miércoles, mayo 21, 2025

Cuba spbre música y moda: El reparto y los reparteros: esparciendo el virus de la chabacanería

 Tomado de https://www.cubanet.org/

El reparto y los reparteros: esparciendo el virus de la chabacanería

*********

El derecho a escuchar y a bailar lo que le venga en ganas a cada persona se debe respetar, pero hacer pasar por traje un calzón ripiado es cosa de improvisados e inescrupulosos críticos.

********

Por Víctor Manuel Domínguez

Mayo 16, 2025

LA HABANA, Cuba. – Si la estupidez y la chabacanería fueran contagiosas, muchos de los cubanos dispersos por el mundo las esparcirían como una plaga de ruidos que ha enlodado la música cubana. 

La frase “Parece que estamos allá, pero estamos aquí”, acuñada por el reguetonero Ja Rulay, un aquejado por el síndrome del cubatón, ha provocado el éxtasis y el delirio de los compatriotas que padecen o incuban el virus de la vulgaridad.

Según CiberCuba, dicha frase resume el follón que se forma en una discoteca en Barcelona cuando suena Marca mandarina, una canción de Bebeshito que “refleja no solo el impacto global del talento urbano cubano, sino también el sentido de pertenencia de una diáspora que, a través de la música, mantiene vivo el vínculo con la Isla”.

El hiperbólico impacto mundial y la presunta búsqueda de identidad cubana adjudicados a los que interpretan o consumen ese “grosero engendro marginal y antimusical” (como lo definiera mi colega y amigo Luis Cino en un artículo publicado recientemente en CubaNet) debe derivarse de un arrebato ocasionado por un mano a mano entre “el químico” y el éxtasis, pues ambas drogas causan tembleques, desatinos, pérdidas de la memoria y tales desvaríos que no se sabe lo que dice ni adónde va.

La frase, expresada por Ja Rulay y recogida para la posteridad en un video que se hizo viral en las redes sociales, según la fuente, hace justicia “al estilo distintivo del reparto y su capacidad para conectar con una juventud que ha convertido esta canción en un verdadero himno”. 

¿Habrá muchos de los que entonan Marca mandarina, Tacto que llegó el repartoTotaila, que se sepan la letra del Himno Nacional?

El derecho a escuchar y a bailar lo que le venga en ganas a cada persona se debe respetar, pero hablar de calidad y hacer pasar por traje un calzón ripiado es cosa de improvisados e inescrupulosos críticos que, como los mediocres amanuenses de la prensa oficial Arleen Rodríguez, Francisco Rodríguez o Randy Alonso, recibieron la contraorden del régimen de apoyar, legitimar y hacer institucional la peor y más denigrante ¿música? que se escuche en Cuba con tal de sumar gentuza que supla las diezmadas filas de sus tropas en la guerra cultural.

Para nadie que se respete, el gusto de los comisarios y amanuenses del régimen resulta un buen medidor de la calidad de ese Frankestein elaborado en los barrios marginales, al que hoy le abren las puertas de la EGREM y Bis Music cuando hasta no más ayer se les cerraban detrás las de un calabozo. 

Tampoco sirve para legitimar al reparto que un grupo de barrioteros nostálgicos de los derrumbes y la escatología social que impera en Cuba, recuerden desde Miami, París o Barcelona, los apagones y la escasez general que sufrían en su país.   

Y, menos aún se puede considerar que el reparto sea una señal de identidad, como un tinajón de Camagüey o un pan de Cruces.

Imagine cómo andarán por el infierno Pedro de la Hoz e Iroel Sánchez, artífices y defensores de decretos enfilados contra “la vulgaridad, el sexismo, la chabacanería y el mal gusto”, que ellos consideraban que contenían los textos del perreo, el reguetón, el guachineo y toda la parentela de engendros marginales y ruidosos disfrazados de música, al sentir hoy como retumba el reparto sobre sus tumbas.

Y qué pensar de los comisarios culturales que, aún vivos, vuelven la cabeza, hacen silencio, y no atinan a decir ni un disparate contra los que desde las propias trincheras ideológicas y estéticas del régimen, han cambiado de bando sin apenas defender sus criterios o dibujar un rictus de desprecio en su rostro. 

Todos corren a aplaudir la buena nueva de que el reparto es música innovadora, decir singao o puta una finura, y a jurar sobre el carnet del Partido que, por contrarrevolucionarios, Celia Cruz, Ernesto Lecuona, Meme Solís, Olga Guillot, Willy Chirino y La Lupe son la chusmería, la antimúsica.

Espero que Pancho Amat tenga de luto el tres y Fernando Rojas esté preparando sus guantes de boxeo para retar a Macho Rico a una pelea por escuchar a Bola de Nieve y a Chopin.  

Choteados y escarnecidos por la invasión de la chusma, Abel Prieto y Alpidio Alonso, haciendo oídos sordos al reparto, siguen concentrados en su tarea de reconvertir un ómnibus escolar en carro jaula para arrestar a los artistas que, como Luis Manuel Otero y Maykel Osorbo, se atrevan a hacer un arte “subversivo”.

********

Planet Records Cuba / Miami

Bebeshito ❌ El Taiger - Marca Mandarina


Bebeshito: Tacto que llegó el Reparto


Bebeshito Totaila

*********

Tomado de https://www.cubanet.org

La institucionalización del reparto y el reparterismo

********

Casi llegan a declarar al reparto como Música Nacional; tan nacional como la palma real, el tocororo, la flor mariposa, el son y el poeta Nicolás Guillén.

