual, se ha expresado en toda su plenitud la Divinidad, δευτερος θεος, es decir, un segundo Dios, coeterno y consubstancial con su Padre, según la enseñanza de la teología y la filosofía cristiana.
Es pues la representación del hombre perfecto desde el punto de vista físico, emocional, mental, intuicional y espiritual, algo que guarda relación con la constitución quíntuple del hombre que asumen ciertas escuelas filosóficas del oriente, aunque lo más difundido y aceptado es la constitución septenaria. Es además el sello de la Iniciación mística como muestra de la aceptación en los misterios iniciáticos. De ahí que la estrella citada por Mateo en su hermoso evangelio tenga un significado mucho más trascendental de lo que creemos. Se está haciendo mención a la manifestación – significado de la epifanía– de un ser perfecto en la tierra, a la expresión de la Divinidad en un ser que vino al mundo para demostrar la realidad de la existencia y de la grandeza de Dios.
Otro significado del pentagrama o estrella de cinco puntas es la figura del ser humano, con los brazos en cruz y las piernas abiertas. La punta de arriba de la estrella es la cabeza del hombre y las demás puntas son los cuatro elementos. El significado literal del pentagrama es el de un hombre que controla y domina los cuatro elementos. Es el símbolo sagrado de la armonía del cuerpo y del espíritu, y, en consecuencia, la representación de la perfecta salud física, energética y espiritual del hombre. La estrella de cinco puntas está estrechamente relacionada con el simbolismo que representa el número cinco: designa la quinta esencia universal, la esencia vital, el espíritu vivificado, el eterno movimiento genealógico y la fuerza intelectual humana a partir del quinto de los principios humanos: manas, el principio mental. El cinco representa también a los elementos naturales del mundo: la tierra, el agua, el aire, el fuego y el germen.
Al igual que la estrella de seis puntas, se considera que su origen está en la antigua cultura mesopotámica. La forma más antigua de pentagrama conocida se remonta al año 3500 a.C. en la ciudad de Ur en la Antigua Mesopotamia, donde lo llevaba el gobernante como símbolo de poder. También el Emperador Constantino I lo utilizó junto a su sello y amuleto. Para los hebreos representaba la Verdad y los cinco libros del Pentateuco. En la Antigua Grecia, era llamada pentalpha, siendo compuesta por cinco aes. En el antiguo Egipto, se identificaba como el símbolo de la “Matriz Subterránea”. Los celtas relacionaban el pentagrama a la Diosa Subterránea Morrigan y los cristianos le hemos dado el significado de los estigmas de Cristo.
En la edad media el pentagrama estaba inscripto en oro en el escudo de los caballeros simbolizando sus cinco virtudes: generosidad, cortesía, castidad, piedad y caballerosidad. Era un símbolo de Verdad y una protección contra los demonios. Durante la Inquisición, el pentagrama invertido simbolizaba la Cabeza del Chivo, o estrella del diablo, esto es, el lado negativo o diabólico. De ahí lo mal visto del empleo de la estrella de cinco puntas de manera invertida, algo presente en los ritos satánicos.
Los masones la llaman estrella resplandeciente y la relacionan con la imagen de Horus, hijo de Osiris o el Sol, lo que se relaciona con la idea del λóγος como Hijo engendrado por el Padre del cristianismo. Horus, al igual que Cristo entre los cristianos, fue venerado en el antiguo Egipto. El tabernáculo se abría como muestra de su expresión para recordar su nacimiento en fecha similar a esta. Ambos representan la perfección humana, y son hijos divinos en los que el Padre ha depositado su divinidad. Horus, como el λóγος de los griegos y del cristianismo, es el germen o simiente universal de todo lo existente, por cuanto, es principio Cósmico del Universo, dador de la vida a todas sus criaturas. Recordemos la idea de la inmanencia divina de la teología cristiana, algo que, por desgracia, se dispersa demasiado en estos tiempos en que la superficialidad y la carencia de devoción sustituyen con frecuencia al estudio profundo, la meditación reflexiva y oración contemplativa.
