sábado, marzo 18, 2006

" PEDIMOS AL MUNDO MAS COHERENCIA MUNDIAL"

Tomado de Cuba Encuentro.com

«Pedimos al mundo más coherencia moral»


Michel Suárez, Madrid

viernes 17 de marzo de 2006
Oswaldo Payá Sardiñas

Oswaldo Payá Sardiñas. (AP)

A juicio de los activistas de derechos humanos, Cuba es el país del mundo con más presos políticos de acuerdo con el tamaño de su población. Tres años después de la última redada masiva contra opositores, el estado de cosas —lejos de reformarse en positivo— empeora: la cifra de prisioneros ascendió a 333 en el segundo semestre de 2005 y la brutalidad contra la disidencia adquiere tintes nunca antes observados.

(Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación, advierte que tres años después de la primavera negra, hay que hablar de 'represión en presente' ; foto AP) -->

Por otro lado, los opositores, en consonancia con la gravedad de los hechos y ante la inamovilidad del régimen y la distancia de la comunidad internacional, han acudido a fórmulas desesperadas para llamar la atención sobre lo que sucede en la Isla, desde ayunos totales hasta coserse los labios. En el primer caso aparecen actualmente los nombres de Guillermo Fariñas, Noelia Pedraza, José Ramón Gabriel Castillo, Juan Carlos Herrera y Jorge Luis García Pérez (Antúnez). En el segundo, Léster Sánchez, quien renunció a continuar autoflagelándose por problemas de salud y por el silencio de la prensa extranjera sobre su protesta.

En este escenario, y a propósito del tercer aniversario de la ola represiva de marzo de 2003, Encuentro en la Red acude a Oswaldo Payá Sardiñas, coordinador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), para pulsar la situación política del país.

A día de hoy, ¿en qué fase estamos?

Ya hacen tres años de aquella jornada que se ha mantenido. Porque no fue un evento que terminó en aquel momento, sino que se ha extendido hasta ahora, puesto que nuestros compañeros están en prisión. No se puede hablar de eso como pasado, sino como un presente que sigue siendo cruel. Ahora, hay que hablar de la represión también hacia todo el pueblo de Cuba.

En primer lugar, porque estamos en un momento de regresión y en los últimos meses se han recrudecido los actos de repudio, es decir, esos actos fascistas comunistas donde se aterrorizan familias y se golpea.

Además, las visitas de la Seguridad del Estado, casa por casa, a todos los firmantes del Proyecto Varela, para amenazarlos con expulsarlos del trabajo, con negarles salidas del país y con todo lo que pueda amenazar el totalitarismo. Y presionarlos para que se retracten. También sobre los miembros del MCL; creo que no queda casi ninguno —especialmente en las provincias— que no haya sido visitado por comisiones de terror para amenazarlos de muerte, de cárcel, con asaltarles la casa, con declararlos enemigos públicos.

A algunos, especialmente a mujeres, las han golpeado en la calle, las han literalmente arrastrado cientos de metros; a otros les han hecho actos de repudio colocándole bocinas frente a la casa durante horas; les han dicho que tienen que irse del pueblo, como ocurrió en Puerto Padre, Las Tunas, hace sólo unos días.

Es una represión para asfixiar y liquidar al movimiento cívico cubano, recordando también lo que ha ocurrido en la provincia de Villa Clara contra mujeres y otros activistas.

En una situación como ésta, ¿qué habría que pedir a la comunidad internacional?

Hay que pedirle movilización, no solamente a los gobiernos y diputados de los partidos políticos, sino a la sociedad civil, los estudiantes, trabajadores, comunidades religiosas, ciudadanos, que se sensibilizan con otros sucesos o con otras situaciones que consideran injustas en el mundo, pero que, sin embargo, frente a esta situación en Cuba, frente al hecho de que hayan prisioneros políticos, personas que están presas sólo por defender los derechos humanos, permanecen en silencio o indiferentes.

Lo que hay que pedir a la comunidad internacional es que apoye la liberación de los presos políticos cubanos, que la pida, que la demande en las calles, en actos públicos —especialmente a los artistas—, y que apoye las alternativas de cambio pacífico en Cuba, porque el régimen está cerrando las puertas del futuro. Le está dando sólo como opción: o permanecer en esta situación, o la muerte. Eso es lo que dice la frase "socialismo o muerte".

Pedimos solidaridad y más coherencia moral. ¿O es que a Cuba la van a seguir viendo sólo a través de un frente ideológico?

¿Cómo califica la actuación de los diplomáticos acreditados en La Habana ante esta situación?

No haré juicios porque no es uniforme. Nosotros no creemos que los diplomáticos tengan que tomar actitudes que corresponden al pueblo cubano, que es quien tiene que solucionar esto. Y eso hay que decirlo con justicia.

Por otra parte, hay embajadas que mantienen una fluidez, una comunicación, sus puertas abiertas. Hay otras que son, y no voy a señalar nombres, más cautelosas. Algunas casi hasta la frialdad y la distancia. Esos son los hechos. A veces, en contraste con las políticas que anuncian sus propios gobiernos de promoción y defensa de los derechos humanos para Cuba.

También hay que decir, y no es la primera vez que lo digo, pero es algo que decirlo a la prensa es difícil, y mucho más difícil que la prensa lo publique: yo veo una inhibición muy fuerte y muy significativa en la prensa extranjera acreditada en Cuba. Eso es algo que pone en desventaja no sólo a la disidencia, sino a todo el pueblo de Cuba; porque para el mundo lo que ocurre en Cuba es lo que dice la prensa internacional, que se supone que es libre e imparcial; pero tampoco ésta se libra de la enorme presión que recibe.

¿Se sienten abandonados por las embajadas?

Tengo que hablar desde nuestra mentalidad, desde el estilo del MCL. Nunca hemos puesto expectativas, ni nos hemos apoyado en las actitudes o acciones de las embajadas, que a veces son bastante variables y sólo dependen de un cambio de personal para que haya un radical cambio en el trato.

Lo que sí creo es que en algunos hay mucha cautela, distancia y frialdad para mantener el diálogo abierto que sus propios gobiernos (por ejemplo, los europeos) han anunciado. Con las embajadas latinoamericanas, el MCL no tiene ninguna relación, porque nosotros tenemos diálogo con las embajadas que se interesan y que abren sus puertas.

Seguro que nosotros no vamos a tocar sus puertas. Y es el caso de que ninguna embajada latinoamericana, a nuestro juicio, se ha interesado por nuestra realidad, por tener un diálogo con nosotros. No somos de los que visitamos embajadas todas las semanas, ni empleamos todo nuestro tiempo en esto, excepto para esta cuestión que consideramos un deber: explicar al mundo la situación del pueblo cubano y de los prisioneros.

¿Cree usted que la Base Común, anunciada meses atrás para identificar temas afines, ha tenido poco eco en el resto de la disidencia?

Empezamos hablando de la situación represiva que hay en Cuba. El resto de la disidencia no, toda la disidencia está bajo un verdadero asedio. Y ya que estamos hablando de la disidencia, quiero enviar este mensaje: estamos en un momento diferente, en que quizás algunos criterios que eran aplicables hace sólo algunos meses hoy ya no tienen ni sentido.

Hay todo un proceso enfocado a la aniquilación de nuestro movimiento, en particular, y de toda la disidencia, en general. Y si podemos hablar de que en algún momento había pequeños espacios dentro de la persecución, hoy casi todos esos espacios han sido liquidados. El disidente vive hoy con asedio para moverse, para trasladarse, para reunirse, para comunicarse, en la casi totalidad de los casos.

Entrando en la Base Común, te diré que es un logro que permanece, porque un grupo importante de disidentes, sean organizaciones o personas, logramos en un proceso democrático de consulta y reflexión profunda componer entre todos una versión auténtica de nuestro pensamiento y nuestros ideales, los caminos que queremos recorrer y la visión de cambio que tenemos.
Hay que decir que la prensa extranjera acreditada en Cuba, aunque se lo enviamos, no le dio eco. Tampoco algunos medios de comunicación donde hay más participación de cubanos fuera de Cuba, le dieron mucho eco. Aunque creo que la mayoría del exilio tendría mucho interés en conocer esto, si se divulgara, que está en gran sintonía con lo que quiere y siente la mayoría del exilio cubano. Pero no tenemos medios de comunicación para llegar a ellos.

Dentro de la disidencia, la Base Común no fue hecha con el interés de formar un bloque o alianza. Eso se decía claramente en aquel documento llamado Babel o Pentecostés, y creo que ha dado un fruto de acercamiento sereno y sincero entre muchas agrupaciones. Pero repito, estamos en un momento de asedio y represión, creo que como nunca antes.

Algunos opinan que el recrudecimiento de la represión se debe a una supuesta fortaleza del régimen, ahora con apoyos de Venezuela y China, y en medio de una nueva geopolítica en América Latina. ¿Es esto exactamente así?

Interesante pregunta, que mueve a destacar la paradoja, la contradicción moral y hasta psicológica que pudiera tener o tiene el régimen. ¿Por qué? Por una parte, más petróleo, más apoyo chino, que tienen mucha experiencia en la esclavitud y el totalitarismo.

Sin embargo, esto el régimen en Cuba no lo utiliza para la apertura, sino para una regresión, para comprimir más a la sociedad, para liquidar los pocos grados de libertad que existían en el plano económico, que no eran muchos. Aunque no los ha liquidado totalmente, se nota, incluso, un desabastecimiento. Sólo hay que ir a las tiendas, incluso de dólares, que son la mayoría de las tiendas donde tiene sentido comprar algo.

Es como si el régimen sostuviera la mentalidad de hace medio siglo y que sostuvo durante todo el estalinismo en los países comunistas, de que el poder y los recursos hay que usarlos para cerrar a los ciudadanos toda posibilidad de expresión de sus iniciativas y de su libertad. Los recursos, por grandes que sean, nunca van a redundar en apertura ni en más espacio para los ciudadanos. Ahora, esto también refleja un sentimiento de inseguridad por parte del régimen —y por eso hablaba de paradoja—, que no tiene ninguna visión de futuro.

Por otra parte, el cardenal Martino, enviado papal, ha dicho en un mensaje, luego de visitar la Isla, que "ya la Iglesia no está reprimida en Cuba". Como católico, ¿comparte usted ese criterio?

No he podido leer ese mensaje y no voy a hablar ni de mensajes ni de declaraciones de la Iglesia local, ni del Vaticano. Te puedo hablar de mi experiencia y de mi realidad. Esta opresión no sólo alcanza a las iglesias y los creyentes, sino que tiene un componente especial dedicado a nosotros. Y si por una parte hay cierta libertad de culto y ciertos espacios dentro de los templos y de las instituciones religiosas, hay que destacar hechos, para no estar hablando de criterios o conceptos.

Por ejemplo, Cáritas, que no es una organización porque el gobierno nunca ha querido legalizarla como tal, y es por tanto una actividad dentro de la Iglesia para la asistencia a los pobres necesitados, tiene un verdadero embargo por parte del gobierno y muchísimas restricciones para recibir donaciones y desarrollar proyectos. Entonces, la víctima son los pobres y los necesitados que requieren de esos auxilios.

No hay que olvidarse, porque en muchas comunidades es palpable, de agentes que van permanentemente a escuchar las misas, y en algunos casos a hacerse visibles, y esto intimida a las comunidades. Aunque esto no es público, tengo que hablar, porque lo conozco, sobre cuántas religiosas y religiosos son víctimas de amenazas, de llamadas por teléfono, de chantajes.

Y esto es actual. No hablo de un fenómeno pasado. Y de la cantidad de restricciones y controles que la llamada Oficina de Asuntos Religiosos tiene, con una injerencia permanente en la vida de las iglesias, en un intento de control sobre sacerdotes, pastores, religiosas, a los que llama, entrevista, cita… Y detrás de esto siempre hay una intimidación.

¿Hay dos Iglesias en Cuba? ¿Dos visiones de una misma realidad sociopolítica?

No. De ninguna manera. En general, dentro de la Iglesia Católica hay más inquietud por los temas sociales y políticos. Dentro de la Iglesia hay una libertad muy grande, y así somos educados. Hay algunos sacerdotes, religiosas y laicos que tienen una visión y una actitud, digamos, más abierta y comprometida.

Hay otros que prefieren mantenerse más apartados en este tema. Quiero decir esto con mucha claridad: por una parte, hay que destacar la solidaridad humana de comunidades religiosas, sacerdotes, monjas, con los familiares de los prisioneros.

Por otra parte, yo, como católico, siempre he sido del pensamiento que a la Iglesia le corresponde una actitud más comprometida en defensa de los derechos humanos y en el profetismo, y lo digo como católico comprometido. Pero los laicos que quieran tomar esa actitud con la sociedad y con su pueblo, sólo tienen que hacerlo. Porque nunca he sido partidario de actuar —aunque sea inspirado como cristiano— bajo la identidad de la Iglesia, ni tomar la Iglesia como trinchera política, ni hacer una identificación entre un movimiento, un programa o personalidad, por buena que sea su obra, y la Iglesia.

Siempre he defendido esa distinción de plano, porque todo en lo político y en lo social es opinable. Y cuando una persona o un grupo quieren comprometer a la Iglesia, o actúan desde la Iglesia, ya sea abiertamente o no, entonces están identificando a la Iglesia con lo que puede ser una opción muy legítima, pero sólo una opción que no tiene que ser la opción de la Iglesia. Otra cosa es que no debe excluirse a nadie, dentro de la Iglesia, que tome esta opción comprometida de lucha por la liberación, por la justicia en su país.

¿Qué le pediría al exilio?

Al hablar del exilio cubano, estamos hablando de una parte inseparable del pueblo cubano. Y quiero recordar, no por vanidad, sino por clarificación, que fue nuestro Movimiento el primero, hace casi ya veinte años, en proclamar esta realidad. Es más, lo dije en el ENEC (Encuentro Nacional Eclesial Cubano). Y aquello causó muchos aplausos, pero también muchos disgustos en algunos de los presentes, cuando le dije a un sacerdote que hoy es obispo en Miami: 'Dígale a los cubanos del exilio que son parte inseparable de nuestro pueblo y que somos hijos de una misma madre, la Virgen de La Caridad'.

Después, nuestro Movimiento lo proclamó. Nunca hemos hablado del pueblo de Cuba sin tener una conciencia muy clara de que el exilio es parte de este pueblo. Digo esto, porque hay que distinguir entre el exilio siempre positivo, solidario, que es el pueblo de Cuba que peregrina fuera de la Isla, y las opiniones y posiciones de algunas personas y de algunos grupos, que tienen mucho derecho a tenerlas, pero que a veces hablan en nombre del exilio como mismo el gobierno cubano habla en nombre del pueblo de Cuba.

Cuando tenemos alguna diferencia con esas personas o grupos, dicen que yo estoy atacando al exilio. Yo no puedo atacar al exilio porque no puedo atacar al pueblo de Cuba. Conozco muy bien de nuestro exilio. Entonces le pido que reconozca este nuevo momento de peligro y esperanza en que está el pueblo de Cuba.

De peligro, por esta represión y por este intento de cerrar definitivamente las puertas del futuro. De esperanza, porque es un régimen que termina y nuestro exilio tiene un rol muy importante que jugar en la animación del pueblo que está dentro de la Isla —con tantas restricciones—, en el apoyo en ese momento de cambio. Pero, sobre todo, este apoyo y solidaridad deben estar basados en una sintonía y una comprensión muy profunda de la realidad que vive el pueblo de Cuba, dentro de este totalitarismo que hace mucho más rígida y más dura la represión.

Por tanto, nosotros tenemos confianza en el exilio, al que llamo diáspora porque nunca han aceptado, y así debe ser, la situación de vivir desterrados como normal y definitiva. Este exilio, o diáspora, creo que también debe ser mejor informado sobre la realidad cubana y sobre el momento que está viviendo el pueblo.

De esta forma vamos a encontrar seguro la sensibilidad y la solidaridad con el pueblo de Cuba, que quiere recorrer un camino pacífico, que está en una situación que nadie como los propios cubanos del exilio, están llamados a comprender. Este cambio, para decirlo de una manera más directa, depende de lo que hagamos los cubanos ahora. Todos los cubanos. El problema está dentro y los cambios hay que lograrlos dentro.

Los cubanos sienten que el exilio tiene esa comprensión —y creo que la tiene—, creen en esa mayoría que quiere cambios pacíficos, que no quiere ni quitarle la casa a nadie, ni pone la recuperación de propiedades por delante, ni mucho menos venganza…

¿Qué le pedimos al exilio? Le pedimos que transmita sus sentimientos más auténticos, que son positivos, y eso es lo que puede darle más confianza y esperanza al pueblo dentro de la Isla.