********

Por Luis Cino

Marzo 31, 2025

LA HABANA.- Sobre el programa Mesa Redonda del 28 de marzo, que estuvo dedicado a la música (de algún modo hay que llamarla) conocida como reparto, comentó en las redes sociales Carlos L. Alfonso, guitarrista, cantante y director del grupo Síntesis: “No puedo creer lo que estoy viendo y escuchando en la TV”.

Sentimos lo mismo que Carlos Alfonso, muchos de los que amamos la música, quiero decir, la de verdad, sin importar el género que sea.

En el programa “Llegó el reparto”, que algunos jocosamente bautizaron como “La Mesa Repartera”, luego de años de hacerle asquitos, se oficializó la aceptación por parte del régimen del grosero engendro marginal y anti-musical conocido como “reparto”.

La periodista Arleen Rodríguez Delivet, como moderadora, junto a un panel de tres musicólogos y un funcionario del Instituto de la Música, se encargaron de buscar argumentos para legitimar y validar el reparto, llegándolo a calificar como “un salto superior del reguetón”, por mezclar el Cubatón con elementos de la timba y hacerlo una expresión musical –nunca un género, por falta de originalidad en su célula rítmica– netamente cubana.

Casi llegan a declarar al reparto, en vista de su popularidad entre todos los grupos sociales y etarios en el país, donde ya prácticamente apenas se escuchan otros géneros, como Música Nacional; tan nacional como la palma real, el tocororo, la flor mariposa, el son y el poeta Nicolás Guillén.

La renuncia al buen gusto, la capitulación ante un monótono machaqueo mecánico que convoca a la tribu al despelote y el aguaje. ¡Con tanta música buena que se hizo y todavía se hace en Cuba, a pesar de los pesares!

Esto se veía venir. En noviembre del pasado año, en el discurso de clausura del X Congreso de la UNEAC, el presidente y primer secretario del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel, dijo, refiriéndose al reguetón y el reparto, que “no se deben menospreciar o subestimar desde posiciones elitistas, porque estamos ante un fenómeno cultural que trasciende los gustos sedimentados durante décadas por su fuerte componente y alcance social” y porque “se están generando ideas, señales de cambio de paradigmas culturales que no podemos ignorar ni desatender”. Además, aseguró que, debido al gran impacto que tiene el reguetón en segmentos cada vez más amplios, el régimen no puede mantenerse al margen, sino que debe influir en sus creaciones y sumarlos a “la política cultural de la Revolución”.

También el pasado año, la Cuba oficial derrochó oportunismo e hipocresía con motivo del asesinato de El Taiger, un intérprete radicado en Miami, sumamente inadecuado y al que nunca pusieron en la radio y la TV cubana, pero que poco faltó para que, después de muerto, lo convirtieran en héroe nacional.

En la Mesa Redonda sobre el reparto, los panelistas, cual comisión evaluadora de esas que caprichosa e inapelablemente clasifican a los músicos cubanos en categorías A, B y C, escogieron, entre tantos reparteros como hay en Cuba y en Miami, a El Taiguer y Bebeshito como los máximos exponentes del reparto.

El régimen, contradiciendo su política cultural que dice batallar contra la banalidad y la vulgaridad para elevar el nivel cultural de los cubanos, ahora acepta y le da reconocimientos al súmmum de lo vulgar. Pero es que los mandamases quieren sacar provecho del reparto. Económico, porque evidentemente nunca conseguirán que el reparto sea “un arma de la revolución”, como lo fue el Movimiento de la Nueva Trova, ni hacer que Bebeshito y El Micha sean los equivalentes de Silvio Rodríguez y Sara González.


Escribió en su blog la musicóloga Rosa Marquetti: “Dentro del desespero por sacar de donde hace tiempo ya no hay, han llegado a creerse que tienen en el reparto una fuente inmediata y cuantiosa de ingresos. Lo primero entonces, blanquear el reparto, que tanto negro y mulato, cuestionado con problemas con la justicia, no viste bien. Mejor promover y apoyar a un blanquito dócil y bonitillo (para algunas y algunos) y políticamente correcto. ¡Ilusos ellos que creen que pueden construirse un Bad Bunny nacional!”

Cuando leí eso, enseguida me vino a la mente Bebeshito, cuyo exitoso concierto en Miami tanto alegró al régimen de La Habana, y que ahora, con la muerte de El Taiguer, queda como el más importante repartero, según los panelistas de la Mesa Redonda.

Peor que la institucionalización del reparto es que signifique también la del reparterismo, de los rasgos y conductas que emanan de canciones y videoclips: la guapería, la chabacanería, las palabrotas, la jerga presidiaria, el machismo, el sexismo, la cosificación de la mujer, y la ostentación de que hacen gala los intérpretes con sus carros y sus exageradamente gruesas cadenas de oro y plata, haciéndolos ver como triunfadores dignos de imitar por la juventud de la paupérrima sociedad cubana.

Los gobiernos no tienen por qué decidir, por razón alguna, qué música se debe escuchar y cuál no, como cuando en las décadas de 1960 y 1970 el castrismo proscribió el rock y las canciones en inglés en general, por considerarla “un instrumento de penetración ideológica”. Pero tampoco deben promover y aconsejar cómo digerir determinados tipos de música, máxime si son deformantes, embrutecedoras y socialmente nocivas, como evidentemente es el reparto.

Sin eximir de culpas a los reparteros, hay que reconocer que ellos y las letras de sus ¿canciones? son el reflejo de la sociedad de donde surgieron. Una sociedad enferma, en crisis, una jungla donde se han perdido los valores y se ha impuesto el más despiadado “sálvese el que pueda”. Coincido plenamente con Rosa Marquetti cuando afirma que “el reparto es la banda sonora de la debacle y el desbarajuste nacional”.


Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , ,