miércoles, marzo 15, 2006

SER SINDICALISTA EN CUBA, ACTIVIDAD DE ALTO RIESGO

SER SINDICALISTA EN CUBA, ACTIVIDAD DE ALTO RIESGO

Por Luz Modroño

Setenta y cinco seres humanos fueron detenidos, apresados y condenados al silencio, por el hecho de querer ser libres. Setenta y cinco valientes héroes que, anteponiendo su propia seguridad personal, se irguieron contra la indignidad de no ser libres. La cárcel les convirtió en héroes. La indignidad de un gobierno que obliga al silencio mediante el uso de la fuerza, la amenaza o la cárcel cayó en una sola noche contra setenta y cinco hombres que prefieren morir a vivir de rodillas. Feroz hacha de Caín que pretendió acabar con quienes mostraban arrogantes el orgullo de disentir.
Miguel Galbán Gutiérrez -->
Conscientes del peligro que entraña exigir el cumplimiento de los derechos que asiste a todo ser libre en un país donde los derechos sólo existen para el que acata las órdenes o el modelo social impuesto por el gobernante, convertido así en amo del país, conscientes del significado de ser iguales ante la ley, de la innobleza de la discriminación sea cualesquiera la causa, de la nobleza de defender el disfrute de derechos como la libre expresión, la libre información, la libre asociación, y el rechazo al silencio impuesto a fuerza de golpes, más de trescientos hombres purgan en tétricas cárceles cubanas el delito de no doblegarse. Setenta y cinco, sólo en unas escasas noches que revistieron de infamia a todo un país. Seres humanos que dignifican a la humanidad y que anteponen a su propia seguridad, el ansía de libertad.

Entre ellos, ocho sindicalistas: Miguel Galván, condenado a 26 años de cárcel; Pedro Pablo Álvarez, Alfredo Felipe Fuentes e Iván Hernández Carrillo, a 25 años; Nelson Molinet Espino, a 20 años: Carmelo Díaz Fernández, a 15; Héctor Raúl Valle, a 12; Lázaro González Adán, pendiente de sentencia.
<-- Pedro Pablo Alvarez Ramos
Por aquellos días, denominados por los pueblos democráticos Primavera Negra, el rechazo del mundo ante tamaña brutalidad –cuya guinda fue el ajusticiamiento de tres jóvenes- provocó ríos de tinta, palabras de solidaridad para con los obligados a callar. El mundo libre y democrático se vio obligado a mirar de frente la cara de una dictadura que ha sido la más larga dictadura jamás conocida.
Una dictadura tejida de farsa, de engaño, revestida de discursos izquierdistas y palabras hueras y caducas, que pretende sobrevivir amparándose en la estafa de una imagen hacia el exterior de justicia, de reparto equitativo, de igualitarismo... imagen que cae rota en mil añicos tan sólo con mirar la miseria a la que ha sido conducido todo un pueblo antaño próspero, o con leer en cualquier medio la persecución implacable a la que es sometida la sociedad civil, los que osan opinar o criticar, los que reclaman igualdad ante la ley o el ejercicio de universales derechos.
Alfredo Felipe Fuentes -->
Cuando el hecho de disentir se convierte en un peligroso acto que termina siendo antes o después pagado con la exclusión, el encarcelamiento o la muerte (en el 2003, tres jóvenes fueron ajusticiados por robar una lancha intentando escapar de la isla-prisión. No hubo en el asalto ninguna víctima. Cuba mantiene en su legislación la pena de muerte), cuando el pensamiento único, el partido único, la prensa única, el sindicalismo único, se han entronizado en una única figura convertida en dueño y señor de todo un país, seguir defendiendo o elaborando discursos de apoyo o “solidaridad” para con el causante de tanto atropello no es sino hacerse cómplice de la infamia y el dolor que recaen sobre todo un pueblo. Porque en Cuba, paraíso de la dualidad, o se está al lado de los vencedores, de los convertidos en dueños del Estado, de los que pueden pasear libres por su isla y disfrutar de los bienes que el país proporciona o se está al lado de los vencidos, de los excluidos, de los perseguidos, de los que no tienen derechos, de los que son obligados a callar o escapar. Ser periodista, sindicalista, defensor de derechos humanos o miembro de cualquier partido político que no sea el PCC en Cuba es una actividad de alto riesgo.