También representa a Anubis o estrella canicular que guiaba a Isis. Cuando la estrella flamígera aparece entre una escuadra y un compás (Tierra y Cielo) representa al hombre regenerado radiante de luz. Sus cinco puntas forman el pentalpha de Pitágoras, lo que representa para los masones los cinco puntos de la perfección: Fuerza, Belleza, Sabiduría, Virtud y Caridad. En el Rito Escocés Rectificado de la Masonería la interpretaban como símbolo de la estrella que guio a los μαγοι (magos), como reconocimiento del redentor, desde el lejano oriente hasta Belén.
Según la enseñanza de Ragón, que es respetable entre los eruditos:
“Para los egipcios la estrella flamígera era la imagen de Horus, hijo de Isis y del Sol, responsable de las estaciones y emblema del movimiento (…) Para la masonería es la imagen del Genio que inspira en las almas los ideales, está iluminada porque Pitágoras recomendó no hablar de las cosas sagradas sin luz”.
La idea de la estrella en días como estos es la evocación del pasaje bíblico de la estrella que sirvió de guía a los μαγοι de oriente para el reconocimiento de la encarnación de la Divinidad entre los hombres; no hay mayor significado que este, al menos para el cristianismo. La presencia del Dios-hombre entre nosotros tiene un significado trascendental, como lo tuvo para los antiguos egipcios, para los tibetanos y budistas, quienes adoraron a Horus, Buda o Padmapani-Avalokitezvara, todos ellos, expresión de la Divinidad y encarnaciones divinas entre los hombres, lo que demuestra el carácter universal de un acontecimiento, que llega a nosotros a través del simbolismo de aquel humilde nacimiento y de la aparición de una estrella en el firmamento.
El aproximarnos a estos hechos y descubrir la inmensidad que se esconde detrás de la apariencia del símbolo, es nuestro deber. Estos pomposos días, llenos de trivialidades, donde reina el consumismo, días de fiestas, regalos, adornos – navidad postcristiana–, pero, por desgracia, carentes de la espiritualidad y del recogimiento, aspectos que deben ser los elementos primordiales de estos tiempos en los que renace triunfante el Cristo, cual Avatar de la Divinidad, para el orgullo y regocijo de los hombres.
Las carencias obligaron muy pronto a mi madre y a mi abuela a confesarme que los Reyes Magos no existían. El castrismo prohibió bastante temprano la idea de esos Reyes capitalistas que repartían juguetes a diestra y siniestra. No lo hicieron de un tajo, porque todavía recuerdo que en una ocasión mi abuela me llevó a una tienda donde había un hombre disfrazado de rey mago, y puedo recordar vagamente la vidriera de Flogart, y algunas otras vidrieras, la de La Época; aunque todo eso lo tengo bastante borroso. Total, que de buenas a primeras, el sistema para adquirir juguetes cambió radicalmente, se acabaron los Reyes Magos, y los tres barbudos se disolvieron en uno sólo. Otra ilusión muerta.
Mamá empezó a pasar noches haciendo cola para un teléfono público. La cola para poder conseguir una llamada desde aquel aparato negro triplicaba la vuelta a la manzana. El teléfono se hallaba situado bajo las arcadas frente al Parque Habana, en la calle Muralla, junto a mi escuela primaria (hoy Fondo de Bienes Culturales, después mudaron mi escuela para la calle San Ignacio). Tampoco era fácil comunicar con el Centro desde donde se repartían los turnos que daban el derecho a comprar los juguetes del Día de Reyes, había que discar y discar, una y otra vez. A mi madre se le hinchaba el dedo de tanto meterlo en el disco descascarado. Tenía el derecho a veinte intentos, si en esos veinte intentos no lo conseguía debía volver al final de la cola, coger otro turno, dormir noches y madrugadas para que no le quitaran el puesto. A veces pagaba al de atrás de ella para que la dejara llamar hasta cincuenta veces. Todo eso sucedía tres meses antes o más, no recuerdo bien, al Día de Reyes, durante el castrismo, claro, y mientras hubo Día de Reyes.
