"HACIENDO EL RIDICULO"
Tomado de Cuba, Democracia y Vida.com
HACIENDO EL RIDICULO
No por viejo se dejan de hacer payasadas. Es lo que siempre sucede con el vejete de verde olivo que desgobierna Cuba.
Y es que, cuando crees haberlo visto todo, te das cuenta que no es así. Ahora al dictador cubano, Fidel Castro, le ha dado una nueva perreta. No pudo soportar los letreros que desde la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana le pusieron los norteamericanos. El viejo guerrillero sin guerrillas no estaba preparado para eso.
Nadie, absolutamente nadie lo había retado de esa forma. El nuevo jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana es una espina en la garganta del Tirano. Es por eso que sus pataletas no se hicieron esperar y ordenó construir bases para implantar banderolas que limiten la visibilidad de esos carteles con frases célebres a favor de la libertad y los derechos humanos.
El enorme gasto de materiales, mientras el pueblo vive en casas depauperadas y al borde del derrumbe, es algo que nadie le cuestiona. El dueño de la isla se arroga el derecho de hacer y deshacer lo que quiera. Es su finca y nadie puede impedir que acabe con ella.
Las rabietas de Fidel Castro son conocidas, además de su cobardía. No debería preocuparse tanto cuando alardea de tener un sistema donde la gente vive feliz, se siente libre y prefiere quedarse junto a él. No deberían preocuparle las frases allí puestas porque si su pueblo está bien definido ideológicamente, ni siquiera se molestarán en leer lo que les ponen.
Pero, como es todo lo contrario, el vejete con tenis de marca tiene que sentirse muy preocupado con la información que pudiera recibir ese pueblo desinformado y conciente de que tienen que existir cambios radicales a corto plazo. Basta ya de “teques” patrioteros, y marchas combatientes sin combates, donde lo único que predomina es el odio contra su propio pueblo.
Ya son casi cinco décadas de marchas absurdas y odiosas consignas. Miles de fusilados y centenares de miles de presos políticos en todos estos años. Un pueblo que vive en el desaliento permanente de un régimen que les controla la vida, y niños que ni siquiera conocen la ilusión de esa edad de oro que hablara José Martí.
Y ese mundo, indiferente y frío ante la realidad cubana, tendrá un día que reconocer su insensibilidad que raya en la complicidad con un régimen torturador y extremista. Será ya cuando no existan estúpidas barreras de banderolas para evitar que se conozca la verdad, ni jóvenes que arriesgan sus vidas para huir del “paraíso” castrista. Cuando los cubanos puedan gritar sus verdades sin temor a la reclusión espantosa en una denigrante celda, ni recibir patadas en un llamado acto de repudio dirigido y orientado por la Seguridad del Estado.
Cuando alguien pregunta: ¿Qué está haciendo Fidel Castro frente a la Sección de Intereses? La mejor respuesta sería: está haciendo el ridículo.
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