Recientemente, se celebró en Londres un encuentro entre la denominada TUC, Central de Trabajadores Británicos), la CTC (Central de Trabajadores Cubanos) y los organizadores de la Campaña de Solidaridad con Cuba. Su nombre, Conferencia Sindical Europea de solidaridad con Cuba, su realidad, “solidaridad” con Castro no con el pueblo cubano, no para con los trabajadores cubanos. Su objetivo: justificar y dar apoyo a un régimen que niega espacios de participación a todo aquel que se desvía del oficialismo impuesto a golpe de exclusión.
Nelson Molinet Espino -- >
En Cuba existe una sola central sindical siendo las demás ilegales y perseguidas y muchos de sus dirigentes encarcelados y obligados a callar, obligados a pagar un alto precio por su “impertinencia” al querer defender a sus compañeros y denunciar las tropelías que el Estado-propietario comete contra ellos. No cabe duda alguna de que esos “bienintencionados” sindicalistas londinenses no desconocen que el sindicalismo cubano es monopolio del Estado. De lo contrario, su ingenuidad sería aún más peligrosa. Porque con su actitud no sólo están mostrando un profundo desprecio hacia la esencia del sindicalismo sino que supone una burla para el movimiento sindical universal nacido con la revolución industrial y que tantas vidas costó.
No puede caber duda de que esos sindicalistas de la TUC no desconocen que Cuba es el paraíso de la dualidad maniqueista, en el que el diálogo, la negociación colectiva o el derecho a la huelga están perseguidos y son prohibidos. No cabe duda de que esos sindicalistas no ignoran que la existencia de un solo sindicato dependiente del Partido Único es la negación misma del sindicalismo. Ni de que fue una invención de Hitler el nacionalsindicalismo, que suponía la exclusión y la persecución de la libertad sindical.
< -- Iván Hernández Carrillo
El necesario debate acerca de las condiciones en que deben sobrevivir los sindicatos cubanos y por ende las condiciones laborales a que son sometidos los trabajadores cubanos fue sustituido por palabras hueras y caducas, por frases propagandísticas y victimistas. Los acosadores, los perseguidores lanzan gritos de solidaridad y lamentos de acoso mientras encarcelan y condenan a la inanición a los acosados. Se solidarizan con cinco detenidos acusados de espionaje que, no obstante, serán juzgados en tribunales independientes y defendidos por abogados libres mientras mantienen entre rejas a más de trescientos ciudadanos a los que se ha negado el derecho a la ciudadanía, entre ellos varios trabajadores sindicalistas. Qué ironía, qué macabra vuelta de la realidad.

No se habló en dicha reunión de las prohibiciones que ahogan al sindicalismo cubano, como el derecho a la huelga, a la manifestación pacífica o a la negociación colectiva, ni de los paupérrimos sueldos pagados en moneda nacional a los trabajadores, en torno a los 15 euros mensuales los trabajadores en activo y 3 los trabajadores jubilados. Esto es, por debajo del nivel de la pobreza.
Ni de que éstos tienen prohibido el asociarse o el sindicarse libremente en aquellas organizaciones que consideren que mejor defienden sus intereses –simplemente porque son ilegales- ni de la necesaria independencia que el sindicalismo ha de tener respecto del poder político ni de “la dirección superior del Partido Comunista de Cuba” (estatutos de la CTC) orientadoras de sus prácticas.

Tampoco se habló de derechos sindicales, ni de la obligada afiliación de los trabajadores a la CTC, y el obligado pago de la cuota sindical (por la que la CTC recauda más de 58 millones de pesos) ni de la obligada entrega del salario de un día de trabajo a las Milicias de Tropas Territoriales (más de 600 millones de pesos han ido al presupuesto de las Fuerzas Armadas por este concepto.
Carmelo Díaz Fernández -->

Ni de la discriminación en el empleo, ni de la violación de Acuerdos Internacionales con la Organización Internacional del Trabajo, ni de los expedientes laborales en los que se registran los comportamientos políticos de los trabajadores y el grado de desviación respecto a la política oficialista. Tampoco de que los trabajadores pueden ser excluidos de sus empleos si osan manifestar alguna opinión contraria o crítica con el régimen e inmediatamente incluidos en el apartado de los desempleados.

No, no se habló de sindicalismo. Porque el debate fue sustituido por ataques a la política europea solidaria hacia el pueblo cubano, por lamentos hacia un embargo inexistente, por gritos de liberación de cinco presos cubanos acusados de espionaje.

Pero la verdad es tozuda y se abre paso al fin.


Luz Modroño


Marzo, 2006