Las madres debían dar el apellido del niño. A mí siempre me tocaba el último día, por lo de la V de Valdés, y entonces había que navegar con suerte para que en ese último día nos concedieran uno de los primeros números. Lo que nunca fue el caso. En consecuencia, año tras año, las opciones a las que pude acceder, eran las mismas, o casi…
Sólo teníamos derecho a tres juguetes por niño. El básico, el no básico, y el dirigido. El básico era el juguete más importante y caro, el no básico era el de menor importancia y menos caro, el dirigido era el impuesto por el gobierno, el que había que comprar obligatoriamente, y por supuesto, el más barato. Yo soñaba con una bicicleta y con patines, esos eran juguetes básicos, preferencialmente para varones. A las niñas nos tocaban juguetes “de niñas”, muñecas, juegos de tocadores, cocinitas, en ese orden… Cuando nos llegaba el turno de compra a mi madre y a mi ya sólo quedaban muñecas de las más baratuchas, juegos de tocadores plásticos (un espejo, un peine y un cepillo), y una cocinita de lata. Para el no básico sólo podía elegir entre el juego de parchís o el dominó, rara vez alcanzaba el de ajedrez. Y en el dirigido siempre escogía lo mismo: un juego de yaquis.
Aclaro que sólo se podía comprar en una tienda indicada por el gobierno. A nosotros nos dieron La Ferretería La Mina, junto a la casa, pero como era un lugar perdido en La Habana Vieja, los peores juguetes llegaban a esa tienda.
Una vez me tocó una muñeca española, de las que mandó el dictador Franco, para congraciarse con Castro. En otra ocasión mi madre compró el derecho a un juguete básico a la madre de Los Muchos, que no tenía dinero para gastárselo en juguetes, o se lo cambiaba por comida. En esa época debía elegir entre desayunar con leche condensada o tener una bicicleta. Por fin la tuve, me costó no sé cuántos, infinidad de desayunos, porque mi madre sacrificó la cuota de latas de leches condensada de varios meses para que la madre de Los Muchos le diera el derecho al juguete básico de uno de sus hijos. Así logré hacerme de la bicicleta, era azul y blanca, y todavía hoy sueño con ella. Con esa bicicleta recorrí La Habana Vieja completa. Incluso cuando me perdía la gente me localizaba por la bicicleta azul y blanca. Mi madre preguntaba de calle en calle: “¿No han visto a una chiquita menudita ella montada en una bicicleta blanca y azul?” Lo mismo hacían mi abuela y mi tía, cada una por su lado. Las respuestas eran siempre las mismas: “Pasó por aquí como una salación en dirección a Egido”. Egido era mi límite.
La bicicleta me fue quedando chiquita, y se fue poniendo mohosa, herrumbrosa, y entonces la heredó Pepito Landa Lora. Su padre la volvió a pintar y a engrasar. Y mi madre volvió a sacrificar otras cuotas de comida para que yo tuviera los patines. Tuve aquellos patines rusos que pesaban una enormidad, y cuando se les fastidió la caja de bolas, Cheo me construyó una chivichana, y luego una carriola, cuando la chivichana se partió en dos.
Maritza Landa Lora y yo cogimos vicio de parchís y de yaquis, con los yaquis éramos unas expertas. Armamos competencias de barrio donde nadie podía ganarnos porque tirábamos la pelota altísimo y hacíamos unas figuras y maniobras estelares con las manos, parecíamos más bien malabaristas.
De más está contarles –muchos de ustedes habrán pasado por lo mismo- que los cambalaches y el mercado negro de juguetes se acentuó a unos niveles grotescos. Entonces cambiaron el sistema por unos bombos o tómbolas a los que había que asistir masivamente, y los papelitos dando vueltas dentro de aquel aparato, eran repartidos al azar. Aunque el azar también se negociaba. A nosotros nos tocó el bombo o tómbola de la iglesia del Parque Cristo, pero ese día mi madre se había hecho Testigo de Jehová y no quería renunciar al teque de la que la había reclutado en eso, por ir a lo del maldito bombo. A mí me dio una especie de perreta, porque se trataba de mis últimos Reyes, o sea ya con catorce años nadie tenía más derecho a los juguetes. Y mi madre sacó el palo de trapear y me hizo ver las estrellas y los luceros del universo. La Testigo de Jehová ni se inmutó, por eso no creo en ellos ni en ninguno. Hasta que a mi madre se le pasaron los tragos y dejó de ser testigo de Jehová para pertenecer a otra secta, creo que la de Adventista del Séptimo Día; ella cambiaba de religión en dependencia de cómo le dieran los tragos mezclados con el Meprobamato. Total, que para mis últimos Reyes me tocaron los peores juguetes, que ya de por sí todos eran malos, porque para la época ya apenas llegaban juguetes de España ni de ninguna parte del mundo: Un juego de tocador, un dominó, y una muñequita plástica negra, que mi madre sentó en el sofá, o sea, la puso de adorno, y la que yo encontraba horrenda hasta que fui encariñándome con ella.
Después se acabaron los Juguetes del 6 de enero, también el concepto de Reyes Magos se había extinguido desde hacía ratón y queso; lo sustituyeron por dos eventos: los Planes de la Calle, aquellas recholatas festivas e ideológicas entre pioneros comunistas, y por el Día de los Niños, el 6 de julio, lo que lo aproximaba al día escogido por Castro para el Asalto al Cuartel Moncada, un 26 de julio, fecha intocable en la Cuba de los Castro.
En Francia no se celebra el Día de Reyes, pero yo siempre, además de los regalos que mi hija ha recibido le Jour de Noël, le dejo un regalo junto al árbol, que no lo quitamos hasta el día 7 de enero. Ella creyó en Père Noël y en los Reyes Magos hasta que ya no hubo más remedio, porque advirtió de que Père Noël tenía los mismos pies que su padre. Así fue como lo descubrió. A las doce de la noche, Ricardo siempre aparentaba que tenía una llamada urgente, o que debía salir a buscar algo en particular. Se disfrazaba detrás de la puerta, y entraba transformado en Père Noël. Pero en una ocasión, la última, ya la niña tenía 10 años, se le olvidó cambiarse los zapatos, y ella señalaba para los pies de Père Noël, entonces empezó a preguntar por su padre y a mirarnos, y todos nos empezamos a reír carcajadas… incluso ella, puesto que ya en la escuela sus otros amiguitos le habían adelantado algo de que Pêre Noël eran los padres…
Aquella muñequita negra de mis últimos Reyes se quedó en Cuba, pero hace muy pocos años, mi amiga Enaida Unzueta, me dio la sorpresa de regalarme una igualita. Ella también había tenido la misma. Y seguro que muchos de ustedes también.
¡Feliz Día de los Reyes Magos, y que merezcan y reciban muchos regalos!
-La “humana” revolución cubana eliminó todo lo que oliera al imperio yanqui y en esa renovación de nuevos valores decidió descartar a los Reyes Magos para que no entregaran más juguetes a los niños socialistas y de esa forma acabaron con esa ilusión “burguesa”.
Melchor, Gaspar y Baltasar fueron considerados agentes enemigos, infiltrados ideológicos, que pretendían reblandecer las mentes infantiles, ya no se podía hablar de ellos como hacedores de alegrías inofensivas el 6 de enero. Ya no eran necesarias las carticas de los niños debajo de la almohada, esos secretos no podían revelarse al enemigo.
