JAQUE A PETROBRAS
Valentina Alvarez
BBC, Brasilia
Con sorpresa y estupor fue recibido en el gobierno brasileño el decreto con el cual el presidente de Bolivia, Evo Morales, nacionalizó la explotación de petróleo y gas en el país andino.
"Es una medida inamistosa", deslizó, cauto, el ministro de Energía, Silas Rodeau, mientras el ministro de Relaciones Institucionales, Tarso Genro, aseguró que el gobierno defenderá sus intereses.
En el tema energético, el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva ha buscado denodadamente agotar las vías de diálogo con el presidente de Bolivia por dos razones muy poderosas.
La primera es la suerte que correrá Petrobras, la estatal brasileña con inversiones de US$1.500 millones en Bolivia, lo que le convierte en la mayor empresa de aquel país.
Con la nacionalización, Petrobras, como el resto de las multinacionales del sector emplazadas en el país andino, estaría obligada a venderle toda su producción al estado boliviano.
Hasta ahora, la estatal brasileña extraía, procesaba y comercializaba los hidrocarburos de los yacimientos que le habían sido cedidos por gobiernos anteriores.
Preocupación por abastecimiento
Brasil y Bolivia han mantenido buenas relaciones políticas en los últimos meses.
La semana pasada, en una entrevista en la TV Cultura de Brasil, Evo Morales aseguró que Petrobras "saqueaba" las riquezas de su país.
Las declaraciones causaron preocupación a nivel oficial, y llevaron a la prensa a criticar a Lula por no ser más enérgico con el mandatario boliviano, quien en conversaciones reservadas con Lula había sugerido que no afectaría los intereses brasileños en Bolivia.
La segunda preocupación del oficialismo es la provisión de gas: el 51% del gas que se consume en este país es importado desde Bolivia.
En el gobierno temen la posibilidad de una crisis energética en un año en el cual el presidente Lula aspira a la reelección en su cargo.
Como la persuasión y los gestos de buena voluntad diplomática no fueron suficientes ante el ímpetu nacionalizador de Morales, Lula convocó a una reunión de emergencia este martes en su despacho.
<-- Luiz Inacio Lula da Silva
Allí, junto a ministros, asesores y las autoridades de Petrobras, decidirán qué reacción ofrecerán ante la medida.
¿Fin al diálogo?
Hasta ahora se habla de posibles sanciones comerciales y diplomáticas, aunque redoblando los esfuerzos de persuasión para salvar las inversiones de la estatal brasileña.
"Esto pasa por guiar la política exterior a las afinidades ideológicas. Lula siempre mimó a Evo Morales porque sentía cercanía con sus ideas, pero eso no impidió al boliviano atentar gravemente contra los intereses brasileños", concluye el analista y profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Brasilia, Carlos Pío, ante la consulta de la BBC.
Lo que sí parece claro es que la vía del diálogo entre Lula y Morales está cada vez más agotada.
Eso a pesar de que la semana pasada, en Sao Paulo, Lula le pidió al presidente venezolano Hugo Chávez que intercediera por él ante Morales. Chávez prometió facilitar una conversación con su contraparte boliviana, pero no prometió más.
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