BARACUTEY CUBANO

Por Miguel Cossio


La captura de los esposos Myers confirma que la Guerra Fría con Cuba no terminó en Honduras, como ''anunció'' el presidente de ese país, Manuel Zelaya, hace una semana en la Asamblea de la OEA.

Justo un día después de que, siguiendo su criterio histórico, Zelaya pusiera punto final a la Guerra Fría en San Pedro Sula, donde, según él, se enmendó ''el error cometido contra Cuba'' en 1962, el Departamento de Justicia trajo la noticia del arresto de la pareja Myers por espionaje a favor de Cuba durante treinta años.

Queda por preguntarse ahora cuánto va a afectar o no el caso la nueva política de Washington hacia La Habana; y qué tan hondo calará el golpe en el régimen cubano y en sus servicios de espionaje.

Si hacemos cuentas, desde que en 1989 las hordas del Ministerio de las Fuerzas Armadas de Raúl Castro, encabezadas por Abelardo ''Furry'' Colomé Ibarra, Carlos Fernández Gondín, Romárico Sotomayor y Eduardo Delgado (el jefe nominal de los espías), abordaron el Ministerio del Interior, el espionaje cubano ha sufrido, que sepamos, cinco grandes reveses en los Estados Unidos: la detección y arresto de los miembros de la Red Avispa (1998); Mariano Faget (2000); Ana Belén Montes (2001); Carlos y Elsa Alvarez (2005) y Walter Kendall y Gwendolyn Myers (2009). Es decir, un golpe cada cuatro años, en promedio, sin contar las deserciones cada vez más frecuentes de altos oficiales y funcionarios gubernamentales.

Es posible que el atraso tecnológico y de toda índole del aparato de espionaje cubano, la enfermedad y el alejamiento físico del poder de Fidel Castro; y, sobre todo, la descomposición moral, ética y política del régimen de La Habana, en general, y de los miembros de su cúpula en particular, hayan sido y sean factores que pesen en la identificación de agentes pro Castro por parte del contraespionaje norteamericano.

Hace un par de años, durante una conferencia que ofreció en la Casa Bacardí, del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, el conocido historiador y experto en cuestiones de inteligencia Keith Melton dijo que el primer agujero negro que enfrentaba el gobierno de Raúl Castro era la ausencia de Fidel, pues a lo largo de décadas Castro I había desarrollado una capacidad intuitiva especial para detectar el peligro y las conspiraciones. Su obsesión por obtener información lo había convertido en el manejador en jefe de sus propios agentes. Pero él también ha fallado. Al final, su maquinaria de espionaje, construida a expensas de la ex URSS durante la Guerra Fría, ha resultado más que falible. Así que seguiremos escuchando historias de espías cubanos capturados.

En cuanto a Washington, ¿cómo enfría esto la política de Obama? ¿Las conversaciones migratorias y otros temas? ¿Los viajes a Cuba, sobre todo de norteamericanos, turistas, académicos y estudiantes?

He oído dos hipótesis acerca del impacto que pudiera tener o no en este punto el caso Myers. Una de ellas sostiene que de momento el caso interrumpe el diálogo y la oferta de Obama, rechazada por Cuba, de un nuevo comienzo, lo que beneficiaría a la línea dura del castrismo, comenzando por el propio Fidel. Otra dice que por el contrario, pues los esposos Myers estaban ya fuera del juego real dentro del Departamento de Estado, a pesar de que Walter Kendall gozaba antes de retirarse en octubre del 2007 de acceso máximo supremo a los secretos relacionados con Cuba.

Soy de la opinión de que el primer efecto del caso Myers Cuba se lo va sentir en su exigencia a Obama de que libere a los cinco espías de la Red Avispa. Frente al público, es decir, la Corte Suprema, el Congreso, el gobierno de Estados Unidos, los medios de comunicación y el mundo, La Habana se ha quedado sin argumentos. Aunque Fidel Castro califique el caso Myers de historieta ridícula al tiempo que pide honor para ellos.

Sencillamente, sólo está recibiendo el mensaje en morse, por onda corta o en carrito de supermercado: punto, raya, el agente 202 no responde.