Por supuesto ya la tradición de la Nochebuena, con el lechón asado y otros comestibles también había sido abolida por la pujante revolución que necesitaba- según explicaron- a todo el pueblo en los campos de caña para forjar nuestro futuro de nación privilegiada que edificaba el socialismo. Esa palabra mágica que nos llevaría a la abundancia, la equidad social y sobre todo a la democracia.
Y una herramienta importante de la equidad fue el invento de la prosopopéyica libreta de productos comerciales, el metro de la verdadera igualdad dentro del “cacastrismo”, el dador de esperanzas en el consumo. Ese pasaporte fue el vehículo para distribuir los juguetes a los niños, los futuros hombres nuevos de la Cuba revolucionaria.
Así, de la noche a la mañana, los niños cubanos que ya tenían la bendición de no ver muñequitos americanos como el Pato Donald y otros evidentes agentes del imperio como el ratón Mickey y Pluto se desligaban también de los camellos y aquellos extranjerizantes reyes magos.
¡Uf! hasta la palabrita resultaba sospechosa. Reyes Magos…. La inteligencia del inmortal partido decidió que los niños no necesitaban tantos juguetes para divertirse y conformaron la "castrisíma" trinidad del juguete básico, no básico y el dirigido.
El básico podían ser bicicletas, artículos súper disputados, triciclos u otros de mayor cuantía y solamente se agarraba uno por niño. Pero se daban los casos que después de una larga fila solo quedaban juegos de yaquis en el dirigido y eso se lo compraban a los varones.
Al principio mantuvieron la fecha del 6 de enero, pero después como toda nuestra felicidad de ser hombres nuevos giraba por el mes de julio y el 26, pues los cerebritos del partido ungieron al 27 de julio como la fecha que los cubanitos recibirían sus regalos y se llamaría esa fecha “día del niño”.
En ese proceso modernista los muchachos ya no redactan carticas burguesas, nada de eso, marcaban en las colas junto a sus padres para obtener los juguetes. Ya no aspiraban a un determinado regalo sino recibían el que después de la cola podían comprar sus progenitores.
De esa manera la ilusión desapareció, se perdió la ingenuidad de todas las generaciones que nacieron posterior a 1959 porque ya todos sabían que los reyes no existían y mucho menos Santa Claus o San Nicolás, quien pese a su ropa roja, símbolo indiscutible del comunismo, tampoco encontró abrigo dentro de la isla.
Pero parafraseando la canción… “se acabó la diversión llegó el periodo especial y mandó a parar” con los cambios al vapor que realizó el camaleónico sistema para sobrevivir y mantenerse en el poder, como los antiguos “explotadores capitalistas”, ahora son amigos de la revolución y gerentes de firmas en las sociedades mixtas y el regreso victorioso del señor o señora en detrimento del ajado compañero.En todos esos cambios la constante fue el dólar, la moneda maldita del imperio.
El poderío del dólar, o de una moneda especial como el fabricado “Cuco” de esteroides castrista engendrado después, relegó al maltrecho peso a la nada, al poco valor, a lo insignificante.
Y en esa nueva vida dentro de la isla donde los que tienen son los que valen - Como decía Delcina, mi madre, “si Tin tiene, tin vale, si tin no tiene, no vale”- Los que poseen el dinero fuerte son los que pueden comprarles juguetes a sus hijos, porque ya desaparecieron del horizonte de la grey infantil los tres iluminados comisarios del castrismo: el básico, el adicional y el dirigido.
Los agudos gerentes del castrismo ahora recuerdan de nuevo el 6 de enero como la llegada de los reyes, claro sin hablar de manera directa de ellos, y colocan especiales en las tiendas de dólares para los juguetes. A fin de cuentas el socialismo no se perjudica si ganan dinero para construirlo y de paso mantiene en el poder a los elegidos de la gerontocracia.
Alicia en el país de las maravillas celebró su fecha de nacimiento con aquella memorable canción que decía “feliz no cumpleaños te doy, te doy”. Los niños cubanos desde hace 50 años tienen un “feliz no día de los reyes” que les da el “humano” régimen cacagastrista.
Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:
Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12)
Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán
Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná.
La Epifanía que más celebramos en la Navidad es la primera.
La fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero tanto en Egipto como en Arabia se celebraba el solsticio, festejando al sol victorioso con evocaciones míticas muy antiguas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio; nos dice además que los paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el templo de Coré. Cosme de Jerusalén cuenta que los paganos celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: "la virgen ha dado a luz, la luz crece".
Entre los años 120 y 140 AD los gnósticos trataron de cristianizar estos festejos celebrando el bautismo de Jesús. Siguiendo la creencia gnóstica, los cristianos de Basílides celebraban la Encarnación del Verbo en la humanidad de Jesús cuando fue bautizado. Epifanio trata de darles un sentido cristiano al decir que Cristo demuestra así ser la verdadera luz y los cristianos celebran su nacimiento.
Hasta el siglo IV la Iglesia comenzó a celebrar en este día la Epifanía del Señor. Al igual que la fiesta de Navidad en occidente, la Epifanía nace contemporáneamente en Oriente como respuesta de la Iglesia a la celebración solar pagana que tratan de sustituir. Así se explica que la Epifanía se llama en oriente: Hagia phota, es decir, la santa luz.
Esta fiesta nacida en Oriente ya se celebraba en la Galia a mediados del s IV donde se encuentran vestigios de haber sido una gran fiesta para el año 361 AD. La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad.
Los Reyes Magos
Mientras en Oriente la Epifanía es la fiesta de la Encarnación, en Occidente se celebra con esta fiesta la revelación de Jesús al mundo pagano, la verdadera Epifanía. La celebración gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos (Mt 2 1-12) como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.
De acuerdo a la tradición de la Iglesia del siglo I, se relaciona a estos magos como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios. Del pasaje bíblico sabemos que son magos, que vinieron de Oriente y que como regalo trajeron incienso, oro y mirra; de la tradición de los primeros siglos se nos dice que fueron tres reyes sabios: Melchor, Gaspar y Baltazar. Hasta el año de 474 AD sus restos estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante en Oriente; luego fueron trasladados a la catedral de Milán (Italia) y en 1164 fueron trasladados a la ciudad de Colonia (Alemania), donde permanecen hasta nuestros días.
El hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que "lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis" (Mt. 25, 40); a los niños haciéndoles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento y a los mayores como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.
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Mateo 2:1-12 Dios Habla Hoy (DHH)
La visita de los sabios del Oriente
Capítulo 2
1 Jesús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo en que Herodes era rey del país. Llegaron por entonces a Jerusalén unos sabios del Oriente que se dedicaban al estudio de las estrellas, 2 y preguntaron:
—¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos salir su estrella y hemos venido a adorarlo.
3 El rey Herodes se inquietó mucho al oír esto, y lo mismo les pasó a todos los habitantes de Jerusalén.
4 Mandó el rey llamar a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Mesías.
5 Ellos le dijeron:
—En Belén de Judea; porque así lo escribió el profeta:
6“En cuanto a ti, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre las principales ciudades de esa tierra; porque de ti saldrá un gobernante que guiará a mi pueblo Israel.”
7 Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios, y se informó por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella.
8 Luego los mandó a Belén, y les dijo:
—Vayan allá, y averigüen todo lo que puedan acerca de ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a rendirle homenaje.
9 Con estas indicaciones del rey, los sabios se fueron. Y la estrella que habían visto salir iba delante de ellos, hasta que por fin se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.
10 Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho.
11 Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose le rindieron homenaje. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
12 Después, advertidos en sueños de que no debían volver a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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